domingo, mayo 04, 2014

Brasil, a cuarenta días del Mundial



El mundial se llevará a cabo bajo un verdadero estado de excepción, con la colaboración de Estados Unidos y del sionismo. Se movilizarán 180 mil agentes de seguridad, incluyendo personal de seguridad privada y de las Fuerzas Armadas. La mayor parte del gasto en seguridad se ha destinado a la compra de armamento. Parte del personal ha sido entrenado por una empresa paramilitar norteamericana acusada de masacre de civiles en Irak. No se habían apagado las repercusiones de la huelga policial de Bahía cuando se sublevaron las favelas de Río, que se encuentran militarizadas. El brutal crimen de un joven a manos de la policía provocó una pueblada contra las fuerzas de seguridad. “Los vecinos de los suburbios se manifiestan hoy con más ira, emprendiéndola a pedradas contra las unidades policiales, a las que acusan de violar sus derechos, incendiando vehículos, montando barricadas y cortando calles y avenidas. La mecha ha prendido con fuerza y el martes por la noche el fuego llegó a un barrio cuya seguridad se considera crucial para la organización local de la Copa del Mundo”, testimonia el cronista de El País (23/4). Casi al mismo tiempo, en Osasco, una localidad que queda a 16 kilómetros de San Pablo, treinta ómnibus eran incendiados. Un columnista califica como “endémica” esta expresión de furia, y señala que en lo que va de 2014 se incendiaron más vehículos que en todo 2013.

Mensalão al cubo

Mientras esto ocurre, la compra sobrefacturada de la refinería Pasadena por parte de Petrobras (pagó 1000 millones de dólares por una compañía que dos años antes costaba 42 millones) se ha transformado en una crisis política. Una jueza del Supremo Tribunal Federal ha determinado que una comisión del Senado se aboque exclusivamente a la investigación del escándalo. El PT apelará al Supremo Tribunal Federal en su conjunto (para ganar tiempo), mientras impulsa sendas investigaciones sobre las obras del puerto de Suape en Pernambuco y por sobreprecios en el metro de San Pablo, escándalos de corrupción que involucran respectivamente a Eduardo Campos y Aecio Neves, principales rivales de Rousseff en las elecciones de octubre. El ‘destituyente’ O Globo (24/4) añade zozobra al difundir una auditoría de Petrobras, que señala que se retiraron de la refinería Pasadena unos 10 millones de dólares con una simple autorización verbal. Los niveles de corrupción y descomposición del régimen político brasileño superan todos los registros conocidos en la historia moderna del país.
La inestabilidad de la situación política la revelan las especulaciones sobre el desempeño de la selección brasileña en el Mundial. La precariedad política de un gobierno que ata su suerte a un pronóstico deportivo no podría ser mayor. Por demás, es ingenuo suponer que la conquista de la Copa pudiera apaciguar los ánimos. “Aquí, esta vez no hay clima de Copa. Nos preocupan otras cosas”, le asegura un grupo de pescadores a un periodista.

Gustavo Montenegro

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