miércoles, enero 17, 2018

Tres historias sobre el genocida Galtieri



Aunque se lo asocie casi exclusivamente al nefasto rol que tuvo en la guerra de Malvinas, hay mucho más detrás. A quince años de la muerte del dictador, repasamos tres historias sobre su vida.

De la promoción 74 a las relaciones carnales con Estados Unidos

El viernes 14 de diciembre de 1945 el Colegio Militar de la Nación celebraba una nueva promoción entre sus filas, la número 74. Ésta fue conocida como una de las más duras y conservadoras de aquellos años y pasó a la historia por los nefastos personajes que la integraron. Entre ellos podemos nombrar a Luciano Benjamín Menéndez, el represor con más cantidad de condenas a perpetua; al ex ministro de Interior de la última dictadura Albano Harguindeguy y al jefe de la SIDE de ese mismo momento, Otto Carlos Paladino. Otro de los veinteañeros con futuro “prometedor” fue Leopoldo Fortunato Galtieri, quién había ingresado al Ejército 3 años antes.
Su formación y carrera militar recién comenzaba. Cuatro años más tarde, durante el primer mandato peronista, fue enviado junto a un selecto contingente militar a estudiar a Panamá en la Escuela de las Américas. Dice el historiador Daniel Mazzei “El primer contingente argentino llegó a Fort Amador en 1949. Lo integraban seis tenientes del Ejército, de las armas de ingenieros y comunicaciones, entre los que se encontraba Leopoldo Fortunato Galtieri que hizo el curso de Ingenieros” (1).
Por aquellos años Estados Unidos estaba diseñando las bases de la Doctrina de Seguridad Nacional como hipótesis de guerra basada en la idea de que el enemigo, el comunismo, operaba en el seno de la sociedad (dentro de las fronteras). Galtieri se formó bajo estos ideales antes de que la Escuela de Américas se convierta en un boom entre los uniformados del mundo. Esto recién pasará a partir de la década siguiente cuando la Revolución cubana se convierta en una amenaza al orden establecido en todo el continente. Esta instrucción precoz del militar argentino demostraba que las relaciones entre el imperialismo norteamericano y las fuerzas armadas argentinas se establecieron muy tempranamente a través de los cuadros medios que estudiaron en sus aulas, entre ellos, tres de los presidentes de facto de la última dictadura: Videla, Viola y el mismo Galtieri.
Así fluyeron las relaciones. De hecho fue clave la presión ejercida por la CIA y la embajada norteamericana para que Leopoldo Fortunato asumiera la presidencia. En él contarían con un aliado incondicional en su lucha contra el terrorismo (léase otra vez comunismo). No hay que olvidarse que desde 1979 los militares argentinos viajaban a Centroamérica para instruir en métodos de tortura y técnicas de inteligencia a contrarrevolucionarios (conocidos como los “contra”) financiados justamente por Estados Unidos. Esas mismas prácticas eran las que habían utilizado en el país para aniquilar a una amplia vanguardia obrera y estudiantil representada por el peronismo y la izquierda. Durante el mandato de Galtieri en el Ejército, y luego en el ejecutivo, las acciones coordinadas en Centroamérica aumentaron exponencialmente.
Estos vínculos carnales entre las fuerzas norteamericanas y las locales determinaron uno de los factores que llevaron a Galtieri a ocupar las islas Malvinas el 2 de abril de 1982. Para el dictador, desatado el conflicto, Estados Unidos se inclinaría por apoyar a Argentina o al menos mantendría una posición neutral. Nada de eso pasó, el General que tanto gustaba hablar de sus conocimientos acerca de la Segunda Guerra Mundial demostró su incapacidad militar y su oportunismo político, claves para la derrota.

¿Qué estaba haciendo Galtieri antes y durante la dictadura?

Aunque suele ser recordado únicamente por su desastroso papel en la guerra de Malvinas, Galtieri aportó mucho más al terrorismo de Estado, particularmente en la combativa ciudad de Rosario, donde estuvo en dos oportunidades. Su primera aparición fue en septiembre de 1969 durante el segundo Rosariazo que, a diferencia del primero, fue motorizado por la intervención de los obreros iniciada por una huelga de ferroviarios y secundado tanto por el movimiento estudiantil como por las familias y vecinos que sumaron alrededor de 250.000 personas en las calles. Galtieri era el responsable de la Agrupación de Combate “G” y desde Corrientes se trasladó con una guarnición para hacerse cargo de la represión. Las fuerzas de Seguridad – policía y Gendarmería Nacional- habían sido completamente superadas por los trabajadores que levantaron barricadas en el centro de la ciudad y en los barrios (2). Cuando los militares al mando de Galtieri se hicieron cargo de la situación, la represión fue aún más feroz y como método de disciplinamiento quisieron impartir el Código de Justicia Militar a los ferroviarios mayores de 18 años. El saldo fue de dos muertos, 25 heridos y más de 400 detenidos.
Su segunda aparición se daría varios años después cuando debió reemplazar a su ex compañero de estudio Ramón Genaro Díaz Bessone (otro miembro de la promoción 74) como comandante del Segundo Cuerpo del Ejército con asiento en Rosario. Estuvo desde octubre de 1976 a febrero de 1979, justamente el período de mayor represión desatado sobre la provincia. Allí fortaleció su vínculo con otro siniestro personaje del período, el gendarme Agustín Feced (2). Según la CONADEP ambos fueron responsables de la mayoría de las víctimas del plan sistemático desatado en la región durante el golpe (3). Galtieri utilizó el centro clandestino de detención dependiente del área de inteligencia “Quinta de Funes” para diseñar a fines de 1977, un plan que tenía como fin asesinar a lo que quedaba de la dirección de Montoneros -particularmente a Firmenich- exiliados en México. Su objetivo era “quebrar” a militantes montoneros para que cooperen entregándolos. Sin embargo la misión llamada “Operación México” terminó siendo un fracaso total.
Con el año 79 llegaron los premios: ascendió a comandante del Primer Cuerpo del Ejército y luego a teniente general. Desde allí dirigió una campaña de acción psicológica para toda la población para “limpiar” la imagen del Ejército y tender lazos con la sociedad. Para ello ordenó en 1980 la realización de la campaña llamada “El niño, la Escuela, el Ejército” en el que la fuerza actuaba coordinadamente con los ministerios de Cultura y Educación. El resultado, como se verá en los años siguientes, fue un nuevo y rotundo fracaso (4).
Durante su mandato presidencial la caza de brujas no se detuvo. En febrero de 1982 un grupo de tareas arriba de un Falcon verde secuestró y asesinó a la obrera metalúrgica y militante del PST Ana María Martínez, embarazada y con 31 años, cuando volvía a su casa en Villa de Mayo. Mientras su muerte y la de miles quedaban impunes, Galtieri fue absuelto por el tribunal que juzgó a las Juntas en 1985; sólo sería condenado por negligencia en el proceso de Malvinas hasta que el peronismo con Menem en la presidencia le concedió el indulto.
En los 90 se lo podía ver en las playas junto a sus nietos paseando por la costa, sonriente y despreocupado. Recién sería a fines del 2002 cuando vuelve a ser juzgado, esta vez por secuestro y asesinato durante su paso por Rosario. El genocida fue defendido por el estudio de abogados al que pertenecía el hombre de confianza de Patricia Bullrich -Pablo Noceti- el mismo que comandó las represiones a los mapuches en el sur.
Apenas seis meses de arresto domiciliario padeció Galtieri hasta su muerte el 12 de enero de 2003 producto de un cáncer de páncreas.

“Las urnas están bien guardadas”

Cuando usted dijo “las urnas están guardadas”, hay gente que recibió la frase como un baldazo de agua fría- pregunta Bernardo Neustadt a Galtieri.
Si hay alguno que ha pensado que el año que viene vamos a sacar las urnas y distribuirlas a lo largo y ancho del país para volver a la salida que alguna vez tuvimos, están totalmente equivocados.
Se referían a una frase del discurso que el teniente general había dado en el Colegio Militar con motivo del día del Ejército en 1981 (Clarín, 30/5/1981). Que Galtieri haya pronunciado estas palabras, y que el periodista pro-dictadura las festejara, daba cuenta en realidad del humor social y político que atravesaba a la sociedad. El gobierno militar se estaba debilitando. Al aumento de desempleo debido a la fuga de capitales y una fuerte recesión, se sumaron acciones obreras como tomas de fábricas, en 1979 y 1980, algunas movilizaciones locales y “paros sorpresivos”. Además las madres de desaparecidos, los organismos de derechos Humanos y los partidos de izquierda se hacían oír cada vez más. La marcha a San Cayetano convocada por la CGT y un amplio espectro opositor en agosto de 1981 fue masiva. Antes un paro de Bancarios contra el cierre y despidos de miles ante la crisis de la llamada "plata dulce" mostraban el deterioro creciente del régimen y la pérdida de apoyo en sectores de clase media. Es en este contexto que va a asumir Galtieri la presidencia en diciembre de 1981 en reemplazos de Roberto Viola.
El nuevo presidente era pintado por los medios burgueses como un militar menos rígido que Videla y Viola pero que a su vez concentraba mucho poder en sus manos: estaba al mando del Poder Ejecutivo y conservaba la jefatura del Ejército, a diferencia de su antecesor. Galtieri recibió el apoyo de los empresarios (23/12/1981 El día) y de la embajada norteamericana, sin embargo su gobierno solo duro seis meses. Durante este tiempo se aceleró el desprestigio de la dictadura llegando a producirse el 30 de marzo de 1982 un paro general con movilización convocado por la CGT que a pesar de la dura represión había reunido a cerca de 50 mil personas en todo el país. Dos días después comenzaría la aventura en las islas.
La recuperación de Malvinas sería la última carta que pondrá en juego el gobierno de Galtieri para sobrevivir. Pero el desastroso fracaso terminó con su renuncia el 18 de junio del 82 y el llamado a elecciones para octubre del año siguiente. Casi un año y medio más gobernarían los militares gracias al pacto que hicieron con los peronistas y radicales, los mismos que años después le regalarían el indulto tanto a él como a sus camaradas de armas.

Claudia Ferri

1. Ver en Mazzei Daniel, “El Ejército argentino y la asistencia militar norteamericana durante la Guerra Fría”. Revista Taller, Nro. 20, 2003
2. Quién desarrolla sobre esta relación entre ambos es Carlos del Frade en El Rosario de Galtieri y Feced.
http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/investig/frade76/frade76_00.htm
3. Recomendamos la lectura de El 69. Huelga política de masas: Rosariazo, Cordobazo, Rosariazo de Beba Balvé y Beatriz Balvé.
4. Ver en "La transformación de las relaciones cívico-militares: la ’Acción Cívica" del Ejército", en Represión estatal y violencia paraestatal en la historia reciente. FAHCE-UNLP.

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