martes, agosto 30, 2011

En el mismo instante


Olimpiadas de Moscú 80, transmisión de la televisión cubana del torneo final de boxeo. Aún escasean los televisores en la zona oriental de Moa y varios hombres se reúnen para ver toda la competencia.
Se inicia el combate de José Gómez con el sudcoreano Mung Jan Bong. El cubano no se ve en plena capacidad deportiva porque un accidente automovilístico lo tuvo inmovilizado por varios meses.
El asiático parece conocer esa debilidad y se esfuerza por golpear duro a un contrincante que tiene problemas en el desplazamiento. La pelea sube de tono cuando un golpe del coreano hace caer al cubano. Se reanuda el combate y el cubano aguanta puñetazos hasta que cae por una segunda vez.
Los comentarios frente al televisor, con imagen en blanco y negro, suben de tono. Se grita al favorito como si este pudiera oírlo. Incluso se aconseja dónde marcar el punto como todo buen experto.
No se escuchan las voces de los comentaristas deportivos y sólo frases de aprobación o negación se proliferan en la sala.
Se inicia el tercer asalto, el peleador cubano toma un tercer aire, el subcoreano viene a rematar y la derecha recta sacude a un boxeador.
Un grito unánime se desprende al unísono en todos los lugares de Cuba y en Moa, un corazón dejó de latir, una acalorada emoción provocó un infarto masivo en un aficionado en el mismo momento en que un golpe derrotó a un rival asiático.

Nuria Barbosa León, periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

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