domingo, agosto 04, 2013

Brasil: De luchar por el boleto a cuestionar todo el sistema



Elisa Rosas del Movimiento Passe Livre habló en diálogo exclusivo con Marcha, de las manifestaciones en Brasil, del rol de los medios y la criminalización de la protesta, de la propuesta de Tarifa Cero y de las organizaciones sociales en un país que fue convulsionado.

- ¿Qué es y cómo nace el Movimento Passe Livre (MPL)?
El MPL nació en 2005, en un plenario en el Foro Social Mundial, en la cual se compartieron varias experiencias de luchas relacionadas con el transporte urbano en los últimos años. Había militantes que luchaban por el boleto estudiantil y contra los aumentos de pasajes en diversas ciudades brasileras.
En su fundación, se decidieron principios como la autonomía, la horizontalidad, y el a-partidismo, en relación con la forma en que nos organizamos internamente. Con el paso de los años, empezamos a comprender la estructura de los sistemas de transporte en Brasil y, más allá de las particularidades de cada lugar, pudimos entender la lógica de mercado que hay detrás del nombre “transporte público”. Dejamos de luchar por el boleto estudiantil para cuestionar todo el sistema, desde cómo se da el financiamiento, la calidad del servicio, hasta quiénes deciden los itinerarios y los horarios.
- Comenzaron las recientes expresiones en las calles de San Pablo por la suspensión del aumento de la tarifa de transporte público. ¿En qué consistieron las manifestaciones posteriores y cuál es el análisis que hacen en este sentido?
En las manifestaciones posteriores hubo de todo un poco. En muchas ciudades chicas hubo marchas con mucha gente. En Brasil hay menos cultura de salir y cortar la calle, y creo que en junio mucha gente se animó a ver la calle como un espacio político. También hubo un intento de aprovechamiento para consignas más genéricas, con un tipo de indignación muy parecido al 8N y a los cacerolazos anti-k del último año en Argentina. Pero mi análisis es que las marchas más grandes todavía tenían dos banderas principales: la cuestión de los aumentos y contra la violencia policial.
En la misma ola, hubo tomas de cámaras legislativas, como en Porto Alegre y Belo Horizonte. En un primer momento hubo una explosión en donde aparecieron varias demandas, después las marchas pasaron a ser menos masivas pero más enfocadas en objetivos específicos. Incluso ahora siguen habiendo marchas en algunas ciudades, como en Río de Janeiro, contra los desalojos y las obras para el Mundial de Fútbol, y en Salvador por el tema de los aumentos.
- ¿Cómo se articuló la demanda de MPL con otras que surgieron de la movilización popular, tales como la reforma urbana y la lucha contra la violencia policial en las favelas?
El MPL siempre mantuvo diálogo con organizaciones que trabajan tierra y vivienda. El transporte está directamente relacionado con cómo se organiza la gente en el territorio, y creemos que la gente que vive en la ciudad tiene que poder pensarla y decidir dónde y cómo quiere vivir. La opción por articular con organizaciones populares viene desde el inicio del movimiento, pues en general actúan de forma más radical y se proponen luchar por los derechos de la gente más excluida.
Nosotros articulamos con movimientos “sin techo”, desocupados, movimientos barriales, hacemos talleres en espacios culturales sobre cómo funciona el sistema de transporte, hacemos clases públicas sobre el proyecto Tarifa Cero, y por otro lado también somos invitados y participamos de varias actividades realizadas por las organizaciones cercanas.
- ¿Qué implicancias tiene el Pacto Nacional propuesto por la presidenta Dilma Rousseff para los reclamos que llevaron adelante?
Hay que analizar con mucho cuidado el discurso del gobierno en este momento. Dilma anunció que se destinarán miles de millones de reales a la movilidad urbana, pero además de faltar infraestructura de calidad es necesario cambiar la propia estructura del sistema. Un gobierno tendría que tener cuidado al momento de invertir plata, garantizar que el beneficiario de las obras sea la gente, y no que algunos empresarios se enriquezcan. Mientras el transporte siga siendo visto como una fuente de ganancias para los empresarios, es muy difícil creer que veamos cambios estructurales.
- ¿Cuál es la propuesta de MPL para el sistema de transporte público?
El MPL hoy día propone un sistema llamado “Tarifa Cero”, que consiste en el financiamiento total de los costos del transporte público por medio de impuestos progresivos. La idea es que los más ricos de la sociedad paguen para todo el resto. Es un proyecto de distribución de renta y reforma tributaria. Su creador, Lucio Gregori, fue secretario de transportes del gobierno de PT en la ciudad de São Paulo a fines de la década del ´80, e intentó implementar este sistema, pero no lo logró por cuestiones políticas; los empresarios de transporte siempre fueron muy poderosos. El proyecto tiene puntos muy interesantes, por ejemplo, garantiza el control público sobre las cuentas del transporte, que son un misterio protegido por una mafia de empresarios. La Tarifa Cero, además, contempla la creación de consultas públicas y consejos populares en los cuales la gente podría opinar y decidir sobre qué tipo de transporte es mejor para su localidad.
Este sería un primer paso para un transporte realmente público, que nadie tuviera que pagar en el momento que usa el transporte, como pasa con la salud y con la educación (nadie tiene que pasar por un molinete en la puerta de la escuela y pagar para estudiar).
En Brasil hay más o menos 37 millones de personas que no puede pagar el boleto, es un sistema muy excluyente. O sea, vemos como parte del derecho a la ciudad la libre circulación. Pero si nos ponemos a pensar más, si pensamos en el derecho a la ciudad, también estamos hablando de: una ciudad segura para que las mujeres caminen a la noche; un sistema de transporte preparado para discapacitados, integrado y con ciclovías seguras para los ciclistas; un modelo que no excluya a quienes viven en las áreas más pobres de la ciudad, que generalmente viven bajo un “toque de queda informal” (o sea, a la noche no hay transporte para “barrios peligrosos”).
Nuestra propuesta es pensar un transporte público anticapitalista, que no genere ganancias para nadie y que promueva la ciudad como un espacio de encuentro.
- ¿Qué papel que cumplieron los medios de comunicación en la cobertura de las manifestaciones hacia América Latina?
Yo veo la actuación de los medios en las últimas marchas de forma muy irónica. Con las primeras marchas en São Paulo, los medios salieron a criminalizar a la gente con mucha fuerza. Ya venían haciendo eso en otras marchas contra los aumentos en Porto Alegre y Goiânia, que empezaron antes. Cuando estas empezaron y tomaron proporciones nacionales, siguieron en el esfuerzo de mostrar las marchas como algo malo, pero terminaron convocando más gente.
Fue irónico porque ellos mismos anunciaban las marchas, pero no se dieron cuenta que la opinión pública era favorable, todos estaban de acuerdo en que no había que aumentar los boletos. Cuando se dieron cuenta de esto, el discurso cambió muy rápidamente. Ahora ya no eran más todos “vándalos”, era la “primavera brasileira”. El MPL pasó de enemigo número uno a héroe nacional en cuestión de horas. Pero lo que es grave es que tienen un discurso muy fuerte en contra de “la violencia”, pero no la violencia policial. Siguen diferenciando como si hubiera buenos y malos, donde los buenos serían los que salen a protestar en paz y los malos los que rompen algo. Lo que ellos eligen no decir es que los quiebres de vitrinas o quema de basura o colectivos en la calle es un fenómeno mucho más complejo, y que entre los que promueven esto hay desde gente muy harta con el sistema hasta policías infiltrados que incentivan los quiebres para que el aparato policial reprima con más intensidad.
- En el mapa político actual en Brasil, con una tercera presidencia del PT, y con la reciente expresión popular en las calles, ¿cuál es la proyección en términos participativos que pueden articular las organizaciones y movimientos sociales en la vida política?
Ahora es un momento muy especial para las organizaciones y para los movimientos sociales. En el último mes, la palabra “movimiento social” debe haber sido dicha más veces que en los últimos diez años. Este tipo de política, desde abajo, se vino haciendo de forma casi invisible en los últimos años por las organizaciones, con mucho trabajo de base y formación, y ahora es el momento de ver cómo avanzamos y cómo nuestras propuestas pueden tornarse realidad. Me parece genial que haya tanto interés de la gente en decidir cómo quieren vivir sus vidas, que en las marchas se escuche cosas como “no queremos el mundial, queremos el dinero para la salud, el transporte, la educación y la vivienda”.

Andrea Sosa Alfonzo.

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