sábado, febrero 13, 2016

Haroldo de Campos: la necesidad de la palabra poética en tiempos de pobreza



Las relaciones del poeta Haroldo de Campos (1929-2003) con el PT y el gobierno de Lula tienen que ser consideradas como una historia trunca. Porque si bien es verdad que hacia el final de su vida Haroldo estaba decepcionado con las primeras medidas de Lula, también es cierto que acompañó al PT durante toda la década del noventa y que, en 1994, compuso el poema para el jingle que se usó para la campaña presidencial de Lula. El poeta murió a los pocos meses de haber asumido Lula (Lula toma pose del gobierno el 1º de enero de 2003 y Haroldo muere en agosto de ese año) y no llegó a ver las transformaciones del partido al que pertenecía y del político al que admiraba.

Si bien era de asistir a las marchas y de hacer defensas públicas del PT, la tarea más importante de Haroldo en la escena política fue como poeta. Para sus resoluciones estéticas, Haroldo se inspiró en corrientes muy diversas y a veces incompatibles entre sí: en primer lugar, el poeta norteamericano Ezra Pound. Como se sabe, Pound adhirió al fascismo pero lo hizo más por su anticapitalismo y su furia contra la plutocracia norteamericana que por adherir a las políticas represivas del Duce (sus consideraciones políticas, de todos modos, estaban lejos de ser brillantes o rigurosas).
Su poema sobre la usura (Cantar XLV), que Haroldo tradujo, establecía un sólido contrapunto poético entre la palabra poética y la explotación capitalista que Haroldo trasladó a otras situaciones. Pound fue una de las grandes pasiones de Haroldo y hasta lo invitó, en los años cincuenta (junto con su hermano Augusto y Décio Pignatari), a que se radicara en Brasil en un momento en que la justicia norteamericana había decidido confinarlo en un loquero. Pound declinó la invitación.
Ya en los años sesenta, y sin abandonar nunca su admiración por Pound, Haroldo y los poetas concretos se dedicaron a traducir poesía rusa, principalmente Maiacóvski. Es más, agregaron al manifiesto plano-piloto para poesía concreta de 1958 una posdata que era una cita del poeta georgiano: “sin forma revolucionaria no hay arte revolucionario”.
Maiacóvski ampliaría el campo de acción de Haroldo quien había encontrado en la vanguardia rusa una respuesta al impasse al que había llegado con las vanguardias en un momento en el que se producían profundos cambios: a inicios de la década del sesenta comenzaron a implementarse las denominadas “reformas desde abajo”. Muchos años después, cuando le encargaron un poema para la campaña de Lula, Haroldo no lo dudó y usó como una de sus referencias fundamentales el arte agit-prop de los inicios de la Revolución del 17.
Finalmente, su poca afinidad con el comunismo y la izquierda intelectual brasileña que durante la dictadura militar apostaba a un arte comprometido de cuño realista en algunos casos, populista en otros, llevó a Haroldo a plantearse toda intervención política como una cuestión de forma poética.
Para Haroldo, la forma no es meramente algo decorativo sino que puede decirse que él es –según una expresión que aplicó al lingüista Jakobson– un “hipercontenidista de la forma”. Los poemas “oda (explícita) en defensa de la poesía en el día de san lukács” y “el ángel izquierdo de la historia” son dos poemas excepcionales en los que poesía y política se potencian hasta el límite.
En el primero, Haroldo participa en los debates sobre la literatura y la izquierda que se estaban produciendo en Brasil en 1980, momento de tibia reapertura política del régimen militar. En una recuperación del joven Marx (el título del libro al que pertenece el poema, La educación de los cinco sentidos, está tomado de uno de sus escritos: “La educación de los cinco sentidos es el trabajo de toda la historia universal hasta el día de hoy”), Haroldo debate con la tradición luckacsiana, muy vigorosa en la crítica sociológica brasileña, y trata de buscar el sentido político en la escritura poética misma. Apoyándose en los críticos marxistas que habían polemizado con Lukács (básicamente Benjamin, Brecht y Adorno), Haroldo recupera el concepto de forma y toda su dinámica social. “Tu propiedad es la forma”, escribe, inspirándose (nuevamente) en Marx, en un poema que, como un ensayo, juega con las ideas.
“El ángel izquierdo de la historia” fue escrito, en cambio, en 1996, en tiempos de democracia y cuando surge en la escena social brasileña el “movimiento de los sin tierra”. Recuperando la tradición que había iniciado João Cabral de Melo Neto con sus poemas sobre el nordeste, en los que se estilizaban al máximo y desde una óptica modernista las temáticas y los modos poéticos regionales, Haroldo extrema esa tendencia al violentar el lenguaje y lograr una curiosa mezcla de atonalismo modernísimo y letanía folklórica. Otra vez la referencia teórica es Walter Benjamin: el “ángel izquierdo de la historia” remite a su texto sobre el Angelus Novus y la filosofía de la historia.
Complementario a estos poemas es “circum-loquio (pur troppo non allegro) sobre el neoliberalismo tercermundista”, en el que Haroldo ensaya una crítica corrosiva y satírica del neoliberalismo, haciendo poesía con los objetos del mundo globalizado. Como en “refrán a la manera de brecht”, se trata de ver hasta qué punto puede existir hoy, después de las vanguardias, poesía civil. En este sentido, más allá de los resultados alcanzados en cada poema, lo cierto es que últimamente escasean los intentos de los poetas de intervenir en la escena pública política y más todavía en el omnipresente lenguaje economicista. Y es en este sentido que resulta admirable cómo Haroldo logra sintetizar, sin renunciar a la experimentación formal, ciertos signos del mundo actual y potenciarlos con el ritmo poético:

en el cielo neón
de lo neoliberal
ángeles-yuppies
mofletes color bife
privatizan
la rosácea del paraíso
de dante
en cuanto comen fast food

En una línea muy diferente desde el punto de vista poético está “Por un Brasil Ciudadano”, que Haroldo escribió por encargo con motivo de la campaña electoral de 1994 y que es un intento más directo de intervenir con la poesía en la escena pública.
Esta composición, que fue musicalizada por Madan, tuvo una muy buena repercusión política y suscitó una intensa polémica a partir de la furibunda crítica que le hizo Iumna Maria Simon (profesora de la Universidad de Campinas, San Pablo) y que en nuestro país publicó la revista Punto de Vista acompañada por la traducción del poema que hizo Ada Solari.(1) Tal vez uno de los malentendidos que marcó esta polémica fue que Iumna Maria Simón consideró la canción-slogan como si se tratara de las grandes composiciones de Maiakóvski “A plenos pulmones” o “A Serguei Esenin”. Pero en realidad no era ese el criterio que exigía el poema, ya que, cuando se invocaba el “agit-prop”, se remitía más bien a las publicidades que el poeta georgiano había hecho con Rodchenko durante los años veinte y que abarcaban tanto figuras políticas como productos promovidos por el Estado soviético.
Así, para la publicidad de la cerveza Trekhgornoe (Tres picos), Maiakóvski escribió el slogan: “La cerveza Tres picos expulsa la hipocresía y la pavada”. Poniendo en segundo plano sus complejas búsquedas de colocar a la política sub specie poesia, el desafío de Haroldo de Campos consistió, en este caso, en competir con la mercadotecnia electoral de los años noventa con un poema que lograra versos de alto impacto a la vez que ideológicamente progresistas. En este sentido, su hallazgo está en la fórmula “Brasil-Ciudadano”, que sintetiza una de las aspiraciones de los noventa: el derecho a la ciudadanía.
En momento como los que atraviesa actualmente Brasil, se extraña la palabra sabia de Haroldo. Alguien que, en su quehacer poético, hubiese podido dar una respuesta (un poema) contra el cada vez más presente lenguaje economicista, empobrecedor y mercadológico de los lugartenientes del poder.

Gonzalo Aguilar
Ensayista y profesor de Literatura brasileña (UBA)

Nota:
(1) “La ciudadanía de pie quebrado”, Año XVIII, núm. 51, traducción de Ada Solari. En el número 52, Punto de Vista publicó una respuesta de Nelson Ascher y en el 53, una réplica de Haroldo de Campos.

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