miércoles, marzo 18, 2015

El gobierno de Dilma en jaque



¿Qué expresaron las multitudinarias manifestaciones del domingo pasado en Brasil? ¿Pueden los trabajadores plantear una salida independiente a la crisis abierta?

El domingo pasado cientos de miles de personas salieron a las calles de todo el país. A pesar de los exagerados números de la Policía Militar y de la TV Globo, los diarios han divulgado la significativa cifra de más de 200 mil manifestantes solo en la Avenida Paulista, lo que señala un cambio cualitativo en relación a la insatisfacción con el gobierno de Dilma.
Las manifestaciones tuvieron como eje de reclamo el pedido de cambio y el fin de la corrupción, pero sin un programa definido, dejando espacio a un amplio abanico de ideologías de derecha, como el pedido de intervención militar, algo que sin duda hay que repudiar firmemente.
Es necesario destacar que la composición social de las manifestaciones fue marcadamente de clase media. Sin embargo, la insatisfacción popular, que por motivos diferentes alcanza a todas las clases sociales, hizo que miles de trabajadores siguieran con expectativa la convocatoria del acto.
Las jornadas de Junio de 2013 dejaron una lección que permanece viva en nuestro país: la lección de la acción callejera, es decir que es posible obtener derechos y conquistas por la movilización directa. Aquellas jornadas también plantearon que es necesario levantar desde la clase trabajadora un programa que dé una respuesta de fondo a las pésimas condiciones de los servicios públicos y la corrupción. El impeachment (juicio político) no puede dar respuesta a este problema pues se cambia al presidente pero toda la estructura política sigue siendo controlada por los partidos del orden, que gobiernan para los empresarios y los capitalistas.
Al mismo tiempo, el gobierno de Dilma está en jaque pues no supo lidiar con el clamor de las calles desde 2013, haciendo promesas que nunca se concretizaron. Contó para ello con el apoyo de las centrales sindicales que desviaron la lucha de las calles y con la militancia petista que bajo la amenaza y el peligro de un golpe de la derecha, defendió al gobierno de Dilma, sin ninguna crítica. Esta situación es expresión de un agotamiento del ciclo “lulista” de los últimos 12 años y plantea la necesidad de construir una alternativa de izquierda.
La actual situación, aunque está por verse cómo se desarrolla, plantea una actuación más decidida de los trabajadores y la juventud que no solo protagonizaron las Jornadas de junio sino también la mayor oleada de huelgas de los últimos veinte años, que tuvo entre sus puntos destacados el triunfo de los garís (barrenderos) de Río de Janeiro y una serie de huelgas importantes como la de los trabajadores de la Universidad de San Pablo (USP), la de los trabajadores de Volkswagen y la General Motors, y más recientemente la huelga de los profesores de Paraná, que a pesar de su dirección, mostraron el camino.

El ajuste de Dilma, Levy y los partidos del orden

Junto al descontento social, avanzan los ataques contra los trabajadores y el pueblo pobre. Los ajustes son un plan de toda la burguesía, y no solo del gobierno de Dilma, y son la expresión de que frente a la crisis económica quieren que seamos los trabajadores los que paguemos la cuenta. Esto puede significar que la insatisfacción tome nuevas proporciones con la implementación de los ajustes, el fin de los derechos y los despidos. Es por eso que se hace necesario realizar asambleas entre todos los trabajadores que son parte de CSP-Conlutas y las Intersindicales y desde ahora organizar un plan de lucha que exprese los conflictos en curso.
El próximo 26/3 líderes de la juventud antigubernamental convocan a un día de lucha por la educación que debe buscar la solidaridad con la huelga de los profesores de San Pablo, que se encuentra en un momento decisivo ya que el gobierno de Alckmin está atacando el derecho de huelga. Mientras tanto, el Senado avanza en los ajustes contra los trabajadores y la población, preparando la votación de un proyecto contra los sectores más explotados de la clase trabajadora, con el Proyecto de Ley (PL) 4330, que profundiza la tercerización del empleo. Este Proyecto de Ley será propuesto a votación el próximo 7 de abril y por eso será fundamental, como parte de un plan de luchas, desde CSP-Conlutas y las Intersindical organizar una jornada de paralización nacional contra los ajustes y la PL 4330.
Es necesario levantar un programa obrero para enfrentar esta situación que debe comenzar por no aceptar ningún despido, u otras formas de ataque al trabajo, exigiendo la reducción de la jornada de trabajo sin reducción salarial, para que todos tengan acceso al empleo. Es necesario combatir la inflación luchando para que el aumento del salario sea en función del aumento del costo de vida. Que todos los trabajadores reciban, como mínimo, un salario mínimo según la canasta básica oficial (DIESSE). Debemos luchar por el fin de la PL 4330 que profundiza la tercerización y garantizar la efectivización de todos los trabajadores tercerizados sin necesidad de concursos públicos. Para que ninguna familia permanezca sin luz ni agua, por la apertura de los libros de contabilidad de las empresas que fueron privatizadas y que sean estatizadas bajo control obrero y popular, como única forma de garantizar agua, saneamiento y energía de calidad, segura y a bajo costo.

Una Asamblea Constituyente libre y soberana

En el contexto de crisis política nacional, los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre deben conquistar el derecho a decidir y hacer valer su voluntad, pues son los que sustentan al país, y avanzar en el cuestionamiento de la sociedad de conjunto. Luchar por una Asamblea Constituyente libre y soberana, donde la población pueda decidir y responder a los grandes problemas del país sería una forma de enfrentar la situación actual. Es necesario combinarlo con la agitación de ideas concretas que puedan enfrentar la corrupción e impedir que todo quede impune: es necesario luchar por Comisiones Independientes de Investigación y la confiscación de los bienes de todos los corruptos. Los políticos, diputados, jueces y funcionarios de alto grado deberían ganar lo mismo que una profesora del estado.
Frente al enorme desgaste del PT y las variantes opositoras de derecha y los grupos reaccionarios que vienen manifestándose, la izquierda necesita abrir el más amplio debate sobre la herramienta que los trabajadores necesitan construir para avanzar en un camino independiente del gobierno, la derecha y los patrones.

Diana Assunção
San Pablo
La autora es dirigente de la Liga Estrategia Revolucionaria de Brasil y directora del Sindicato de Trabajadores de la Universidad de San Pablo (SINTUSP)

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