jueves, marzo 08, 2018

Huelga docente en West Virginia



De la nada

En West Virginia, uno de los estados más pobres de Estados Unidos, más de 15 mil maestros y personal escolar estallaron una huelga para exigir salario digno y seguros de salud. El liderazgo del sindicato llegó a un acuerdo con el gobernador por un incremento de 5 por ciento, con lo que se había anunciado la reanudación de clases el jueves pasado, pero las bases lo rechazaron con el argumento: nosotros somos los líderes. La imagen es de la semana pasada afuera del Congreso, en Charleston -Foto: Ap.
De repente la oscuridad, crueldad y obscenidad derechista que intenta imponerse en este país es interrumpida por una ferocidad digna, transparente y solidaria que rehúsa someterse, que se decide por la rebelión.
La historia de este país esta hecha de eso también y aunque por ahora esa resistencia rebelde aún no alcanza las dimensiones que se requieren para revertir uno de los asaltos reaccionarios más severos en este país en tiempos recientes, está brotando por todas partes, y desde esquinas desconocidas e inesperadas, como si viniera de la nada.
En West Virginia, uno de los estados más pobres del país, acaba de surgir una de las acciones laborales más grandes en años: en los pasados siete días hábiles, una huelga de más de 15 mil maestros y personal escolar, muchos vestidos de rojinegro –han cerrado todas las escuelas públicas en los 55 condados– en un estado donde no gozan del derecho a la huelga. La demanda por un sueldo digno y seguros de salud continuó aun después de que a mediados de la semana pasada el liderazgo del sindicato magisterial llegó a un acuerdo con el gobernador por un incremento de 5 por ciento, con lo que se había anunciado la reanudación de clases el jueves pasado, pero las bases se amotinaron y decidieron desobedecer a sus líderes, declarando: nosotros somos los líderes. La huelga continuará, prometen, hasta que cumplan sus demandas y esto sea concretado en ley.
Cientos de maestros y sus aliados –incluidos estudiantes– han cercado la sede del gobierno estatal en Charleston, denunciando que su estado ocupa el numero 48 de 50 en salarios para maestros, razón por la cual unas 700 plazas siguen vacantes, porque los maestros se ven obligados a buscar empleo en otros estados, o en otros profesiones. Entre sus aliados está el legendario sindicato minero (UMWA), cuyos líderes señalan que los maestros son los herederos de las grandes luchas históricas del siglo anterior que se libraron ahí en las minas de carbón.
West Virginia tiene una larga historia de militancia sindical, y a principios del siglo pasado fue escenario de algunas de las batallas más sangrientas entre empresas mineras y sus trabajadores. Algunos historiadores consideran la llamada Batalla de la Montaña Blair, que duró cinco días en 1921, como una de la acciones de rebelión laboral más grandes en la historia del país. Uno de los maestros en huelga es tataranieto de uno de los líderes de esas guerras sindicales de hace un siglo y muchos de los maestros de base que empezaron la acción sindical son hijos de mineros en los condados históricamente ligados a la minería. Hace cien años mineros de West Virginia ayudaron a encabezar la lucha por salarios justos y dignidad en el empleo. Hoy los maestros de West Virginia están llevando adelante esa valiente tradición. Estoy con ellos en su lucha por la justicia y la dignidad, declaró el senador Bernie Sanders.
Después de décadas de una guerra contra los sindicatos en el sector privado, los cuales ahora se encuentran en su momento más débil desde sus inicios, la derecha se ha dedicado a lanzar una ofensiva para debilitar a los sindicatos del sector público. Un caso pendiente ante la Suprema Corte podría asfixiarlos por completo si la mayoría conservadora falla en favor del demandante financiado por agrupaciones derechistas y antisindicales poderosas tan pronto como este verano.
La huelga en West Virginia estalla en momentos en que la derecha busca desmantelar el estado de bienestar y los derechos laborales y civiles, sino aniquilar a los propios sindicatos, columna vertebral de movimientos sociales progresistas que lograron esas conquistas sociales. No es por coincidencia que a la par de que se ha reducido el poder político y económico de los sindicatos en este país durante los pasados 30 años –parte de una estrategia neoliberal que incluyó al TLCAN– la desigualdad económica está en su mayor nivel desde poco antes de la Gran Depresión.
Aunque parezca que la acción de los maestros parece salir de la nada, brota de su historia tal como recuerdan los propios trabajadores. Más aún, hay antecedentes recientes de la lucha magisterial en lugares como Chicago, Seattle y hasta Texas, contra la imposición de supuestas reformasque, con apoyo tanto de republicanos y demócratas, buscan convertir la educación pública en un mercado con miras a privatizarlo y debilitar o destruir a sus defensores como los sindicatos.
Estas rebeliones son más vitales ahora en la era Trump que amenaza a este pueblo, y al planeta, con políticas semi-fascistas (aunque incoherentes). Con trabajadores, mujeres, inmigrantes, estudiantes, latinos, afroestadunidenses y otras minorías bajo ataque frontal –ni hablar del medio ambiente y de guerras criminales– cada lucha no sólo tiene que ver con su propio ámbito, sino forma parte del rescate del todo.
Los movimientos y expresiones disidentes que están brotando de esquinas inesperadas, como de la nada, incluyen el ni una más que acaba de nacer con los estudiantes después de la masacre en un pueblo poco conocido en Florida, el Black Lives Matter que nació hace pocos años en pueblos poco conocidos como Ferguson, Missouri, o el de los dreamers, que estalló desde decenas de esquinas que vivían en las sombras. Y claro ahora está el TimesUP y/o #MeToo, donde las mujeres están sacudiendo el paraíso de los hombres más poderosos.
Todos estos sorprenden al poder y a gran parte de analistas y expertos políticos, por salir como de la nada. Pero la historia de este país es, junto con el cuento oficial, la de los de la nada. Todos estos movimientos ahora, como bien recuerdan los maestros de West Virginia, tienen antecesores, que en sus tiempos, también parecían aparecer de la nada para, una vez más, estar más que presentes, y regalar esperanza.

Para Ron Blackwell, rebelde elegante de intelecto brillante y corazón valiente, voz feroz por la dignidad y la justicia, internacionalista y proteccionista de los derechos de los trabajadores, quien nos acompañó en buscar construir el otro mundo posible. Hasta siempre, hermano.

David Brooks
La Jornada

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