lunes, agosto 21, 2017

De regreso a Octubre



Un repaso por “Cómo hicimos la Revolución Rusa”, permite comprender porqué, además de ser el principal dirigente de la Revolución Rusa junto con Lenin, es un historiador imprescindible sobre la misma.

“Una lucha franca y directa por la conquista del poder capacita a las masas trabajadoras para adquirir en breve tiempo tesoros de experiencia política y pasar rápidamente de un estadio a otro en el proceso de su evolución mental”. Cómo hicimos la Revolución de Octubre
Si bien el voluminoso Historia de la Revolución Rusa es considerado el clásico por excelencia, único e inigualable sobre el tema, en Cómo hicimos la Revolución Rusa de Ediciones IPS-CEIP, Trotsky sintetiza una serie de lecciones teóricas y políticas que hoy en día son fundamentales conocerlas, para cualquier partido y militante que emprenda o se encuentre luchando por una sociedad gobernada por los trabajadores.

La última palabra la pronunciaran los obreros de Europa…

En los ratos libres de las Negociaciones de Paz de Brest Litovsk, Trotsky comenzará a escribir “Como hicimos la Revolución Rusa”. Aunque el objetivo del libro será explicar casi de manera urgente a las masas obreras de Europa como los bolcheviques habían triunfado, el folleto se convirtió en un clásico del marxismo. Como bien aclara en la introducción, los discursos de la delegación que el mismo encabezaba “se dirigía a todos los obreros de los países oprimidos por la guerra”, con la convicción de que los mismos pronunciaran la última palabra sobre la guerra, al igual que sobre todas las cuestiones fundamentales.
Trotsky trazará un cuadro completo sobre los fuerzas actuantes de Rusia en 1917, que intereses defenderán en el devenir de ese año y como se irán clarificando todas las diferencias políticas estratégicas entre los distintos partidos políticos. La curva ascendente de la lucha de clases a través de 1917, tras la Revolución de Febrero, darán a los soviets de obreros, campesinos y soldados un rol predominante en la política rusa. Trotsky parece estar tomándole el pulso a las masas cuando describe y analiza el papel que juegan. El gobierno de coalición formado por representantes de la burguesía y miembros del Partido Socialista Revolucionario (SR) no logra llevar a cabo las demandas elementales que reclamaban las masas: el problema de la paz, las demandas de tierras, pan, el abastecimiento, la organización industrial, los conflictos locales, etc. Trotsky menciona que para estos problemas solo había dos soluciones: “o se expulsaba a la burguesía del poder y la revolución marchaba hacia adelante, o se amordazaba a las masas populares través de la represión”. Las Jornadas de Julio serán parte de esta disyuntiva: los soviets locales de Petrogrado cansados de las dilaciones y descontentos con sus dirigentes, deciden llevar adelante una manifestación armada prematura. La intervención de los bolcheviques en la misma, sin renunciar a la agitación entre las masas, logró que a pesar del saldo de miles de detenciones, asesinatos y apaleamientos a los obreros, no se convierta en una derrota trágica. El partido bolchevique fue declarado contrarrevolucionario por el gobierno provisional, pero la influencia del mismo se acrecentó entre las masas.
El golpe de Estado de Kornilov también pondrá a prueba a los bolcheviques: sin apoyar políticamente y continuando su denuncia hacia el gobierno contrarrevolucionario de Kerensky, decide enfrentar con las armas el levantamiento. Si bien el golpe es sofocado rápidamente, los bolcheviques quedarán armados desde ese momento. A esa altura de los hechos, el poder de los soviets se tornará decisivo y en su interior comienzan a ganar poder los bolcheviques, pasando a influenciarlos uno tras otro en el transcurso de los meses siguientes. El mismo Trotsky reflexiona sobre estos cambios y permite comprender teóricamente la mecánica del proceso revolucionario: “La revolución se caracteriza por el rápido cambio que se efectúa en la conciencia de las masas: capas sociales siempre nuevas adquieren experiencia, revisan sus opiniones anteriores, forman concepciones nuevas, descartan a sus antiguos dirigentes, nombran otros y avanzan con ellos. En tiempos de revolución, las organizaciones democráticas establecidas sobre la complicada base del sufragio universal quedan inevitablemente al margen del desarrollo que toma la conciencia política de las masas. No así los soviets. Estos dependen directamente de grupos orgánicos tales como talleres, fabricas, minas, compañías, regimientos, etc.”.

Democracia capitalista o dictadura de los trabajadores

La sociedad rusa se encontraba partida al medio. La guerra que llevaba cuatro años, encontraba millones de soldados esperando la muerte en los frentes de batalla, diezmados por el hambre, el frio, sin refuerzos, sin abrigos ni provisiones y desertando de a miles. El reclamo de pan, con las largas colas diarias aguardando al menos una ración de comida en establecimientos, sin lograr conseguirlo, llevaba los ánimos populares a buscar como sea ponerle fin a semejante sufrimiento. Para el mes de Octubre, Lenin ponía en la orden del día la toma del poder por los bolcheviques. Si meses atrás, estando en minoría en los soviets, los bolcheviques disponían como consigna central “¡Todo el poder a los soviets!”, una vez que lograron hacerse de la mayoría, empezaron la cuenta regresiva por planificar la insurrección armada. La fuerza sobre la que se apoyaba el partido “consistía en el espíritu revolucionario de las masas y la disposición que las animaba para marchar bajo sus banderas”.
A principios de mes el Comité Ejecutivo de Petrogrado bajo la influencia bolchevique, con la idea de defender la capital de la ocupación alemana, crea el Comité Militar Revolucionario, que será el instrumento de hecho de la Revolución de Octubre. Los bolcheviques se encaminaban abiertamente hacia el levantamiento armado, confiando en que el Segundo Congreso de los Soviets, llamado para el 7 de Noviembre resolvería la toma del poder. La lucha por un gobierno soviético solo serio posible por medios revolucionarios, ya que todos los partidos de izquierda y con influencia en las masas, a excepción de los partidarios de Lenin y Trotsky, se mostraron incapaces de luchar por hacerse con el poder. Para llevar adelante esto, los bolcheviques rompen con la Conferencia Democrática celebrada dos días antes de la insurrección, y al mando de Trotsky se retiran del Pre parlamento, trabajando en los preparativos finales.
Durante las últimas horas del 24 de octubre, las guardias militares de Petrogrado tomaban los principales puntos de la ciudad. Al día siguiente, antes de que sesione el Segundo Congreso de los soviets, Trotsky como jefe del Comité Militar Revolucionario, declarará el final del gobierno de Kerensky y proclama que el poder se encuentra en manos del organismo que representa. Minutos después Lenin hará su aparición en la Asamblea y declara que el poder ha pasado a manos de los soviets de toda Rusia, dando comienzo a una nueva era en la historia de la humanidad.
Naturalmente, enfrentarán adversidades desde el primer día, sabotajes, empleados y funcionarios estatales que se negaran a imprimir ordenes del nuevo gobierno, obreros del ferrocarril que boicotearán la utilización de ese medio de transporte, sectores del correo que desoirán las ordenes bolcheviques y todo tipo de trabas que deberá sufrir el nuevo gobierno.
Vale aclarar que muchos de los trabajadores que se rebelaban ante el gobierno soviético eran elementos directamente influenciados por los mencheviques y los SR. Uno de los capítulos iniciales que pondrán en vilo al primer mes de la revolución, será las negociaciones de paz, donde Trotsky nuevamente jugará un rol decisivo.

Los delegados del régimen más revolucionario con la casta más reaccionaria de Europa

Las negociaciones con Alemania como parte de poner fin a la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial se sucedieron entre fines de diciembre de 1917 hasta la firma del 3 de marzo de 1918, viéndose interrumpidas en varias ocasiones, por encontrase Rusia ya inmersa en el proceso de guerra civil que desataron las clases despojadas del poder, con ayuda de los imperios europeos y por otro lado, no lograr ponerse de acuerdo con los bandidos alemanes. Sabido es que en el propio partido gobernante florecieron tres tendencias en el curso de las negociaciones: el grupo liderado por Bujarin, que sostenía llevar la guerra revolucionaria hasta las últimas consecuencias; la que lideró Lenin en minoría, que opinaba que debía firmarse la paz inmediatamente por no encontrarse el país con la posibilidad de llevar adelante una guerra con los alemanes; y la tendencia liderada por Trotsky, que opinaba que debía demorarse lo mas que se puedan las negociaciones para ganar tiempo y agitar a favor de la insurrección de las masas alemanas, que se encontraban luchando contra el gobierno de su país. Nuevamente será Trotsky el encargado de dejar retratado el ambiente partidario de esos días, sin menospreciar la opinión de sus rivales ni sobredimensionar su propio rol clave en las discusiones partidarias, ya que fue él quien tendió un puente entre la posición de Lenin y los partidarios de Bujarin. Valorando la resolución final que tomo el partido, señala: “Hubiera sido infantil tener como base de nuestros actos la moral abstracta de la revolución. El problema no era sucumbir con honor, sino sobrevivir para una futura victoria. La Revolución Rusa quiere vivir, debe vivir, y para ello debe rehusar toda batalla superior a sus fuerzas”.
Como sucede con los escritos de Trotsky, a la vez que describe los sucesos donde formó parte fundamental, los analiza profundamente de forma dialéctica. Trata de sacar lecciones de las experiencias revolucionarias, dejar conclusiones que sirvan para que la clase trabajadora no empiece su lucha desde cero, sino que se apropie de su tradición, la estudie, aprenda de sus aciertos y errores. Su esfuerzo porque los partidos comunistas no copien mecánicamente las experiencias del pasado y busquen en las formulas preconcebidas el armamento político para luchar por la revolución socialistas, nos hace recordar las palabras de Lenin en su clásico texto El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo discutiendo con los partidos comunistas de Europa, que querían repetir la experiencia bolchevique sin tener en cuenta las condiciones objetivas de cada país, Lenin les recordaba que preferían que los halaguen menos a los bolcheviques y que estudien más profundamente su experiencia. Trotsky parece decir lo mismo en este hermoso texto.

Ricardo Farías

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