martes, marzo 19, 2013

El 'orden' luego del caos



Va tomando forma el nuevo parlamento italiano. Un ex juez antimafia y una ex comisionada ONU para los refugiados presidentes de senado y diputados, en medio de las polémicas. Y el programa transitorio y anti-crisis del centroizquierda comienza a rodar.

Como era de esperar, la política italiana va encontrando una forma transitoria luego del caos establecido tras los resultados de las elecciones del 24 y 25 de febrero. Transitoria porque queda bastante claro que cualquiera que asuma el ejecutivo deberá establecer una serie de reformas urgentes para llamar a nuevas elecciones y apostar a un gobierno más fuerte. Pero mientras tanto los diferentes bloques políticos juegan sus cartas en pos de quedar bien parados ante los italianos y los inversores europeos. El riesgo de un cimbronazo económico sigue detrás de la esquina, especialmente viendo lo que está sucediendo ante la delicada situación en Chipre, primer país europeo en vías de aplicar un corralito a los ahorros privados bajo imposición de la Unión Europea.
Para evitar la misma suerte, uno de los objetivos pendientes de Italia es lograr la estabilidad política, un objetivo poco sencillo visto el panorama que dejaron las urnas. El centroizquierda de Pier Luigi Bersani, con mayoría en la Cámara de Diputados es hoy el favorito para obtener el encargo del presidente de la república Giorgio Napolitano para formar un nuevo gobierno. Su Partido Democrático (PD) logró el pasado fin de semana ubicar sus jugadores en dos lugares clave para demostrar hegemonía en el heterogéneo parlamento de Roma. El primer éxito, quizás descontado, fue hacerse con la presidencia de la cámara de diputados, donde la exportavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados en Italia, Laura Boldrini, logró los votos necesarios para asumir el mando. Una solución de compromiso dentro de la misma coalición de centroizquierda comandada por Bersani, ya que Boldroni era candidata del partido aliado al PD, Izquierda Ecología y Libertad (SEL).
La flamante presidente de la cámara, de todas maneras, sorprendió la prensa internacional con un discurso ideológicamente cargado, con explícitas referencias a la discriminación hacia mujeres, inmigrantes y jóvenes en la sociedad italiana actual. “He vivido tantos años defendiendo y representando los derechos de los últimos, en Italia y en las periferias del mundo; es una experiencia que ahora pongo al servicio de esta Cámara, que tiene que ser lugar de ciudadanía para los que más lo necesiten”, explicó durante su primer discurso como presidenta. Luego aseguró querer “escuchar el sufrimiento social de toda una generación”, en referencia a los jóvenes que continúan emigrando a causa de la falta de oportunidades en Italia.
Mucho más complicado se hizo para el centroizquierda ganar la batalla en el senado. Allí, tras una serie de encontronazos entre con el centroderecha de Silvio Berlusconi, se llegó a un ballottage que vio enfrentados al ex juez antimafia Pietro Grasso, y el conservador acusado de relaciones con la mafia, y candidato de Il Cavaliere, Renato Schifani. La votación para elegir al presidente del senado -segunda autoridad del país luego del presidente de la república- fue la antesala de lo que podría suceder en la cámara alta de aquí a unos meses ante el fraccionamiento político italiano. Es decir, un centroizquierda sin posibilidades de ganar solo las diferentes votaciones, y negociando con distintas fuerzas políticas algunos votos para sostener su frágil mayoría. En este caso, Bersani logró su cometido gracias a la 'fractura' del Movimiento 5 Estrellas (M5S) del cómico Beppe Grillo. Ante la posibilidad de que Schifani se quedara con la presidencia, una docena de senadores del M5S votaron por el candidato del PD, quebrando la regla impuesta por su líder de no hacer jamás alianzas con los partidos tradicionales. Una desobediencia que generó un terremoto en la fuerza política sorpresa en las últimas elecciones, luego de sólo tres días de trabajo parlamentiario.
El que queda cada vez más relegado es el ex premier Mario Monti. Su coalición de centro disparó muy alto en las negociaciones previas al voto, exigiendo al centroderecha que el próximo presidente de la república salga de sus filas, y ante la negativa de los berlusconianos decidieron votar en blanco para no arruinar una ya desgastada posibilidad de alianza con el centroizquierda. Así quedó elegido Grasso, en medio de gritos e histeria en una jornada que deja a Bersani cada vez más cerca del lugar de primer ministro.
El sistema parlamentario italiano prevé que el presidente de la república -que no detenta ninguno de los tres poderes del estado- encargue al líder de la coalición ganadora de las elecciones parlamentarias la tarea de formar un nuevo gobierno, que deberá obtener el consentimiento del poder legislativo. Si bien se puede decir que las últimas elecciones no arrojaron ganadores, el centroizquierda logró con esta jugada en el parlamento un peso sin dudas mayor con respecto a las demás fuerzas políticas. Sin embargo queda para verse cómo Bersani piensa convencer los demás bloques para que lo voten en la sesión plenaria que coronará el nuevo primer ministro, con el llamado voto de confianza, y qué está dispuesto a negociar.
La semana pasada el mismo Bersani presentó un programa de gobierno de 8 puntos con un perfil progresista. Entre los ítems más relevantes, se encuentra el tímido cuestionamiento de la política de austeridad promovida por la UE, los incentivos a la industria nacional, subsidios de desocupación, la reforma electoral y leyes contra los 'conflictos de intereses' de ciertos políticos -especialmente Berlusconi, que ejerce cargos públicos con injerencia sobre asuntos que afectan sus intereses privados-. Esa sería su propuesta de gobierno transitorio. Luego, de vuelta a las urnas, no antes de agosto-septiembre según trascendió en los últimos días. Y de ahora hasta entonces, campaña, estrategia, alianzas y gestión se mezclan para ver quién llegará mejor preparado.

Marcha

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