viernes, marzo 18, 2016

La memoria de las partisanas

Reseña de 'Partisanas. La mujer en la resistencia armada contra el fascismo y la ocupación alemana (1936-1945)', de la periodista austriaca Ingrid Strobl.

Dice mi tocayo Julián Casanova que un hombre de sexta o séptima fila consigue entrar en las páginas de la historia, pero una mujer, salvo de excepcional primera fila, no lo consigue. No puede ser más acertada la frase. Incluso remarcando esa parte de “excepcional primera fila”, porque muchas mujeres que eran de primera fila hoy es casi imposible saber quiénes fueron. Me vienen muchos nombres a la cabeza: Teresa Claramunt, Soledad Gustavo, Beatrice Webb, Emma Goldman, Harriet Taylor, etc. Sin embargo hoy muy pocas son recordadas.
De todos modos este texto no quiere hablar de esas mujeres que por cuestiones específicas han pasado a la historia, sino de los millones de mujeres anónimas que no lo consiguieron. Hace unas semanas la editorial Virus reeditó un texto que ya había visto la luz por la misma editorial en 1996: Partisanas. La mujer en la resistencia armada contra el fascismo y la ocupación alemana (1936-1945) de la periodista austriaca Ingrid Strobl. Un acierto editorial, sin duda.
Strobl es periodista, historiadora y cineasta. Si nos damos una vuelta por la red de redes reparamos en la gran cantidad de trabajos que ha realizado. Este libro la convirtió hace ya 20 años en una de las pocas personas que ha rescatado una historia oculta. La Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial son dos acontecimientos que han contado con multitud de libros. Libros sobre cuestiones militares, cuestiones políticas, cuestiones económicas, cuestiones culturales, de la vida diaria, etc. Y aunque algunas de ellas tratan el tema de la mujer en la guerra, ninguna lo hace de forma monográfica. Strobl lo hizo. Y lo hizo con nota.
El libro hace un repaso a la lucha de la mujer contra el fascismo y el nazismo. Primero en Europa occidental, donde aborda la participación de la mujer en la lucha contra el golpe militar de Franco en julio de 1936, entre las tropas de Iosif Broz “Tito” en Yugoslavia, en los Países Bajos y en Francia. Luego trata la parte de la Europa del Este y del papel de las mujeres judías en la resistencia contra la invasión nazi. Habla de algunos nombres propios en todos los casos. Pero en realidad es un trabajo de colectivo.
Habría que destacar algunas cuestiones en este ya clásico libro de Strobl. A la periodista austriaca no se le pasa por alto la importancia de las mujeres en España contra el golpe de Estado. El golpe de Estado de julio de 1936 fracasó. Y fracasó porque en España existía un poderoso movimiento obrero organizado que se le opuso. Y ese movimiento obrero lo componían hombres y mujeres. Nadie dudó en tomar las armas para frenar el golpe de los militares insurrectos. Esa misma visión se dio en toda Europa cuando Hitler promovió su política expansiva y en septiembre de 1939 daba comienzo la Segunda Guerra Mundial.
Me gustaría remarcar un aspecto del libro que, cuando lo leí hace ya casi 20 años, hizo que me llamara la atención por encima del resto: el trabajo que Strobl había hecho al rescatar el papel de las mujeres judías en el Este europeo. Y sobre todo en algunas zonas como Varsovia o Bialystok. Para quien conozca un poco la historia de la Segunda Guerra Mundial sabrá que esas ciudades quedaron prácticamente devastadas tras la guerra. Varsovia fue una ciudad destruida. Se estima que el 87% de la ciudad era ruinas tras la guerra. En el caso de Bialystok, la ciudad pasó de manos alemanas a manos soviéticas, hasta la ocupación por parte de los nazis y el exterminio de la casi totalidad de su población. Bialystok siempre fue una ciudad revolucionaria. A inicios del siglo XX la fuerza del movimiento anarquista era palpable. Incluso el soviet de Bialystok fue de mayoría anarquista. La represión contra ellos fue implacable. Pero Bialystok era una ciudad mayoritariamente judía. Blanco fácil cuando los nazis la ocuparon. La ciudad fue protagonista, junto con Varsovia, del levantamiento de su gueto. Las mujeres de Bialystok estuvieron a la altura de la lucha. Nunca se rindieron. Y el resultado fue devastador. Lo mismo que en Varsovia. Lo mismo que en Cracovia. Lo mismo que en Minsk.
Sin embargo hay una cuetión que Strobl no aborda. El periodo que se abre en Europa en 1936 y que se cierra en 1945 (Guerra Civil española y Segunda Guerra Mundial) tuvo resultados diferentes. En Europa el fascismo fue vencido. Las potencias nazis y fascistas fueron derrotadas. La participación de la mujer en esas derrotas es fundamental. Y a partir de 1945 les tocó trabajar para ir conquistando derechos. Sin embargo en España la cosa fue distinta. El franquismo se alzó con la victoria. El modelo que impuso era diamtralmente opuesto al que defendían las mujeres que cita Strobl. El nacional-catolicismo hizo retroceder la sociedad. Y quienes más salieron afectadas fueron las mujeres. La represión sobre todos los aspectos de la vida, sobre todas las conquistas alcanzadas en los años precedentes, generó una ruptura generacional. La Ley del Divorcio y la Ley del Aborto fueron abolidas. La libertad sexual fue reprimida y perseguida. La larga dictadura que sufrió España la sumió en un retroceso cuyas consecuencias aún notamos hoy.
La nueva edición del libro que nos facilita Virus viene enriquecida. No solo con prólogos y palabras actuales de Strobl sino con un epílogo de la historiadora Dolors Marín que aborda el papel de las mujeres anarquistas en la Guerra Civil.
Es un buen momento para recuperar estos antecedentes. Un libro que forma parte de la necesaria recuperación de la memoria histórica del feminismo.

Julián Vadillo
Diagonal

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