jueves, marzo 08, 2018

El médico renacentista Bernardino Ramazzini y la salud de los trabajadores



Es considerado el padre de la Medicina del Trabajo y de la Salud Ocupacional. Sus estudios sobre enfermedades ocupacionales y la promoción de medidas de protección de los trabajadores alentaron reformas y leyes laborales.

Hay controversias sobre su fecha de nacimiento. Según la biografía escrita por su sobrino Bartolommeo Ramazzini, nació en Capua (Italia) el 5 de noviembre de 1633, fecha de casualmente coincide con la de su fallecimiento. En 1985 la Sociedad de Medicina del Trabajo de la provincia de Buenos Aires decidió elegir la fecha de su nacimiento para conmemorar el Día de la Medicina del Trabajo. Para saber cuál era el día correcto escribieron a la Alcaldía de Carpi solicitando la información. El alcalde Werther Cigarini respondió que según las actas bautismales de la Iglesia local, la fecha de su nacimiento es el 4 de octubre de 1633 y su fallecimiento el 5 de noviembre de 1714. Por lo que su sobrino había equivocado las fechas (1).
Educado por los jesuitas, ingresó a la Universidad de Parma en 1652 para estudiar Filosofía y en 1655 comenzó a estudiar Medicina. En 1659 obtuvo el Doctorado en Filosofía y Medicina. En Roma continuó sus estudios con Antonio María Rossi, médico del Papa Clemente VIII. Ejerció como médico en Canino y Marta, ducado de Castro. Contrajo malaria, por lo que debió regresar a su ciudad natal para realizar un tratamiento. En 1655 se casó con Francesca Righi, con quién tuvo cuatro hijos. En Carpi fue promotor cultural y se dedicó a la literatura, además de ejercer su profesión médica. En 1682 fue contratado como docente de la cátedra de “Instituciones Médicas y Teoría de la Medicina” en la Universidad de Módena, y en 1700 como docente de “Práctica Médica” en la Universidad de Padua (2).
Sin duda el principal aporte de Ramazzini fue la obra De Morbis Artificum Diatriba, escrita en latín y publicada en Módena en 1700. En el capítulo XIV menciona los motivos por los que decidió escribirla: “Narraré pues un caso del que surgió para mí la ocasión de escribir este Tratado de Enfermedades de los obreros. En nuestra ciudad que dado su ámbito es bastante poblada y tiene por lo tanto sus casas apiñadas y muy altas, es costumbre limpiar cada tres años en cada casa las cloacas que recorren los barrios. Como tal tarea se efectuaba en mi domicilio y me había fijado que uno de los operarios en aquel antro de Caronte llevaba a cabo su cometido con gran ansiedad y angustia, apiadado yo de su labor tan ímproba, le pregunté por qué obraba tan afanosamente y no se daba más calma, no fuese a cansarse demasiado de la excesiva actividad; el infeliz levantó entonces la vista y mirándome desde dicho antro me dijo: Nadie que no lo haya experimentado podrá imaginar cuánto costaría demorarse en este lugar más de cuatro horas, equivaldría a quedarse ciego” (3).
A partir de entonces comenzó a investigar diferentes patologías que afectaban a los trabajadores, visitó lugares de trabajo y habló con los operarios, venciendo los prejuicios de sus colegas médicos que consideraban vergonzoso reunirse con la “gente del pueblo”. A lo largo de los 41 capítulos de su obra, Ramazzini se ocupa de diferentes profesiones: mineros, doradores, químicos, bataneros, nodrizas, tejedoras, sepultureros, panaderos, joyeros, y “hombres de letras”, entre otros. Con un buen estilo literario, describía las profesiones (a veces recurriendo a autores clásicos para dar una perspectiva histórica) para pasar luego a ocuparse de las enfermedades profesionales, y sus propuestas de protección y tratamiento.
Denunció las condiciones insalubres de los mineros, las intoxicaciones con plomo y mercurio en diferentes profesiones, los peligros del sedentarismo, y las consecuencias de exponer a los trabajadores a agentes como el frío, el calor, la humedad y el ruido.
Frente a esto recomendaba medidas preventivas que debían abarcar tres niveles: la eliminación del riesgo, su control a través de la ingeniería y la prevención personal. Algunas de sus medidas incluían trabajar en ambientes ventilados y usar mascarillas protectoras. Fue un adelantado a su época al reclamar la reducción de la jornada laboral, implementación de descansos y la adopción de posturas correctas (lo que hoy llamamos ergonomía).
Con Ramazzini las enfermedades ya no fueron vistas como algo individual que le pasa a la persona, sino como una relación directa con la actividad que se desempeña y el ambiente en que se desarrolla. A la “Historia Clínica” de Hipócrates que había permanecido sin modificaciones desde hacía 2000 años le agregó una nueva pregunta: “¿Cuál es su oficio?”, variable que hasta entonces no se había tenido en cuenta. Como reformador social sostenía que la peor enfermedad era la pobreza. El trabajador debía tener libertad para optar por un empleo: “si se llega a sentir gravemente afectado gánese la vida en otra forma, que es pésima la ganancia que arruina algo tan valorado como la salud” (4).
Pese a lo avanzado de sus propuestas, Ramazzini también participaba de algunas creencias de la época. Por ejemplo, creía en el “mal de ojo”, es decir la trasmisión de males a través de la mirada, como lo muestra el siguiente fragmento: “respecto a la fascinación por la fuerza de la mirada, pensamos que no ocurría distintamente sin que se origine cierta irradiación emanada de los ojos fascinados que por encontrar afinidad se insinúa en los ojos de las otras personas inficcionándolas” (5).
Otro ejemplo de esto lo encontramos en el capítulo XVIII, donde señala que las obstetras se ven expuestas constantemente a la “malignidad” de los fluidos vaginales: “sea lo que fuese la condición de la sangre menstrual, o tal realmente como lo quieren aquí y allá, no se dude de ningún modo que el flujo uterino que sigue al parto contenga malignidad y virulencia” (6). Por ello recomendaba utilizar guantes (algo que es correcto aunque por motivos diferentes) y lavarse con vinagre.
También menciona a Dios en muchas oportunidades. En el capítulo XIX, sobre las nodrizas, se pregunta cómo se produce la leche materna y responde que “hasta lo que va de este siglo no se ha concedido la solución del problema; el Sumo Hacedor de las cosas desea reservarla para tiempos venideros” (7).
La obra no está exenta de críticas a sus colegas médicos: “cumpliendo mi designio diré que es justo velar por la incolumnidad de los sepultureros cuyo oficio es tan necesario, porque sepultan en tierra los cuerpos de los muertos junto con los errores de los médicos, debe pues el arte médico compensarles con algún beneficio de su propia dignidad salvada” (8).
En 1713 realizó una nueva edición de su obra en Padua donde agregó 12 capítulos con nuevas profesiones y un tratado sobre la salud de las “vírgenes consagradas al cuidado de la salud”.
A pocos años de su edición la obra fue traducida al alemán. La primera traducción al español fue realizada por Susana Victorica y supervisada por el Dr. Juan A. Codazzo Aguirre en 1949 por iniciativa de la Unión Americana de Medicina del Trabajo. Apareció con el título: Disertación acerca de las Enfermedades de los Trabajadores. En 1983 el Instituto Nacional de Medicina y Seguridad del Trabajo del Estado Español realizó una nueva traducción a cargo de los filólogos José Moralejo y Francisco Pejenante con el título Tratado de las Enfermedades de los Artesanos (9).
En 1704 Ramazzini fue nombrado miembro de la Academia de Arcadia y en 1708 de la Sociedad Regia Scientiarum de Berlín. Por entonces empezó a tener problemas de la vista y necesitó que sus nietos y sobrinos le leyeran y escribieran sus dictados. Pese a esto en 1708 fue ascendido de “Segundo Profesor” a “Primer Profesor” de la Universidad de Padua. Entre 1708 y 1711 fue presidente del Collegio degli Artisti.
Además de la obra mencionada también escribió: Oratio Saecularis (1700) sobre los progresos de la medicina, Oratio Iatrici Argumenti (1708) sobre teoría y práctica médica, De contagiosa epidemia in bovis (1711) sobre epizootias bovinas, y Disertatio de abusu chinae chinae (1714) donde sostiene que la quinina en el tratamiento de la malaria “hizo para la medicina lo que la pólvora para la guerra”. Su Oratio de 1714 insta a los médicos a viajar para compartir y ampliar sus horizontes. También escribió un tratado sobre la salud de los príncipes, cuya edición fue costeada por el duque Reinaldo de Padua ante el rechazo de los editores que no le veían buena salida, y estaba dedicada al sobrino del duque, Francesco II.
El 5 de noviembre de 1714 tuvo un ataque de apoplejía en Venecia que le provocó la muerte en la madrugada del día siguiente. Hoy es considerado el padre de la Medicina del Trabajo, pero sus contribuciones también aportaron al desarrollo de la medicina del deporte, la epidemiología y la salud ambiental.

Luciano Andrés Valencia
Escritor

Notas:
(1) Veiga-Caibo, Jorge; “Algunas curiosidades sobre la vida de Bernardino Ramazzini, a modo de epílogo”, Medicina y Seguridad del Trabajo, Suplemento Extraordinario N° 2, 2014, pp. 74-75.
(2) Fresquet, José Luis; “Bernardino Ramazzini (1633-1714)”, http://www.historiadelamedicina.org/ramazzini.html, febrero de 2011.
(3) Ramazzini, Bernardino; Disertación acerca de las enfermedades de los trabajadores, Buenos Aires, Sociedad de Medicina del Trabajo de la Provincia de Buenos Aires y BBVA Consolidar ART, 2004, p. 62.
(4) Ramazzini, Bernardino; Disertación…, p. 135.
(5) Ramazzini, Bernardino; Disertación…, p. 64.
(6) Ramazzini, Bernardino; Disertación…, p. 91.
(7) Ramazzini, Bernardino; Disertación…, pp. 104- 105.
(8) Ramazzini, Bernardino; Disertación…, p. 89.
(9) Veiga-Caibo, Jorge; “Algunas curiosidades…”, pp. 72- 73.

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