domingo, septiembre 22, 2013

El maestro que unió el mar y la tierra



Julius Nyerere (centro) con Fidel Castro (izquierda) en La Habana, 1964

Julius Nyerere nació noble en una tribu de Tanganica. Luego de estudiar en Europa, lideró a su país en la unidad con la isla de Zanzíbar y luchó por formar un socialismo adaptado a las necesidades de África.

Tanganica es un territorio del África oriental, en la costa del Océano Índico. Hacia el noreste del país se encuentra el famoso Monte Kilimanjaro, el pico más alto del continente. Cerca de allí, en el poblado de Butiama, a orillas del Lago Victoria, nació Julius Nyerere.
Hijo del jefe de una etnia minoritaria en el país -los zanaki-, pasó una infancia relativamente cómoda en el marco de la colonia británica, hasta que viajó primero a Kampala, capital de Uganda, y luego a Edimburgo, en Escocia, para realizar sus estudios. Volvió a Tanganica en 1952, y se instaló en la capital, Dar-es-Salaam, para trabajar como maestro. Esa era su profesión cuando fundó, dos años después, la Unión Nacional Africana de Tanzania (TANU, por sus siglas en inglés).
Desde esa posición llegó, en 1961, a ser el primer presidente de la independiente República de Tanganica, luego de una liberación del país negociada con el Imperio Británico. En 1963, del lado de enfrente del Oceano Índico, en el archipiélago de Zanzíbar, se daba un proceso similar, pero con un hecho significante: los ingleses dejaban el poder en manos de un jeque de origen omaní, parte de la pequeña minoría árabe que manejaba los destinos de las islas desde hacía siglos. Un levantamiento al año siguiente llevó al poder a Abdel Karume, de la mano de los partidos Afro-Shirazi y Umaa.
Rápidamente, Nyerere negoció con Karume la estratégica unificación de las dos costas, formando así la República Unida de Tanzania -palabra que surge al juntar la denominación de las dos regiones- bajo el mando del primero. A partir de allí, el Mwalimu (maestro en lengua swahili), como era conocido, pudo desplegar su política, conocida bajo el nombre de Ujamaa (gran familia, en la misma lengua).
Algunos de los principios claves de la Ujamaa, contenidos en un documento conocido como la declaración de Arusha, son los siguientes: que los bienes del país son propiedad de todos sus habitantes, en préstamo de sus descendientes; que es responsabilidad del Estado participar activamente de la economía a fin de evitar la acumulación de capital, en camino a construir una sociedad sin clases. Además, se marcaba objetivos tales como asegurar para Tanzania un gobierno popular, democrático y socialista; participar activamente de todas las luchas de liberación de las naciones africanas, y cooperar con esos países en la búsqueda de la Unidad Africana.
Nyerere se enfrentaba a un problema clave: si bien su religión, la cristiana, era -y continúa siendo- ligeramente mayoritaria en Tanganica, la población de Zanzíbar era casi en su totalidad musulmana, por lo que en el combinado del nuevo país la mayoría pertenecía ampliamente a la religión de Mahoma. Otro grave problema de Tanzania era la concentración de la población en la región costera, lo cual implicaba una mínima producción agraria y un grave déficit alimentario.
A través de la colectivización de la tierra se mudaron múltiples familias a las regiones agrarias en torno al lago Victoria y los otros dos grandes espejos de agua, el lago Tanganica y el Malawi. Sin embargo, la mayor parte de la producción se orientó a los productos de exportación, especialmente el té y el tabaco. De esta manera, el país consiguió divisas para importar comida, pero no así la soberanía alimentaria.
Otro de los límites que encontró Nyerere fue uno de los que se repitieron en casi todos los países africanos apenas independizados: la falta de trabajadores especializados. Esto obligó a aceptar a los viejos burócratas de la colonia, que reprodujeron al interior del nuevo Estado la corrupción y la lentitud propia de la época anterior. Ésta fue, probablemente, la mayor barrera que encontró la Ujamaa para llevarse a cabo.
Como último factor contario es necesario nombrar al siempre agresivo vecino del norte, Uganda. Gobernada por el dictador prooccidental Idi Amin desde 1971, las tensiones fronterizas se mantuvieron durante buena parte de la década del '70, hasta que finalmente Amin ordenó en 1979 invadir la provincia tanzana de Kagare. La respuesta de Nyerere fue rotunda, y no solamente recuperó el control sobre ese territorio si no que obligó al dictador ugandés a abandonar el gobierno y exiliarse en Arabia Saudita.
Con todas estas dificultades en la espalda, el gobierno del Mwalimu había logrado, para esos años '70, conformar una economía planificada y ampliar notoriamente el acceso de la población a la educación, la salud y la vivienda. Además, Tanzania había sido un puntal en la fundación de la Organización para la Unidad Africana y había apoyado activamente las luchas de liberación de Angola, Mozambique y Namibia, además de luchar contra el apartheid en Sudáfrica.
Desgastado por 25 años de gobierno, y en pleno retroceso de los gobiernos de liberación nacional africanos, Julius Kambarage Nyerere dejó el poder en 1985. Se mantuvo hasta 1990 como líder del TANU, renombrado ahora como Chama Cha Mapinduzi (Partido de la Revolución, en swahili). Murió finalmente de leucemia, en 1999, a los 77 años. Dejaba detrás el legado de la unidad africana, desde aquel recodo sobre el Índico hasta el último rincón del continente negro.

Nicolás Bauer.

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