domingo, junio 11, 2017

La historia del Momo Venegas: de la derecha peronista a Cambiemos



Los inicios del sindicalista favorito de Macri.

Hace poco más de un mes el presidente cerraba el primer acto del Primero de Mayo al que fuera invitado desde su asunción. El anfitrión no fue otro que Gerónimo Venegas, el sindicalista favorito de Macri. Cuando caía la noche, mientras en el escenario se mezclaban viejos gremialistas peronistas junto a Ceos y funcionarios del gobierno, el presidente le pidió a los trabajadores que sean más "productivos" (sí, justo el mismo día que se recuerda a los mártires que lucharon por reducir la jornada de trabajo) y anunció el aumento de los subsidios para las patronales agrarias. También llamó a terminar con las “mafias sindicales” donde “abundan las patotas y las ventajitas”. Detrás suyo Venegas sonríe, asiente y aplaude con cinismo. De fondo puede leerse: “El peronismo en Cambiemos”, una frase que él mismo convirtió en slogan al referirse a su Partido FE creado cuatro años atrás bajo la bendición de su amigo el Papa Francisco.
El Momo se sentía en la cresta de la ola a sus 75 años, por fin podría presionar al gobierno a través de sus colaboradores y aliados más cercanos para obtener un lugar destacado en la lista oficialista de diputados nacionales que se está confeccionando de cara a las próximas elecciones. Sin embargo hace pocos días la justicia negó el pedido de sobreseimiento que solicitó Venegas por la causa conocida como “la mafia de los medicamentos”, en la que está siendo investigado desde 2011 junto a empresarios otros sindicalistas por truchar medicamentos y estafar al Estado. La noticia, que puede convertirse en una traba para sus ambiciones políticas, no perjudicaron aún los vínculos carnales entre el Momo y el gobierno, sigue siendo parte del modelo sindical que el macrismo reivindica y apoya.
Pero ¿Quién es y cómo construyó poder e influencia Venegas? ¿Qué ideas y convicciones lo motorizan? Aquí recorremos parte de su historia, la de sus orígenes dentro de la burocracia sindical peronista en los setenta, y su llegada a la dirección de la UATRE, cuyos trabajadores son de los más explotados y con mayor porcentaje de trabajo en negro de Argentina. El gremio nuclea a los trabajadores rurales y estibadores de todo el país.

Su niñez

La ciudad de Necochea tiene un lugar privilegiado en esta historia. Allí nació Gerónimo Venegas el 22 de agosto de 1941 en el seno de una familia muy pobre de 9 hermanos. A los 9 años tuvo que dejar el colegio y comenzó a trabajar como fileteador en la banquina del puerto. A los 12 decidió irse al campo y fue contratado como peón rural por Alberto Gutierrez Martinez de Hoz en la estancia Los Corrales, recordado por un orgulloso Venegas como “un patronazo”. Tiempo después se fue al campo de Arturo Gutiérrez Martínez de Hoz a juntar papa. La naturalidad con la que el dirigente cuenta en numerosas entrevistas cómo siendo un niño trabajó a la par de los adultos explica por qué el campo continúa siendo, junto con el sector textil, el ámbito donde hay más trabajo infantil. Un caso paradigmático se conoció a comienzos del 2014 en las campos del empresario yerbatero y actual embajador de Cambiemos en España Ramón Puerta cuando se registró que en sus campos la mayoría de los trabajadores habían comenzado a trabajar en su propiedad cuando tenían entre siete y once años en las más extremas condiciones de precariedad. Como suele ocurrir el sindicato se llamó a silencio, mientras que su Secretario General se la pasa reivindicando en cuanta entrevista pueda al explotador con orgullo (1).
En su juventud fue aprendiz de herrería, ordeñador, esquilador, alambrador y estibador, este último trabajo dedicado a la carga y descarga de contenedores en los puertos, lo hizo volver a su ciudad natal donde estableció contacto con el sindicalismo, aunque ya se reconocía como peronista. Por aquellos años los trabajadores rurales estaban nucleados en FATRE, creado en 1947. En 1968 se hace cargo de la Secretaría de Actas, Prensa y Propaganda de ese gremio en la seccional 10 con 27 años.

La militancia en la Juventud Sindical Peronista

Ya en la década del 70, el movimiento obrero comenzaría una etapa de radicalización y de politización forjado al calor de la experiencia del Cordobazo del 69, atrayendo a decenas de miles de jóvenes a participar activamente en sus organizaciones de base y a levantar las banderas de la democracia sindical. La dirigencia sindical peronista, cuestionada por sus métodos burocráticos, creó la Juventud Sindical Peronista (JSP) en febrero de 1973 por un acuerdo entre Perón, Rucci y la UOM para contrarrestar la influencia de la Tendencia peronista y de las organizaciones antiburocráticas y de izquierda en los lugares de trabajo. El Momo que ya adhería a las 62 Organizaciones Peronistas ingresó tempranamente a la JSP y desde ambos espacios comenzó a establecer vínculos con círculos ligados a Rucci y a Lorenzo Miguel; dos hombres que hoy continúan siendo intocables para el conjunto de la dirigencia sindical y de Venegas en particular, sobre todo Miguel de quién adquirió su fama de negociador.
La juventud Sindical, apadrinada por las 62 Organizaciones Peronistas, no estaba centralizada en forma nacional sino que cada sindicato organizaba su rama. En la única región donde actuó territorialmente fue en Mar del Plata y su área de influencia incluía a Necochea, ubicada a sólo 130 km al sur. En esas reuniones y experiencias conjuntas con los compañeros marplatenses Venegas -como representante de la JSP necochense- conoció a Hugo Moyano, en ese entonces dirigente de camioneros y de la JSP de Mar del Plata. El Negro y el Momo se hicieron amigos desde el principio y entablaron una larga y provechosa relación que hoy continúa a pesar de participar en espacios políticos diferentes. Aunque hoy Moyano se cuide un poco más en sus “formas” ambos comparten los ideales y las convicciones de la derecha peronista, esto se debe a que se formaron en las escuelas sindicales organizadas por la JSP donde discutían por iniciativa de Perón sobre el “complot de la sinarquía” (una teoría conspirativa que hablaba de un complot entre comunistas y liberales para destruir el ser nacional”), y la Tercera Posición (“ni yanquis ni marxistas, peronistas”). Ambas ideas fomentaban un fuerte rechazo hacia las organizaciones de izquierda en los sindicatos burocratizados.
En esos cursos las jóvenes promesas del sindicalismo ortodoxo aprendieron a identificar al enemigo. Eran los “marxistas”, “trotskistas”, “los judíos revolucionarios”, los “cipayos”. ¿Cómo enfrentarlos? a los tiros, para ello tenían un polígono de tiro deuso exclusivo dentro de la sede de la CGT (2). Un profesor notable de estas escuelas sindicales fue Carlos Disandro teólogo conservador y ultracatólico que cosechó una amistosa relación con Perón exiliado en Madrid.
La JSP de Moyano y el Momo, justamente en Mar del Plata, participó en operativos donde secuestraron, torturaron y asesinaron a militantes y trabajadores del peronismo opositor y de la izquierda que molestaba en los sindicatos durante el gobierno peronista. Para ello contó con la complicidad de la CNU, agrupación universitaria que en 1974 se terminó de convertir en un grupo parapolicial de fuerte influencia en la ciudad costera y en La Plata. Uno de los que permanece impune es Jorge Rampoldi, ex militante de la CNU acusado de señalar obreros del Astillero Argentino Río de la Plata S.A en Tigre (más conocido como Astarsa) mientras tenía un cargo en el Sindicato de Obreros de la Industria Naval. Casualmente hoy en día es la figura pública del Partido del Momo Venegas en Malvinas Argentinas.
Pero volviendo a los 70, una muestra del rol que cumplía el Momo en esos años en la organización sindical peronista puede verse en la imagen que publicó el sitio izquierda.info del diario local La Capital donde aparece junto a Hugo Moyano y a personajes nefastos como Alejandro Escobedo, un burócrata ligado a la CNU y a la Armada, compartiendo una reunión de dirección de la JSP marplantense.
El macartismo y los métodos de matonaje que caracterizan a la burocracia sindical de aquellos años hoy continúan muy presente en el discurso y el accionar de gran parte de la dirigencia en general y del Momo en particular; por algo se siente un custodio de la identidad peronista. En el 2007, cuando se reabrió el juicio por los crímenes de la Triple A, la ciudad de Buenos Aires y las principales cabeceras de trenes de la provincia aparecieron empapelados con afiches que decían “No jodan con Perón”, firmado por La Fraternidad pero avaladas directamente por las 62 Organizaciones, comandada por Venegas desde la muerte de Lorenzo Miguel en 2003. Un mensaje claro de la burocracia para que no se investigue la responsabilidad de Perón (y también de Isabel) en el armado y funcionamiento de la banda paramilitar que actuó entre 1973 y 1976 en Argentina.
En el mismo sentido puede comprenderse el discurso que Venegas cotidianamente trasmite desde hace cuarenta años. Definiciones como “infiltrados en el movimiento”, “la única que ideología que tenemos es la ideología argentina”, “el peronismo no es de izquierda ni de derecha, es la tercera posición” son moneda corriente en las opiniones públicas y los comentarios que brinda a los medios. En una entrevista que le hicieron en 2014 para el libro Políticos al diván, cuando le preguntaron sobre la crisis del gobierno en los tiempos de Isabel Perón, responde “en la época de Isabelita estaban los Montoneros, había guerrilla, pero Isabel firmó el acta constitucional para eliminarla, para que los guerrilleros depusieran las armas a través de las Fuerzas Armadas. No es que nosotros dejamos que proliferara la guerrilla”. El decreto que reivindica el Momo es el conocido como Operativo Independencia firmado en febrero de 1975 con el fin de convertir a Tucumán en el laboratorio del genocidio de Estado de los años siguientes.

De la dictadura al menemismo, de Necochea al secretariado nacional

Claramente Venegas no representaba ninguna amenaza para el gobierno militar que derrocó a Isabel, sin embargo en 1976 dejó el cargo en la Secretaría de Actas como debió hacerlo la mayoría de la dirigencia. El gremio fue intervenido con la venia de la su dirección nacional. Ahora bien, de su rol como dirigente sindical en los años de plomo poco se sabe para algunos estuvo detenido un tiempo, para otros permaneció oculto en el campo hasta la vuelta de la democracia burguesa. Lo cierto es que aunque en 1975 se reconocía “antigolpe” (3) fue un colaborador de la dictadura. Tuvo cargos sindicales durante gran parte del gobierno militar acumulando poder en su ciudad natal y garantizando el orden y la explotación entre los trabajadores del campo, uno de los más postergados del Proceso. En Gerónimo Venegas, el Momo. Tiempo de Fe para una política popular el Secretario de Prensa del Partido Fe Roberto García Lerena afirma (4) que en 1978 Gerónimo Venegas se hizo cargo de la Seccional Necochea de la UATRE. Cabe recordar que en 1980 Martínez de Hoz derogó el Estatuto del Peón y lo suplantó por el Régimen Nacional del Trabajo Agrario, anulando todas las garantías laborales de los trabajadores rurales. La nueva reglamentación retrocedía enormemente sobre los beneficios conquistados: la duración de la jornada laboral se ajustaría a las necesidades de cada región y se trabajaría los domingos si las necesidades de la producción eran impostergables. Ninguna de estas demandas fueron llevadas adelante por los dirigentes sindicales, Venegas entre ellos.
Durante los años alfonsinistas estableció lazos con sectores del radicalismo luego de que el presidente creara una comisión normalizadora dentro del sindicato a pesar de que la mayoría de los trabajadores rechazaba la intervención del gobierno. Con el cambio de gobierno se produjo una nueva intervención entre 1989 y 1991 en el marco de las disputas por la dirección de la CGT. La unificación de todos los sectores peronistas en una sola lista hizo que Venegas tenga su entrada grande al secretariado general encabezando la Lista Verde Unidad Eva Perón que finalmente triunfo en 1991 con la bendición de Duhalde y Menem. A partir de allí construyó un sindicato antidemocrático y verticalista y se convirtió en la correa de trasmisión de los intereses de los grandes patrones y de la SRA que acumularon enormes ganancias a costa de la vida de cientos de miles de trabajadores rurales. En los 26 años siguientes hizo negocios con el menemismo, su aliado incondicional sigue siendo el duhaldismo, ayudó y militó para la llegada el poder del kirchnerismo y hoy acumula cargos y caja con el macrismo. Eso sí, siempre dentro del peronismo. Pero esa es otra historia, la que escribiremos para una próxima entrega.

Claudia Ferri

Notas.

1. Ver De Patrones y peones. Los aliados esclavistas de Mauricio Macri, ediciones Acercándonos, 2016.
2. Ver Ezeiza, Horacio Verbitsky. Contrapunto, 1985.
3. Ver testimonio de Amancay Alberto Ardura, titulas de la UATRE Necochea entre 1974 y 1976. Integrante de la CCC http://sebastianpremici.com/venegas-y-su-capacidad-de-coima/.

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