domingo, octubre 13, 2013

¿Qué significaba y significa la reconciliación nacional?



La llamada a la “reconciliación nacional”, fue una de las propuestas básicas del PCE en la clandestinidad. El franquismo escupió sobre ella, pero desde 1977 se convirtió en uno de los argumentos de la derecha neofranquista, luego reciclada en neoliberal.
Son muchas las voces que manifiestan su estupor ante la capacidad de maniobra de la derecha, y las citas de Marcelino Camacho y demás, por parte de Gallardón en las Cortes, en su respuesta a IU sobre la “querella argentina”, ha sido una de ellas. Me parece que esta es una reacción más bien ingenua. La gente que transita por los pasillos del poder, no son meros conservadores que creen en normas anticuadas. Son ante todo, gente que quiere ganar, y no le importa mucho el precio. Si lo necesitan, pueden citar a Lenin como a Camacho o el Lucero del Alba. Lo suyo es ganar, dominar.
De haberlo necesitado, Gallardón habría tildado a IU de “totalitario” y de cosas peores… Además, hace mucho tiempo que las derechas del Reino de las Españas, utilizan el recurso de la “reconciliación nacional”, pero en el sentido de la amnistía de 1977. Esta es su “reconciliación nacional”, una aceptación de la situación heredera en aras de una concordia basada en la continuidad reformada del Estado anterior.
Desde entonces, la derecha no ha dejado de exaltar su –digamos- lecturas del concepto. Es desde dicho lugar desde recuerdan –felizmente- como el PCE –o sea su dirección, Santiago Carrillo vamos-, como este partido tuvo “sentido de Estado”, y sirvió para “vaciar las calles”. En realidad, les sobran motivos para quitarse el sombrero, ellos salieron ganando, en tanto que la base social del PCE aún no se ha recuperado del estupor. La respuesta a este contraste es que nos estamos refiriendo a lecturas muy diferentes del mismo concepto.
La “reconciliación nacional” fue la clave de bóveda en la estrategia del PCE desde 1956, una fecha plena de significados. En sus trazos básicos, se decía: “En la presente situación, y al acercarse el XX aniversario del comienzo de la guerra civil, el Partido Comunista de España declara solemnemente estar dispuesto a contribuir sin reservas a la reconciliación nacional de los españoles, a terminar con la división abierta por la guerra civil y mantenida por el general Franco.” Por entonces, ya hacía tiempo que había quedado claro que el pueblo no podía esperar nada, nada de nada, de las democracias victoriosas.
Antes al contrario, los Estados Unidos, la potencia líder emergente de la Guerra Mundial, habían mostrado por Franco, todas sus preferencias. Eso significaba que ni tan siquiera iban a tratar de “civilizar” a su aliado…El “maquis” que quedaba, sobrevivía de mala manera, el exilio se adivinaba para largo. En el interior, los efectos de la derrota se mostraban devastadores. Torturar, hacer desaparecer personas, asesinar, siguió siendo una práctica sólidamente establecida, y durante muchos años, no causaron más que algunos problemillas diplomáticos. Como cuenta Castilla del Pino en sus memorias, cuando reaparecía un “rojo” en tal o cual localidad, era muy propio que alguna autoridad comentara: ¿Pero a este no lo habían matado? Ante semejante situación, había que empezar a levantar la cabeza, izar la bandera blanca.
Esto solamente podía significar la renuncia a la lucha armada, el optar por la “vía pacífica”. No creo que esté en discusión que esta orientación contribuyó de manera poderosa a la expansión del PCE-PSUC, algo que, indudablemente, resultó determinante para la reconstrucción de un movimiento obrero y popular, que solamente a partir de los años setenta, ya empezó a resultar descordado por la izquierda. (La propuesta tenía también una lectura interior, de la historia comunista oficial. 1956 fue un año clave en el creciente declive del estalinismo, Jruschev se había impuesto entre los herederos de este con su célebre Informe, y las tentativas de Togliatti, Thorez y Pasionaria, por evitarlo, fracasaron. También fue el año del Octubre húngaro, un hecho que contribuyó al rechazo hacia el partido de una nueva generación. Esto explica que durante la Transición, la historia negra del estalinismo permitió a la derecha ilustrada ejercer una presión sobre Carrillo.
Cuando Carrillo era invitado a los debates televisados, se veían obligados a actuar a la defensiva. Aparte de la prudencia inherente al proyecto eurocomunista de “un largo camino por las instituciones”, la citada página también tuvo su influencia a la hora de marcar la orientación de un partido que pasó de presionar la “ruptura democrática”, a firmar un compromiso con la reforma pactada). ¿Era correcta esta política? Desde luego, fue muy importante para el PCE que, con toda legitimidad, aspiraba a convertirse en un partido de masas, aprovechando todos los resquicios posibles. Bajo una dictadura que persistía en su discurso de guerra y represión, levantar la bandera blanca parece de lo más razonable. Era el régimen el que seguía con la guerra, y ase trataba de cambiar de escenario. Era como decir, son estos los que persisten en el pasado, nosotros lo que queremos es otra España en el que podamos vivir todos. Eso era importante para los militantes que no podían progresar en su inserción, sin dejar atrás la derrota.
Actualmente, todo esto puede verse desde el plano abstracto de las ideas, pero entonces era una necesidad imperiosa. Había que vencer el miedo, algo que solamente podían hacerlo de entrada, los más jóvenes y además, por lo general pertenecientes a los ámbitos familiares menos castigados. El peso del terror era tal, que las comisiones de mi barrio, sacaron la siguiente lección: no se podían hablar de torturas y demás horrores a gente simpatizante que no estuviese preparada. Después de una sesión de aquellas, muchos ya no volvían. La propuesta tuvo una especial resonancia en la coyuntura optimista de los años sesenta. Cuando el reformismo jruscheviano, parecía conjugar con un tiempo que fue el de los derechos civiles, el Luther King, y el del Concilio Vaticano II, y que terminó lamentablemente mal: Jruschev fue relevado por el siniestro Breznev, Kennedy fue asesinado por la “nomenklatura” norteamericana que se llevó también por delante a Luther King.
No obstante, el Concilio Vaticano II significó muchísimo para una enorme hornada de gente católica de aquí. No solamente ayudó a facilitar las actividades clandestinas, muchos de ellos se incorporaron a la acción clandestina, incluso entre los grupos más radicales. Había que superar el “trauma” de la guerra civil, crear un nuevo marco “sin vencedores ni vencidos”, hay que olvidar, mirar hacia adelante, dejar la cuestión de la “memoria” para los historiadores “profesionales”, en definitiva, agradecer esta democracia. Había que tomar la democracia y la amnistía como un “borrón y cuenta nueva”, de manera que, por citar un ejemplo, cuando a Pilar Bravo, que había sido la “mano derecha” de Carrillo, y que a la sazón actuaba ya como un alto cargo del PSOE, cuando le preguntaron por el caso de un tal Torres, un conocido torturador franquista que había sido identificado en la comisaría de Zaragoza, ella respondió –cito de memoria- que fuese lo que fuese por entonces, desde la Constitución era un ciudadano más La historia da mucho de sí, pero no quiero alargar este trabajo.
Recuerdo que con ocasión de otro artículo mío sobre “el precio de la Transición”, un antiguo militante del PCE, me preguntó “sí yo creía que había que tirar para adelante a pesar de que se preparara un golpe militar”, como realmente se dio. No tengo las respuestas, cosas así se debatían en colectivos muy amplios y las respuesta no eran fáciles. Pero se me ocurrió recurrir a la experiencia de la lucha obrera: a veces hay que saber retroceder a tiempo (si no te quedas solo), o aceptar mínimas mejoras parciales en espera de mejores tiempos.
Se podía debatir si era conveniente un “armisticio¨, y dejar para más adelante objetivos ineludibles. Pero lo que nunca puedes hacer es olvidar estos objetivos, y proclamar que hasta aquí hemos llegado, que ya no queda más que un juego institucional predeterminado a favor del continuismo. Que nadie tenga la menor duda que la izquierda entonces dejó de ejercer como tal…
Continuará.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

No hay comentarios.: