domingo, agosto 12, 2012

Una argentina, única mujer al mando de tropas republicanas en la Guerra Civil Española



Nació en Santa Fe. Con su esposo, otro argentino, se unió a las filas revolucionarias. El murió en combate. Ella lideró y luchó junto a su propia columna. Vivió hasta los 90 años.

La legendaria historia de la argentina Mika Etchebehere, la única mujer con mando de tropa en el Ejército republicano, comenzó hace setenta años con el inicio de la Guerra Civil Española. En la decisiva batalla por Madrid, en noviembre de 1936, la capitana Mika Etchebehere ocupa un sector del frente en la zona de Moncloa, al mando de la columna miliciana del POUM, un partido de orientación trotskista después perseguido con saña y destrozado por los comunistas.
Mika y sus compañeros se cubren de gloria. Mal armados, los soldados siguen el ejemplo de valor y convicción de su joven comandante y no retroceden pese a la lluvia de balas de ametralladora y de obuses así como constantes ataques de la infantería fascista. Se defienden con "granadas" caseras hechas con latas de conserva y dinamita.
En su libro "Mi guerra de España", en una excelente reedición de Alikornio Ediciones, Mika recuerda aquellos momentos: "La trinchera tira por descargas. En sus puestos avanzados, los dinamiteros apuntan a los morteros que el enemigo trata de acercar a nuestras líneas. Las bombas parten a una cadencia vertiginosa Ebrios de cigarros (con los que encienden las mechas), los dinamiteros se arriesgan demasiado, tiran a pecho descubierto, como discóbolos rabiosos. Las ametralladoras cantan, como dicen los milicianos, a ráfagas constantes".
"Emparedada" en una trinchera, una zanja empapada de olor a tierra podrida. Mika rehace a sus milicianos, los cuida con mimo, les busca café y comida caliente, sin descuidar ni un instante la solidez de su posición. Empieza un bombardeo feroz, interminable, las explosiones detonan cerca de la capitana, hieren y matan a algunos de sus compañeros. Hasta que un obús cae sobre la trinchera y la tierra podrida sepulta a Mika. Piensa: "Ni bala ni metralla, solamente tierra por todo, pegajosa, hedionda. Ningún grito es posible. Mi boca está en la tierra...sólo el pensamiento funciona, anda, estoy lúcida, demasiado, rechazo esta muerte nunca prevista, sucia, estúpida, infamante."
De pronto los compañeros encuentran sus piernas que sobresalen en un montículo humeante. Palas, manos desesperadas, gritos de "¡Mika!, ¡Mika!" y tiran, escarban, hasta que consiguen salvarla. Mika sangra por la boca, la nariz, los oídos. Le echan unos cubos de agua y bebe unos reconfortantes tragos de coñac. "¡A la camilla!, ¡Al médico" La capitana se enfurece. Se queda con los suyos, nada de retiradas aunque la abruma el enterarse que han muerto otros compañeros enterrados como ella. Semiderruida, la posición de la capitana se mantiene, y su nombre es una leyenda revolucionaria.
¿Quién es esta mujer extraordinaria, valiente y abnegada, a la que los campesinos que la acompañan le preguntan por qué ha venido de tan lejos a luchar por ellos? Mica Felman nace en Moisesville, Santa Fe, el 14 de marzo de 1902, hija de inmigrantes judíos rusos que huían de la persecución. (Seguimos los valiosos datos del profesor argentino Horacio Tarcus, cuyo trabajo prologa el libro de Mika).
"Su infancia transcurre entre los emigrados rusos, muchos de los cuales eran revolucionarios huidos de las cárceles siberianas", señala Tarcus. A los 18 años, Mica Felman se va a estudiar odontología a Buenos Aires. Ya tiene fuertes contactos con la izquierda y es en el grupo Insurrexit donde conoce al amor de su vida, Hipólito Etchebehere, nacido en 1900 en Sa Pareira, Santa Fe, hijo de vascos franceses.
La pareja viaja a la Patagonia para reunir dinero con el cual marchar a Europa para participar en los movimientos antifascista y antinazi. Madrid es el primer destino, en 1931, un hervidero revolucionario donde se acaba de proclamar la República. Luego, Berlín y París, donde en 1934 ya forman parte de un grupo trotskista.
"Hippo" está enfermo de tuberculosis pero sólo piensa en unirse a las actividades revolucionarias en España. La pareja tiene pasaporte francés y no encuentran problemas para entrar en España pocos días antes que, el 18 de julio de 1936, comience la Guerra Civil.
Se confunden con obreros, campesinos y revolucionarios. Encuentran el POUM, Partido Obrero de Unificación Marxista, afín a sus ideas revolucionarias de oposición al stalinismo. De inmediato, los milicianos encuentran en el argentino "Hippo" al comandante que necesitan. Al mando de Etchebehere, con Mica que se llama ahora Mika, marchan al frente con su Columna Motorizada.
Antes de un mes, una ametralladora mata a "Hippo". Desolada, Mika recibe su capote, su fusil y un pañuelo empapado en su sangre. Sigue peleando en Sigüenza, atrapada con sus compañeros en la catedral de la ciudad.
El dirigente anarco-sindicalista Cipriano Mera, jefe de una división republicana, hizo este elogio de Mika, cuya columna estaba integrada entre sus unidades. "Una mujer valiente y capaz, acaso demasiado madre con los milicianos a sus órdenes. Había dado ya pruebas de gran serenidad y decisión. Cercada con otros camaradas en Sigüenza, logró abrirse camino y escapar del enemigo."
La epopeya de Mika continúa hasta que sus propios milicianos deciden elegirla su capitana, la única mujer con mando de tropa en el Ejército republicano, a la que no sólo adoran y respetan sino que siguen hasta la muerte en todos los combates en que la argentina dirige a sus soldados.
Los episodios de la vida de Mika en la Guerra Civil, su relación apasionada con Hipólito, el drama de una comandante que no sabía leer mapas ni entendía nada de mando militar, el triunfo de una mujer que lidera con éxito a sus milicianos, están relatados magistralmente en el libro de Mika.
Y después, la derrota. Primero, los comunistas que siguiendo la política de Stalin se dedican a perseguir al POUM. Mika es detenida bajo la acusación de ser "desafecta a la República". Cipriano Mera, un héroe del movimiento libertario que fue el corazón de la revolución en España, la salva y consigue refugiarse en Madrid.
Mika no huye cuando los fascistas toman la ciudad. La detiene una patrulla y enseña su pasaporte francés que la salva. Se refugia en el Liceo Francés y luego sus amistades de París la rescatan. Vuelve a la Argentina y retoma sus viejas amistades, pero en 1946 viaja a París, donde libra sus últimas batallas en las barricadas de 1968 y, años después, en las manifestaciones contra los crímenes de la dictadura militar argentina. A los 90 años, un 7 de julio de 1992, muere la capitana Mika Etchebehere que todavía conservaba el capote y el pañuelo ensangrentado de su amado "Hippo". Un respeto.

Juan Carlos Algañaraz

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