domingo, febrero 04, 2018

Crear movimientos: Il compagni (1963)



Titulada en francés Les camaradas y estrenada en estos andurriales en una medianoche de TV2 como “Los compañeros” (se puede encontrar en FILMIN), tiene la enorme virtud de ofrecer una “estampa” muy veraz del nacimiento del movimiento obrero en Italia, una odisea primordial en una época como la nuestra, obligada a a plantearse una “refundación2, obviamente sobre nuevas bases. Sobre este extremo –crear movimientos- me he ido refiriendo a varias películas como “Mi nombre es Harvey Milk” Gus Van Sant, USA, 2008), referido al surgir del movimiento “gai”, y a otros, todos ellos publicados desde mi Facebook.
La película nos ofrece un retablo sobre las condiciones de vida del proletariado italiano a finales del XIX y de sus iniciales relaciones con el socialismo encarnado en este caso por “il profesore” (inigualable Marcello Mastroianni), que tuvo una interpretación tan efectiva que según me contaba el camarada y amigo Antonio Moscazo, lo utilizaba hasta la propia policía italiana cuando se encontraba con un “profe” subversivo. Rodada en un hermoso y voluntarioso blanco y negro que se inspira en las ilustraciones obreristas de la época, rodada en diversos lugares del norte italiano (en Cuneo, en Turín, en Savigliano) y en parte también en Yugoslavia, ofrece una recreación del Turín de los años de la industrialización acelerada y de la unificación ita­liana, dos eventos históricos que tuvo en la ciudad norteña a uno de sus polos más dinámicos. Vista desde el ángulo de la historia social, la película se sitúa en una encrucijada política, la del nacimiento del movimiento obrero. El referente más importante de la convulsa sociedad italiana en un momento en vísperas invierno caliente de 1968-69: el paso de un gobierno de centro­derecha, democristiano con participación neofascista, fuertemente contestado por partidos y sindicatos de izquierda que acabaran entrando en el juego tan italiano de la “componenda”, lo que dará lugar en los años siguientes, a una fuerte radicalización obrera-estudiantil de la que se hará eco un discípulo de Monicelli, Elio Petri en “La clase obrera va al paraíso” que puede servir como contrastre para comparar dos tiempos distintos de la lucha social.…
En el tiempo marcado por el film de Monicelli, Italia se vio sacudida por una oleada de huelgas salvajes que tuvieron su epicentro en los mismos escenarios que el film recrea y que ciertos historiadores suelen identificar como el más significativo antecedente del estallido obrero de fina]es de la década-, a un cambio de alianzas propulsado por el ascendente Aldo Moro, y que daría lugar, en diciembre de 1963, al llamado “centro-sinistra”, un gabinete con participación socialista, aunque con mayoritario predominio democristiano. Se respira este contexto en el guión escrito por Monicelli y sus habituales coguionistas, Agenore Incrocci “Age” y Furio Scarpelli, con la puntual ayuda de la excelente Suso Cecchi d ‘ Amico, un equipo que decidió a recuperar, desde la izquierda, la memoria histórica de la industrialización, en un intento de film nacional-popular, tan caro a la tradición cultural en general, y cinematográfica en parti­cular, de la sociedad italiana. Se ha hablado de un film-­catálogo sobre la condición proletaria, con su galería de personajes y situaciones comunes a multitud de películas que ambientan su acción en el mundo obrero, todas ellas vistas desde situaciones que casi siempre parten de las mismísimas fuentes históricas, y que se repiten en buena parte del cine de tradición obrerista que tan necesario sería recuperar…
Su director, Mario Monicelli (suicidado a los 96 años), era un tipo de izquierda integral, situado muy críticamente a la izquierda del PCI, y que nos habla de la Historia sin perder de vista algunos de los elementos más habituales en su cine: el cuidado en la reconstrucción de la vida cotidiana y los arquetipos populares, el mismo tema de su film inme­diatamente anterior, Renzo e Luciana, episodio del film colectivo Bocaccio 70 (1961), afortunadamente recuperado en la edición de DVD de esta película. Monicelli no olvida para ello en utilizar el recurso a ciertos estilemas de la “comedia alla italiana”, filón que con tanta fortuna aborda­ra el propio director en varios de sus filmes más famosos; la mezcla agridulce de drama y sátira, sin olvidar además algunos apuntes críticos que alejan a la película de la hagiografía laica en que suelen caer en ocasiones ciertos filmes militantemente proletarios. La película muestra sus cartas desde la primera secuencia. Comienza la trama cuando son las 5.30 de la madrugada en un hogar proletario turinés y el joven Omero se apresta a vestirse para ir a su trabajo en una fábrica textil. Hace frío y Omero tiene que romper la capa de hielo que se ha formado en el agua de la jofaina, mientras el resto de su familia comienza igualmente a levantarse. Condiciones de vida de las clases subalternas, la dura cotidianidad, el invocado universo fabril, la estructura familiar, incluso ciertas contradicciones entre los miembros de la familia sólo levemente embozadas y que estallarán más tarde configuran algo así como el huevo de serpiente de la trama que el film desarrollará desde entonces, con especial acento en la presencia del universo popular.
Asistimos a la descripción de un universo social y humano lleno de vida y de verdad que tendrá en el relato un coprotagonismo compartido con el propio estre­llato, no en vano el cabeza del elenco, un Marcello Mastroianni en un papel pensado en rea­lidad para Alberto Sordi, sólo aparecerá cuando el espectador tenga ya una clara idea de lo que el film le plantea e incluso, en consonancia con su propio personaje -un socialista ilu­minado, entregado a la causa de la defensa del proletariado y ontológicamente solitario- verá diluida su presencia en varios pasajes de la acción en aras de un protagonismo colectivo que ni siquiera las condiciones de la producción. Se trata de un film Titanus, la mayor productora italiana de la época, y cuenta con un elenco trufado de grandes actores como Renato Salvatori y Annie Girardot, pareja coprotagonistas de Rocco y sus hermanos, otra peripecia proletaria debida a la mano maestra de Luchino Visconti; el también francés Bertrand Blier, el gran secundario Folco Lulli, entre otros, quienes a pesar de ser famosos, consiguen un punto de verismo insuperable.
El resultado es como un compendio que detalla la realidad de la vida proletaria: la fábrica, la dure­za de las condiciones laborales, el trabajo de jóvenes que tienen que abandonar la escuela para poder ganarse el pan; un conflicto violento, la actitud cerril de la patronal, el empleo de fuerzas militares para intentar abortar la ocupación de la fábrica; la muerte de dos inocentes, la desesperación de los deudos, el desgaste que produce una huelga prolongada entre quie­nes no tienen posibles para subsistir; la desunión, pero también la solidaridad; la irrupción en la Historia de una ideología basada en la defensa de los más oprimidos, la marginación e incluso el descrédito de quienes se saben dispuestos a asumir cualquier riesgo por su causa; el camino abierto, y difícil, que les espera a quienes intentan despertar las conciencias más devastadas por la subordinación y la alienación.
Por motivos que me parecen obvios, esta es su película más memorable, pero en su filmografía se pueden encontrar oras “perlas”. Pero esto me esá quedando largo, y espero proseguir en otro trabajo.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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