viernes, diciembre 19, 2014

Crisis mundial, la culpa no es del petróleo



El desequilibrio que acaba de estallar se ha multiplicado por la acción de los fondos financieros, que especularon fuertemente en favor de un aumento de los precios petroleros. El derrumbe de Petrobras. El colapso ruso. Se abre un período de caídas de gobiernos y golpes de Estado.
Es habitual oír decir a los K que “nos afecta la crisis de afuera”; es lo que repiten italianos, panameños y nepaleses. Cuando esta exculpa da la vuelta al mundo, la responsabilidad de la crisis parecería venir del espacio exterior. Es lo que ocurre ahora con la caída de los precios internacionales del petróleo. Se finge ignorar que el capitalismo es una trama que unifica en una red única a toda la economía mundial. La gran onda de la crisis de las últimas décadas fue desatada por una suba de los precios de los hidrocarburos, en 1973, cuando los Estados petroleros árabes los cuadruplicaron en un abrir y cerrar de ojos no por la baja. Como consecuencia de ello, Estados Unidos ingresó en una recesión convulsiva y prolongada, y en una inflación de dos dígitos, mientras en los países de la periferia se abría un ciclo que culminaría con las grandes crisis de principios de los '80.
Para que un exceso de producción en relación con la demanda provoque una crisis de proporciones grandes, es necesario que se reúnan al menos algunas condiciones. Por ejemplo, que los productores tengan invertido un capital considerable, y que sus deudas financieras sean altas y a plazos cortos. La industria del gas y el petróleo no convencionales de Estados Unidos ha quedado fuertemente expuesta a esta crisis, porque sus deudas en bonos llamados 'basura', debido a sus altas tasas de interés, son el 50% del total de este mercado. No es casual que Financial Times titule “Los bancos también sufren la caída de los precios del crudo” (ver El Cronista, 16/12). Se refiere en forma explícita al Wells Fargo y al Barclays, y agrega que “los bancos que lideraron la captación de fondos (para las empresas de energía) registraron pérdidas, a valor de mercado, estimadas en un 40 por ciento”. Queda claro entonces que estamos ante una gran manifestación de la crisis capitalista en su conjunto, no al episodio petrolero.

Crisis financiera y política

La evolución de los precios del petróleo tampoco está regida, en un sentido estricto, por la oferta y la demanda. El desequilibrio en este aspecto es menor, pero se encuentra amplificado por la acción de los fondos financieros, que han especulado fuertemente a favor de un aumento de los precios, y ahora deben saldar pérdidas por el giro de la situación, cuando otros fondos han comenzado a especular a la baja. Ninguna mercancía cae 30% por ciento en un par de días, salvo cuando ocurren accidentes climáticos o de otro tipo. El proceso financiero explica que Turquía, un país que no exporta sino que importa petróleo, asista a la devaluación de su moneda, lo que se explica por la vulnerabilidad que ofrece su elevada deuda externa.
La caída de los precios no afecta solamente a las compañías petroleras y de servicios tecnológicos, como sería el caso de la norteamericana Conoco, la rusa Rosneft, PDVSA o Petrobras, cuyos costos de producción quedaron por arriba de los precios. Golpean en especial al Tesoro de los países que dependen en exceso de ella -como Nigeria, Venezuela, Brasil, México y, por sobre todo, Rusia. Pero esta afectación es en perspectiva, porque de acuerdo con los contratos que tienen firmados siguen vendiendo al precio elevado anterior del crudo. Si el impacto ha sido de todos modos enorme, ello obedece a que empalma con su vulnerabilidad sistémica: la deuda de las corporaciones de Rusia con el exterior es de alrededor de medio billón de dólares. Rusia ya venía registrando una salida de capitales con anterioridad a la debacle petrolera, debido a las sanciones internacionales por el conflicto en Ucrania y también por un principio de recesión. Ahora esa salida es impetuosa, y el rublo, en consecuencia, se ha desvalorizado enormemente. Podría desatarse un colapso bancario, incluso cuando su Banco Central tiene reservas por 350 mil millones de dólares. La causa última de todo este desenvolvimiento es que la oligarquía capitalista rusa tiene su casa matriz en Londres, no en Moscú; no en el desarrollo industrial de Rusia sino en el desarrollo especulativo de la City. Esta realidad pone al desnudo la completa orfandad del supuesto 'gobierno fuerte' de Putin, que opera sin red de seguridad. La oligarquía capitalista rusa le exige una capitulación ante la Otan en el tema Ucrania.
Estamos ante la perspectiva de una crisis política severa -o sea, caídas de gobiernos y golpes de Estado.

Petrobras y más

El derrumbe de Petrobras tampoco ha sido asunto de días; ha perdido el 80% de su valor bursátil a lo largo de la década. Lo que ocurre ahora podría ser demoledor. Ocurre que Petrobras arriesgó inversiones enormes en proyectos costosos con dinero público; su contrapartida privada, el empresario nacional y popular Eike Batista, tiró la toalla hace más de un año. El precio que necesita para equilibrar el balance es de 80 dólares el barril (ha caído a 55). A esto se agrega el estallido de su esquema de corrupción, el cual vincula a la empresa con las principales contratistas del país, que negocian a nivel mundial. Los accionistas de Petrobras podrían reclamar que la empresa los resarza por las pérdidas ocasionadas por la corrupción; la empresa tiene contratado un seguro para sus funcionarios, pero no para ella misma. Un proceso judicial internacional acabaría con la compañía; por eso, hay una enorme presión para descabezar a toda su cúpula y proceder a una refundación sobre bases considerablemente más privatistas. La crisis brasileña es sencillamente enorme; y su repercusión sobre Argentina, demoledora.
La sobreproducción de petróleo y de gas obedece en la mayor parte a la explotación de las cuencas no convencionales de Estados Unidos. Esta 'proeza' tecnológica (profundamente contaminante y sísmica) no hubiera sido posible sin el dinero barato creado por la Reserva Federal para hacer frente a la crisis mundial. La crisis petrolera pone un final objetivo a este tipo de endeudamiento, del mismo modo que pone un final al endeudamiento internacional que la crisis petrolera hace estallar por todos lados. Los vasos comunicantes de la crisis son de una transparencia diáfana. El impacto de la crisis en la producción no convencional de Estados Unidos ya es muy intensa. Se prevén quiebras, cierres y una mayor concentración de capital.
Los analistas que siguen estos hechos comparan lo que ocurre, unos con la crisis asiática que empezó en 1997 y terminó en 2002 en Argentina (pasando por Rusia -que casi desapareció como Estado-, Estados Unidos -quiebra del mayor fondo financiero del mundo, LCTM- y Brasil); otros con la que estalló en 2007/8, donde el papel de la crisis hipotecaria en el derrumbe financiero ahora lo ocuparía el petróleo.
Todo esto por el lado de la guerra económica, pero se vislumbran consecuencias políticas y militares: por de pronto en Ucrania-Rusia, y en Medio Oriente, con Irán-los emiratos petroleros y la guerra en Siria e Irak.

Jorge Altamira

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