jueves, marzo 27, 2014

El día que en España se gritó “¡Ya basta!”



Más de dos millones de personas, llegadas desde todos los rincones del Estado español, protagonizaron en Madrid “La Marcha de la Dignidad”, la mayor manifestación en la historia reciente. La respuesta oficial ante la multitudinaria concentración contra el plan de ajuste del gobierno fue la represión y el desconocimiento de un movimiento de protesta que crece día a día.
Explotó Madrid. Los informativos de la noche arrancaron con imágenes de antidisturbios enfrentándose a manifestantes en el centro de la ciudad. Gases, pelotas de goma y gente de todas las edades dispersándose como podían. Vallas tiradas, piedras, barricadas y furgones policiales en retirada. Gritos, sirenas y más de 20 personas detenidas.
La ciudad explotó porque más de dos millones de personas llegaron desde todo el Estado español para decir “¡Ya basta!” a la situación de desempleo, recortes y hambruna en todo el país. Se trató de la movilización más grande de la historia reciente, bajo las consignas “No al pago de la deuda externa; Ni un recorte más; Fuera los gobierno de la Troika; Pan, trabajo y techo para todos y todas”.

Resuenan las tierras de España, en las herraduras...

Hace meses se viene gestando la Marcha de la Dignidad, desde abajo, desde las barriadas, debatiendo y organizándose en torno a derechos fundamentales. Veintitrés marchas ciudadanas que atravesaron España, sumando apoyo y solidaridad en cada pueblo.
“Nos lo podrán quitar todo, pero nunca la dignidad... ni las ampollas”, bromeaba una persona que caminó durante tres semanas. A pie, en autobuses, en trenes, en coches particulares, llegaron a Madrid. Desde las afueras confluyeron en ocho columnas que se dirigieron hacia el centro. Vinieron de todos los rincones del país. Desde Navarra y Euskal Herria, de Aragón y Cataluña, desde Andalucía avanzaba el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), integrando la columna más numerosa.
Las gaitas anunciaban el arribo de la columna de Galicia, Cantabria, Asturias, y Castilla y León. La columna de Levante, que caminó desde Alicante, Valencia y Murcia, fue recibida con agitación en el Puente de Arganda, el mismo por el que desfilaron las Brigadas Internacionales que lucharon en la Guerra Civil española.
Allí iban las mareas de los trabajadores de la salud y la educación, los parados, los mineros, las amas de casa, los precarizados, los bomberos, los yayoflautas, la plataforma de afectados por la hipoteca, el movimiento de mujeres, los estudiantes, los despedidos de Coca-Cola. Y muchos más. Son la extrema izquierda de la que habla el gobierno del presidente Mariano Rajoy. El partido Obrero Socialista Español (Psoe) y las cúpulas de los grandes sindicatos estuvieron ausentes en una jornada sin precedentes, donde se respiraba la indignación junto con la ilusión de crear una alternativa posible.

Sí se puede

La situación del país es conocida internacionalmente: un increíble calco de las políticas que azotaron a América Latina en los ´90. Ante la crisis, el plan de ajuste del gobierno de Rajoy tiene resultados concretos. Se escucharon en la plaza cuando el actor Willy Toledo y la periodista Olga Rodríguez leyeron el “Manifiesto de la Marcha de la Dignidad”: “En 2014 nos encontramos ante una situación extremadamente difícil, una situación límite, de emergencia social, que nos convoca a dar una respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la ciudadanía y los pueblos. Millones de trabajadores y trabajadoras se encuentran sin empleo. Tener unas manos para trabajar; tener una carrera terminada; disponer de tu capacidad tanto manual como intelectual y no encontrar un trabajo digno es humillante. Se está desperdiciando el talento colectivo de una sociedad, hipotecando indefinidamente su futuro. Los trabajadores y trabajadoras no se merecen este atropello a nuestra dignidad colectiva".
A la hora de referirse a la política económica del Estado español, en el manifiesto se dejó en claro que “estamos sufriendo las políticas ejecutadas por el gobierno del PP al dictado de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea), consistentes en el robo de derechos y el empobrecimiento generalizado de la mayoría social. Estas políticas que se fundamentan en el pago de una deuda ilegítima que no han contraído los ciudadanos y ciudadanas, son producto de la especulación bancaria y los excesos de los distintos gobiernos. Privatizan lo rentable mientras nos recortan el presupuesto en salud, educación, dependencia, transportes públicos, agua, energía, comunicaciones, servicios sociales, etc., lo que redunda negativamente en nuestros derechos ciudadanos. Se ríen de nuestros mayores que sufren una enorme pérdida de su poder adquisitivo, mientras ven como sus ahorros de toda la vida están secuestrados por la estafa bancaria de las preferentes y otros productos financieros delictivos”.
Al final, se expresó que en España existe “un régimen y unos gobiernos que nos agreden y no nos representan”, por lo cual los manifestantes exigieron que se vaya el gobierno del Partido Popular (PP) y “todos los gobiernos que recortan derechos sociales básicos, todos los gobiernos que colaboran con las políticas de la Troika”. Eso se escuchó en la plaza, mientras en la televisión hablaban del ex presidente Adolfo Suarez, que agonizaba en un hospital.

El día que apagaron la luz

Previendo la dimensión de la marcha, la ofensiva del gobierno comenzó días antes, cuando comparó a los participantes de la movilización con el grupo neonazi griego “Amanecer dorado”. Siguió en el Parlamento, con diatribas calcadas de la época franquista, acusando de extrema izquierda a quienes demandan el cumplimiento de los derechos básicos. Continuó, horas antes de la jornada, con la Guardia Civil reteniendo decenas de autobuses con manifestantes que pretendían entrar a Madrid, junto con el despliegue de más de 1.700 agentes antidisturbios.
La manifestación estaba permitida hasta las 21 horas (en España hay que pedir permiso para movilizarse), pero a las 20:15, mientras la orquesta sinfónica tocaba en la Plaza Colón, los uniformados entraron en acción para dispersar la movilización que venía desarrollándose de manera pacífica y festiva.
Y esta imagen es lo que escupió la televisión, ante la impotencia de la toda la gente que vivió la jornada y de todos los que no pudieron viajar a Madrid. Los medios comunicación siguen intentando ningunear la jornada, centralizando la información en los disturbios, y el gobierno se muestra “asombrado” por la supuesta violencia popular. Pero en las calles, la rebeldía, desde abajo, crece. Las columnas de millones de personas dicen otra cosa: “El miedo está cambiando de bando”.

Lucas Koller, desde Madrid.

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