sábado, mayo 31, 2014

PODEMOS amarga la vida a los grandes empresarios



Sin querer, una testigo me cuenta cómo un grupo de grandes empresarios se olvidaron de su orden del día para hablar de Podemos.

Regresaba a Ribes en el autobús con muy buen gusto de boca después de la presentación de la presentación de Elegía en Port Bou, el intenso libro de poemas de Antonio Crespo (Bartably Editorial). Mientras repasaba mis notas del acto alguien me ha toca por la espala y, sorpresa, me he encontrado con una antigua conocida que casualmente era casi vecina y de la que era una chica ambiciosa y preparada. En estos últimos años había hecho carrera organizando reuniones de grandes empresarios, pero conociéndome no ha tardado en aclararme que lo suyo era un “modus vivendis”, que no me creyera yo que había también, me ha dicho recordando sin duda tiempos lejanos.
La conversación ha seguido por cosas personales hasta que me ha empezado a contar que regresaba de Madrid después de preparar una reunión a más de magnates de un cierto nivel y que por lo que había entendido, se presentaba como muy importante. Sin embargo, me decía, la reunión en realidad no ha tenido lugar, no ha había habido tiempo. ¿Por qué?, pues porque los señores se enfrascaron en una discusión sobre los resultados de Podemos hasta tal punto que se olvidaron de todo lo demás. Esto no es algo que suela suceder frecuentemente. De hecho, en su larga experiencia, ella nunca había visto nada parecido.
¿Qué decían?, pues más o menos que eso era imposible y que además no podía ser. Según mi amiga se lamentaban de haber menospreciado a Podemos, seguramente pensaban que todo seguía en orden. Tenían perfectamente claro quien estaba ganando la lucha de clases y también, que mientras la “algarabía” no llegará a los puestos de trabajo, no había nada que temer. Pensaban que lo tenían todo atado, sabían que existía una izquierda no practicante, que no había nada que temer de los sindicatos ni de los “comunistas”. Esta no era ninguna opinión improvisada, era una lección perfectamente aprendida desde principios de los años ochenta, con Reagan y Thatcher. Se trataba de neutralizar toda oposición real, no mediante la represión como era propio del fascismo, sino desde la democracia como enseñaba la historia norteamericana.
Las lecciones de la “democracia” norteamericana era dejar fuera del “sistema” todo lo que encajara con el sistema del partido único con dos tendencias opuestas pero complementarias. Algo no muy diferente sucedía con los sindicatos, convertido en parte de la oposición leal al sistema, el última estancia, si salía algún “outsider” siempre habían métodos para comprarlos, y cuando me contaba esta parte recordaba las veces que actuando como sindicalista algún amable jefe me pregunta, pero a ver, ¿tú que quieres?, ¿a qué aspiras?. De ahí que representantes de la izquierda y del sindicalismo entraron en los bancos por citar un ejemplo. Con lo que quedaba fuera cabían dos opciones básicas, “permisividad” con intelectuales y colectivos culturales críticos mientras todo quedará en un desahogo. Otra cosa cuando un grupo radical cobraba una importancia excesiva, entonces entraba el plan B, el que aplicaron por ejemplo a los Back Panthers.
Este que cuento en una amalgama entre lo que decía ella y decía yo, pero regresando a la reunión fallida de Madrid, mi amiga contaba que estaban muy preocupados con los medias que no controlados –supongo que Público, La Tuerka-, pero, sobre por la cancha que se le había dado en programas como los de la Cuatro o en la Sexta, a las que trataron de irresponsable. Para algunos que están de vueltas de análisis concretos cuando en realidad no se han movido de sus verdades, ignoran aquello que decía Marcase de que el penúltimo capitalista vendería la cuerda para ahorcar al último.
El capitalismo tiene no pocas contradicciones internas y, sí hablamos de los medias, no todas las plantillas están cubiertas solamente por lameculos como parace ser en La Razón y el ABC, que fue el diario favorito de Franco y de Pînochet . Sí ven una oportunidad de ganar audiencia y tener beneficios abriendo espacios a la izquierda, lo harán. Lo hicieron claramente durante el franquismo, recordemos que el dueño de Triunfo no provenía precisamente de la CNT y su idea inicial era crear una revista comercial, luego vio que por la vía democrática se haría rico y no lo pensó dos veces. También cabe recordar que Cuadernos para el Diálogo fue obra de un ex ministro de Franco, pero que con el tiempo, uno de sus directores más estable era simpatizante de la LCR.
De la conversación que duró todo un viaje –casi una hora-, deducimos al final dos lecciones. Una la extrajo servidor de una vieja historia de la España caciquil. Hay elecciones y los campesinos se reúnen entre ellos para ver a quien pueden votar, pero como no saben discuten y discuten hasta uno de ellos ofrece la solución: había que votar al que más tirria le tenían los caciques, una lección elemental de conciencia de clase que muchos se olvidan llenándose la boca sobre la clase obrera pero que no molestan a un botones de derechas. La otra la ofreció ella, cuidado, cuidado, esta gente tiene ahora “pánico social” y desde luego son cualquier cosa menos gente noble y honesta.
Al despedirnos me confesó que ella no había votado esta vez a Podemos, pero me aseguraba que lo haría la próxima vez. Esa es una canción que vengo escuchando estos últimos días.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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