lunes, mayo 22, 2017

Agoniza el Gobierno de Temer



La divulgación de los testimonios de los dueños de JBS hirió de muerte al gobierno de Michel Temer. Frente a eso, muchos se preguntan qué intereses hay detrás de la acción coordinada entre el poder judicial golpista y la corporación mediática Globo para tirar abajo al presidente que ellos mismos pusieron en el poder.

Una acción de esta magnitud siempre responde a varios factores e intereses diversos que terminan convergiendo en un determinado momento, por lo tanto no se puede dar a esa pregunta una respuesta cabal. Intentaremos desarrollar una serie de explicaciones iniciales y un análisis de la situación actual de ese enredo.
Una cuestión al menos merece una respuesta cabal: es imposible entender los movimientos conjuntos de Globo y el poder judicial por fuera del terremoto político que significó la enorme huelga general del 28 de abril.
La escalada de acciones de masas que comenzaron con las movilizaciones del 8 de marzo, el paro parcial del 15, las movilizaciones del 31 que culminaron en la mayor acción obrera de las últimas décadas, encendió un alerta rojo en toda la clase dominante brasileña. Un año de gobierno de Temer ha llevado a una mayor polarización en el país expresada distorsionadamente en encuestas electorales y activada más peligrosamente en la huelga general. De esta manera, el país camina hacia una menor estabilidad que dificulta la conducción y aprobación de las reformas previsional y laboral. Con esta seguridad se aceleran las acciones descordinadas para intentar promocionar un nuevo gobierno que conduzca esas nuevas reformas.
Un gobierno ilegítimo, rechazado por la mayoría de la población, que aplica reformas absolutamente impopulares, despertó la fuerza del movimiento de masas. La situación tendía a agravarse con la marcha a Brasilia convocada para el 24 de mayo, y la probable convocatoria de una nueva huelga general que podría ser aun mayor que la del 28 de abril. Este era el mayor riesgo para el régimen burgués en su conjunto.
La acción del poder judicial y de Globo tuvieron como objetivo inmediato evitar este escenario, evitar que sean los trabajadores con sus métodos de lucha los que tiren a este gobierno y pongan así en grave riesgo las reformas. Para salvarlas, buscan un nuevo gobierno. Es el golpe dentro del golpe, con el objetivo de evitar la entrada en escena del movimiento obrero.

Confusión y división en la élite

Es característico de períodos de crisis, como los que vivimos, que cada actor de la élite, creyéndose el único redentor del país, acelere sus acciones y tome el centro del escenario en forma descordinada. La Globo, la Fiscalía y la Corte Suprema dieron pasos gigantescos, de la noche a la mañana. Los diarios Folha y Estadão no sabían si embarcarse hasta el final en el “proyecto destituyente” y, por ahora no solo se niegan a hacerlo sino que lo critican. Cada partido de la base golpista de Temer se vio en confusión y descordinado, sin saber si desembarca del gobierno o si arriesga su propia piel, manteniéndose enganchado a lo que más de un analista llama “gobierno zombi”. El PPS, PSDB y DEM, partidos de la base aliada del gobierno, se debaten sobre qué hacer.
El poder judicial, convertido en una especie de partido político, erigido en árbitro de la política nacional en todo el período anterior, comenzó a expresar dentro de sí las divisiones del propio régimen, con violentas medidas y ofensas entre aquellos que se alinean en contra de la operación Lava Jato, que investiga los entramados de corrupción en Petrobras, como el juez de la Corte Gilmar Mendes, y otros sectores que la defienden. La fiscalía general de la República comanda un ala del régimen político compuesto por un sector de jueces federales y de la Corte Suprema que dicen abiertamente querer renovar la política nacional, haciéndola implosionar. En su mesianismo y en su agenda actúan de hecho como un partido político, en detrimento de sus atribuciones constitucionales y con relativa autonomía con respecto a los demás actores políticos, de las fracciones del empresariado y de las fracciones en disputa en los propios países imperialistas, que intervienen de variadas formas en la crisis brasileña. Estos sectores apoyan y son beneficiarios de este “partido”, que actúa en contra de las empresas brasileñas “ganadoras”, sea Petrobras, Odebrecht y ahora JBS, que tuvo su transferencia de la sede de Brasil a Estados Unidos facilitada en las negociaciones entre su dueño, la fiscalía y el Departamento de Justicia estadounidense.
La cúpula de la Corte Suprema no se pronunció sobre las acciones del juez Fachin que avalaron la ofensiva sobre Temer. Incluso el juez Gilmar Mendes, siempre tan ávido comentador de la política, está ahora en silencio. Están todos los ministros comprometidos con las reformas y con la estabilidad burguesa actuando a cada momento según ese interés. Consideraron preferible desestabilizar el gobierno con un golpe orquestado por los de arriba que correr el riesgo de que el gobierno caiga por la fuerza de las movilizaciones de masas. Ese es el cálculo que hace también Globo y una creciente cantidad de empresarios que se han pronunciado en los diarios.
La crisis política contamina los dos únicos triunfos de Temer que le permitieron tener el apoyo del Congreso y los empresarios: impulsar las reformas, estabilizar la economía. Ahora, la pregunta que atraviesa cada editorial de la burguesía es cómo y quién puede tomar el timón de la barcaza de quita de derechos.

Un pos-Temer cada vez más cercano

Algunos columnistas, políticos y empresarios todavía se aferran a Temer, que venía teniendo conquistas en ese plano de ataques y lo defienden como conductor de las reformas hasta el 2018. Pero la mayoría parece adoptar la defensa de elecciones indirectas, como preconiza la Constitución. El ejército se pronunció en la misma línea, después de dar muestras de que estaba favoreciendo al sector antipolítica, condecorando a Huck y a Moro. Hizo ruidosas declaraciones de apoyo a Temer y afirmó que “no aceptaría nada por fuera de de la Constitución”, un ruido para dar apoyo que parece mostrar más división que unidad alrededor del golpista. El propio hecho de que el ejército se meta más en la política muestra la profundidad de la crisis y de la división en el régimen político, alcanzando a cada institución del Estado.
Los diarios O Globo y Estadão también defendieron la misma salida en caso que el presidente sea alejado o renuncie. El diario Folha por su parte defendió la permanencia de Temer para garantizar las reformas, pero si sale, el mejor desenlace serían las elecciones directas. Minoritarias son las voces dentro de los partidos golpistas que defienden las elecciones directas en caso que Temer renuncie o sea impugnado por el TSE, ya que tienen también sus propios intereses electorales en las elecciones directas.
Todo el debate se reduce a juegos de los de arriba para seguir las odiosas reformas. ¿Quién podría conducir esas reformas y darle una renovada cara al gobierno? Esas negociaciones corren a todo vapor y muchos nombres están en danza.
En primer lugar, cabe preguntar qué interpretación legal darían a la “incompatibilidad” que presenta la Constitución para aquellos políticos que actualmente detentan cargos en los poderes ejecutivo y judicial, para competir en las elecciones indirectas, ese pleito sin el pueblo conducido por los 513 diputados y 81 senadores. La ley exige un plazo de al menos 6 meses fuera del cargo. La jurisprudencia del Tribunal Superior Electoral autoriza, en algunos casos, plazos de solo 48 horas. Por los nombres considerados por Globo, el sector más “consecuente” del golpe dentro del golpe, parece prevalecer la tesis de 48 horas y así la jueza Carmen Lucia y el ministro de Economía Henrique Meirelles podrían entrar en el rol de presidenciables junto con el actual presidente de diputados, Rodrigo Maia, los expresidentes Fernando Henrique Cardoso (PSDB) y José Sarney (PMDB), el ex ministro de defensa Nelson Jobim (PMDB) e incluso nombres “tucanos” (del PSDB) con cargos que no han sido nombrados podrían entrar en la lista, como el gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin o el intendente de la ciudad de San Pablo, João Dória.
Meirelles se mostró un buen hombre de los ataques a los derechos de los trabajadores, habiendo ya garantizado la enmienda constitucional que congela el presupuesto para gastos sociales por 20 años para garantizar recursos públicos a los detentores de deuda, y habiendo encaminado las reformas laboral y previsional. El actual ministro de Economía ya se ofreció como ministro en un nuevo gobierno. La “humildad” no esconde que ya es un presidenciable, pero alivia a la élite, sabiendo que teniendo un nuevo nombre para la presidencia tendrá estabilidad para volver, a todo vapor, a las reformas. Un nombre “fantástico” para el mercado y sin ninguna llegada al pueblo.
Corre en paralelo otro nombre campeón de los ajustes, Rodrigo Maia, presidente de Diputados. A su favor juega su capacidad de articulación en la Cámara, aunque tampoco parece un nombre con llegada al pueblo para dar renovada cara al mismo proyecto de gobierno, ni parece estar a salvo de las acciones del partido judicial, estando nombrado también en la operación Lava Jato.
Otro nombre que cobra mucha importancia en las especulaciones es el de la presidenta de la Corte Suprema, Carmen Lucia. A su favor, además del compromiso con las reformas, tiene la popularidad de la que todavía goza el “partido judicial” en la población. Justamente por eso, campeones de la política neoliberal como Mônica de Bolle de la “Casa das Garças”, un instituto patrocinado por la familia Marinho (dueña de la corporación Globo) y por toda la nata neoliberal de los 90, declaró este domingo en O Globo: “Él (Temer) tiene que renunciar. Necesitamos una transición, un camino que posibilite elecciones en 2018, alguien que presida al país, que no tenga ninguna mácula, alguien como Carmen Lucia, no Rodrigo Maia, para que tengamos una pequeña tabla de salvación hasta el 2018”.
Otros nombres son considerados también como Fernando Henrique Cardoso, José Sarney, Nelson Jobim, pero con sus edades avanzadas y papel en tantos gobierno, sería aun más explícita la cara de “golpe dentro del golpe”.
La preocupación de Mônica de Bolle sobre la estabilidad y legitimidad popular del presidente interino votado por un congreso de corruptos y avales de la quita de derechos a los trabajadores no es menor. No solo de reformas vive la clase dominante, sino que necesita pensar el peligro obrero mostrado el 28 de abril.

La acción de los trabajadores podría tirar abajo las reformas y suspender las negociaciones a la élite

No faltan motivos para parar los lugares de trabajo y tomar las calles para tirar a temer y sus reformas. Todo el juego de Globo es para poner a alguien que conduzca los ajustes. Tenemos que aprovechar esa división, no solo para librarnos del golpista sino para derrotar completamente a las reformas.
La demora en ponerle fecha a una nueva huelga general por parte de las principales centrales sindicales favoreció a que Globo y el poder judicial intenten dar una salida a la crisis. Todavía hay tiempo de sacarle de las manos ese desenlace y abrir camino a otra situación política en el país, de ofensiva de los trabajadores, revirtiendo cada medida votada por Temer, empezando por las que ya fueron promulgadas, como la enmienda constitucional que destruye la salud y la educación por generaciones, y la generalización de la tercerización del trabajo.
La acción de los trabajadores es lo que podría deshacer el lugar común conquistado por las clases dominantes en la clase media, que toda lucha social es cosa de vendidos para poner al PT en el poder. La clase media también está en contra de Temer y sus reformas, pero su miedo al PT y Lula es tan grande o mayor que su odio a Temer.
Notando esa duda de la clase media, grupos de la derecha que luego adoptaron una posición de que se vaya Temer, ahora actúan para garantizar que la crisis sea resuelta con el mínimo peso de “las calles” posible. De defensores del Fuera Temer, los chicos del MBL (movimiento juvenil golpista) pasaron a no tener posición, y el movimiento juvenil Vem para Rua (también golpista) que convocaba a manifestar este domingo suspendió la convocatoria.
Las encuestas de opinión muestran que la mayoría de la población quiere decidir los rumbos de la política. El camino que encuentran es el ofrecido por las principales direcciones del movimiento de masas: elecciones directas, y para un sector grande de la población, elegir a Lula.
Sin parar el país, el PT y las centrales sindicales CUT y CTB ofrecen un intento de “calmar” los ánimos y esperar el desenlace de las urnas. No será con una calmada elección que se revocarán todas las medidas de Temer o se tirarán abajo las reformas. ¿O será que un nuevo Congreso de empresarios, derechistas, latifundistas, elegidos con las actuales reglas los que revocarán la ley de tercerización? ¿qué haría Lula con su proyecto de conciliación con este congreso? Organizada desde las bases en comités que reúnan a cientos, necesitamos exigir a las centrales sindicales una urgente huelga general para tirar abajo no solamente a Temer sino principalmente a las reformas.
La acción de los trabajadores puede sacudir estos proyectos de la élite de cambiar o mantener a Temer pero garantizar las reformas. Conquistar a una parte de la clase media para que salga a las calles junto con los trabajadores. Pero para eso, hay que dar una lucha consecuente. Organizar una urgente huelga general que tire abajo las reformas y de esa manera ponga en jaque a todos los negociados de la élite para encontrarles un nuevo nombre a las mismas reformas.
Todas las odiosas medidas de Temer tienen que ser revocadas de inmediato, ese debe ser un norte central de nuestra lucha. La enmienda constitucional que congeló los gastos públicos, destruyendo la salud y a educación, la tercerización fue generalizada para atacar los derechos de los trabajadores. Tramitan, con el aplauso de los empresarios y los medios, las reformas laboral y previsional. Todas estas medidas tienen que ser revocadas y tiradas abajo. Las empresas de los empresarios corruptos, que viven en sus mansiones, tienen que ser estatizadas bajo el control de sus trabajadores. Tenemos que luchar por la inmediata estatización sin indemnización y bajo control de los trabajadores de Odebrecht, de JBS y todas las empresas corruptas.
Para desarrollar este conjunto de medidas es que los revolucionarios del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, organización política que impulsa el Esquerda Diário de Brasil, defienden la necesidad de una inmediata huelga general para tirar abajo a Temer e imponer una Nueva Constituyente que sea la continuación política de la lucha contra las reformas y erigir un cuestionamiento al conjunto de los proyectos de los capitalistas.
Como una lucha consecuente para tirar a Temer, todas las reformas y un programa que permita que la mayoría trabajadora de la población de Brasil decida sobre los rumbos del país es posible dialogar con las expectativas que hay de decidir en la política nacional, pero no para avalar a este régimen podrido, sino para avanzar en una perspectiva superior de imponer un gobierno de los trabajadores de ruptura con el capitalismo.
Este conjunto de medidas no va a caer del cielo. Parados tenemos el desenlace que quiere la Globo y el “partido judicial”, y si a estos no les alcanzan las fuerzas, el desenlace que quiere Lula. Podemos tomar el país en nuestras manos, y eso exige que tomemos las calles este domingo, tomar Brasilia en la ocupación convocada para el 24 de mayo y organizar comités de base en cada lugar de trabajo.
La crisis abre caminos para los trabajadores, desde que la tomemos en nuestras manos y ahora. A eso se dedican las fuerzas del MRT y de Esquerda Diário.

Leandro Lanfr
Thiago Rodrigues

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