viernes, julio 22, 2011

Una impronta de Fidel Castro en Camagüey


En medio de los festejos por el acontecimiento que jalonó la Historia de Cuba en las últimas seis décadas, me dispongo a compartir unas notas acerca de cómo quedó constituida en un Patrimonio de la Humanidad una vanguardia revolucionaria liderada por el hoy Comandante en Jefe de la Revolución. En el marco de los meses del centenario del natalicio de José Martí, el 26 de julio de 1953 Fidel Castro lideró el asalto a los cuarteles Guillermón Moncada y Carlos M. de Céspedes, en la antigua provincia cubana nombrada Oriente.
Así, salía a la palestra pública la llama que iba a iluminar el ulterior combate contra la tiranía de Fulgencio Batista instaurada el 10 de marzo del año anterior.
El impactó del histórico acontecimiento en la avanzada de la juventud revolucionaria en Camagüey, se hizo particularmente incuestionable el 10 de octubre de 1954, en medio de la sesión del Congreso Provincial de la Juventud Ortodoxa, instante en el que se dio a conocer un Manifiesto elaborado por Cándido González, en el que se puede leer:
“Ya hoy tenemos un camino, camino que señalaron esos bravos que fueron el 26 de julio de 1953 a entregar sus vidas en holocausto de la Patria, a luchar con armas adquiridas con dinero de la entraña del pueblo cubano”.
Y para precisar más el sentir de esa Juventud, también decía el Manifiesto:
“Respaldamos al compañero Fidel Castro, por su valentía y decidida posición revolucionaria, que lo ha convertido en máximo orientador y representante de la juventud cubana”.
Natural fue que tras la salida de presidio de Fidel Castro y sus compañeros en mayo de 1955 (habían cumplido presión por los sucesos del 26 de julio de 1953), al recibimiento acudieran a Batabanó, actual provincia Mayabeque, camagüeyanos identificados con el pensamiento de la Juventud Ortodoxa, a saber: el propio Cándido González más Raúl García Peláez, Calixto Morales Hernández, Manuel de Jesús Lefrán y Humberto Rodríguez Manso. Este acontecimiento sirvió de antesala para que pocos días después ellos se reunieran con el propio Fidel y Raúl Castro en la capital del país.
De esto último —y luego que la organización a la que solo le llamaban El Movimiento pasara a nombrarse Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR 26-7)—, resulta significativo las orientaciones dadas por el Líder Revolucionario devenido Comandante en Jefe de la Revolución Cubana a esos cinco combatientes provinciales, sobre “la conveniencia de salirle al paso a los actos organizados por los politiqueros que propugnaban ´soluciones´ electorales, y penetrar los mítines con la consigna ¡REVOLUCIÓN, REVOLUCIÓN!; e insistió en la incorporación de lo más avanzado de la juventud al movimiento revolucionario que se vertebraba”.
A tenor con dichas orientaciones, en los siguientes meses de julio y agosto de 1955, en la Quinta El Ranchito, en el Kilómetro # 13 de la Carretera Camagüey-Vertientes (propiedad de la familia García Peláez), tuvo lugar la fundación del MR 26-7 en la provincia, cuya conducción inicial estuvo a cargo de Cándido González.
Entre las primeras tareas desarrolladas por la emergente organización, se encuentra laborar en aras de propagar las ideas de la Generación del Centenario del Natalicio de José Martí, la captación de militantes que sirvieran de base de su actuación y la creación de fondos con destinos al funcionamiento de todo el Movimiento, así como la disposición a vincularse con las demás fuerzas revolucionarias de Camagüey en función de privilegiar el combate a favor del pueblo.
Diligentemente, en conexión directa con el pensamiento de Fidel Castro, el MR 26-7 en la región accionó en aras de contribuir a la sustitución del sistema político predominante, y para ello procuró aprovechar y encausar el descontento de la ciudadanía con la tiranía. Al mismo tiempo, se proyectó en función de sumar particularmente a trabajadores y estudiantes al movimiento contestario a favor de la completa emancipación del pueblo cubano.
He aquí los orígenes de la principal agrupación que en la segunda mitad de los años cincuenta del pasado siglo en el Camagüey fungió como vanguardia ideo-política de los lugareños y tributó en medida considerable a la victoria del 1ro. de enero de 1959 en la Mayor de las Antillas.

Noel Manzanares Blanco

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