lunes, diciembre 05, 2016

IranGate: La operación secreta entre EE. UU. e Israel



El imperialismo norteamericano financió la guerrilla de los contras nicaragüenses, con dinero de la venta de armas a Irán. El mediador fue el Estado de Israel.

Fue un escándalo de proporciones mundiales. El régimen de la revolución Iraní de los Ayatolah, para combatir a Irak le compraba armas a Estados Unidos (mientras al mismo tiempo éste apoyaba a Irak en la guerra para desgastar la revolución iraní), que las triangulaba vía Israel, su “vendedor” amigo. Este plan fue ideado por miembros del gobierno republicano de Reagan (quién supo tener las mismas ideas xenófobas que Donald Trump), más precisamente el Consejo de Seguridad Nacional –el órgano asesor de la Casa Blanca en cuanto a seguridad se refiere-. El objetivo final: conseguir financiamiento para los Contras nicaragüenses (la guerrilla contrarrevolucionaria, de ahí su nombre, que combatía al sandinismo); cuestión que estaba limitada hasta para las leyes del Congreso norteamericano. Pero ese obstáculo legal no podía ser un impedimento para la CIA y el gobierno imperialista.
La excusa fue la liberación de siete estadounidenses retenidos por musulmanes pro iraníes en el Líbano.
Todo salió a la luz, en octubre de 1986, cuando un sobreviviente del derribe de un avión de carga proveniente de El Salvador, por parte de los sandinistas, reveló que llevaba a Nicaragua un suministro de armas para la Contra por cuenta y orden de los EE.UU. El ex presidente Reagan negó que su gobierno tuviera alguna conexión con ese armamento.
La primera maniobra para “desmarcarse” de esa operación ilegal fue echar al secretario del Consejo de Seguridad, el teniente coronel Oliver North, con el argumento de que había actuado como facilitador de esa transacción, sin el conocimiento ni consentimiento de la administración del quien ya dos años antes, atacó con saña a la clase obrera de su país: un lector avezado en las luchas del movimiento obrero internacional, recordará la histórica huelga de los controladores aéreos. El ex actor hollywoodense, convertido en presidente de la principal potencia imperialista, allá por 1981, atacó con saña esta lucha de trabajadores por defender sus conquistas. Su derrota posibilitó profundizar la flexibilización laboral al conjunto de la clase obrera norteamericana.
Evidentemente Reagan al salir victorioso de esa “batalla”, y para asegurar su patio trasero, y evitar así un proceso revolucionario, se sintió con la suficiente impunidad para ocultar pruebas, mentir ante el pueblo norteamericano y a los medios nacionales e internacionales. Mientras que para ello, entregaba la cabeza de quienes integraban la máxima conducción del Consejo de Seguridad, sus cómplices en esta operación ilegal y contrarrevolucionaria.
Fue tal el escándalo, debido a las pruebas incontrastables, que el parlamento norteamericano se vio obligado a conformar un comité que llevó adelante una investigación. Por sobre todas las cosas, tanto los republicanos como los demócratas comprendieron la necesidad de lavarle la cara a lo que es la política exterior norteamericana: no reparar ni en sus propias leyes cuando de conveniencias geoestratégicas se trata. Varios funcionarios fueron juzgados y encontrados culpables, pero no cumplieron las condenas debido a que en 1992, George Bush padre –vicepresidente de Reagan en sus dos mandatos- cuando fue electo presidente, los indultó.
Al mismo Reagan, si bien el comité investigador planteó que no podía desconocer todos estos hechos, no le pudieron probar ningún delito.

El rol clave del Estado de Israel en la venta de armas a Irán

El IranGate estalla en noviembre de 1986, pero diversos documentos atestiguan que el Estado de Israel ya dos años antes había comenzado la venta de armas norteamericanas a Teherán.
Luego, la administración Reagan enviaba nuevo equipamiento a su socio menor en Medio Oriente.
Así, Irán recibió misiles anti carros; ametralladoras; repuestos para aviones; equipamiento de radares; municiones; equipo de comunicaciones; depósitos de combustibles; cazas F4 y F14.
Estas operaciones de venta de armas debía permanecer secreta, por lo cual el Estado sionista de Israel ignoró sus propios controles establecidos por el Ministerio de Defensa y un comité integrado por altos dirigentes comandaban la operación. El primer ministro de aquel entonces, al frente de ese comité era el laborista Shimon Peres.
Una vez más la CIA y el MOSSAD (servicio secreto israelí) operaban juntos, en este caso fomentando una guerra fratricida entre Irán e Irak y por otro lado, lo que era el principal objetivo de Estados Unidos: lograr financiamiento para la Contra nicaragüense.

La Contra nicaragüense

Cuando todo esto sale a la luz, el Estado colonialista de Israel solo realiza un informe oficial y declara que aceptó ser intermediario de EEUU, a petición de su presidente y en pos de liberar a los ciudadanos norteamericanos e israelíes detenidos. El comunicado lanzado a la prensa mundial el 27 de noviembre de 1986 cínicamente planteaba que “Israel mantiene su política general de no vender armas a Irán”.
Esta es la historia de la “diplomacia” tras bambalinas de la principal potencia mundial y sus aliados, como el Estado de Israel, que no repararon, ni reparan en hacer uso de sus servicios secretos, la venta ilegal de armas, quebrantamiento de sus propias leyes y un largo etcétera, con el fin de derrotar alzamientos populares; procesos revolucionarios o para crear fenómenos monstruosos que siempre se vuelven contra sus pueblos. Osama Bin Laden y el Isis tuvieron esa marca de nacimiento.
En nuestra región el plan Cóndor de las dictaduras sudamericanas lo atestigua, así como la invasión de Playa Girón, realizada por contrarrevolucionarios cubanos en 1961, también apoyados y financiados por el país del norte.
Entonces los esfuerzos para financiar la guerrilla que buscaba aplastar el levantamiento de trabajadores y campesinos nicaragüenses no fue la excepción.
Por eso es acertado decir que EE.UU representa el principal Estado terrorista del mundo.

Mirta Pacheco

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