jueves, noviembre 26, 2015

España: las elecciones, en medio de un temblor político



Las elecciones generales del parlamento español, previstas para diciembre, se dan en medio de una convulsión política. Asistimos a una caída en picada de los dos partidos tradicionales: el PP, liderado por el actual presidente Mariano Rajoy y el PSOE, que se venían alternando en el poder las últimas décadas.
Este derrumbe ya se insinuó en las elecciones municipales y autonómicas, pero se ha profundizado y es una consecuencia directa de la bancarrota capitalista. A los estragos que ha provocado la crisis social se le unen poderosas tendencias centrífugas, en primer lugar, la amenaza de separación de Cataluña.
Los gobiernos 'nacionalistas', en Cataluña, se sumaron, a partir de la crisis, a la brutal política de ajuste que aplicaron tanto el PP como el PSOE en el conjunto del Estado, llevando adelante fuertes recortes a los gastos sociales y a los salarios. La escalada separatista es, claramente, una expresión del agotamiento de esta política. En un período de quiebras, la pretensión de una redistribución de los ingresos fiscales de España a favor de Cataluña simplemente acicatea la crisis del conjunto del Estado.

Ciudadanos

Rajoy ha tratado de ganar la iniciativa, procurando aparecer a la cabeza la unidad de España. Pero esa campaña no le ha servido para remontar el declive en que se encuentra. Las encuestas ponen en evidencia el auge de una nueva formación de características "macristas" -Ciudadanos- que oficia de sustituto del PP y que le estaría pisando los talones al partido que gobierna.
Ciudadanos ha ido más lejos que el PP en la prédica antiindependentista. Rechaza cualquier tipo de consulta vinculante en Cataluña. Su líder, Albert Rivera, ha salido a disputar el electorado "indignado", que se volcó inicialmente hacia Podemos, enarbolando el mismo discurso de "renovación" institucional y participación popular. Propone, por ejemplo, rebajar de 500.000 a 250.000 el número de firmas necesarias para presentar una iniciativa popular en el Congreso y llama a abolir el régimen de gobierno por decreto, que ha pasado a ser moneda corriente bajo la gestión de Rajoy.
La contracara es una caída de Podemos. El desenlace de la crisis griega y el apoyo que esa fuerza le dio a la capitulación de Syriza frente a la troika, ha tenido una influencia determinante en este giro.
Podemos ha reforzado su desplazamiento a la derecha. Sondeó un pacto con el PSOE que terminó naufragando .Entretanto, hace causa común con los partidos defensores del centralismo español y de la monarquía borbónica: en la crisis catalana, Podemos es hostil al derecho a la autodeterminación de Cataluña, aunque pretende disimularlo bajo la fórmula ambigua de convocatoria a un referéndum.
El discurso contra la casta política y a favor de la renovación, al margen de una transformación social, se ha revelado como un recurso maleable que puede ser explotado tanto por izquierda como por derecha.

Desafíos

El desbarranque de Podemos arrastra a las corrientes de izquierda. Izquierda Unida ha quedado pedaleando en el aire, luego de su fracaso por arribar a un acuerdo con la fuerza liderada por Pablo Iglesias. Su decisión de presentarse en forma independiente con el rótulo de "Ahora en común-Unidad popular" responde más al desplante de Podemos que a una diferencia de estrategias. Ambas formaciones políticas vienen de respaldar a Tsipras en las elecciones que lo consagraron triunfador, luego de haber aceptado las imposiciones de la Unión Europea.
Otras corrientes, como Izquierda Anticapitalista (el equivalente español del NPA francés), que se disolvió para poder ingresar a las filas de Podemos (PO 1348), han pagado muy caro su seguidismo y mimetización a dicha corriente, empezando por una severa crisis interna.
El proceso político español pone al rojo vivo los grandes problemas que la bancarrota capitalista plantea a la izquierda revolucionaria. Es necesario sacar todas las conclusiones de dicha experiencia.

Pablo Heller

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