jueves, agosto 15, 2013

Egipto: Si esto no es una dictadura, ¿qué es?



Este miércoles las fuerzas de seguridad egipcias reprimieron a los partidarios del depuesto presidente Mohamed Mursi. Con un saldo de al menos 400 muertos, más de mil heridos y 200 detenidos fueron desalojados los campamentos de los manifestantes islamistas.

El ataque comenzó al amanecer del miércoles 14 de agosto, pocas horas después que las autoridades dijeran que no existía una decisión definitiva para dispersar a las decenas de miles de integrantes de partidos islamistas encabezados por la Hermandad Musulmana. Estos manifestantes se encontraban concentrados hace seis semanas en dos campamentos ubicados en El Cairo y Giza (ciudad colindante con la capital egipcia) para protestar por el golpe de Estado llevado a cabo a principios de julio.
Se trató de la jornada más sangrienta que vivió Egipto desde el golpe de Estado cívico-militar del pasado 3 de julio (que derrocó al presidente democrático Mohamed Mursi) ya que dejó un saldo de, por lo menos, 400 muertos, más de mil heridos y 200 detenidos.
Ante esta situación el Poder Ejecutivo decretó, por un mes, el estado de emergencia. Según un comunicado de la Presidencia la decisión fue adoptada debido al "peligro" que se cierne sobre "la seguridad y el orden en los territorios del país".
La principal acción represiva se llevó a cabo en los alrededores de la mezquita Rabaa Al Adawiya, en el distrito capitalino de Ciudad Nasser. Allí estaba el principal campamento de los seguidores de Mursi.
En un primer momento el ataque se había llevado adelante a través del lanzamiento de granadas desde helicópteros. Luego las imágenes de la televisión mostraron cómo, con palas mecánicas, las fuerzas de seguridad quitaron las barricadas levantadas por los islamistas para proteger el campamento. Y, acto seguido, ingresaron a los tiros que fueron respondidos con piedrazos y también algunos disparos desde el campamento.
Los islamistas señalaron que también hay decenas de muertos en la plaza de Mustafa Mahmud, en el barrio cairota de Mohandesin, por disparos de los efectivos gubernamentales.
Ante estos acontecimientos, la policía cerró las principales rutas y accesos a El Cairo al tiempo que paralizó la circulación de trenes para evitar que tras el comienzo de la represión policial, seguidores de Mursi intenten agruparse en la capital.
Por su parte, desde la Hermandad Musulmana afirmaron a través de uno de sus voceros, Gehad al Hadadd, que "esto no es un intento de dispersar, sino de aplastar las voces de la oposición al golpe militar". "No doblegarán nuestra voluntad ni romperán nuestra resolución (...) Siempre estaremos de pie enfrentando todos los rostros de la tiranía", agregó el portavoz.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, remarcó que “la violencia y la incitación desde cualquier origen no responderán a los desafíos que enfrenta Egipto”. Además el diplomático renovó su llamado “a todas las partes del conflicto” para que reconsideren sus acciones “frente a las nuevas realidades políticas y la necesidad de evitar la pérdida de más vidas humanas”.

¿De dónde viene todo este asunto?

El ex mandatario Mohamed Mursi llegó al gobierno a través del partido Libertad y Justicia, brazo político del grupo islamista Hermandad Musulmana (HM) en las primeras elecciones democráticas de Egipto luego del derrocamiento del dictador Hosni Mubarak. Sus iniciativas a favor de la implementación de leyes afines a la doctrina religiosa, junto a su política exterior distante de Estados Unidos y la Unión Europea le valieron la pérdida del cargo a manos del ejército egipcio el pasado 3 de julio.
Cabe recordar que Egipto era, hasta el derrocamiento del ex dictador Hosni Mubarak en 2011, uno de los principales aliados de Washington e Israel en la región. El apoyo económico brindado por la potencia estadounidense, principalmente a las Fuerzas Armadas egipcias, le significó el apoyo del verdadero poder fáctico en el país árabe: los militares.
El gobierno de Mursi supuso, aunque tibiamente, un alejamiento de esta realidad que duró más de 30 años y por lo tanto inquietó a los sectores de las fuerzas armadas más afines a los Estados Unidos. A eso se sumó el descontento de la población laica del país que se oponía a la intervención religiosa en el Estado. Ese combo terminó con la presidencia del ex mandatario en un hecho que, aun hoy, Estados Unidos y la Unión Europea se niegan a reconocer como un golpe de Estado.

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