domingo, octubre 08, 2017

A 50 años del asesinato del Che



Reproducimos el artículo "Hace 20 años la CIA asesinaba a un gran revolucionario" publicado en Prensa Obrera 07/10/87

El 9 de octubre de 1967, hace 20 años, Ernesto “Che” Guevara era ejecutado por el ejército boliviano, luego de permanecer un día de cautiverio, por órdenes directas del comandante Ovando y del presidente Barrientos y bajo directa instigación de la CIA. Desde el mismo momento que la presencia del Che en Bolivia fuera confirmada por el imperialismo (en parte por infidencias del periodista francés Regis Debray, quien fuera hecho prisionero en abril) hubo una creciente participación yanqui en la represión del foco guerrillero del sudeste boliviano. Se mandaron “instructores”, agentes de la CIA y todo tipo de apoyo militar y de “inteligencia” para poner en marcha una verdadera “cacería” humana.

Fisonomía política y composición de la guerrilla

El movimiento guerrillero que el Che intentó instalar en el oriente boliviano, careció desde sus comienzos de una fisonomía política definida. No dio a conocer ningún programa y ni siquiera había adoptado, un nombre (esta incongruencia debió ser resuelta de improviso por la necesidad de dar a conocer un comunicado —fue el 1°— tras el debut apresurado de las acciones militares por la acción del Ejército). Ese comunicado prometía que en “comunicados futuros fijaremos nítidamente nuestra posición revolucionaria”, pero en los 5 comunicados que luego se conocieron esa promesa nunca fue cumplida.
Los planteos políticos no superaron las generalidades: denuncia del gorilismo, llamado a la unidad para “responder a la violencia con la violencia”, “programa mínimo conducente a la liberación de Bolivia'’. El ELN, nombre que adoptó el grupo guerrillero, tampoco procuró delimitarse del resto de las fuerzas políticas existentes en Bolivia.
Este tipo de generalidades se adecuaban al extraño equilibrio sobre el que se montó el grupo guerrillero, el cual pretendió conjugar a los cuadros cubanos que rodeaban al Che con el débil y escasamente implantado P.C. boliviano (su gorilismo, peor que el argentino, lo había desprestigiado mucho). Los cubanos que fueron la columna vertebral de las operaciones militares; eran veteranos de Sierra Maestra y de Playa Girón. Su planteo fundamental en ese período lo había formulado el Che con su mensaje a la Tricontinental llamados a crear: "dos... tres... muchos Vietnam”, es decir, que era necesario abrir otro frente en América latina, para sacar del aislamiento a Vietnam (y a Cuba). Concebía así al “foco” boliviano como parte de un segundo frente, continental que debería ser un planteo esencialmente militarista, de allí que su preocupación fundamental estuvo dirigida a contar con especulaciones del núcleo guerrillero con las masas. Todo lo demás, en esta larga guerra vendría por añadidura.
El stalinismo boliviano, al igual que el conjunto del stalinismo latinoamericano, rechazaba las tesis castristas sobre la lucha armada guerrillera. Sin embargó, había aceptado que algunos de sus cuadros más jóvenes colaboraran en tareas de apoyo durante las fallidas experiencias guerrilleras de Argentina (EGP 1963/64) y de Perú (1965/66).
Estos cuadros jóvenes fueron siendo ganados por los cubanos y el Che para participar activamente en el movimiento guerrillero, del cual terminaron por convertirse en los principales líderes bolivianos (Coco e Inti Peredo, Loyola Guzmán, futura tesorera). Estos núcleos, sin embargo, permanecieron disciplinados al PC, con el cual el Che pretendió en todo momento hacer la tarea del reclutamiento y armar su base de apoyo en las ciudades.
Pero en 1965 el P.C. boliviano se dividió entre un sector promoscovita (Monge, Kolle, Reyes) y otro pekinés (Zamora). Zamora también había llegado a acuerdos con el Che, pero después de la ruptura del P.C. dio un viraje y expulsó al núcleo de Moisés Guevara, el cual se incorporó al grupo guerrillero (este grupo contaba con elementos muy despolitizados; por allí los servicios infiltraron dos delatores y hubo desertores y expulsados). El PC moscovita no había puesto objeciones mientras los planes guerrilleros se desarrollaban fuera de Bolivia, pero cuando el Che decidió comenzar operaciones en Bolivia la situación se puso muy tensa. Según Debray (“La Guerrilla del Che”) hubo que modificar el lugar elegido que era el Alto Beni (más cercano a La Paz, más politizado, habitado y donde había mayor trabajo de los partidos de izquierda) porque el PCB lo había “quemado” (págs. 92/3). La zona de Ñancahuazú, finalmente elegida, mucho más inhóspita, era completamente desconocida para los guerrilleros y no contaban con ningún simpatizante en centenas de kilómetros.

La traición stalinista

Ya instalados en Ñancahuazú a fines del ‘66, Monje, secretario general del PCB, fue hasta el campamento a negociar con el Che, con el planteo obviamente inaceptable de que el Che se pusiese bajo su dirección. Al ser rechazado el reclamo, Monje dio pie a una situación de tirantez entre la guerrilla y el PCB que nunca fue superada.
El Che intentó reconquistar el apoyo del PCB en varias oportunidades y hasta la propia dirección cubana en La Habana intervino varias veces para restablecer el apoyo (“diario del Che”), pero resultó inútil.
Fidel Castro también denunció en su introducción al diario del Che, que “Monje se dedicó a sabotear el movimiento, interceptando en La Paz a militantes comunistas bien entrenados que iban a unirse a las guerrillas” y que la lucha del Che fue “criminalmente frustrada por dirigentes incapaces, charlatanes y maniobreros”.
Fidel Castro también denunció a Zamora, como “otro Monje que hacía algún tiempo se había comprometido con el Che a trabajar en la organización de la lucha guerrillera en Bolivia, rehuyendo después los compromisos y cruzándose cobardemente de brazos a la hora de la acción”. Incluso Debray denuncia que en agosto de 1967, “una veintena de militantes y responsables del ‘regional’ de Cochabamba decidieron espontáneamente unirse a la guerrilla que ellos habían localizado, por sus propios medios. En cuanto la dirección del PCB so enteró, un miembro del buró político fue expresamente a Cochabamba a fin de disuadirlos, so pena de una medida de exclusión pública y formal” (p. 133).
La traición del stalinismo boliviano, en quien el Che y Fidel Castro habían depositado responsabilidades de apoyo, agravó el aislamiento del foco y facilitó su liquidación.

Campaña militar y aislamiento político

La campaña militar del grupo guerrillero abarcó desde marzo de 1967 hasta la captura del Che el 7 de octubre (los escasos sobrevivientes, entre ellos el Inti Peredo y varios oficiales cubanos, pasaron a Chile). Las condiciones políticas condicionaron todo el desarrollo de las acciones. Dado el desconocimiento de la zona, su falta completa de contactos entre la población y las primeras deserciones, los guerrilleros fueron ubicados prematuramente por el Ejército. Aun así, en las primeras semanas lograron algunos éxitos dados el excelente armamento y la gran preparación de los cuadros (especialmente cubanos). Pero a medida que el ejército los fue cercando, el aislamiento se convirtió en absoluto, al punto que las dos secciones en que quedó dividido el grupo no pudieron reagruparse por falta completa de contactos y enlaces.
Sus relaciones políticas con los pocos, campesinos de la zona fueron terriblemente escasas. Los guerrilleros se limitaban a pagar un precio más alto por los productos que necesitaban, pero cuando el dinero se acabó, al igual que los víveres, no quedó más remedio que la presión. El propio Che reconoció en su diario que debían ejercer una suerte de terror revolucionario para evitar que los campesinos sirvieran a las tropas, las cuales también pagaban por sus servicios o ejercían su propia cuota de terror.
Las redes de apoyo de las ciudades, que eran muy débiles, también cayeron bloqueadas por el PCB, haciendo más completo el aislamiento. Todos los últimos balances del Che en su diario señalan como el principal problema la falta de apoyo en las ciudades y la falta completa de reclutamiento.

La guerrilla y el movimiento de masas

La situación política boliviana al comenzar el movimiento guerrillero era de reflujo, después de las brutales masacres obreras de mayo y setiembre de 1965, que habían seguido al golpe militar “superdemocrático” (según Nahuel Moreno) del general Barrientos de noviembre de 1964. Hubo un cierto reanimamiento en el otoño del ‘67 en el movimiento estudiantil y sindical. El sector minero, en particular, intentó reagruparse tras un Congreso clandestino de la Federación, pero el régimen apeló nuevamente a una feroz represión el 24 de junio de 1967 (masacre de San Juan).
Más allá de la casi nula difusión que tuvo en su momento, es políticamente muy importante analizar el comunicado N° 5 del ELN sobre esta masacre. Allí, el Che llama a los “mineros a no prestar nuevamente oídos a los falsos apóstoles de la lucha de masas... contra las ametralladoras no valen los pechos heroicos... la lucha de masas debe desarrollarla una pequeña vanguardia móvil: la guerrilla... el ELN te espera con los brazos abiertos y te invita a unirte.” En su balance del mes, el Che escribe en su diario: “La masacre en las minas aclara mucho el panorama para nosotros y si la proclama puede difundirse, será un gran factor de esclarecimiento”.
Este es quizás el corazón mismo de la posición militarista, que parte de ignorar deliberadamente la evolución política de la clase y de las masas. Más adelante; surgirán tendencias que pretenderán corregir los “defectos” de ésta concepción, no desdeñando la acción política y hasta la estructura partidaria (PRT, por ejemplo). Pero lo que el comunicado N° 5 tiene en común con todas estas experiencias (Tupas, MIR, ERP) es el absoluto desprecio por la evolución política de las masas, que son las que hacen la revolución, y su pretensión de sustituir ese proceso político por el "tableteo de la ametralladora”.
El aislamiento y traición del stalinismo condujeron a la tragedia de la Higuera, en la que el puñado que rodeaba al Che fue emboscado y no pudo evitar su captura. El Che, líder de la primera revolución nacional de América, que rápidamente se transformó en anticapitalista de la burocracia rusa, fue ejecutado por un suboficial boliviano bajo las órdenes de la CIA. La revolución latinoamericana pagó con una derrota, una descomunal deficiencia de programa y de estrategia.

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