jueves, noviembre 09, 2017

La música de la Revolución Rusa



A 100 años de la revolución rusa haremos un breve recorrido de lo que fue la música de la época.

Como fieles hijos de la época, las distintas disciplinas artísticas son un reflejo de los escenarios y polarizaciones de los distintos periodos que han atravesado la historia. La música en la Rusia de la primera mitad del siglo XX pasó por varios sobresaltos, el ensayo de la revolución en 1905, el derrocamiento del zar, los primeros años de la revolución y la era de Stalin.
Durante este periodo en la escena artística se desarrollaron todo tipo de vanguardias, marcadas por el antagonismo y la polarización del álgido momento que vivía Rusia. Existieron quienes abandonaron Rusia algunos años después de la revolución, otros, que hicieron las maletas el mismo 25 de octubre (para nosotros el 7 de noviembre) entre ellos Rachmaninov, Chaliapin y Stravinski. Sin embargo esta vez, lo que intentaremos, es conocer lo que sucedió con los músicos que decidieron apoyar la revolución.

Sobre la música y el arte en la URSS

Las intenciones de Lenin y los revolucionarios sobre la música en los inicios de la revolución estaban dirigidas hacia la democratización de la disciplina y la búsqueda de un arte proletario, sin embargo había quienes -como Stalin- pensaban que la música era un instrumento más de control sobre las masas.

Anatoli Lunacharski, comisario del pueblo y encargado de educación, fue un incansable promotor de las vanguardias artísticas, generando una efervescencia en la Rusia de los años 20, aunque antes de esto, ya existían artistas importantes como Dimitri Shostakovich, quien dedicará su Sinfonía Nº 11 a los hechos ocurridos durante el domingo sangriento de 1905. Así también, Shostakovich se convertirá en un gran referente de la música soviética, donde más adelante, cuando gran parte de la música sea perseguida y reprimida, también luchará en contra de ello.

La ruptura con lo viejo

La característica de la música de este época, será la ruptura de los viejos parámetros por medio -primero- de las composiciones heroicas como las de Shostakovich, que buscaban resaltar los hechos que venían ocurriendo al mismo tiempo que expresaban las emociones intensas del momento, donde más adelante este heroísmo se complementará con las características de la música experimental.
En 1923, Arseniv Avraamov presentó en Bakú y Moscú la "Sinfonía de las Sirenas", que mezclaba la marsellesa, la internacional, la revolucionaria Varsoviana y la marcha fúnebre, con arreglos que involucraron desde coros, campanadas, disparos, sonidos de automóviles y orquestas, lo que marcaba un nuevo precedente en la producción artística, donde por primera vez se avanzaba a crear y buscar un tipo de música para los proletarios, independiente de los límites del mercado y las instituciones que por los siglos se dedicaron a arrebatar las artes de las clases oprimidas.

El giro conservador del PCUS y el legado de la música de la revolución

Sin embargo, con las resoluciones tomadas por el comité central del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1932 -que señalan los cambios producidos en el poder y el comienzo de la burocracia estalinista- se inicia una nueva etapa en la música soviética.
Por muchos giros que hayan producido en la centralizada política cultural del país, la música soviética ha constituido, a partir de la fecha antes mencionada, algo ajeno a las diversas corrientes que se han ido produciendo en el mundo. Esto debido a que el estado desplegó un fuerte control a la música y a los compositores, resultando de aquello, un catálogo de 300 páginas que especificaba las obras prohibidas. El estalinismo cooptó la música para difundir solamente sus ideas políticas, prohibiendo y persiguiendo a todo aquel que le desafiace, dando un giro dramático, que terminará por cortar los hilos de continuidad entre la labor de los artistas que apoyaban a Trotsky, a Lenin y el presente.
La música de la revolución rusa y la lucha de quienes defendieron el legado de Lenin y Trotsky, nos deja una serie de lecciones, la independencia del arte y la búsqueda de un arte que represente realmente a los sectores oprimidos sin los mitos e ideales de la burguesía, sino que sea una muestra profunda y sincera de todo lo que la moral conservadora de la iglesia y los ritmos a acelerados de vida no nos dejan sentir. Es una tarea que debemos retomar, para que el arte avance junto a lo más urgente convirtiéndose en una disciplina que todos y todas tengamos derechos de desarrollar.

Lorena Gjik

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