lunes, diciembre 22, 2014

El Papa “reconcilia”… a favor del capitalismo

La etapa que se abre de “relaciones diplomáticas” entre Estados Unidos y Cuba, restableciendo el diálogo roto desde 1961 (tras la Revolución de 1959, donde se expropió a la burguesía y nacionalizó la economía, dando nacimiento a un Estado obrero, en un proceso sui generis) muestra las debilidades (y oportunidades) de los actores en juego

En primer lugar, muestra los límites de la política imperialista norteamericana, en momentos donde se mantiene su desgaste y pérdida de hegemonía (económica y geopolítica). Como reconoció el propio presidente Obama en su discurso –emitido en directo, prácticamente paralelo al de Raúl Castro– “estos 50 años de aislamiento no han funcionado y es momento de cambiar de postura”; “no creo que debamos hacer lo mismo durante otras cinco décadas y esperar un resultado distinto”. (Hablamos acá de décadas de heroica –y esforzada, sufrida– resistencia del pueblo cubano al bloqueo comercial, a los boicots y todo tipo de maniobras, especulaciones y ataques.) Más allá de los tironeos internos entre “halcones” y “palomas”, es un nuevo intento (posible vía) de recolonización imperialista.
En segundo lugar, la burocracia gobernante de la Isla se anota un “triunfo”, una nueva “posición” (o ubicación) desde la cual negociar con EE.UU., en medio de un proceso que el mismo Raúl Castro denomina “actualización de nuestro modelo económico para construir un socialismo próspero y sostenible”, y que es en realidad la restauración del capitalismo; un “modelo” que combina el verticalismo y autoritarismo político del “modelo chino” y el “modelo vietnamita” con la apertura económica –es decir, big business para los capitales de EE.UU. y del resto del mundo–. Secundariamente, también representa un posicionamiento ante un “mundo multipolar” del resto de los países de América Latina, desde los “posneoliberales” hasta los más pro-yanquis (desde Evo Morales y Cristina Fernández a Juan Manuel Santos, todos felices por esta “reanudación de relaciones”, que significa un elemento de estabilidad, de conservadurismo, en la situación política regional, en el ocaso del autodenominado “socialismo bolivariano” –y que no fue más que el Estado capitalista de Venezuela en plan populista-“reformista”–).
En tercer lugar, se continúa con el “operativo mani pulite” desde el Estado Vaticano, promocionando al Papa y a la “santa sede” como actores-artífices de esta negociación que habría priorizado los “motivos humanitarios”, con el canje de prisioneros (Alan Gross y tres de los cinco cubanos acusados por EE.UU. de “espías”). La iglesia católica, entonces, resurge como un actor de peso en las movidas (y en algunos casos convulsionadas) arenas globales de la geopolítica. Así como el Papa “paró la guerra” contra Siria, ahora se anota otro punto a su favor al influir en este viejo enfrentamiento que era, durante la llamada Guerra Fría, una sólidamente establecida “guerra de trincheras”. (¿Comenzó ahora una fase de “guerra de movimientos”?)
La casta gobernante de Raúl Castro y Cía. se apresta, desde el poder que tiene el sector militar del Estado, que maneja los más importantes resortes de la economía, a transformarse en unos “nuevos ricos”. Las burocracias de URSS, Cuba, Yugoslavia y Vietnam priorizaron –cuando accedieron al poder, durante la Segunda Guerra Mundial y los años siguientes– sus beneficios materiales, parasitando la economía de los Estados obreros que surgieron, degenerándolos y deformando el régimen político (anulando toda posibilidad de democracia obrera, y renunciando a toda política internacionalista revolucionaria), para así terminar mancillando, urbi et orbi, las perspectivas de la lucha por el socialismo y el comunismo. Cuestión que hasta el día de hoy se mantiene y que ya había sido analizada por León Trotsky, en particular respecto a la URSS, en uno de sus más importantes trabajos, La revolución traicionada (1936).
Lamentablemente seguiremos viendo cómo, tras los brutales sufrimientos del pueblo cubano en la década del ‘90, durante el llamado “régimen especial” (período que ha retratado con agudeza Leonardo Padura en muchas de sus novelas, cuando, tras la disolución de la URSS la economía de Cuba quedó a la deriva), nada bueno vendrá ahora para el pueblo cubano con la mayor “apertura” económica que lleva adelante la burocracia gobernante hacia la restauración del capitalismo.

Demian Paredes
Instituto del Pensamiento Socialista “Karl Marx”
@demian_paredes

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