domingo, diciembre 04, 2011

Debacle electoral del PSOE: las consecuencias de defender un programa pro capitalista


Ahora, preparar las fuerzas para responder al PP en la calle

La jornada electoral del 20 de noviembre ha supuesto una derrota sin paliativos del PSOE. La socialdemocracia en el Estado español ha cedido en todos los aspectos decisivos a las pretensiones de los grandes capitalistas, aplicando de forma clara y decidida la política y medidas dictadas por ellos, y las consecuencias han sido demoledoras: 4,3 millones de votos menos y 59 diputados perdidos, en los que han sido los peores resultados del Partido Socialista desde las primeras elecciones de la era “democrática” en 1977.

La debacle socialdemócrata asfalta la mayoría parlamentaria del PP

El PP ha logrado la mayoría absoluta en el parlamento, aumentando el margen que consiguió la derecha en las elecciones del año 2000. Sin embargo, a pesar de los 186 diputados (32 más que en 2008) y de haber sacado al PSOE 3,6 millones de votos, una vez más ha quedado patente el techo del PP. El aspecto central no ha sido, ni mucho menos, que se haya producido un corrimiento decisivo del voto hacia el PP. Estos resultados electorales los ha obtenido la derecha habiendo incrementado en poco más de 500.000 sus votos. Incluso en zonas como Madrid o el País Valencià, que la derecha pone siempre como ejemplo de solvencia y los considera como sus bastiones, ha perdido 29.116 y 27.328 sufragios respectivamente respecto a las generales de 2008.
El PP ha mantenido movilizada a su base social (la pequeña burguesía del campo y gran parte de la ciudad), a la que hay que sumar a sectores minoritarios de la clase obrera, políticamente atrasados, muy golpeados por la crisis y que han aceptado como buena moneda la demagogia del PP.
En las zonas donde la caída del voto socialista ha sido más acusada, la subida del PP no se acerca, ni de lejos a lo perdido por el PSOE. En Andalucía, por ejemplo, donde el PSOE ha perdido más de 750.000 votos, el PP ha avanzado algo más de 250.000. Los millones de votos perdidos por la socialdemocracia han ido a parar mayoritariamente a la abstención, a Izquierda Unida, algo al PP y, algo, sobre todo en Madrid, al derechista partido de Rosa Díez (UPyD), que con su demagogia “democrática” y en particular con su posición reaccionaria y nacionalista española, acerca de la cuestión nacional, ha arrastrado a una parte de los desencantados con el PSOE, también debido a la nefasta política sobre esta cuestión llevada a cabo por la socialdemocracia.
La clave de la victoria del PP ha estado, sin ningún género de dudas, en la debacle del PSOE. Las elecciones las ha perdido la socialdemocracia y su política de defender con todas sus consecuencias el sistema capitalista como el único posible y por tanto aplicar las medidas que la economía de mercado exige. Los llamados graneros tradicionales del PSOE, que han contribuido decisivamente a victorias electorales anteriores, especialmente las de las dos últimas legislaturas, han experimentado un hundimiento histórico. En Cataluña los resultados han sido catastróficos: el PSC ha perdido 11 diputados, 18,75 puntos porcentuales y más de 800.000 votos; tan sólo en Barcelona, la pérdida de votos socialistas supera el medio millón. En Euskadi han sido 5 diputados y 16,6 puntos menos, con una perdida de 167.000 votos, a los que sumar el descenso de 45.000 votos, un escaño y un 12% en Navarra. En Andalucía, a pesar de los análisis que intentan suavizar la caída, el PSOE ha reducido su apoyo en 11 diputados, 9 puntos porcentuales y 750.000 votos, el peor resultado en 32 años, con un PP que le saca cerca de 400.000 votos. El PSOE también ha incrementado su caída en Extremadura, dónde obtiene un magro 37%, pierde 1 escaño y reduce su apoyo en 120.000 votos. Y no menos espectacular es el varapalo que el PSOE recibe en Madrid, dónde pierde más de 500.000 votos, 13 puntos porcentuales, quedando en un raquítico 26,48%, y reduce en 5 los escaños obtenidos.
En la noche electoral, un deprimido Rubalcaba se presentó ante los medios de comunicación y unos centenares de militantes asumiendo sólo el desastre. En su intervención señaló que continuaría defendiendo las “conquistas sociales” y que había solicitado un congreso “ordinario” al secretario general del partido, Rodríguez Zapatero. La soledad del candidato, en esas horas amargas, era una pintura tétrica de la debacle electoral. Pero al día siguiente, el todavía Presidente del Gobierno en funciones, volvía a reafirmarse en la política adoptada en estos años, en las medidas de ajustes y ataques contra los derechos de la mayoría, proponiendo toda su colaboración al Partido Popular para asumir las medidas impuestas desde la UE y el BCE. Ninguna rectificación, ninguna disculpa, ningún gesto después de la derrota hacia una parte muy significativa de su propia base social, que en esta ocasión les ha dado la espalda con contundencia. Por este camino, está asegurado que el desastre continuará.
La explicación que los dirigentes del PSOE han balbuceado para justificar esta monumental debacle en la reunión de urgencia mantenida por la Ejecutiva Federal, no puede ser más pobre: “hemos sido víctimas de la mayor crisis económica de la historia de España”. Una cortina de humo para ocultar sus responsabilidades. Sí, es cierto que estamos en medio de la depresión más aguda del sistema capitalista en sesenta años, pero el PSOE ha abandonado cualquier alternativa socialista, ha renunciado a aplicar medidas a favor de la mayoría de la población y se ha plegado a los intereses de los grandes poderes económicos ante los que ha capitulado abiertamente. El Gobierno socialista ha actuado con contundencia contra la clase obrera, la juventud y los sectores desfavorecidos de la sociedad, recortando el salario a los trabajadores públicos, aumentando la edad de jubilación de los 65 años a los 67, introduciendo en la constitución la obligatoriedad de garantizar en primer lugar el pago de los intereses de la deuda pública, aplicando reformas laborales que profundizan en la precariedad y en la indefensión de los trabajadores, aplaudiendo las medidas de recortes aplicadas por gobiernos autonómicos de la derecha (PP, CIU, el partido de Álvarez Cascos) salidos de las elecciones del 22 de mayo, además de haber dejado prácticamente a su suerte a los cinco millones de obreros que se encuentran en paro, o las cientos de miles de familias que están siendo desahuciadas por no poder hacer frente al pago de sus estratosféricas hipotecas.
Mientras ha estado llamando a los trabajadores a apretarse el cinturón, a hacer sacrificios y a ser comprensivos “con los esfuerzos necesarios” por la gravedad de la crisis, frente a los capitalistas el Gobierno de Zapatero ha derrochado generosidad, comprensión y sobre todo recursos del Estado. Miles de millones de euros de dinero público han ido a parar a las arcas de los grandes bancos y empresarios, además de haberles servido en bandeja a la clase obrera, cómo ya hemos explicado, para que puedan exprimirla sin ningún tipo de obstáculo.
En la campaña electoral del PSOE, el discurso empleado por Rubalcaba ha rescatado parte de la fraseología típica de la socialdemocracia, como la defensa de los servicios públicos y la oposición a los recortes sociales. Lamentablemente para las pretensiones del hasta hace bien poco hombre fuerte del Gobierno, que ha aplicado sin pestañear los recortes en los terrenos en los que ahora decía que se iba a oponer, sus afirmaciones han carecido de la más mínima credibilidad. Es más, mientras de palabra defendía el mantenimiento del gasto social, en los hechos Rubalcaba fue el encargado de convencer al grupo parlamentario socialista de la necesidad de apoyar la aprobación de la reforma constitucional el pasado mes de septiembre.
Cuando la crisis del sistema capitalista se acerca peligrosamente al punto de transformarse en una profunda depresión, más inevitable es esta disyuntiva: o con los trabajadores (la mayoría de la sociedad) defendiendo sus intereses y derechos o con los capitalistas defendiendo su privilegios. La elección tomada por la dirección del PSOE y el Gobierno Socialista, no ha dado lugar a dudas: se han convertido, en los hechos, en guardianes de los intereses y privilegios de los ricos. Y los esfuerzos por parte de Rubalcaba de aparentar otra cosa han fracasado miserablemente Estas son las claves del hundimiento electoral del PSOE en las elecciones del 20-N.

IU aumenta notablemente su representación y sus votos

Una parte muy importante del voto de castigo por la izquierda hacia la política del PSOE ha sido recogido por Izquierda Unida, que ha incrementado sus votos en más de 700.000 respecto a 2008 y ha pasado de 2 diputados a 11. La recuperación de escaños en Sevilla, Málaga, Valencia, Zaragoza y Asturias, y los tres obtenidos en Barcelona (en coalición con IC) y en Madrid, no reflejan el apoyo real a IU, cuya representación parlamentaria se ve mermada muy negativamente por una ley electoral antidemocrática. En cualquier caso, estos resultados suponen un cambio fundamental respecto a la anterior legislatura en la que IU consiguió una representación prácticamente testimonial.
El voto recibido por IU se ha nutrido de trabajadores que en anteriores comicios dieron su apoyo al PSOE, y de jóvenes que sin duda han tenido una presencia muy activa en las grandes movilizaciones que se han sucedido desde el 15 de mayo. Unos resultados que muestran claramente el enorme potencial de Izquierda Unida para transformarse no sólo en un referente electoral, sino en el aglutinante político de una potente oposición de izquierdas a la política del PP, a condición de que lleve hasta sus últimas consecuencias la idea que Cayo Lara y otros dirigentes han señalado: ser la voz de la calle, de los parados, de la juventud precaria, de los estudiantes, del conjunto de la clase obrera sometida al cerco de una ofensiva empresarial brutal. Y esa tarea es la esencial, convertir Izquierda Unida en una organización de lucha, de movilización, que no dude en dar la batalla al PP utilizando todos sus medios. Es necesario que IU desafíe el juego del parlamentarismo burgués, dotándose de un programa auténticamente revolucionario que rompa decisivamente con el capitalismo, que defienda la necesidad de expropiar a los banqueros y capitalistas para así construir una sociedad socialista. También concentrando la parte principal de su actividad en la lucha cotidiana en la calle, en las fábricas, fortaleciéndose de esta forma dentro de los sindicatos y promoviendo un sindicalismo de clase, combativo y democrático hasta conseguir que CCOO y UGT abandonen la política de pactos, paz social y concesiones a la patronal.
La actividad parlamentaria debe ser un complemento de estas tareas que son las decisivas: utilizar la tribuna para defender el programa revolucionario y denunciar ante las masas de la clase obrera la farsa del parlamentarismo burgués, revelando ante ellas continuamente los miles de hilos y mecanismos a través de los cuales los capitalistas dominan las instituciones de la democracia burguesa. De esta forma IU se consolidará electoralmente y lo más importante, verá incrementado notablemente su número de afiliados y sus raíces dentro del movimiento obrero.

La izquierda abertzale obtiene unos resultados históricos

A pesar de los intentos patéticos de la prensa capitalista por minimizar el resultado de Amaiur con titulares como “Holgada mayoría nacionalista de PNV y Amaiur en Euskadi” (El País 21-11-11), la irrupción de la Izquierda Abertzale en las elecciones del 20N ha supuesto todo un terremoto político que reafirma los resultados de Bildu, su plataforma electoral en las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo pasado con la que obtuvo un triunfo sonado.
La perspectiva de la lucha política sin el lastre de las acciones de ETA, ha calado entre decenas de miles de trabajadores y jóvenes de Euskal Herria que han visto en Amaiur el referente al que orientarse para luchar contra las consecuencias de la crisis capitalista y por el reconocimiento de sus derechos democrático-nacionales. Con 7 diputados (seis en la CAV y uno en Navarra), 284.000 votos en la CAV y 49.000 en Navarra y un porcentaje de 24,12% y del 14,86% respectivamente, la marca de la Izquierda Abertzale duplica en la CAV el número de diputados del PP, y obtiene dos más que el PSE y uno más que el PNV. Los resultados también reflejan un corrimiento del voto obrero de izquierdas hacia Amaiur en Vizcaya y Vitoria, y el hecho de que en Guipúzcoa barran mientras el PSE se desploma es también significativo de este proceso.
En Euskadi, como hemos señalado anteriormente, el PSE-PSOE está pagando las consecuencias de la política de recortes y contrarreformas del gobierno central, a la que se suma la alianza con el PP con la que se sostienen en la presidencia del Gobierno vasco. En este contexto de esperanza por haberse abierto una nueva etapa en la lucha política en Euskal Herria, de políticas nefastas del PSOE en todos los campos, y de grandes movilizaciones obreras impulsadas por la mayoría sindical vasca han hecho posible que Amaiur haya concentrado el voto de castigo por la izquierda. La Izquierda Abertzale tiene una tarea decisiva por delante: no necesita del lastre de formaciones burguesas como EA, cuyo único objetivo es empujar hacia la institucionalización de este gran movimiento, ni tampoco de alianzas con la burguesía vasca (PNV), que significarían un aval para políticas antiobreras. La Izquierda Abertzale tiene todas las condiciones para convertirse en una potente fuerza a favor de la transformación social, que aglutine a una mayoría de los trabajadores y jóvenes de Euskal Herria, a condición de que no abandone el terreno de la movilización de masas y de que defienda sin complejos una política socialista de verdad, que ligue la lucha por el reconocimiento de un derecho democrático básico como es el derecho de autodeterminación con un programe de clase y revolucionario de ruptura con el sistema capitalista.

La responsabilidad de las direcciones de CCOO y UGT en la victoria del PP

Como hemos explicado más arriba, el Gobierno del PSOE, enfrentado a la crisis capitalista más importante desde el crack de 1929, optó por defender los intereses de los ricos y organizar su política con el exclusivo fin de restablecer los beneficios capitalistas a costa de la clase obrera, la juventud y los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Cada medida antiobrera, cada recorte, cada reunión con los principales capitalistas del país en las que Zapatero tomaba puntualmente nota de las pretensiones de los ricos para llevarlas a cabo, cada concesión a los multimillonarios, ha ido fortaleciendo el desencanto, la desilusión y abonando el terreno para la histórica debacle del Partido Socialista.
Como complemento a esta política nefasta del PSOE se ha situado la estrategia defendida por los actuales dirigentes de CCOO y la UGT. Desde que la crisis se instaló, millones de familias obreras han experimentado un gran sufrimiento. Más de cinco millones de desempleados, más de un millón y medio de hogares con todos sus miembros en paro, más de dos millones de parados que carecen de cualquier subsidio. A esto se añade la desesperanza de una generación joven que sufre tasas de paro cercanas al 50% y la lacra de la precariedad y los salarios miserables. Miles de pequeñas empresas han cerrado, y en las medianas y grandes se han aplicados planes de ajuste y EREs, además de reducciones salariales. La tarea de las grandes centrales sindicales era obvia: convertirse en un muro de contención de este vendaval, oponiendo la movilización más contundente para defender derechos, salarios y puestos de trabajo. Pero la lógica de los dirigentes sindicales ha sido exactamente la contraria: enfundados en su traje de “hombres de Estado” han hecho de la paz social su axioma, ofreciendo su colaboración a la patronal y el gobierno para intentar “suavizar” los ataques. El resultado esta a la vista de todos. Lejos de contener las ansias de los empresarios, de parar los pies al gobierno, les han envalentonado asfaltando el camino para una ofensiva contra la clase obrera que lejos de remitir se endurecerá.
Cuando el gobierno de Zapatero aprobó los primeros recortes en mayo de 2010 y la presión en la base en los sindicatos y en las fábricas se hizo más fuerte, los dirigentes convocaron la huelga general del 29 de septiembre de 2010. A pesar del discurso de los dirigentes, “la huelga es una putada” en palabras de Toxo, el apoyo a la movilización fue masivo entre la clase obrera industrial y las manifestaciones en las cales superaron todas las expectativas con la participación de más de un millón y medio de trabajadores. La huelga general del 29 de setiembre mostraba el camino a seguir, pero los dirigentes sindicales abandonaron rápidamente la perspectiva de la lucha como instrumento para frenar los ataques y tomaron de lleno el callejón sin salida de las concesiones y el pacto social.
Avalando el pacto por el que se recortaban las pensiones; firmando masivamente los EREs presentados por la patronal y los cierres de empresas o limitándose, en el mejor de los casos, a negociar las indemnizaciones; haciendo actos testimoniales contra la reforma de la constitución y mirando hacia otro lado frente a la profunda reforma laboral aprobada por el Gobierno en septiembre, los dirigentes sindicales debilitaban la respuesta de los trabajadores y contribuían también al triunfo de la derecha. En definitiva, la auténtica y profunda “contrarrevolución” que los empresarios han impuesto en las empresas, el incremento masivo del paro, el recorte de las prestaciones sociales, etc., en la medida que la respuesta de los dirigentes de CCOO y UGT, ha sido la de no darse por enterados cuando no la de avalar los ataques, han sido elementos que han contribuido significativamente a desarrollar ese clima de desencanto que ha traído consigo la victoria del PP.

Una nueva etapa en la lucha de clases

La política que aplicará el PP no hay ninguna duda de cual será, no solamente por que son el partido que representa directamente los intereses de los empresarios y por tanto defiende de forma más consecuente sus intereses, sino también por que la crisis del sistema capitalista en general, y del capitalismo español en particular, les da muy poco margen de maniobra. Los capitalistas exigen mantener e incrementar sus beneficios, los banqueros y grandes corporaciones financieras y empresariales, que son los que invierten y especulan contra la deuda soberana de los países, presionan para cobrar hasta el último euro de los intereses de los préstamos y para ello el PP atacará de forma todavía más decisiva los servicios sociales y los niveles de vida de la clase obrera y la mayoría de la población.
Los capitalistas no han dado tregua. La prueba de ello es que siguen presionando al alza los intereses de la deuda soberana española ¡Así es como han celebrado la victoria de Rajoy! No hay duda de que el PP está más que dispuesto a llevar a la práctica las exigencias de los capitalistas. Aupados por el resultado electoral, embriagados por la “legitimidad” de las urnas, la derecha se lanzará al degüello de la clase obrera, pensando en que contarán para ello con la pasividad de los sindicatos, incluso con la colaboración de la dirección del PSOE. En esta línea, ya hay dirigentes de la derecha, como la presidenta del Partido Popular de Madrid, Esperanza Aguirre, que no tardado en plantear que las “reformas” hay que llevarlas a la práctica cuanto antes y no posponerlas. Para justificar sus planes ya tienen el guión muy claro. Esperanza Aguirre ha declarado que el gobierno de Aznar dejó las arcas llenas, al contrario que el de Zapatero “que las deja vacías, sin dinero para pagar pensiones o desempleo y con un déficit tremendo que hay que pagar”. Y para dejar claro cual es la hoja de ruta del sector del PP más ligado a la CEOE ya ha marcado el paso de lo que tiene que hacer Rajoy: se necesita un gobierno “valiente, que diga la verdad y que afronte las reformas que llevamos tres años posponiendo, como la reforma laboral que nos ha hecho campeones del mundo de paro y en la que los sindicatos se han enrocado en una legislación de los tiempos del franquismo”. Ella, la campeona del nacionalismo españolista no ha dudado en echar mano de la política de CiU en Catalunya como ejemplo de lo que se tiene que hacer en el resto del país.
La perspectiva de un recrudecimiento de los ataques es clara. CiU, que ha obtenido unos resultados importantes en Catalunya, con más de un millón de votos, 16 escaños (dos más que el PSOE) y casi un 30% de apoyo, ha dado una nueva vuelta de tuerca. Con el respaldo de la pequeña burguesía y de un voto tradicional de la derecha, que se ha concentrado más en CiU que en el PP catalán, estos burgueses liderados por gente como Artur Mas y Duran Lleida, que se ha llenado la boca en campaña de insultos contra los inmigrantes y llamamientos reaccionarios, quieren movilizar el respaldo de la “gente de bien” para apuntalar recortes sociales sangrantes. El anuncio hecho por el Presidente de la Generalitat, 48 horas después de celebradas las elecciones, de nuevas reducciones salariales para los trabajadores del sector público, aumento del precio del transporte público y del agua, de las tasas universitarias, y el establecimiento de una nueva tasa sobre las recetas medicas para los usuarios de la sanidad pública, que anticipa el posible copago, son una advertencia de lo que está por venir.
El vendaval que se cierne sobre los trabajadores, sobre la juventud, los parados y los pensionistas, lo hemos visto ya en el sufrimiento que padece la mayoría de la población de Grecia, Portugal o Irlanda. Ese es el espejo en el que nos miramos. Y sólo con la lucha, con la movilización más contundente y sostenida en el tiempo, defendiendo una alternativa auténticamente socialista que no acepte la lógica impuesta por el capital, podremos derrotar estos planes que pretender hundirnos en unas condiciones de explotación semejantes a las del siglo XIX.
Los próximos meses y años van a poner a prueba, aún más si cabe, a todas las organizaciones, todas las ideas y programas. El PSOE tiene la oportunidad de hacer una auténtica revolución interna y sacar todas las conclusiones de este estrepitoso fracaso de la política socialdemócrata en la época de profundización de la crisis orgánica del capitalismo. La decisión tomada de celebrar un congreso ordinario en febrero de 2012, como si perder más de 4 millones de votos no fuera un acontecimiento que mereciera un congreso extraordinario, es completamente insuficiente. La prensa capitalista habla de que ahora se inicia la travesía del desierto para el PSOE. Esto será cierto si en lugar de dar un giro de 180· a su política y romper con su posición de guardianes del capitalismo siguen haciendo la misma política ahora en su versión de “oposición responsable”. La posibilidad de seguir el modelo de Papandreu en Grecia y optar por una política de colaboración con el PP, es decir, de “salvación nacional”, no se puede descartar. De hecho, ya hay un griterío, incluso en las filas del PP, de que hay que ayudar al PSOE a recomponerse e integrarle en los grandes pactos de Estado que serán necesarios. Una política semejante sólo profundizará el desastre en beneficio de la burguesía.
Aunque el PSOE siga en sus treces y los dirigentes sindicales no rompan con la política de pactos a corto plazo, como parece que es su intención, la clase obrera no va a permanecer de brazos cruzados, y más pronto que tarde superarán los obstáculos que se les presenten para emprender el camino de la lucha. Las movilizaciones desatadas desde el 15 de mayo que han llenado las calles con cientos de miles de manifestantes, el descrédito de las instituciones de la burguesía, y el hecho de que los trabajadores y la juventud no se van a dejar laminar pasivamente, auguran una escalada en la lucha de clases. Las elecciones no han roto con la polarización política y social, ni con el profundo descontento existente.
La derecha británica ganó holgadamente las elecciones frente al Partido Laborista hace poco tiempo, y hoy se enfrenta a la ola de movilizaciones más importantes de los últimos 25 años. La popularidad del gobierno de Cameron ha caído a niveles ridículos a los pocos meses de haberse constituido. Lo mismo se puede decir de Portugal. Incluso en Grecia, la constitución del gobierno de unidad nacional, integrando al PASOK a la derecha de Nueva Democracia y a la ultraderecha (el partido LAOS), ha sido el producto de la situación prerrevolucionaria que vive el país, y no tiene asegurado que pueda hacer descarrillar el movimiento de rebelión social que llena las calles griegas.
La mayoría absoluta de Aznar en el año 2000, en un periodo de fuerte crecimiento económico, fue el principio del fin de la etapa de gobiernos del PP. Millones de jóvenes y trabajadores salieron a la calle en defensa de la educación pública, por un trabajo digno, contra la masacre imperialista en Irak, contra el desastre del Prestige…Hoy las medidas que aplicará el PP serán más nocivas y se verá obligado a aplicarlas más rápidamente, acusando a su vez un desgaste que previsiblemente también será rápido.
Es evidente que el ritmo de la respuesta social a la derecha, con su mayoría en el parlamento estatal y en muchos parlamentos autonómicos, no se puede prever de antemano. Sin duda, entre una capa de trabajadores hay incertidumbre y pesa un cierto desánimo ¡Como podría ser de otra manera! Los obstáculos a los que se enfrenta la clase obrera son muchos, y el principal, la política de los dirigentes socialdemócratas y de los sindicatos mayoritarios. Pero la dura escuela que significará el gobierno del PP acelerará la toma de conciencia y hará que millones saquen conclusiones políticas avanzadas. La tarea de los marxistas y los sectores más conscientes de la clase obrera y la juventud es no dejarse impresionar por la campaña de propaganda de la derecha, no dejarse contagiar por el escepticismo de la burocracia sindical o de sectores de activistas desmoralizados. Hay que continuar el trabajo paciente y firme, en las fábricas, en los tajos, en los centros de estudio, en los sindicatos, impulsando la movilización, unificando a los sectores en lucha, defendiendo una política revolucionaria, socialista e internacionalista, construyendo los cuadros en el movimiento y en las organizaciones de masas. Esta es la tarea, agrupar a los sectores más decididos y dotarles de un programa marxista de cara a los grandes acontecimientos que se avecinan. Por que una cosa esta fuera de duda: el incremento de la lucha de clases en el estado español está servido.

El Militante

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