sábado, abril 18, 2015

Hay 781 millones de personas que no pueden leer esto

Si usted está leyendo este artículo, considérese una persona afortunada. Tuvo la suerte de haber recibido una educación, de estar alfabetizada en un mundo donde la capacidad de leer y escribir puede ser la diferencia entre una vida digna y la pobreza absoluta.
Muchas cosas han cambiado en los 15 años transcurridos desde que 164 gobiernos representados en el Foro Mundial sobre la Educación, celebrado en Dakar, la capital de Senegal, acordaron seis ambiciosas metas educativas en el año 2000.
Ahora hay 34 millones más de escolares gracias a las políticas adoptadas a raíz de la iniciativa Educación para Todos (EPT). La cantidad de niñas y niños no escolarizados se redujo a la mitad desde el año 2000, y muchos países tuvieron grandes avances hacia la paridad de género en las aulas.
Pero basta con escarbar un poco y aparece una realidad más sombría. Según el último Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo, publicado el jueves 9 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), “todavía hay 58 millones de niños fuera de la escuela en el mundo y unos 100 millones… que no terminan la educación primaria”.
“Los niños más pobres del mundo tienen cuatro veces más probabilidades de no ir a la escuela que los niños más ricos…, y cinco veces más probabilidades de no concluir la escuela primaria”, según Unesco.
“A pesar de todos los esfuerzos de los gobiernos, la sociedad civil y la comunidad internacional, el mundo no ha logrado la Educación para Todos”, advirtió.

Seis objetivos y un saldo mixto

En los seis objetivos acordados en Dakar, en 2000, se propuso extender y mejorar la educación y la protección de la primera infancia, la enseñanza primaria universal, gratuita y obligatoria, el acceso equitativo a un aprendizaje adecuado de jóvenes y adultos, la alfabetización de la población adulta, la igualdad de género, y mejorar la calidad de la educación.
Aunque la tasa de matriculación preescolar mejoró en dos tercios desde 1999, y la tasa neta de matrícula primaria alcanzaría 93 por ciento a fines de este año, uno de cada seis niños en los países de bajos o medianos ingresos, aproximadamente un millón de niños en total, no asistirán a la escuela cuando venza el plazo para cumplir las seis metas en 2015.
Solo 69 por ciento de los países estudiados habrá logrado la paridad de género en el nivel primario para 2015, una cifra que baja a 48 por ciento para la educación secundaria. Aunque los gobiernos acordaron en 2000 reducir a la mitad la tasa de analfabetismo mundial, apenas se alcanzó un descenso de cuatro por ciento.
Katie Malouf Bous, asesora de la organización humanitaria Oxfam, radicada en Washington, dijo a IPS que el informe de seguimiento de la Unesco reveló “un saldo mixto, muy desigual entre los distintos países”.
La mayor desigualdad en el acceso a la educación y en los resultados educativos es preocupante, y existe la urgente necesidad de “redoblar la inversión en la educación pública y asegurarse de que esas inversiones apunten a las comunidades y los niños adecuados”, añadió.
“Se prevé que el costo total anual de alcanzar la educación preescolar, primaria y secundaria inferior en los países de ingresos bajos y medios bajos aumentará de 100.000 millones de dólares en 2012 a 239.000 millones de dólares, en promedio, entre 2015 y 2030″, advirtió un documento de la Unesco de marzo de este año.
El déficit de fondos necesarios por año para cumplir con las nuevas metas educativas “está previsto en un promedio de 22.000 millones de dólares entre 2015 y 2030″, añadió.
Ese déficit demuestra que la mayoría de los gobiernos no destinan el 20 por ciento de sus presupuestos nacionales, o el cuatro por ciento del producto nacional bruto anual, como se requiere para la educación.

Asia-Pacífico: ¿La región hace valer su peso?

“Una cosa que en verdad nos preocupa es la tendencia… del Estado de derivar algunas de sus responsabilidades al sector privado, y de centrarse en que las escuelas privadas de bajo costo… impartan la educación”, observó Bous, de Oxfam.
“Esto solo profundizar las desigualdades educativas, sobre todo en la región de Asia, donde muchas de las iniciativas impulsadas por los donantes respaldan a las escuelas privadas de bajo costo, que básicamente… tienen fines de lucro y les cobran tarifas a las familias más pobres”, explicó.
Unos 4.000 millones de personas viven en Asia-Pacífico, una región caracterizada por la desigualdad, algo que solo se agravará si los gobiernos no toman las medidas necesarias para educar a la población. En la actualidad, un tercio de todos los estudiantes de seis a 18 años de edad en el sur de Asia asisten a escuelas privadas.
Un estudio realizado este año por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reveló que más de 40 por ciento de los adolescentes que abandonaron el sistema educativo viven en el sur de Asia, y que Pakistán por si solo cubre la mitad de esa cifra.
En un informe regional de 2014 sobre los avances de la iniciativa Educación para Todos, la Unesco señaló que cinco de los países E-9, definidos como los Estados en desarrollo más poblados del mundo, se encuentran en Asia, Bangladesh, China, India, Indonesia y Pakistán.
Juntos representan 45 por ciento de la matrícula total mundial en la educación primaria y 80 por ciento de la matrícula total de la región de Asia-Pacífico en 2009, según Unicef.
Aunque estos estados avanzaron mucho en materia educativa, millones de sus jóvenes no asisten a la escuela, la mayoría de los cuales no recibirán una educación adecuada.
Esto tiene importantes consecuencias para la salud económica de la región, que en 2014 albergaba a 64 por ciento de los adultos analfabetos del mundo, o aproximadamente 497 millones de personas.
Diez países de la región alcanzaron la enseñanza primaria universal, con una matrícula superior a 99 por ciento, y nueve más lo lograrán para fines de este año, según la Unesco. Pero Bangladesh, Birmania, Camboya, Laos, Nepal, Pakistán e Islas Salomón tienen dificultades para retener a los estudiantes hasta el último año de la escuela primaria, y más para asegurar su inscripción en la educación secundaria.

Kanya D’Almeida
IPS

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