jueves, septiembre 22, 2011

Cine anticapitalista: 'Margin Call'


Lo hemos dicho algunas veces. Hubo una época especialmente oscura en el que las denuncias del capitalismo en el buen cine, apenas si daba para mucho más que los alegatos británico contra el thatcherismo, sobre todo en el caso de Kenn Loach. Esta fase ya es historia, y el cine, al igual que otras variaciones artísticas que miran la realidad de frente, está aportando un continuo listado de títulos que contribuyen a describir y denunciar el sistema, y a llevar estos contenidos al público más amplio…
Conocido es el éxito que ha tenido el formidable documental Inside job ( 2010), a los que habría añadir, entre otros títulos Walt Street: el dinero no duerme (2010), un producto de Oliver Stone en las horas bajas, Tha Company Men (2010), de John Wells, por supuesto, Tratamiento de shock, de Micahel Winterbottom y Naomi Klein, por no hablar de series que permite entrever una sociedad capitalistae sin oposición, o sea en la que las movimientos sociales se han quedado reducido a ONGs más o menos piadosas, más o menos solidarias, como es el caso de The Wire, un hito en el medio, y una lectura desoladora de lo que nos espera sin la actual resistencia –creciente- , perdiera terreno. Anotemos que no tardará mucho en estrenarse la última de George Clooney, Los idus de marzo, y que según la prensa diaria deja –muy merecidamente- a la actual clase política a la altura del betún.
En esta lista se sitúa también Margin Call (USA, 2011), obra prima de J.C. Chandler, y que se ha estrenado estos días. El título responde al nombre que se le da un bróker cuando este pide a un inversor que añada más dinero para llegar al margen calculado, pero ni así lo consigue…Al fin y al cabo, un bróker (vaya faena más embrutecida), el bróker es un sirviente de los inversores, como lo es la dichosa clase política. La trama está ambientada en el arriesgado mundo de las altas finanzas, se trata de un thriller que compromete a las figuras clave de un banco de inversión durante las turbulentas 24 horas previas al inicio de la crisis financiera de 2008. Su argumento sigue a ocho trabajadores de un poderoso banco en este tiempo, hasta en el momento en el que Peter Sullivan (Zachary Quinto), un analista principiante, revela información que podría probar la caída de la empresa, se desencadena una catarata de decisiones tanto morales como financieras que producen un terremoto en las vidas de los implicados en el inminente desastre.
El argumento está inspirado en la feroz crítica que ya en su día desarrolló David Mamet (uno de los dramaturgos y cineastas norteamericanos más interesantes) en Glengarry Glen Ross (USA, 1992), que llevó al cine James Foley con el concurso de un rutilante reparto, y y deja en videncia como el capitalismo es una lucha de todos contra todos en la únicamente salen ganadores los más fuertes. La misma tesis se manifiesta en otra película de Mamet, El último golpe, en la que una banda de delincuentes que pone el botín por encima de cualquier otra consideración porque cree que el dinero es lo único que vale la pena, acaban aniquilándose unos a otros. Margin Call, siendo una seria descripción de toda la trama de la crisis, no llega empero a la altura del talento de Mamet, es mucho más simplista.
Además ni su productor ni su director lo tienen tan claro. El primero detalló sus intenciones diciendo: “”Habrá miles de versiones sobre esta historia que se van a traducir en películas. Se harán versiones que querrán poner a Wall Street eu na pica, mostrarlo por toda la ciudad y enseñar a la gente los males del capitalismo. Pero esta película no se dedica eso”, ¿a qué se dedica?, pues a contar que la irracionalidad del sistema acaba perjudicando a todos, a ricos y pobres, una verdadero dislate sobre el que su director añade una reflexión más bien estúpida: “es una historia humana…Intenté acercarme a ella con mirada receptiva, y desde ambos lados. Conozco a muchos banqueros, y no son la encarnación del mal”, claro, de cerca, a mucha gente no les parecieron tal ni Hitler ni les parece Kissinger, por poner dos ejemplos cumbres de malvados extremos. Pero esa no es la cuestión, la cuestión es que el banquero que no se olvida del cumpleaños de sus nietos, ni a lo mejor tampoco de visitar a la madre de un empleado en el hospital, está liderando un engranaje social que, ese sí, es la quintaesencia del mal. De hacer negocio con la ayuda de los ejércitos, y hacerlo a costa de los pobres del mundo, de una gente que, aunque pueda transitar por las mismas calles que ellos, no les merece el menor respeto porque, por acumular dinero, el capitalista se comporta con la misma indiferencia que el psicópata.
Call no es una buena película, pero vale la pena verla por todo lo que plantea más allá de cierto esquematismo y una cierta blandura. Y si no la queréis ver, existen otras ofertas, así por ejemplo, ya que estamos en plena debate sobre ,lo que el capitalismo quiere hacer con la educación, vale la pena ver títulos como Stella (Francia, 2008), de Sylvie Verheyde, muy recomendada desde las páginas de “Dirigido por…”, y también Esperando a Supermán (USA, 2010), de David Guggenheim, que supera con creces su película anterior, Una verdad desnuda, demasiado lastrada por su “show man”, Al Gore.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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