sábado, julio 21, 2012

Joaquim Jorda: Recordando a Maurín en una entrevista con Luís Portela


El malogrado cineasta efectuó en 1977 una apasionante entrevista a Luís Portela, fundador del PCE y más tarde del POUM, que trató sobre todo de Maurín. Su interés histórico creo que está fuera de duda.
Jorda ha sido uno de los más creativos e importantes de la historia de nuestro cine, y me atrevería a decir de la historia del cine en el terreno del documental- fue publicada en el número 13 de la revista El Viejo Topo, en octubre de 1977 Para quien no lo sepa, quizás no esté de más recordar que Jorda (1935-2006) fue en los años sesenta-setenta, un militante comunista ligado, primero al PSUC, luego a la Organización de Izquierda comunista. En 1970 realizó en Italia un documental, Lenin vivo, y más tarde otro sobre los tupamaros. Su trabajo militante le tuvo una significada prolongación en el terreno editorial como traductor, sobre todo del italiano y particularmente de Gramsci.
Personalidad destacada en la CNT en los tiempos de Salvador Seguí, fundador de los Comités Sindicalistas Revolucionarios, del PCE, más tarde de la Federación Comunista catalano-balear, del BOC, y finalmente del POUM, Joaquín Maurín, ha sido objeto últimamente de varios trabajos biográficos, siendo quizás el último el de Alfonso Clavería, Joaquín Maurín. Desde Huesca a Nueva York. La revolución interrumpida (Ed. Salvador Trallero, Seriñena, 2010), y que sin duda ayudará a las nuevas generaciones a conocer debidamente a uno de los marxistas más rico en la historia del movimiento obrero español, tan potente por abajo, pero tan poco desarrollado en la teoría.
Seguramente esta entrevista resulta una de las aproximaciones más elaboradas que se hayan publicado sobre Maurín, un personaje sobre el que la campaña de calumnias que el estalinismo impulsó contra el POUM, se cebó en el hecho de que, tras ser detenido en la zona militar-fascista de una manera un tanto rocambolesca (a pesar de la documentación falsa que llevaba para cruzar la frontera francesa, fue descubierto por el mismo policía que lo hirió en una pierna durante la dictadura de Primo de Rivera), pudo salvar In extremis por las mediaciones de un primo hermano suyo que era obispo franquista, y por las presiones del gobierno francés de León Blum…El libro de Alfonso Clavería será presentado en el curso de las jornadas en conmoración del 75 aniversario del POUM que tendrán lugar los días 2 y 3 del próximo octubre. Por su parte, Portela fue uno de los primeros líderes del PCE desde 1921, más tarde animador de la Agrupación Comunista Madrileña, de signo “bujarinista”, desde la cual se integró en el BOC, y más tarde en el POUM. También fue autor de una aproximación histórica a los orígenes del PCE que publicó la revista “Historia Social”, amén de íntimo amigo y editor de Maurín.
Miembro de las Juventudes Socialistas en 1917, a los 16 años, a cuyo comité nacional llega en 1919, de PCE entre 1920 y 1931, año en que ingresa en la disidente Agrupación Comunista de Madrid, confluente poco después en el Bloc Obrer i Camperol que en 1935 se convierte en el POUM. Luis Portela, militante actualmente del PSC es un excepcional testigo, además de compañero, de la trayectoria política de Joaquín Maurín.
-¿Cuándo conoció usted a Maurín?
-Le vi por primera vez a fines del 22, o principios del 23, en el local del PC de Madrid, que estaba en la calle de los Madrazo. Creo que nos presentó Juan Andrade. Luego tuve ocasión de verle varias veces en París, cuando ambos estábamos exiliados. En 1933 vine a Barcelona para trabajar en el diario Adelante del BOC, y durante los cinco meses que duró la empresa, mi colaboración con Maurín fue realmente íntima e intensa.
-¿Cómo era humanamente?
-No era un hombre que prodigase los golpecitos en la espalda y los abrazos. En ese sentido podía parecer frío. Creo que no lo era. Pero tampoco era un hombre excesivamente efusivo. No cultivaba esa cosa de la atracción personal y, sin embargo, era un hombre profundamente querido en el Partido. En el prólogo a Los hombres de la dictadura yo digo que, salvo Iglesias, en el Partido Socialista, nadie fue tan querido por sus correligionarios como Maurín. Su desaparición en el 36 fue un trauma para el Partido. Lo fue, además, porque lo desniveló, y eso lo reconocen los propios trotskistas. Francisco de Cabo, un antiguo trotskista que ahora vive en Argentina, me lo confesaba hace unos meses en una visita que me hizo. El podía haber equilibrado a Nin en todos los sentidos. Nin era, quizá, más teórico, pero no era un político. Era un poco el intelectual metido en política. Maurín, en cambio, era fundamentalmente un hombre de acción, y lo mejor de su obra, aunque haya muchas cosas de valía en sus escritos, es su vida política. Haber creado el Bloc en un medio ambiente tan hostil como Catalunya, el haber logrado hacer un partido obrero aquí, era un éxito.
-De la lectura de sus obras, se desprende que el marxismo era un poco ajeno a él. Parece más bien un lassalliano preocupado fundamental mente por los problemas del poder y del Estado, por sus mecanismos...
-Sí. Hay que partir de la base de que Maurín empieza a dar sus primeros pasos en el campo republicano. Claro que era muy joven y es posible que eso no le marcara demasiado. Pasa luego a la CNT y todavía en 1923 hace unas declaraciones un poco asombrosas tratando de asimilar anarquismo y socialismo, marxismo y anarquismo. Algo cogido por los pelos. Le costó mucho llegar a ser un marxista. Ahora bien, con el tiempo va madurando y yo creo que Maurín -lo dije cuando creíamos que había muerto y hubo que hacer su necrología y yo escribí una para el periódico que hacía el POUM en Valencia- había desaparecido de la vida cuando empezaba a madurar. Maurín no dio la medida de su valía porque, claro, se formó en un medio muy poco propicio, sin una tradición marxista que en Cataluña no existía. No carece de mérito haber llegado a veces a hacer unos análisis marxistas tan justos. Me dirá usted que a veces es un poco irregular. Era un escritor muy brillante y muy agudo, pero a veces se pasa y sacrifica la profundidad y el rigor a la agudeza. Luego tenía el vicio o la manía de los paralelismos históricos. Quizá vivía un poco demasiado inmerso en la historia, y la historia es muy interesante pero no hay que abusar de ella.
-En el supuesto de que Maurín no hubiese desaparecido, de que hubiese seguido ocupando la dirección del POUM, ¿cuál habría sido la política del POUM?
-Eso de las hipótesis siempre es muy arriesgado. Hay el testimonio de un compañero que estuvo con él en la cárcel de Barcelona y aparecerá en el libro que prepara la viuda de Maurín. Dice que Maurín pensaba que el partido había equivocado su política, que lo que procedía en el 36 era hacer una revolución democrática y no una revolución socialista. Yo confieso que estuve once meses viéndole casi diariamente en Madrid, al salir de la cárcel en 1946, y nunca me dijo eso. ¿Por qué? ¿Reservaba su opinión? No lo sé. Ahora bien ¿Cuál habría sido su política aquí? Creo que habría moderado los excesos, verbales sobre todo, del partido. El partido hizo una política demagógica. Yo ya dije durante la guerra que en el POUM había mucha frivolidad revolucionaria, y también la manía de creer que las cosas iba a salir exactamente igual que en Rusia. Había mucha gente que creía que los acontecimientos de mayo en Barcelona eran el equivalente exacto de los hechos de junio del 17 en Rusia. Y era completamente disparatado.
-A mí me parece que el período claramente revolucionario, y desaprovechado, va entre julio del 36 y los primeros meses del 37.
-Sí, y además se olvida una cosa. Se habla de revolución en España. ¿Hubo realmente una revolución o hubo unos fenómenos revolucionarios que eran la respuesta a una contrarrevolución? Es que se mira desde un punto de vista muy local. Se dice: "Ah, en Cataluña hicimos la revolución". Bueno, bueno, pero ¿y en Burgos y en Cuenca y en Galicia qué? Cataluña no está aislada del mundo ¿no? ¿y qué hay en el conjunto del país? En el fondo lo que hubo fue eso: una reacción contra el levantamiento militar que produjo unos fenómenos revolucionarios más que una revolución. Luego hay que tener en cuenta que la guerra primaba, era lo fundamental. Es decir, cabía perder la revolución y ganar la guerra, pero no se podía ganar la revolución y perder la guerra: esto es una cosa que se olvida. Y se olvidaba especialmente en Cataluña, donde el frente estuvo siempre muy lejos. En Madrid no se podía olvidar. Yo estuve en Madrid hasta las primeras semanas de septiembre, en que el partido me mandó a Valencia, y recuerdo que en agosto, a primeras horas de la mañana, se oía en Madrid el cañoneo de la Sierra. Recién empezada la guerra. Madrid se pobló de hospitales de sangre porque diariamente llegaban centenares de heridos de la Sierra.
-¿Cuál fue la actuación del POUM en Madrid? ¿Totalmente unitaria o intentó marcar una política ligeramente distinta?
-Mire, el POUM en Madrid hizo en mi opinión una política errónea. Primero, lo normal era que el partido hubiese intentado montar una organización militar, de milicias, pero el partido no hace una organización de milicias a base de agrupar a sus miembros en una unidad, sino a base de hacer de sus miembros que son inteligentes, los jefes de diversas unidades, secciones y compañías. Y el resto son obreros, obreros sin filiación política determinada. El POUM de Madrid hizo lo contrario. Todos sus afiliados, unos 200, todos en una unidad, que nunca llegó a ser una unidad autónoma. Yo estuve en ella los primeros días, y formaba parte del 9º Batallón de milicias, en el cual estaba el POUM, un grupo de comunistas, un grupo de socialistas, un grupo de panaderos, y la unidad la mandaba un oficial del Ejército, un viejo capitán que se portó muy bien y que murió en el frente. Yo creo que con una política más audaz y con una visión más amplia, el partido habría organizado en Madrid los primeros días 8 ó 10 batallones. Los primeros días la gente iba a alistarse donde encontraba un local que la alistase.
-¿Y tenía el POUM capacidad organizativa suficiente?
-Podía haberla tenido. Había gente que valía. Que no siempre se aprovechó bien: eso es otra cosa. Por ejemplo, en una columna del POUM, la columna que estuvo en Sigüenza, estaba de chofer un hombre que se llamaba Briz, un obrero del Metro, y este hombre estuvo luego mandando una brigada de la CNT. ¿Se había utilizado bien a este hombre o no? Y cosas como ésta, las que quiera. Luego, la prensa del POUM de Madrid hacía una política sectaria, y, además, vuelta de espaldas al momento y a la situación del país. Recuerdo que en un número del semanario que hacía el POUM en Madrid había tres artículos de Trotsky y ninguno hablaba de España. ¿Usted cree que era posible hacer esto a la clase obrera?
-¿Era muy fuerte en el POUM de Madrid la influencia trotskista?
-Eran trotskistas todos. En Madrid sólo éramos tres los militantes no trotskistas. Más o menos conscientemente trotskistas, pero en todo caso gente que había estado en el Partido Comunista y que los trotskistas habían sacado del Partido y agrupado en torno a ellos.
-¿Cuál era la opinión de Maurín sobre Nin?
-Buena.
-Demos un paso atrás. ¿De quién partió la iniciativa de la fusión entre el Bloc y la Izquierda Comunista?
-La iniciativa de fusión con la Izquierda Comunista partió de Maurín, y yo pienso que cometió un error. Pensó que lo que era factible en el caso de la Alianza Obrera, una coalición de fuerzas obreras heterogéneas para unos fines concretos, era también viable en el terreno de los partidos. Sin embargo era evidente que no era posible fusionar al PSOE con el PCE o con la IC o con el Partit Català Proletari o con la Unió Socialista, etcétera. De haberse llegado a realizar habría resultado un cóctel explosivo con una duración no superior a dos semanas. En declaraciones hechas al Viejo Topo, Andrade manifestó lo siguiente: "En las circunstancias de entonces, cuando estábamos ante acontecimientos trascendentales, no podíamos seguir siendo un pequeño grupito aislado de la clase obrera. Pero, ¿dónde podíamos ir? Al Partido Socialista, que nos habría a absorbido" (1). Además, Andrade era visceralmente anti-Partido Socialista. "Entonces esto plantea el problema de que la única fuerza a la que podíamos unirnos era el Bloc". Andrade nunca tuvo ninguna simpatía por Maurín. Por las razones que fueran, quizá por complejo de inferioridad, Maurín, como decía la gente, le caía gordo. El Bloc fue generoso, pues la fuerza del Bloc era infinitamente superior a la de la Izquierda Comunista.
-¿Cuáles eran las diferencias básicas en Bloc y la Izquierda Comunista?
-Hombre, la Izquierda Comunista fundamentalmente una organización trotskista, con todas sus connotaciones y todos los puntos de vista de Trotsky: la rigidez y la estrechez de puntos de vista. Cierto que los trotskistas españoles se habían peleado con Trotsky, pero es que con Trotsky se peleó todo el mundo. Entré otras razones, porque Trotsky pretendía dirigir todo el mundo desde México o desde Constantinopla o desde donde fuera, y esto no puede ser. Y de España no sabía nada. Había pasado unos pocos días en 1917, y los pasó en la cárcel. Además, Trotsky era fundamentalmente un intelectual, no era un político. Y esto explica que Stalin, con muchas menos cualidades intelectuales que él, le pudiera vencer, porque Stalin era un político..., sin escrúpulos, sin conciencia, todo lo que se quiera, pero un político. Bueno, pues ésta era la diferencia fundamental entre la Izquierda Comunista y el Bloc. Los trotskistas tenían una visión rígida de las cosas y no se adaptaban, no eran capaces de adaptar su política a la situación del país. Ahora mismo, los trotskistas que andan por ahí proceden y hablan, bueno, proceden no, pero hablan sí, como si la revolución tuviera que ser pasado mañana a las cuatro menos cuarto de la tarde. Y no me negará usted que ahora no hay ninguna perspectiva de insurrección de la clase obrera ni de implantación del socialismo en España. Estamos saliendo a trancas y barrancas de 40 años de dictadura. Y contentos de haber salido de ella. Sin embargo, estos grupúsculos, que no pintan nada ni nunca podrán pintar nada porque viven al margen de la clase obrera, de espaldas a la clase obrera, hablan como si la revolución fuese una cosa inminente y se sacan de la manga conceptos como comités obreros, auto-organización del proletariado. El Bloc era otra cosa. Era un partido comunista disidente, y debo decir que procedió con una gran generosidad respecto a los trotskistas. Se negoció, se llegó a un acuerdo y, claro, los trotskistas aceptaron prácticamente la política del Bloc.
-Usted pasa de Madrid a Valencia, y hace el resto de la guerra en Valencia. ¿Qué ocurre en mayo del 37 en Valencia?
-No pasó nada. Los hechos de mayo no tuvieron repercusiones en Valencia. Fue una cosa muy localizada en Barcelona. Apenas pasó algo en algún punto cercano a Barcelona.
-Entonces esto haría pensar que las responsabilidades van a medias entre el PSUC y los funcionarios de la III Internacional.
-Bueno, yo pienso que la responsabilidad de la provocación corresponde al PSUC. Está claro que hubo una provocación.
-Ahora el PSUC se está intentando sacar la cosa de encima. Dice más o menos: "No tuvimos nada que ver, fuimos tan engañados como el primero por la NKVD".
-Sí, claro, ahora todo el mundo se lava las manos. Pero aquí aprovecharon las circunstancias que no se daban en otro sitio. La batalla iba contra el POUM y contra la CNT. Pero, claro, la CNT era una tajada demasiado fuerte y había que empezar por el POUM, que era más débil, y que además había prestado bastante el flanco por su política con frecuencia equivocada.
-Volviendo al caso Maurín. ¿Qué puede usted explicar acerca de las circunstancias de su detención?
-Bien, debo decir que yo creo sinceramente que Maurín tenía una verdadera talla de jefe. Fue una personalidad en Cataluña, y digo en Cataluña, porque fuera de aquí poco pudo hacer. No logró dar la medida de su valía. Quizás el momento en que podía haber dado la medida de su valía era la guerra. Y justamente fue un error, en gran parte suyo, pero también de la dirección del Partido, que la guerra le cogiera en Galicia. El error estuvo en enviar a Maurín a Galicia para asistir a un congresito regional, porque el congreso podía esperar y la guerra civil no esperó. Entonces ya era previsible que la guerra, o el levantamiento militar, iba a producirse, el 18 de julio, el 20 o el 25, daba igual, pero era un momento en que Maurín no podía estar fuera de aquí.
Siempre que llegaba a Madrid para las sesiones del Parlamento, solía hacerlo en avión a la una de la tarde, me telefoneaba y nos veíamos antes de la sesión. Después de comer, en el café. El 16 de julio me llamó por teléfono. "Estoy aquí y nos veremos luego". ".Bien, ¿dónde?". "En el sitio de la última vez". La última vez que nos habíamos visto fue en el café del Hotel Nacional, que aún existe, en la Glorieta de Atocha. Maurín era un hombre muy puntual, era un hombre de una extrema regularidad en todos sus actos. Más que yo. Esa vez, sin embargo, yo fui muy puntual, porque quería hablar con él. Quería disuadirle precisamente de ir a Galicia. Estuve esperando. Me cansé de esperar. Me fui a la pensión donde se hospedaba, que estaba cerca del Paseo del Prado. Todavía existe. Ahora se llama Hotel Mora y antes se llamaba Pensión Mora. Pregunté por él. "Sí, ha estado aquí, pero ya se ha marchado". Fui al Congreso. A la puerta de entrada de diputados. "No le hemos visto. Pero, mire, dé usted la vuelta, vaya a la otra calle, porque puede que haya entrado directamente a la biblioteca". Fui a la otra calle. "Si, ha estado aquí un momento y se ha ido con el señor Pestaña". Y luego supe que había ido a cobrar. Porque él había salido de Barcelona con 200 pesetas. Y ahí cobró las mil de su sueldo que le permitieron ir tirando hasta que le detuvieron. Entonces me fui al Casal catalá donde había un bar en el que a veces nos habíamos reunido. Además, el encargado del bar era un compañero del Partido. Le pregunté. "No, hoy no ha venido por aquí". Entonces me fui a la estación. Y cuando llegué a la estación, el tren acababa de salir para Galicia.
-¿Usted cree que le habría convencido?
-No lo sé. Yo hubiera tratado de hacerlo. El propio Maurín, en una carta dirigida a Víctor Alba el 25 de marzo de 1973, cuenta así su historia de los diez años siguientes: ""De propaganda y organización en Santiago de Compostela, cuando se produjo la sublevación militar. De Santiago se trasladó a la Coruña para entrevistarse con el gobernador civil. Se instaló en un hotel de segunda clase con otro nombre. La conquista de La Coruña por los militares duró la tarde del lunes, día 20. Unos días después, Maurín fue a visitar al cónsul de Francia para pedirle ayuda para pasar a Francia, alegando que su mujer era francesa. Se negó. Pudo hacerse con una cédula personal a nombre de Joaquín Julio Ferrer y con ese pase salió de la Coruña el 1 de septiembre, llegando a Zaragoza el día 2. El día 3, en la estación ferroviaria tomó un billete para Jaca. Estuvo en Jaca tres días hasta conseguir un pase para acercarse a la frontera. En Panticosa fue detenido por la Guardia Civil, como sospechoso, y conducido a Jaca. En Jaca ingresó en la prisión como Joaquín Julio Ferrer. En la primavera de 1937, Maurín logró establecer relación epistolar con su mujer, que residía en París. Jeanne notificó a José Coll, muy confidencialmente, que Maurín vivía. El Comité Ejecutivo del POUM supo guardar el secreto. A comienzos de septiembre de 1937, Maurín fue puesto en libertad, y se dirigió a un pueblo de la frontera francesa. Uno de los policías que estaban destacados allí, lo reconoció y lo identificó. Maurín fue trasladado a Jaca, a la comandancia militar. La prensa nacionalista dio la noticia, que reprodujo la prensa de París. Jeanne se puso enseguida en contacto con el primo de Maurín, coronel de capellanes castrenses -después fue obispo de Seo de Urgell-; el primo pudo parar el golpe.
Maurín fue trasladado a Zaragoza, y al cabo de algún tiempo a la prisión de Salamanca, aislado de los demás presos. Se aceptó como un posible canje, que no se realizó porque los comunistas del gobierno de Negrín se opusieron. En la primavera de 1942, fue trasladado de la prisión de Salamanca a la de Barcelona, en donde se le instruía proceso militar. En diciembre de 1942 fue trasladado al presidio de Burgos en concepto de peligroso. En marzo de 1943 fue de nuevo trasladado a la prisión de Barcelona, pues se iba a celebrar el consejo de guerra. Unos meses después el consejo de guerra lo condenó a 30 años de prisión. En 1945, el triunfo de los Aliados hizo que el gobierno de Madrid moderara su actitud con relación a los presos políticos. El 1 de octubre de 1946, Maurín fue puesto en libertad vigilada, con la obligación de residir en Madrid" (2).
-¿Volvió a verle después?
-En 1946. Diez años después. Nos encontramos en Madrid, cuando salió de la cárcel. En Madrid estuvo viviendo de unas traducciones que le daba Janés, que era un hombre muy liberal, muy buena persona, muy amplio de criterios. Ayudó a mucha gente. No sé quien le puso en contacto con Janés. Claro, Maurín era un hombre muy meticuloso en su trabajo. Es decir que Maurín necesitaba dos meses para traducir un libro. Claro, al precio que se pagan en España las traducciones, y sobre todo al precio que se pagaban entonces, eso no permitía vivir.
-¿Usted recuerda alguno de los títulos traducidos por Maurín?
-Una de las cosas que tradujo fue un libro sobre el Mariscal Montgomery, porque me habló justamente del tipo, del personaje. Otras cosas no sé. Nos veíamos prácticamente todas las noches. Generalmente no nos veíamos en la pensión donde estaba, sino en casa de un antiguo militante del POUM, que ha desaparecido de la circulación, y que vivía en el mismo edificio de la pensión.
-¿Sufría algún tipo de control policiaco en aquel momento?
-No creo. Hombre, supongo que tenía que presentarse periódicamente, pero, vamos, control no creo que lo haya habido. Salimos algunas veces. Alguna vez me invitó al teatro. Recuerdo Fuenteovejuna, en el teatro Español. Y nunca observé presencia policial ni que él se preocupase de ella. Sin embargo, sí estaba un poco traumatizado. Esta es la palabra.
-Las circunstancias que rodean su salvación son, por decirlo así, bastante milagrosas.
-Sí, claro. El, desde luego, nunca pensó que se salvaría. La primera vez, cuando le detuvieron con nombre supuesto, cabía. De todas maneras se encontró allí a un hombre que le conocía, y que fue al paredón sin decir su nombre, y quizá de decirlo se habría salvado.
-¿Y esta historia del nombre que llevaba en la cárcel, Máximo Uriarte Ortega de Portugalete, que correspondía a las siglas del POUM al revés?
-Bueno, este nombre no fue cosa de él. Se lo impusieron. Hace unas semanas estuvo unos días aquí la viuda, Juana Maurín a ver a Herralde. Hay una carta que se va a publicar en el libro cuyo original tengo yo aquí para repasarlo y darle un poco de forma, y hacer el prólogo. Es una carta del hijo del jefe de Orden Público de Zaragoza cuando Maurín llegó allí, trasladado desde Jaca al ser identificado. La carta es muy interesante porque es la carta de un hombre joven, cuarenta años o así. Juana Maurín le escribió al padre, y el hijo responde: "Mi padre, por desgracia, no podrá contestarle a usted porque ha muerto. Le diré que yo en esa época de la Guerra Civil era un niño, pero después he oído hablar a mi padre de Maurín con un gran respeto, y con una cierta admiración. Mi padre era un hombre muy independiente. A pesar de todo, y a pesar de las diferencias de ideología que le podían separar de Maurín, sentía un gran respeto por él". Creo que se impuso a los hombres que le tuvieron en sus manos por su conducta y por su actitud noble y digna.
-¿Durante esos años en Madrid tenía alguna actividad política?
-No. ninguna.
-¿Hacía comentarios políticos sobre la situación? ¿Cómo veía la evolución del franquismo?
-Le diré a usted que él pensaba que esto duraría más o menos, pero probablemente no creía que iba a durar tanto tiempo. Lo que sí puedo decirles es que en aquella época. En el año 47, aquí, la dirección clandestina del POUM se planteó el problema de incorporarse al PSOE, y Maurín estuvo en contra. Más tarde, en Estados Unidos, se pronunció a favor, pero en el 47 estuvo en contra, como yo.
-¿Quién defendía esta posición?
-Pues el Comité ejecutivo del POUM en Barcelona. La gente del interior. Solano se asustó cuando lo supo y vino desde París para evitarlo. La cosa no pasó de ahí.
-¿Hasta qué año mantuvo organización en el interior el POUM?
-Hasta el 52. Después, más que liquidada por la acción de la policía, fue liquidada por la acción de los emigrados. Los emigrados han hecho bastante daño a las organizaciones políticas y sindicales. En casi todas ha habido conflictos. Fíjese en el caso del Partido Socialista, que se ha organizado en contra de los emigrados...
-¿Qué puede decir usted acerca de relaciones que nunca llegan a concretarse, pero siempre se insinúan entre Maurín y la CIA?
-Mire, Maurín tuvo en los último años una actitud política con la que yo no estoy de ninguna manera de acuerdo. Cada vez se despegó más del partido y de lo que había sido su ideario de juventud. Adoptó una postura francamente anticomunista, cometió errores indudables y cosas censurables, pero en modo alguno tuvo nada que ver con la CIA. Lo que pasa es que del mismo modo que durante la guerra civil se nos acusó de ser agentes de la Gestapo y de la Quinta Columna y tal, pues ahora cuando se le quiere hacer la puñeta a un militante del POUM se dice que es de la CIA. Se ha dicho de Maurín y de otros.
-Se ha dicho muchísimo de Víctor Alba, por ejemplo.
-Se ha dicho de Víctor Alba, de Gorkin, de Gironella, etc. Es muy cómodo.
-Y se sigue diciendo de Miravitlles...
-Bueno. Miravitlles ha confesado una cosa. Que él hubiera querido ser de la CIA. Al menos ya es una confesión.
-¿A qué se debe esta evolución hacia ese particular tipo de anticomunismo de Maurín?
-Hombre, yo creo que es una reacción, si usted quiere no política pero sí humana, contra un movimiento que había asesinado a amigos suyos e incluso a su hermano. Y que años después de acabada la guerra seguía persiguiéndole a él. Yo le he dado a Juana Maurín una cosa que Maurín me dio a guardar. Es un número de Treball del año 45 ó 46, en el que se ataca a la Alianza de Fuerzas Democráticas diciendo que es una organización trotskista-fascista. En la Alianza de Fuerzas Democráticas estaban los republicanos, los socialistas, la CNT y nosotros. En Cataluña la dirigía Pou i Pagès. Y luego hay un artículo dirigido personalmente contra Maurín acusándole de ser un confidente. Ante eso, Maurín envía una carta a ocho hombres de los más significados de los distintos grupos políticos que había en la cárcel, a Juan Saña, que todavía vive, de la CNT, a Cornudella, del Front, a Gabriel Guerra, del Partido Socialista, que ha muerto, a Iturrioz, de la Esquerra..., en fin, a ocho..., tengo ahí la fotocopia... y les dice: "Yo os presento este número de Treball donde se me acusa. Yo os pido que digáis si creéis que en mi conducta en la prisión hay algo que justifique ese ataque. Segundo, yo soy diputado -bueno, en eso se equivocaba- y cuando las Cortes vuelvan a reunirse, pienso pedir que se nombre una comisión de encuesta que examine mi conducta en esos años, y quiero saber si vosotros estáis dispuestos a testimoniar al respecto". Responden los ocho en una carta colectiva. Y luego hay, además, una carta personal, muy interesante, muy emotiva y afectuosa, de Gabriel Guerra.
-¿Ninguno de los destinatarios de esa carta era un hombre del PSUC o del PCE?
-No, en absoluto. A los del PSUC ni siquiera se dirigió. ¡Era inútil!
-¿Y en América no tuvo ningún tipo de actividad política?
-No, colaboró en la prensa del exilio, además de colaborar en la prensa de América. El allí vivía, y modestamente, porque no vivía en ninguna opulencia ni mucho menos, de una pequeña agencia de prensa que montó. Difundía, por ejemplo, artículos de Sender, de unos cuantos exiliados españoles. Actividad política propiamente dicha no desarrolló.
-¿No colaboró en ningún momento con otros comunistas disidentes europeos, hombres como Paul Mattick, por ejemplo, que editaban alguna revista?
-No, no creo que Maurín participara en estas cosas. No pensaba que esa actividad de pequeños grupos fuese de alguna utilidad. Es un poco también la opinión mía con respecto a los quince o veinte grupitos que andan por ahí haciendo un poco de ruido, más bien menos que más. Por eso un grupo de viejos militantes del POUM ante esta situación decidimos ir al Partido Socialista de CataIunya. A mí no me ha hecho feliz esa decisión. Hubiera preferido poder levantar el POUM, pero vimos que no era fácil.
-¿Usted cree que no hay espacio actualmente para la reaparición de un partido como el POUM?
-Pues no. Prácticamente no. Mire, el POUM es un partido que en parte ha perdido sus jefes y en parte fue abandonado por sus jefes. Gorkin, Arquer, Gironella, Rovira, que se marchó del partido y fundó el MSC con Serra i Moret, todos estos hombres han abandonado el POUM. El POUM se ha encontrado sin jefes. Es un partido que ha envejecido. Claro, como no ha actuado no se ha conquistado gente. Ahora nos hemos encontrado con una serie de señores que el que menos tenía 60 años. Y, claro, hay gente que a los 65 o más conserva su fe en el ideal de su juventud, pero hay gente que a los 60 ya ha perdido su fe. Además, yo soy de los que opinan que la situación actual no es propicia a los pequeños grupos, un pequeño grupo no tiene nada que hacer. En primer lugar, porque no estamos todavía en una democracia, pero no sabemos si va a durar. ¿Y si no dura? En todo caso, hay que oponer a ese posible enemigo no pequeños grupos sino fuerzas serias, fuerzas considerables... En tal sentido, ya le digo a usted, el ir al PSC no me ha hecho feliz...hay un pasado con el que he tenido que romper..., al menos, en cierto modo..., pero he considerado que dedicarnos a hacer un grupito de nostálgicos, a rememorar el pasado y a evocar nuestras glorias pasadas, no conducía a nada...
-¿Estuvo por casualidad en el mitin de la CNT?
-No.
-Fue curiosísimo. Eran realmente momias, momias hablando.
-Voces de ultratumba, ¿no? Claro, éste es el peligro.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Notas

--(1) El Viejo Topo, pp. 14- 15. Las declaraciones de Andrade a este respecto dicen exactamente lo siguiente: "Llega un momento en que Trotsky lanza la consigna de ingreso en el Partido Socialista para las fracciones trotsquistas existentes en todos los países (entrismo), principalmente la de España. Nosotros creíamos que las condiciones que planteaba Trotsky de que había que entrar en el Partido Socialista como un órgano independiente de fracción y organizado como fracción, no eran razonables; que los socialistas no nos admitirían y que había que seguir otra táctica. Entonces llegamos a la conclusión de que lo mejor era la fusión con el Bloque Obrero y Campesino"...
Y de Maurín, dice en las mismas páginas: "...El Bloque Obrero y Campesino era una organización de una ignorancia política enorme. Sus militantes no estaban preparados No hacían más que seguir las sugerencias y genialidades que se le ocurrían a Maurín; Este tenía una gran ambición política, ya no solamente catalana, sino a nivel estatal. Buscaba una solución que le permitiera ejercer una notoria influencia en toda España".
--(2) Víctor Alba. El marxismo a Catalunya 1919-1939. vol. IV. Joaquín Maurín. Editorial Pórtic. Barcelona, 1971, pp. 231-232.

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