martes, enero 31, 2012

De la crisis capitalista al rearme imperialista


Es un argumento muy utilizado ya el afirmar que todas las crisis capitalistas se han solucionado con acciones bélicas, ya sean invasiones coloniales, guerras mundiales o guerras de clase contra los propios pueblos afectados, pero no por ello menos cierto. Hay sin embargo que recordar constantemente que el capitalismo es indisociable del imperialismo. Así lo es al menos desde el siglo XVI, así sigue siendo de forma nítida hoy.
La crisis capitalista que estalla a partir de 2008, se está tratando de resolver por parte de los gobiernos capitalistas, tanto institucionales como fácticos, de todas las formas beneficiosas para ellos posibles, solo falta la guerra global caliente, pues la fría ya está servida. Pero en las potencias centrales, la guerra de clases contra sus pueblos es una dura realidad que se está pagando con paro, quiebras de pymes y empresas familiares, recortes sociales y destrucción del sistema de bienestar. Cuanto más fracasos económicos cosechan los y las capitalistas, más ahogan a sus clases populares y más gasto público dedican a salvar los bancos privados.
Pero también las ex-potencias coloniales europeas y el imperio decadente de los EE.UU. en “Santa Alianza”, más agresivas, chulas y autoritarias se tornan, creo que para remontar su crisis. Pese a sus sonados fracasos en las nuevas cruzadas contra el mundo musulmán, siguen insistiendo, amenazando y ciertamente sí han demostrado al menos una gran capacidad de hacer sufrir y castigar a poblaciones civiles indefensas. Hay además que denunciar su hipocresía al haberse aliado con sectores de Al Qaeda en esta nueva aventura colonial. Tiene una macabra gracia que los promotores de SOPA-ACTA, leyes de excepción y recortes democráticos, le den lecciones a Siria y potencien allí una guerra civil ¡ Con Jordania y Arabia Saudí dando lecciones de democracia! Pero ¡nos creen tan imbéciles! Pues sí.
Pero la estrategia imperial de dominación, cargada de racismo eurocéntrico y blanco -caucásico- no solo apunta a los musulmanes y sus grandes reservas energéticas. Están propiciando un cerco a la pujante y emergente China y el rearme ruso. China es su gran peligro. La doblez de junco de los chinos, su agresiva expansión comercial y su penetración en África negra abandonada por los decadentes, y en América Latina, en fase de construcción de su independencia continental y con procesos de transformación, no neoliberales, obliga a vigilar y cercar a este sí, su gran enemigo. Cuentan con Australia y por ahora las Filipinas. Tal vez India, pero ésta se encuentra demasiado ocupada con Paquistán y La propia China, siendo la Unión India casi tan agresiva en sus exportaciones como sus grandes vecinos. Además India y Rusia, mantienen buenas relaciones, incluso militares.
Por si fuera poco, el gigante sudafricano, con Zuma a la cabeza, no es de fiar. La prueba, pues no hay más que leer la prensa internacional del grupo PRISA, por ejemplo. Por si quedaba un último grano, los argentinos vuelven a reclamar las Malvinas y encima encuentran no solo eco, sino apoyo decidido en la nueva América Latina de la CELAC, de la UNASUR, del ALBA, de su nueva independencia.
Pero para imponer sus criterios, ni civilizatorios, ni democráticos, solo de control de la energía que su blanco dios donó a los supuestos pobres del mundo, más bien saqueados del mundo. Para mantener su dominio y seguir ganando dinero deben hacer nuevas guerritas, bombardear, criminalizar a culturas diferentes o a pueblos con ansias de justicia y reparto. Pero nos necesitan a nosotras y nosotros. Necesitan que los pueblos, las clases populares europeas, se deban creer sus mentiras y pensar que nuestro destino depende de sus caza-bombarderos. Nos mienten. Es deleznable la complicidad de medios y de ciertos y ciertas periodistas. Pero también del abusivo uso de los medios públicos que todos sufragamos. Hay pues que forjar una unidad de los pueblos y de los gobiernos amigos, antiimperialista, junto a las luchas por una superación democrática, social y popular de la crisis.
Estos días en Porto Alegre , como clara contraposición al frío, asediado y decadente Davos, celebra en el cálido y vital Brasil, su asamblea mundial el Foro Social Mundial, y denuncia la crisis capitalista, al tiempo que también, en los debates se platean formas de lucha y llamamientos a las protestas, la resistencia, pero también las ofensivas ideológicas y populares. En un panorama, el latinoamericano, donde con varias excepciones, a diferencia de las potencias centrales, disminuye el paro y hay movilidad económica, crecimiento y expectativas de desarrollo, simplemente, porque hacen lo contrario que en Europa.
Es por eso que los viejos halcones yankis vuelven a amenazar también a América Latina, especialmente a Venezuela, Ecuador, Bolivia y Cuba. Pero maniobran contra la CELAC con el concurso de las oligarquías criollas. No obstante, se tropiezan con una gran determinación en sus pueblos, todos ellos. Unos con gobiernos ya antineoliberales y otros al menos nacionalistas, teniendo en cuenta, que el nacionalismo en América tiene una lectura positiva. Los neoliberales, a pesar de ello, están en los organismos de unión regional, por que conocen de la ruina europea y la intromisión nunca gratuita yanki.
Así pues, creo que se puede afirmar que estamos en una feroz guerra mundial de clase. De la clase rica y poderosa, contra el mundo. Contra todo el mundo, incluidas las clases trabajadoras y populares europeas.
La conclusión es que cada cual en su lugar, debe actuar, intervenir, organizarse. Pero frente a la estrategia mundial capitalista, hace falta forjar la estrategia mundial social. Esperemos que Porto Alegre nos ilumine, y por lo pronto ya están llegando llamados a construir un ecosocialismo alternativo global, frente al capitalismo.
Mientras llega, no nos olvidemos de la V Internacional. Pero tampoco de agradecer a los pueblos latinoamericanos, que fueron los primeros en demostrar que se puede vencer a las oligarquías y plantarle cara al Imperio, muy especialmente al pueblo venezolano .

Carlos Martínez

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