lunes, junio 17, 2013

Los muertos son de nosotros, la democracia también



Se cumplieron dos meses del 15 de abril, cuando la derecha venezolana, encabezada por Capriles, intentó generar un proceso de desestabilización en las calles, la antesala de un Golpe de Estado. Luego de frenar la ofensiva violenta, pidieron el recuento de los votos: éste terminó y ratificó a Maduro como presidente. ¿Y ahora qué?

Hace poco más de dos meses Capriles estaba sentado en una mesa abriendo de par en par las compuertas de la violencia: “Descargue toda su arrechera, que se oiga en todo el mundo”. Era el lunes 15 de abril por la tarde, el día siguiente a las elecciones que habían declarado a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Lo que era de esperarse sucedió entonces: se desplegó sobre las calles de Venezuela el odio de clase, el odio anti-chavista formado cotidianamente por voceros de la derecha, medios de comunicación nacionales e internacionales. El resultado final fueron 11 muertos, varios Centros de Diagnóstico Integral y locales del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) quemados y dirigentes políticos asediados en sus casas.
Pero la ofensiva se encontró con la fortaleza del pueblo, del nuevo presidente, de las instituciones del Estado y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Desde entonces se escucha un pedido: justicia. Por eso el sábado pasado una movilización recorrió las calles de Miranda, Estado gobernado por Capriles, aunque hace tiempo que es acusado de no ejercer sus funciones como gobernador.
En la marcha estuvo presente la diputada del PSUV, Blanca Eekhout, quien afirmó: “Estamos aquí reclamando justicia en contra del fascismo y en contra del crimen”. En las calles eran miles reclamando por los asesinados, que en Miranda fueron dos, José Luis Ponce y Rosiris Reyes. La diputada señaló que estas personas impedían “que los criminales, los terroristas, los fascistas violentaran La Limonera porque es un urbanismo, un barrio hecho por la Revolución Bolivariana”.
La derecha, con el amparo y apoyo de los Estados Unidos, cambió entonces de táctica: continuó declarando que Nicolás Maduro era un presidente ilegítimo, y pidió el recuento de votos, alegando que se había producido un masivo fraude durante el proceso electoral. Ante esto, en Consejo Nacional Electoral (CNE) aceptó la petición e inició el recuento de los votos faltantes.
Pero se sabía que no había existido tal fraude, y con el pasar de las semanas la derecha dejó de hablar del recuento en marcha, hasta que la semana pasada el CNE anunció lo que todos tenían claro: el proceso electoral del 14 de abril, como los 17 procesos electorales que ocurrieron desde que la Revolución Bolivariana llegó al gobierno, fue transparente. ¿Y ahora qué?
La ofensiva no ha terminado, va mutando según las correlaciones de fuerza tanto nacionales como internacionales. Los últimos movimientos registrados fueron la reunión de Capriles con Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, seguida del pedido del mandatario colombiano de que su país entre a la OTAN. La derecha venezolana está fortaleciendo su apoyo con su aliado principal en la región, quien desde el 14 de abril no había jugado abiertamente a favor del golpismo venezolano.
Luego de eso se supo que la derecha venezolana compró 18 aviones de guerra a un grupo de empresarios de la industria de la guerra en Estados Unidos. A su vez, la semana pasada también fueron arrestados nueve ciudadanos colombianos en Venezuela por pertenecer a grupos paramilitares.
Por último, tuvo lugar durante varias semanas el paro que llevaron adelante varias de las principales universidades del país, en particular la Universidad Central de Venezuela, encabezando manifestaciones, donde se sabe operan los “estudiantes”, uno de los sectores callejeros más violentos, nucleados en la Juventud Activa Venezuela Unida (JAVU). Esto parece haber encontrado una tregua con el acuerdo alcanzado el viernes pasado entre el Gobierno Nacional y las casas de estudio.
Esos fueron algunos de los últimos movimientos visibles de la derecha, todos con una nueva encrucijada por delante: las elecciones municipales que tendrán lugar el 8 de diciembre, una fecha en que se podrá medir en términos de votos el acumulado por parte del chavismo, quien lleva adelante el “Gobierno de Calle” como principal política desde hace dos meses, y por parte de la oposición.
Resulta difícil pronosticar cómo seguirá desarrollándose la estrategia de la derecha, que tácticas y metodologías buscarán combinar. Se podría prever que buscarán lanzar un referéndum revocatorio dentro de tres años para intentar destituir constitucionalmente a Nicolás Maduro, pero los tiempos son rápidos y tres años resulta tal vez un período demasiado extenso en el ritmo político venezolano.
Lo cierto es que la Revolución Bolivariana demostró, una vez más, la fortaleza del sistema electoral, la transparencia en los procesos de democracia delegativa. Pero el reto mayor que enfrenta el proceso de transición venezolano, una vez consolidada la defensa del nuevo gobierno, es el de profundizar la democracia participativa anclada en consejos comunales, comunas, en las primeras experiencias de ciudades socialistas, en los diferentes movimientos populares del país, en el extendido, y atravesado por numerosos desafíos, proceso de construcción de poder popular.
Las personas asesinadas en la noche del 15 de abril, seguirán siendo la marca abierta que indica el carácter fascista de un sector de la derecha venezolana. Será indispensable avanzar en juicios, como necesidad de cada familiar de encontrar un momento de paz, y como necesidad de la Revolución Bolivariana de pararse firme y entera, dejando en claro que los asesinos, materiales e intelectuales, no pueden seguir actuando impunemente.

Marco Teruggi, desde Caracas.

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