jueves, enero 24, 2013

Los trabajadores revolucionarios y la nueva sociedad socialista



Es ineludible la formación teórica de los trabajadores, de modo que haya una plena correspondencia entre el discurso y la práctica, en constante revisión y avance, en función de garantizar la irreversibilidad de la revolución socialista en curso.

En una sociedad de nuevo tipo que busque sustituir a la sociedad capitalista imperante según los esquemas básicos del socialismo, no bastará con que la propiedad capitalista sea expropiada por el Estado para que se hable propiamente de una sociedad y una economía realmente de transición al socialismo. Ello debe acompañarse de otra condición que trascienda lo meramente económico y/o reivindicativo: la construcción de un Estado primordialmente popular y participativo, en el cual se haga efectiva la soberanía del pueblo y, por supuesto, de todos los trabajadores.
De esta forma podrá perfilarse la edificación y permanencia de una sociedad postcapitalista, con los trabajadores controlando directamente los medios de producción que ahora se hallan en manos de una minoría; al mismo tiempo que se procede a la eliminación de todo rasgo de explotación, imposición o desigualdad que han sido generados por el sistema capitalista. Pero esto no debe confundirse -como ya ocurriera en la extinta Unión Soviética y las naciones .bajo su influencia- con la existencia de una propiedad estatizada, dirigida y “apropiada” por una burocracia gubernamental que, a la final, produjo entre los trabajadores que éstos no se sintieran identificados de ningún modo con la llamada dictadura del proletariado y permitieran se restaurara el capitalismo en sus respectivos países, contribuyendo así a reforzar la imagen negativa que previamente habían elaborado del socialismo sus enemigos históricos.
Igualmente, como lo define Rodolfo Sanz, “si los medios de producción son una función del Estado, es decisivo quién, qué clase o capa social detenta realmente el poder y maneja el plusproducto (o plusvalía estatizada). El problema radica en que si el poder no está en manos de la clase obrera, si es la burocracia la que se encarama en él, será esta burocracia la que tenga al Estado -y, por ende, a los medios de producción- como su `propiedad’ y maneje el trabajo excedente”. Por lo tanto, es preciso que las medidas iniciales de expropiación de estos medios de producción incluyan no sólo la definición jurídica de propiedad de los mismos, sino también su posesión efectiva por parte de los trabajadores como productores de plusvalía; haciéndose realidad entonces la socialización de la producción, además de la superación de la tradicionalmente aceptada división social del trabajo. De ahí que se necesite que la propiedad y la posesión efectiva de los medios de producción, el poder político y la capacidad de planificación estén en manos de los trabajadores, de manera que la transición al socialismo revolucionario sea consecuencia del ejercicio constante y amplio de una democracia más directa, participativa y protagónica, en beneficio de la totalidad de la nueva sociedad que se erige.
Por otra parte, debe tomarse en cuenta que esta nueva sociedad socialista requiere, asimismo, de una nueva conciencia individual y colectiva que encaje lo más perfectamente posible en su práctica cotidiana. Al respecto, lo dicho por el Che Guevara en su oportunidad tiene una vigencia ajustable en la construcción de tal sociedad: "El estímulo moral, la creación de una nueva conciencia socialista, es el punto en que debemos apoyarnos y hacia donde debemos ir, y hacer énfasis en él. El estímulo material es el rezago del pasado, es aquello con lo que hay que contar, pero a lo que hay que ir quitándole preponderancia en la conciencia de la gente a medida que avance el proceso. Uno está en decidido proceso de ascenso; el otro debe estar en decidido proceso de extinción. El estímulo material no participará en la nueva sociedad que se crea, se extinguirá en el camino y hay que preparar las condiciones para que el tipo de movilización que hoy es efectiva, vaya perdiendo cada vez más su importancia y la vaya ocupando el estímulo moral, el sentido del deber, la nueva conciencia revolucionaria." Para lograrlo, es ineludible la formación teórica de los trabajadores, de modo que haya una plena correspondencia entre el discurso y la práctica, en constante revisión y avance, en función de garantizar la irreversibilidad de la revolución socialista en curso.

Homar Garcés

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