sábado, enero 14, 2017

David Alexander: Un nuevo internacionalismo revolucionario



(Nota previa. Este artículo es la segunda parte de un trabajo publicado en Les Temps Modernes, en sus números de febrero y marzo de 1967. Traducción al castellano del autor (para el Suplemento 1967 de Cuadernos de Ruedo Ibérico, selección, montaje y notas de Francisco Fernández-Santos y José Martínez) Según mis noticias, David Alexander vivía en Cuba y que según informaciones vertidas en una comisión del IX Congreso de la IV Internacional celebrado en la ciudad italiana de Rimini como “Congreso internacional de Sociología”, acabó suicidándose. Recuerdo que se acordó no dar publicidad al hecho por cuanto podía ser aprovechado por el imperialismo así como por las corrientes estalinistas presentes en el Partido Comunista cubano. Repasando el número de la revista más importante de la historia de la izquierda en la historia española, he considerado que valía la pena darlo a conocer. 1/)

Pepe Gutierrez Alvarez

Pletórico en decisiones trascendentales en lo referente a la organización interna de la sociedad revolucionaria cubana1/, el año 1966 puso igualmente a la dirección fidelista ante opciones fundamentales en materia de política internacional.
Ya en enero de 1966, poco antes de la apertura de la Conferencia Tricontinental, las tensiones que habían surgido entre los gobiernos de Cuba y de la República Popular China 2/ hubieron de desembocar en polémica pública. La violencia de la disputa fue interpretada de diversas maneras en el extranjero. Algunos observadores creyeron que Fidel Castro tomaba como pretexto la no renovación del convenio cubano-chino sobre el arroz de 1965, año en que el tonelaje implicado era casi dos veces superior al de 1964, para dar rienda suelta a su hostilidad preconcebida contra China, alineándose con el campo soviético, disminuyendo de este modo la influencia china en el desarrollo de la Tricontinental. Globalmente, ésta fue la interpretación sugerida por la nota publicada por el Ministerio de Comercio Exterior chino en respuesta a las afirmaciones de Castro en su discurso del 2 de enero, en ocasión del VIl Aniversario del triunfo de los guerrilleros de la Sierra Maestra.
Esta interpretación fue ampliamente desmentida por las posiciones adoptadas desde entonces por la dirección fidelista. Y es que los chinos habían ido a buscar demasiado lejos la explicación de un discurso cuyo tono y cuyo contenido debían ser tomados al pie de la letra, es decir, a partir de la situación concreta de Cuba.
En efecto, el discurso del 2 de enero establecía —al igual que se hace en todos los países a principios de año— el balance de la acción pasada del gobierno, presentando a continuación los objetivos del nuevo año. Por consiguiente, resultaba harto difícil anunciar al pueblo cubano que la ración de arroz, su alimento básico tradicional, sería reducida a la mitad, sin ofrecer explicación alguna. En su discurso del 2 de enero, Fidel expuso pues públicamente, en la Plaza de la Revolución, las razones invocadas por Pekín para no renovar el convenio del arroz.
Más tarde, Fidel habría de reaccionar con gran violencia ante las insinuaciones «deshonestas» del Ministerio de Comercio Exterior chino. 3/ El 6 de febrero, en su respuesta a este organismo, el primer ministro cubano acusaba a los chinos de «unirse al bloqueo imperialista » contra Cuba y de replicar con represalias económicas a la negativa del gobierno cubano de alinearse con China (como, por otra parte, con la URSS), en un conflicto que considera catastrófico para el campo socialista, en un momento en que arrecia la agresión imperialista contra el pueblo vietnamita. 4/
A partir de ese momento, los prochinos de todo el mundo proclamaron que Castro se había vendido a Moscú y que, en lo adelante, habría que considerarlo como un nuevo y gran obstáculo al desarrollo de la revolución en América Latina. 5/ Fidel Castro respondió sin pelos en la lengua a esta campaña concertada, en su discurso del 13 de marzo de 1966:
“!No somos nosotros quienes tenemos la culpa, ni nadie nos podrá echar la culpa de este problema surgido, porque la única forma en que tal vez no habría surgido ahora, y habría surgido después, es que nosotros nos hubiésemos callado frente a lo que constituía una verdadera felonía, un verdadero chantaje, una verdadera traición al internacionalismo proletario, como fue, en un año de dificultades, quitarnos casi la mitad del arroz que nos habían enviado el año anterior y hacerlo el último mes del año, y de uno de los años de mayores dificultades de nuestro país
!El gobierno de China sabe bien que, como consecuencia de la prohibición de Estados Unidos de exportar a Cuba, muchos artículos —no uno, sino infinidad de artículos— se adquieren en ese país. Sabía que para nosotros entrañaba un riesgo grande de carácter económico, entrañaba riesgos y dificultades grandes cualquier acción por parte de ellos. Tal vez por eso calcularon que tendríamos que aceptarlo calladamente, que tendríamos que doblegarnos. Ellos no podían ignorar que, después de su agresión económica, países capitalistas que comercian con nosotros tratarían de ponernos condiciones más duras, porque los capitalistas están como lobos al acecho, saben que nuestra situación se ha hecho más difícil con motivo de la agresión económica por parte de China; y, naturalmente, tratan de cosechar también sus dividendos, estableciendo condiciones más duras para nuestro país. Y eso, naturalmente, también lo sabíamos nosotros. Sin embargo, creemos que hemos cumplido con nuestro deber y lo seguiremos cumpliendo.”
Frente a las pretensiones de los prochinos, que querían presentar los resultados de los trabajos de la Conferencia Tricontinental como un éxito de la delegación china, Fidel Castro afirma en ese mismo discurso:
“Mientras tenía lugar la Conferencia, en China apenas se publicaba una palabra de la Conferencia. Cuando la Conferencia termina, empezaron a escribir y a retransmitir por Sinjua numerosos artículos hablando de la gran victoria china en la Conferencia Tricontinental, arrogándose todo el mérito y presentando de una manera mentirosa y falsa como una victoria de ellos los resultados de la Conferencia. Cuando todos los que participaron en esa Conferencia, y entre esos – todos » lo saben muy bien los representantes chinos, que la victoria de la Conferencia fue una victoria de los movimientos revolucionarios; que no fue una victoria de los poderosos, que no fue una victoria de los «grandes» sino de los «chiquitos». Porque tal vez como en ningún otro instante, en ningún otro evento internacional, la voz de los intereses del movimiento revolucionario prevaleció la voz de los intereses del movimiento revolucionario prevaleció..
“Cuba no puede decir que la victoria de la Conferencia sea una victoria suya. Es, en parte, una victoria suya, por el esfuerzo que hizo, por la organización que se logró, por la línea objetiva y revolucionaria que mantuvo, por la confianza que pusieron en nuestra delegación los representantes de los movimientos revolucionarios. Fue una victoria en la que tomó parte importante. Pero jamás podrá decir presumidamente que haya sido una victoria suya. Fue una victoria de los movimientos revolucionarios del mundo.”
Después de lamentar que, en medio de una lucha encarnizada contra el enemigo fundamental, el imperialismo yanqui, la revolución cubana se vea obligada a dedicar una parte de sus energías a “ripostar a las calumnias de ciertos aliados”, Fidel da la explicación de principios de la intransigencia cubana:
“Los pueblos marchan cada vez más hacia su liberación contra el imperialismo; pero al liberarse del imperialismo los pueblos no caerán en nuevos tutelajes. Los pueblos no podrán caer ni caerán bajo ninguna forma de tutelaje en el futuro, porque el mundo de mañana, el mundo del socialismo, por el cual los pueblos luchan hoy, no podrá ser igual que el mundo de hoy: el mundo de los fuertes y los débiles, el mundo de los grandes y de los pequeños, el mundo de los que tienen voto y veto. ¡NoI En el mundo de mañana, y mientras en el mundo existan fronteras, deberá prevalecer la igualdad más absoluta entre los pueblos, deberá prevalecer ese principio por encima de la potencia de cualquier pueblo, o del tamaño de cualquier pueblo.
Y nosotros sabemos que luchamos por eso, no importa el precio, no importan las dificultades que a este país le surjan por mantener esta posición, por no doblegarse ante nada ni ante nadie. Porque estos sacrificios, conscientemente, y estas dificultades, conscientemente, las estamos afrontando por el mundo del futuro, por el derecho de los pueblos en el mundo de mañana a la plena independencia, a la plena libertad de criterios. Y después de la lucha contra el imperialismo, que es la lucha en el mundo de hoy contra el peor mal de hoy, es honroso para nuestra patria luchar desde hoy contra los males del mañana.”
Posteriormente la actitud de Cuba con respecto a China ha sido reservada, evitando las tentaciones de la diatriba antichina. 6/
La prensa cubana ha sido cautelosa en la presentación de los hechos de la revolución cultural, y es de todos sabido que la posición del partido comunista de Cuba, al igual que los de Corea del Norte y de Viet-Nam del Norte, ha sido opuesta a la celebración de una conferencia mundial de partidos que conlleve la condenación del partido comunista de China.
Ante la eventualidad de una agresión imperialista contra China, la posición de Cuba fue definida por Fidel Castro en ese mismo discurso del 13 de marzo de 1966:
“Nosotros entendemos que cualquiera que sea el país [del campo socialista] agredido, si agredida es China por ejemplo, cualesquiera que sean nuestras diferencias con el gobierno y los dirigentes de este país, nuestra opinión es que en caso de agresión todo el campo socialista debe brindarle apoyo a China si es agredida.“
Pero no fue sólo con los chinos que los cubanos tuvieron que aclarar las cosas con respecto a la Tricontinental. A la derecha, los yugoslavos, adoptando el punto de vista de los «demócratas» y otros burgueses « progresistas» latinoamericanos, lanzaron un ataque en toda la línea contra el « aventurerismo » y el « intervencionismo » de los cubanos, a quienes reprochaban querer imponer la vía insurreccional en toda América latina, ignorando las «realidades». 7/ En respuesta a esos ataques, la dirección fidelista definió su posición de principio sobre la «coexistencia pacífica» y la *transición pacífica“. 8/
“Un periodista de Belgrado nos acusa falsamente de haber pasado por alto la resolución aprobada en la Conferencia Tricontinental sobre la coexistencia pacífica. Queremos aclararle que dicha resolución fue una ponencia de la delegación cubana. La elaboramos de acuerdo con nuestros criterios políticos y no tenemos por qué ocultarla, toda vez que en dicha resolución quedó bien claro que el problema de la coexistencia pacifica se refiere exclusivamente a las relaciones entre los Estados de distintos regímenes sociales, grandes y pequeños, y que no puede afectar la lucha de las clases oprimidas contra sus opresores y de los pueblos explotados contra el imperialismo.
“Pero además, se fue más lejos en la resolución sobre la coexistencia: se planteó que cuando los Estados progresistas y revolucionarios ayudan a los pueblos que luchan contra la intervención imperialista, están protegiendo el principio de la coexistencia pacífica. La ayuda a los movimientos de liberación nacional que luchan contra la intervención militar extranjera y contra las clases explotadoras nativas aliadas al imperialismo, es un aporte a la coexistencia pacífica.”
Y más adelante:
“La coexistencia pacífica no es para nosotros un dogma ante el cual nos postremos de rodillas. No aceptamos la coexistencia pacífica como política aplicable sólo a Estados poderosos y que el imperialismo se pueda tomar el derecho a hacerle la guerra cuando le venga en ganas a cualquier país pequeño. “
Y en lo referente al falso dilema «lucha ideológica o lucha armada», el Partido Comunista de Cuba señala que:
“Solamente desde una posición antimarxista, oportunista y superficial puede afirmarse que sostener la tesis de la insurrección armada conlleva una renuncia a la lucha ideológica. Históricamente los defensores de la lucha armada y de los métodos violentos son los que han hecho más importantes aportes teóricos al movimiento revolucionario mundial. Todo comunista sabe que —como dijo Marx— “la violencia es la partera de la historia” y que la insurrección armada es la más alta expresión de la lucha de clases. Quien lo ignore o pretenda ocultarlo ¡no es comunista ¡La lucha armada revolucionaria supone la intervención de las masas explotadas en el combate a los opresores. No negamos que debe complementarse con otras formas de lucha. Pero lo importante es que esas otras formas no se conviertan en un freno que debilite y desprestigie ante las masas la idea justa y fundamental de la lucha armada sino, por el contrario, que ayuden a desarrollarla e impulsarla hacia adelante. “

¿Cómo aplican los cubanos estos principios a América Latina?

En la Tricontinental, la fuerte representación de los partidos comunistas latinoamericanos y determinadas ausencias notables de movimientos insurreccionales del continente (en particular Yon Sosa de Guatemala, el MOEC de Colombia, el FIR de Perú y algunas organizaciones bolivianas), pudieron hacer creer que la dirección fidelista había decidido colaborar estrechamente con dirigentes comunistas poco atraídos por los avatares de la lucha armada, como Prestes, Codovilla, Monge, Saad, Vieira, Del Prado, Corvalán y otros, 9/ Muchos se preguntaron —y algunos llegaron a afirmarlo— si Castro, a la vez que hacía aprobar resoluciones militantes por esos heraldos de la « transición pacífica “, no estaba más bien respaldando, con su autoridad en las masas latinoamericanas, las postergaciones y las vacilaciones de los que siguen esperando la aparición milagrosa de las quiméricas « condiciones objetivas” … Vana especulación.
En efecto, desde el 13 de marzo de 1966, en su discurso en la Universidad de La Habana, Castro declaró la guerra al reformismo de Freí 10/ y de sus pariguales:
“Les decía [a los diputados demócratacristianos chilenos de visita en Cuba en febrero de 1966] que, en las condiciones de Chile —como en el resto de América— si se quería hacer una revolución, necesariamente debía ser una revolución socialista; porque esta revolución […] tenia necesariamente que golpear los intereses del imperialismo, de la oligarquía, de la gran industria, del comercio importador y exportador y de la Banca, si quería llevar algo a las masas campesinas y obreras del país ; […] [porque] las masas obreras y campesinas no le darían el apoyo a ninguna revolución burguesa, porque los obreros y los campesinos no iban a estar dispuestos a colaborar para servir los intereses de una clase explotadora.”
Y, refiriéndose a la masacre de mineros chilenos por los carabineros en días recientes. 11/
“El gobierno chileno ha encontrado tenaz resistencia por parte de los obreros mineros de Chile […] porque pide sacrificios a los obreros para desarrollar una economía en beneficio de las clases poseedoras, del capital industrial, comercial, bancario y de los intereses imperialistas […] Estos hechos […] son los que más tarde o más temprano llevarán a los trabajadores chilenos a la convicción de que en Chile, al igual que en muchos otros países de América latina, sólo será posible plantearse la conquista del poder revolucionario a través de la lucha armada. “
Los cubanos están plenamente conscientes de los peligros que hace pesar sobre ellos su posición intransigente en favor de la lucha armada en América latina. Es así que, en ocasión del V aniversario de la victoria de Playa Girón, Fidel Castro reconocía que:
“El miedo de los imperialistas y de sus lacayos: muestra que, mientras más inseguros se sienten, se vuelven más agresivos y feroces, haciendo víctimas de su agresión y de su ferocidad a los pueblos de América latina y a nuestro pueblo, a quien no pueden perdonar el haber dado el ejemplo, el haberse convertido en el abanderado de la revolución, de haber realizado la primera revolución socialista de este continente, a 150 kilómetros de sus costas… Es por ello que nunca debemos cesar de ser vigilantes.”
Y más adelante:
“Estamos en el umbral de una profunda crisis revolucionaria en este continente ; los años venideros verán a los pueblos de América latina librar su última y gloriosa batalla por la libertad, contra el imperialismo yanqui. Y en la medida en que esta hora se acerque, será mayor el odio de los imperialistas contra Cuba […] hay que estar ciego para no ver cómo se desarrolla el coro de los que aconsejan la invasión de Cuba […] y nosotros nos preparamos cada día más, para hacer pagar muy caro a los imperialistas su agresión […] Poseemos magníficas armas para luchar en los campos y en las ciudades, para librar cualquier tipo de guerra, convencional o no convencional […] según las circunstancias. “
Fidel advirtió que si los imperialistas deciden atacar a Cuba, tendrán que hacer frente no a un país sólo sino a todo un continente.
[Pues] nuestras victorias son las de los pueblos que luchan contra el imperialismo y sus derrotas son las nuestras. Más que nunca la dirección fidelista proclama que su suerte está ligada al desarrollo de la lucha revolucionaria en el mundo, en América latina, por supuesto, pero también en el resto del Tercer Mundo. 12/
Al reivindicar de este modo el papel de dirigente revolucionario continental, la dirección cubana entra en inevitable conflicto con la izquierda tradicional de América latina y, en primer lugar, con los partidos comunistas latinoamericanos. Efectivamente, con excepción del Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista), empeñado en la lucha armada dirigida por el comandante César Móntez 13/, casi todos esos partidos han protestado en público o en privado contra lo que consideran como « intervenciones intolerables » en los asuntos internos de los movimientos revolucionarios los distintos países. El enfrentamiento de las dos posiciones fue puesto de manifiesto por el caso de Venezuela.
Efectivamente, desde fines de 1965, una profunda división separa a los revolucionarios de ese país —tanto en el seno del Partido Comunista como en el del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR)— al pronunciarse la mayoría de los cuadros políticos por la « paz democrática», fórmula que implica el abandono de la lucha armada por falta de « condiciones objetivas», así como el regreso a la « política de masas » tradicional. Un grupo de guerrilleros dirigido por el comandante Douglas Bravo (expulsado el año pasado del Buró Político y hasta de las filas del partido comunista) y por otros combatientes conocidos como Luben Petkoff y Elias Manuitt, se han constituido en organización político-militar independiente, la Comandancia General FLN-FALN, con el apoyo de los cubanos. En ocasión del entierro en La Habana del comandante venezolano Leo Quintana que, enfermo de cáncer, había muerto apoyando a los guerrilleros, el capitán Osmany Cienfuegos, miembro del Secretariado del Partido Comunista de Cuba y presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, expresó este juicio tajante de la dirección cubana en lo referente al conflicto que desgarra la izquierda venezolana:
Supo Leo, junto a otros combatientes, integrar las filas de los verdaderos revolucionarios; igual que estuvo en las montañas de Falcón con el comandante Douglas Bravo supo dar el paso revolucionario e integrar junto a los verdaderos comunistas la Comandancia General que hoy dirige la guerra revolucionaria en Venezuela; supo indicar con su dedo revolucionario a los que claudicaron, a los que vacilaron, a los que traicionaron la causa de la revolución venezolana, a los que han traicionado la causa de la revolución latinoamericana. »
Esta posición de los dirigentes cubanos no se limita, como es lógico, al caso de Venezuela. De ello dan fe los pasajes del editorial de Granma conmemorativo del 49 aniversario de la revolución de octubre, que citamos a continuación:
«En la mayoría de los países de América latina, donde existen condiciones para el desarrollo de la lucha armada, consideramos que los marxista-leninistas verdaderos tienen que mantener en alto las banderas de la insurrección. La cuestión de la insurrección como método de lucha para la toma del poder no fue, en Lenin, la consigna pasajera de un día, sino una línea y una trayectoria que recorre toda la vida política del genial luchador. La preparación y la organización de la insurrección para Lenin constituyó un punto clave en el trabajo de los comunistas. Forma parte de las gloriosas tradiciones bolcheviques.
“Hoy nuestro Partido considera que estas tradiciones obligan a los comunistas de la mayoría de los países de América Latina: Venezuela, Colombia, Guatemala, Perú, Argentina, Brasil, etc., a preparar y desarrollar la insurrección armada por la liberación nacional del yugo imperialista, organizando la guerra necesaria y justa contra ese imperialismo. Los comunistas verdaderos, los realmente defensores de las ideas del leninismo en este continente, se incorporan a la lucha. Aquellos que se mantengan al margen dejarán de ser comunistas. »
En realidad, para los cubanos, no puede haber partido de vanguardia fuera del contexto de la lucha armada. Los fidelistas apoyan a todos los que luchan efectivamente y ya no conceden el privilegio de relaciones « especiales » a ningún partido, aunque fuese un partido comunista. Y lo que es más, los cubanos estiman que el partido de vanguardia que gozará de una verdadera autoridad entre las masas, deberá forjarse a partir del núcleo combatiente ; rechazan la tesis archimanída que quiere que los partidos comiencen por ser revolucionarios mucho antes de llevar a cabo una acción revolucionaria. En su discurso del 26 de julio de 1966, Fidel Castro hizo esta predicción:
‘¿Quiénes serán los hombres que dirijan la revolución en este continente? Tal vez en muchos casos como aquí, hombres cuyos nombres no han aparecido nunca en la letra de molde, hombres que ni siquiera son conocidos. Pero nosotros sabemos que en las filas del pueblo existen esos tipos de hombres que más tarde o más temprano interpretando correctamente las realidades y los hechos, poseyendo convicción revolucionaria y confianza en el pueblo, lleven adelante a sus pueblos hacia la liberación.»”
Esta actitud frente al «trabajo de masas» preparatorio que trata de crear pacientemente, fuera de la acción directa, las « condiciones subjetivas » de la revolución, se explica evidentemente por la historia de la propia revolución cubana:
«Aquí no pasaban de 20 las personas que creyeran en la posibilidad de una revolución. Es decir, que no existían esas llamadas condiciones subjetivas de conciencia en el pueblo. Bien arreglados habríamos estado si para hacer una revolución socialista, nos hubiésemos tenido que dedicar a catequizar a todo el mundo con el socialismo y el marxismo para después hacer la revolución. No hay mejor motor de las revoluciones que la lucha de las masas contra sus explotadores. Y fue la propia revolución quien fue creando la conciencia revolucionaria. Creer que la conciencia tiene que venir primero y la lucha después es un error.»
Los cubanos opinan que, en la época de los cuerpos antiguerrilleros entrenados por el Pentágono y transportados por miríadas de helicópteros, no hay lugar ni para la simple « autodefensa », ni para la « propaganda armada ». La tarea principal consiste en crear una fuerza estratégica móvil (la guerrilla), dotada de autonomía política y militar, que no esperará órdenes de la ciudad, sino que actuará de acuerdo con las circunstancias cambiantes de la lucha El castrismo: teoría y praxis de la revolución cubana en las montañas. Esta fuerza estratégica móvil no será tampoco (como quisieran Hugo Blanco” 15/ y sus camaradas) la expresión armada de los sindicatos campesinos, ya que éstos se encuentran a merced de la represión militar moderna.
Las milicias campesinas jugarán un papel importante sólo cuando la fuerza estratégica móvil sea dueña de un territorio dado, capaz de proteger las zonas campesinas de las expediciones punitivas del ejército gubernamental. En dos palabras, no hay salvación para América latina fuera de la lucha armada. Esta no podrá estar subordinada a una «política general», no será en modo alguno una «fuerza de apoyo», sino el centro mismo de la actividad política de los revolucionarios, que deberán formar, independientemente de sus orígenes partidarios,
Estados Mayores político-militares únicos, en los que se forjarán las direcciones indiscutibles del futuro. La estrategia de la fuerza estratégica móvil tenderá a la desorganización y la derrota de los ejércitos de mercenarios gubernamentales por medio de un poderoso ejército revolucionario que crecerá en la medida en que su núcleo primigenio sea capaz de crear «zonas liberadas » ; las luchas en las ciudades se organizarán en función de las necesidades de la lucha en las montañas y en los llanos, y no al revés.16/
Para las direcciones tradicionales de las organizaciones de la izquierda latinoamericana, semejante estrategia revolucionaria tiene todo el aspecto de una herejía aventurerista”.
La intransigente fidelidad cubana a los principios del internacionalismo revolucionario se refleja igualmente en las posiciones adoptadas por el gobierno cubano ante la «escalation» norteamericana en Vietnam.
Para Castro, «Vietnam se ha convertido en el problema de toda la humanidad, y Vietnam se ha convertido en el problema esencial de todos los movimientos revolucionarios en el mundo, y de todos los pueblos y gobiernos revolucionarios » (discurso del 26 de julio de 1966). Los cubanos manifiestan claramente que les parece escandaloso ver el campo socialista permitir a los norteamericanos destruir sistemáticamente un Estado socialista. En su discurso del 13 de marzo de 1966,
Fidel Castro declaró explícitamente:
– [Los vietnamitas] se enfrentan a la criminal guerra imperialista, a las modernas flotas aéreas de los yanquis, combatiendo v muriendo diariamente. No debería ser así […] Vietnam debería convertirse en un cementerio de aviones yanquis […] Basta brindarle a Vietnam todo el armamento convencional necesario para la lucha antiaérea, todos los aviones necesarios y esta técnica con todo el personal necesario ; y el campo socialista posee medios para barrer de los cielos de Vietnam del Norte los piratas aviones yanquis […] Y si se derrota la ofensiva aérea imperialista en Vietnam del Norte, el pueblo de Vietnam del Sur no tardará en arrojar de su patria a la soldadesca imperialista.»
Frente a los sacrificios soportados por el pueblo vietnamita, Fidel Castro no encuentra excusa a la persistente división del campo socialista. En su discurso del 13 de marzo añade :
«Creemos que en cuanto comenzó el ataque a Vietnam debió hacerse un alto en la división dentro del campo socialista. Creemos que la posición debió haber sido: tenernos diferencias, tenemos muchas cosas que discutir, pero frente a la feroz agresión al hermano pueblo vietnamina, hagamos un alto, démosle todo nuestro apoyo de nuestras armas antiaéreas, de nuestras flotas aéreas […], hagamos alto a esta guerra verbal y dejémosla, si se quiere, para luego, pero ante la guerra real, ante los bombardeos a nuestros hermanos vietnamitas, juntemos nuestras fuerzas en una guerra defensiva sobre los cielos de Vietnam, defendiendo la soberanía de Vietnam. »
Más tarde, el 26 de julio de 1966, Fidel se refirió al problema de los voluntarios para Vietnam en los términos siguientes:
«¿Qué entendemos nosotras por voluntarios ? Es bien sencillo. Si Vietnam nos pide ayuda y nos dice qué tipo de técnicos quiere que le mandemos, si de tanque, si de antiaérea, si de artillería, si de infantería, nosotros iremos a nuestras unidades militares bien entrenadas y les preguntaremos cuáles quieren ir a Vietnam. Y nosotros sabemos que unidades enteras estarán dispuestas a ir a Vietnam.»
Es claro que para el líder cubano el deber del campo socialista, si Vietnam se lo pidiese, sería el de hacer participar las fuerzas armadas regulares de los Estados socialistas en la lucha contra el agresor, bajo dirección vietnamita18, y que, de todos modos, convendría que el campo socialista se declare públicamente resuelto a no permitir que prosiga la «escalation»:
«Creemos realmente, dijo Fidel Castro el 1 de mayo de 1966, que la paz se defendería mucho mejor haciéndoles ver a los imperialistas lo que pueden hacer y lo que no pueden hacer; y que, a la larga, dejar que hagan lo que les dé la gana, que lleven a cabo sus actos piratescos y vandálicos, no contribuye a la paz, eso es un enorme error. ¡Contribuye a incrementar los peligros de guerra! »
Pero si las fuerzas armadas del campo socialista deben participar en el combate común, las fuerzas revolucionarias del mundo tienen el deber de aliviar al pueblo vietnamita, abriendo donde quiera que fuera posible otros frentes revolucionarios, pues los imperialistas no tienen suficientes soldados ni « marines » para hacer frente a varios Vietnam a la vez. Además de los movimientos revolucionarios de América latina1″, los cubanos han encontrado aliados resueltos en los partidos comunistas de Corea del Norte y de la República Democrática de Vietnam —a los que quizás convenga añadir ya el Partido Comunista japonés.
Efectivamente, la existencia de hecho de esta alianza entre los partidos y los gobiernos de los tres países socialistas más directamente amenazados por el imperialismo —los « puestos avanzados » del mundo socialista— se ha precisado durante las visitas efectuadas por una delegación cubana de alto nivel, presidida por Raúl Castro y el presidente Pórticos, a Pyongyang y a Hanoi, en el otoño de 1966.
En los comunicados que cerraron las conversaciones con Kim II Sung y con los dirigentes norvietnamitas, los dos partidos asiáticos apoyan la política interna e internacional de Cuba, es decir, que apoyan el derecho legítimo de Cuba de proponer su modelo revolucionario como línea general del movimiento de liberación nacional latinoamericano. La solidaridad es igualmente total en lo que atañe a la lucha por la unidad interna del campo socialista:
«Sólo cuando el campo socialista y el movimiento comunista internacional estén unidos y cohesionados, estos podrán frenar con dinamismo la política de agresión y de guerra de los imperialistas y ejercer gran influencia en el aceleramiento de la revolución mundial.»
Reza el comunicado cubano-coreano, que o deja de subrayar que esta unidad debe hacerse en el respeto absoluto de la independencia de cada partido. 20/ Se requiere mucho coraje político para mantener en alto las banderas de la insurrección y de la independencia en un país tan pequeño, situado a miles de kilómetros de cualquier país amigo. Si los dirigentes cubanos han encontrado ese coraje es que, sin duda alguna, ningún país que haya hecho su revolución social ha dependido tanto como el de ellos del desarrollo de la revolución mundial.

Notas

1/ Aunque Fidel reprodujo ocasionalmente –en 1966- las viejas calumnias del estalinismo en un contexto muy concreto, su discurso sigue siendo empleado por lalgunos enclaves estalinianos como puede ver en agendacomunistavalencia.blogspot.com/…/fidel–castro-el-trotskismoo así como enagendacomunistavalencia.blogspot.com/…/fidel–castro-el-trotskismo–
2/ Durante todo el año de 1965, e incluso antes, los dirigentes cubanos habían afirmado, en público y en privado, que no estaban dispuestos a tolerar que el conflicto chino-soviético fuese introducido «de contrabando» en Cuba. Es notorio que los chinos hubieron de desatar una vasta campaña de proselitismo, especialmente en el seno de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, haciendo caso omiso de esas reiteradas advertencias.
3/ La posición de Cuba sobre la «cuestión del arroz» fue expuesta en el folleto editado por el gobierno cubano El gobierno chino ha traicionado la buena fe del pueblo cubano, que contiene el texto íntegro de la respuesta de Fidel Castro al Ministerio de Comercio Exterior chino, el 6 de febrero de 1966.
4/ La posición del gobierno y del partido cubano consiste en exigir la unidad de acción —a pesar de las divergencias— para apoyar a los pueblos que luchan efectivamente contra el imperialismo y, en primer lugar, al pueblo vietnamita. Más adelante trataremos con mayor latitud este tema de la «unidad ».
5/ El belga Grippa, el partido comunista de Brasil y un grupo de Ceylán, calificados de «corifeos a sueldo» por Castro, hubieron de distinguirse en esta labor.
6/ Durante el año de 1966, las relaciones comerciales chino-cubanas, que se habían deteriorado anteriormente, conocieron una relativa mejoría.
7/ En verdad, los yugoslavos tenían una razón suplementaria de resentimiento contra los cubanos: no habían sido aceptados como observadores en la Conferencia Tricontinental. Aunque hayan querido responsabilizar por ello sólo a Castro, lo cierto es que los vietnamitas y los movimientos insurreccionales de América latina se oponían igualmente a la participación yugoslava.
8/ Véanse los cuatro editoriales de Granma del 15 de mayo de 1966.
De Brasil, Argentina, Solivia, Ecuador, Colombia, Perú y Chile, respectivamente.
10/ Una áspera polémica hubo de desarrollarse a lo largo del año de 1966 entre los partidarios de la experiencia reformista del presidente chileno (los hay incluso en el seno del campo socialista),
11/ Fidel Castro lamentaba públicamente, en su discurso del 26 de julio de 1966, que algunos países socialistas (en dicho caso la URSS) concedieran préstamos importantes al gobierno de Freí, haciendo menos oneroso para el imperialismo el « éxito de la experiencia chilena ». Reprochó a la izquierda chilena el dar tan «malos consejos» a los dirigentes de los países socialistas. Los comunistas chilenos manifestaron su disgusto y, desde entonces, las relaciones del partido cubano con los socialistas de Allende son mucho mejores que con el Partido Comunista.
12/ Los «técnicos » militares cubanos en el Congo- Brazzaville constituyeron el escudo contra el que se estrellaron incontables complots militares proimperialistas en ese país.
13/ En la primavera del año pasado, deseoso de entregar al presidente electo, Méndez Montenegro, una situación interna -saneada», el dictador Peralta Azurdia hizo asesinar a 28 líderes conocidos de la izquierda guatemalteca, entre los cuales se encontraba casi todo el equipo « moderado » que dirigía el Partido Comunista, que fue reemplazado posteriormente por los «extremistas » guerrilleros. Además, después de la expulsión de los «trotskistas-(grupo Posadas) del Movimiento 13 de Noviembre, dirigido por Yong Sosa, se han reanudado los contactos entre las organizaciones revolucionarias en vista de la unidad de acción.
14/ Fidel Castro es más explícito aún en su discurso del 29 de agosto de 1966, en la clausura del XII Congreso de los trabajadores cubanos : «Si hay un partido marxista-leninista que se sabe de memoria todo lo que han escrito Marx y Engels y Lenin, y «no dispara un chícharo », como se diría en el lenguaje vulgar, criollísimo, ¿ los otros están obligados a no hacer la revolución ? »
Y más adelante: «Creemos que la revolución la harán los obreros, los campesinos, los intelectuales progresistas. Un frente amplio dirigido por una vanguardia revolucionaria marxista-leninista, llámese o no se llame « partido ». [Porque] nosotros no pertenecemos a ninguna secta, a ninguna masonería internacional, a ninguna iglesia. Habrá revolución que la dirijan los partidos llamados marxista-leninistas o los partidos comunistas. \ Magnífico, maravilloso, formidable Nosotros estamos dispuestos a vestirnos de penitencia los años que nos queden de nuestras vidas por herejes. Pero si hay revolución, hágala quien la haga, ¡magnífico¡ Lo importante es que haya revolución, y nosotros creemos que habrá revolución. »
15/ Lo que no obsta para que Cuba sea el único país socialista en el que Hugo Blanco, calificado de provocador trotskista por la Revista Internacional por la Paz y el Socialismo, es considerado como un héroe popular latinoamericano.
16/ El periodista francés Regis Debray —hoy encarcelado y amenazado por los gorilas bolivianos— ofrece un análisis exhaustivo de la estrategia político-militar fidelista en su ensayo ¿Revolución en la revolución?, publicado por Casa de las Amérlcas. La Habana, enero de 1967.
17/ Uno de los resultados más importantes de la Tricontinental fue la constitución de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), cuyas ramas en cada país latinoamericano se han ido formando sin el apoyo y hasta con la hostilidad de los partidos comunistas. El primer congreso continental de la OLAS [celebrado ya] en La Habana, en julio de 1967. Muchos latinoamericanos ven en ese congreso el acto de fundación de una Internacional revolucionaria continental cuya base programática será la toma del poder por medio de la violencia revolucionara
18/ Esto dice inequívocamente el comunicado conjunto cubano-coreano del 29 de octubre de 1966 (Véase el resumen semanal de Granma del 6 de noviembre de 1966).
19/ En África, fuera de los dirigentes del Congo-Brazzaville, Amílcar Cabral, líder del Partido Africano de la Independencia de Guinea y de Cabo Verde (PAIGC), delegado por su movimiento a la Conferencia Trícontinental, es un representante prestigioso de lo que pudiera llamarse el «castrismo africano».
20/ Por su parte, el Partido del Trabajo de Vietnam dio su apoyo a los cinco puntos exigidos por los cubanos durante la crisis de los cohetes de 1962, los que fueron totalmente ignorados por Jruschov.

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