sábado, julio 19, 2014

La agresión de Israel y el peso de una equivocación histórica



Apuntar todo el foco de la tensión entre israelíes y palestinos en Hamas y su posición de responder militarmente a la agresión israelí, es desconocer en forma grosera las raíces históricas del conflicto. Estados Unidos y su poderosa maquinaria de difusión política, están haciendo precisamente eso, contribuyendo a la distorsión y generando más daño y resentimiento tanto en israelíes como en palestinos.
Desde que se instaura el estado de Israel en mayo de 1948, bajo el amparo de Naciones Unidas, Estados Unidos, Unión Soviética y las potencias europeas vencedoras en la Segunda Guerra, cometieron la gran equivocación de no facilitar la instauración inmediata de un estado Palestino con la misma convicción que se proclamaba el estado de Israel.
La historia es bien conocida. La propuesta de Gran Bretaña, -en aquel entonces regente colonial de Palestina- en enero de 1947 de dividir a Palestina en dos zonas, una judía y otra árabe, fue rechazada tanto por árabes como judíos. Frente al impasse, el tema se aborda en Naciones Unidas, y finalmente es una asamblea general la que vota por la partición en una votación dividida en noviembre de ese mismo año. La parte judía acepta la propuesta con el apoyo de Estados Unidos y el bloque soviético. Los árabes apoyados por la Liga Árabe, la rechazan.
Es cuando la actividad terrorista del sionismo se instala como instrumento de presión hasta el retiro de los británicos. Organizaciones como Irgun, “Stern Gang”, y Haganah, encarnan la actividad armada hasta que los británicos abdican su dominio sobre Palestina y el 14 de mayo de 1948 es proclamado el estado de Israel encabezado provisoriamente por el líder sionista Chaim Weizmann. Es conocida la situación del presidente estadounidense Truman que al reconocer al estado de Israel, su secretario de estado Marshall manifiesta su oposición, y hace la observación de que Truman había decidido por razones domésticas. Truman es reelegido al final de ese mismo año y es bien conocida la influencia del lobby judío en Estados Unidos.
Comienzan inmediatamente las hostilidades entre árabes y judíos que no cesan hasta hoy. Hay que señalar desde un comienzo que este ataque Israelí es contra los palestinos que están en Gaza y no es solamente para mermar la capacidad bélica de Hamas. El problema principal no consiste solamente en una restitución de territorio, se trata de una rectificación histórica hacia ese despojo de 1948 que significó construir el estado de Israel en detrimento de formar el otro estado. En las seis décadas siguientes, se le impidió al pueblo palestino crear las condiciones para formar su estado y la mayor parte de la atención internacional se centró en fortalecer a la recién formada Israel. Durante este período que supera con creces la mitad de un siglo, a partir de la fundación del estado de Israel, los intentos de la comunidad internacional para restituirle al pueblo Palestino los derechos para forjar el estado del que fueron despojados, han fracasado.
Esos derechos están consagrados en la Carta de Naciones Unidas y todo está ocurriendo por un acuerdo logrado en el órgano multilateral por excelencia como Naciones Unidas, que no fue capaz de medir las implicancias de lo que hoy podría catalogarse sin temor a exagerar, como la peor decisión política en la historia del organismo. Claramente, Naciones Unidas nace y se desarrolla como un organismo condicionado por la guerra fría y la fiel expresión de este fenómeno es el ataque desmesurado de Israel a la franja de Gaza y que permanece impune y sin condena por parte de Naciones Unidas.
Más grave aún es el estado de situación del pueblo palestino, que exhibe un nivel de deterioro y retroceso que no se anticipaba ni en los períodos más tensos de la guerra fría. Los hitos de negociaciones simbolizados en Camp David, paz entre Egipto e Israel (1978), y Oslo, plan de paz entre la autoridad palestina y el gobierno Israelí (1993), ninguno resultó ser un avance o compromiso concreto por parte de Israel para devolver territorios ocupados y menos para facilitar la formación de un estado Palestino. Ambos eventos han sido la engañosa antesala de lo que ocurre hoy con una población palestina sometida al arbitrio de un estado altamente militarizado como Israel, y que cuenta con amplias prerrogativas para aplicar su doctrina unilateral de protección con el apoyo de la potencia mayor como es Estados Unidos.
El problema político actual no reside en Hamas ciertamente porque su estrategia no contempla la destrucción de Israel, pero sí Israel contempla la destrucción de Hamas. El problema reside en la acción del Sionismo extremista, vertebrada con la industria terrorista que se escuda bajo la fachada de Yihad y que intenta destruir a Siria e Irak.
Para Israel atacar a Hamas es la fachada en la protección de su estado y su integridad. Sin embargo el verdadero objetivo va más allá de Hamas y es donde el Sionismo comparte objetivos con la industria terrorista en la estrategia de dividir al mundo árabe e islámico y desestabilizar estados como Irak Siria e Irán que puedan significar una amenaza a dos aliados por conveniencia temporal, Arabia Saudí e Israel. Todo manejado con maestría por Estados Unidos que no cesa en su campaña de cambio de régimen en esos tres países que incomodan tanto a la industria petrolera como a Israel. Las corporaciones transnacionales de la industria del petróleo e Israel son aliados y en esa alianza, Arabia Saudí juega un papel central por su capacidad de aportar con recursos. Sus múltiples vínculos con la industria terrorista se han visto especialmente reflejados en el plan de derrocar al gobierno en Siria.
La situación es sin duda el reflejo acumulado de la mayor anomalía de los acuerdos post segunda guerra mundial y como foco de tensión internacional permanente, es solo comparable con lo que emana desde el enclave comprendido por las dos Coreas, China y Japón.

Juan Francisco Coloane

No hay comentarios.: