sábado, junio 22, 2013

Brasil: reventó el ‘consenso’



En Río de Janeiro, 100 mil personas ocuparon Cinelandia y las principales avenidas, en protesta contra los aumentos de los pasajes de ómnibus, los gastos estratosféricos con el Maracaná y la represión a las manifestaciones. En San Pablo, otros cien mil manifestantes fueron la respuesta a la violenta represión del pasado jueves 13 sobre la manifestación contra los aumentos, la que dejó 55 heridos y 150 personas detenidas. La impresionante manifestación paulista ocupo los dos lados de la Avenida Faria Lima, principal arteria comercial. Recibió la solidaridad de los empleados y la población a su paso, y se dirigió a la Casa de Gobierno (Palácio dos Bandeirantes), que tuvo que ser cerrada. Curitiba, Belo Horizonte, Maceió, Belém, Salvador, Porto Alegre también tuvieron manifestaciones. En Brasilia, en protesta por los aumentos y las obras en el estadio Mané Garrincha, estudiantes y jóvenes ocuparon la rampa de acceso al Palácio de Planalto y después rodearon El Congreso Nacional. En Belo Horizonte, hubo más de 50 mil manifestantes. La represión fue violenta y dejó dos jóvenes gravemente heridos.
La principal editorialista de La Folha de Sao Paulo resumió (18/6): “Parecía todo tan maravilloso en el oasis Brasil y, de repente, estamos reviviendo las manifestaciones de Plaza Tahir, en El Cairo, así de repente, sin aviso, sin un crescendo. Fuimos todos presas de la sorpresa. Del paraíso, nos deslizamos, como mínimo, para el limbo. ¿Qué está ocurriendo en Brasil?”.
¿No lo sabés? Los aumentos en los pasajes de ómnibus fueron el detonante. Los pasajes brasileños están entre los más caros del mundo (1,50 dólares en San Pablo). Y más que eso. Hoy, son 13.900 mil colectivos, contra 14.100 que había en 2004 en San Pablo. De 200 mil viajes diarios, se pasó para 193 mil: más gente viajando por un valor más caro, en menos ómnibus y en menos viajes. La represión contra las primeras manifestaciones añadió el otro ingrediente. Los jóvenes salieron a la calle para reventar el estado policial brasileño, heredado de la dictadura militar, preservado por los “neoliberales” y perfeccionado por el PT. La juventud fue a la calle a defender su derecho de expresión más elemental. Las manifestaciones en algunas capitales tuvieron entre 10 y 20 mil personas la semana pasada. Esta semana pasaron de 100 mil en las dos principales ciudades (San Pablo y Río de Janeiro) y oscilaron en torno de los 50 mil en las otras ciudades. O Estado de Sao Paulo inauguró un mapa de las manifestaciones (ver arriba).
Los manifestantes en San Pablo marcharon compactos y en perfecta calma, destruyeron un par de miniprovocaciones de grupejos anarcos, sabían que tenían a toda la población explotada de su lado. Cuando nos encaminábamos encolumnados al punto de encuentro inicial (Largo de Pinheiros), la gente saludaba desde las ventanas de los edificios, los choferes de los ómnibus hacían sonar sus bocinas en solidaridad, los pasajeros de los mismos ómnibus aplaudían desde las ventanas.
El PT (gobierno nacional e intendencia de San Pablo), el PSDB (gobierno del Estado de San Pablo y Minas Gerais) tuvieron que recular: la semana pasada llamaban a los manifestantes “vándalos” y mandaron a la policía militar a reprimir con violencia. Esta semana, ya son “manifestantes que usan un derecho legítimo”. La policía, este lunes, mantuvo en San Pablo una prudente distancia y se limitó a controlar las rutas de paso. No hay datos claros sobre la represión en Río de Janeiro (gobierno del PMDB, que comparte el gobierno nacional conel PT), que ha sido violenta. Aún así, hay un recule político general del gobierno nacional y de los estaduales frente a la fuerza de la movilización, organizada por estudiantes y jóvenes (Movimiento por El Pasaje Libre), la cual hoy (lunes) ya contó con la participación organizada de sindicatos obreros, en especial de Conlutas. La organización de los jóvenes es espectacular. En la manifestación paulista, uno de cada tres manifestantes llevaba una pancarta improvisada, con su protesta antigubernamental y con reivindicaciones de todo tipo.
Es una revuelta general contra las condiciones de vida (salario, condiciones de trabajo, medios de transporte incluidos, estado policial y represión en escuelas, barrios y universidades). Es una revuelta contra la complicidad y corrupción de todos los partidos burgueses y del PT. Es una revuelta contra los favores sistemáticos al gran capital del gobierno petista. Ha puesto en crisis galopante al PT, partido de gobierno (la juventud del PT estuvo en las movilizaciones, aunque sea sólo un aparato). Ya está teniendo un impacto internacional impresionante, en los países más diversos. Es la “revuelta del vinagre” (usado para combatirlos efectos del gas lacrimógeno y de las bombas de efecto moral) y está dando apenas sus primeros pasos. Brasil ha entrado en el camino marcado por Turquía, Grecia y los países árabes. Su impacto en América Latina será decisivo.

Osvaldo Coggiola, vicepresidente de Adusp y de Andes-SN, regional SP; profesor de la Universidad de San Pablo

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