jueves, septiembre 29, 2011

Mujeres revolucionarias: Doblemente (o triplemente) olvidadas


Tal como se había previsto, la jornada de la FAN sobre “Mujeres revolucionarias”, conectó plenamente el ayer con el hoy, la reivindicación de una lucha social que comenzaba a adquirir su dimensión feminista con las criticas y exigencias del presente…Tal como anunciábamos hace días, el acto tuvo lugar en el marco magnífico del Museu d´Història de Catalunya en la fase final de la Exposición sobre los 75 años de la creación del POUM.
Esta parte fue era ya de por sí importante, de entrada porque la Exposición se repetirá en diversos lugares de Catalunya y del Estado, pero también porque, según todas lasc indicaciones, han sido muy numerosas las personas que se han paseado entre los paneles, extranjeros, jóvenes de toda edad y condición, nombres que han dejado su impronta entusiasta en el libro de visitas aunque no han faltado quienes siguen presos de las calumnias. En este éxito han tenido que ver dos documentales filmados por el amigo Jordi Gordon, Doblemente olvidados, que trata especialmente sobre Wilebaldo Solano, fallecido hace ahora poco más de un año, y Doblemente olvidadas, que aborda la lucha obrera-feminista del POUM a través de dos militantes como Mª Teresa Carbonell, y Teresa Rebull. Se han hecho copias en DVD de ambas películas que están a disposición de cualquier entidad que quiera conocer y debatir sobre esta historia de Pioneras revolucionarias Mujeres durante la República, la Guerra Civil y el Franquismo), titulo de la obra de Eulália Vega que no pudo estar como tampoco pudo Cindy Coignard que presentó una ponencia que puede encontrarse en la Web de la FAN…
Las mujeres del POUM se forjaron en un contexto muy similar al de las “Mujeres libres”, con las que compartieron unos ámbitos de lucha bastante paralelos, si bien su referencia fundamental se encontraba en el marxismo clásico, en los libros de Engels (Los orígenes de la propiedad privada, la familia y el Estado), August Bebel (La mujer), en figuras como Rosa Luxemburgo que aparece constantemente tratada en “La Batalla” y en revistas como “Nueva Era”, o “Comunismo”, pero quizás sobre todo, de las feministas comunistas como Clara Zetkin, y Alejandra Kollontäi, que fue ampliamente traducida por María Teresa García Banús, compañera de Juan Andrade en una gran aventura editorial. La unificación obra de una manera francamente positiva de tal manera que pronto se creó un Secretariado Femenino que editaba “Emancipación”, una revista en la que se vierten las aportaciones de las dos corrientes complementarias, de un lado las mujeres del BOC, militantes obreras mucho más implantadas, y del otro las de procedencia “trotskista” como la citada Mª Teresa o Carlota Durany, mucho más formadas. En el cruce se insertan las mujeres internacionalistas, sobre todo germanas como Katia Landau o la pequeña judía argentina Mika Feldman, impresionante capitana de la su propia División en Sigüenza, División que, sin olvidar ni un solo momento el combate, trató de no establecer diferencias entre hombres y mujeres.
Olvidadas entre los olvidados, las mujeres del POUM ya han sido objetos de diversos estudios, comenzando quizás por el trabajo pionero de Mary Nash, Mujer y movimiento obrero en España, 1930-1939, que editó Fontamara en 1981. La propia Fundación Andreu Nin ofreció al final de aquella década una recopilación de escritos de mujeres protagonistas en los que se percibía claramente una “radicalización” en las exigencias feministas. Se cuestionaba lo que Cristina Simó, etnógrafa, feminista y nieta de Andreu Nin expuso en el masivo acto del Museu, llamó el “micromachismo”.
Tanto ella como Pelai Pagès abundaron en esta ambivalencia. De un lado, nadie podía negar un notable esfuerzo revolucionario de la organización, detallando esfuerzos programáticos y actuaciones claramente radicales como la de que desarrolló el propio Nin en su controvertido papel en el “Govern” de la Generalitat. Pero al mismo tiempo, se subrayó la persistencia de numerosos prejuicios, de entrada, la adopción del apellido de los maridos en el exilio, siguiendo la costumbre francesa. Luego en la invisibilidad de su militancia, perceptible incluso entre los jóvenes “gauchistes” del 68 que iniciamos una nueva relación con el POUM en el exilio. Cristina ofreció el testimonio familiar. De cómo las mujeres mantuvieron la memoria de la gesta de los hombres sin ser plenamente consciente de la suya propia. Ella era una muestra palpable de cómo la memoria se había acabado imponiendo al olvido desde la vida cotidiana en los años oscuros, hasta alcanzar un conocimiento mediante las aportaciones de historiadores como Pelai y de las actividades de la Fundación Andreu Nin, por cierto presente en los panes de la Exposición como un epílogo a una historia que forma parte de nuestras vidas, y con la que las nuevas generaciones tienen una cita. Una cita facilitada por todo ese trabajo del que la Exposición de los 75 años del POUM, es un ejemplo notable, reflejo de un salto cualitativo en la difusión de un legado que en el caso de las mujeres ya cuenta con estudiosas como Isabella Lorusso y Cindy Coignard, entre otras..

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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