lunes, junio 06, 2011

Edición de Emma Goldman, anarquistas de dos mundos, de José Peirats


Aunque este libro tuvo dos ediciones diferentes, la de Cam­po abierto, ed. Madrid, 1978), y de Laia de Barcelona con otro subtítulo: Una anarquista en la tormenta del siglo, se trata de ediciones descatalogadas, y por lo tanto la reciente de La Linterna Sorda con prólogo de Ignacio C. Soriano, es una buena noticia para todos aquellos y aquellas que asumimos como propias todas las grandes aportaciones del movimiento obrero y feminista. Sería una buena noticia que en una próxima ocasión sucediera lo mismo con el trabajo de Richard Drinon, Rebelde en el paraíso, de la que existe una lejana edición en Americalee, Buenos Aires, 1960, y que si bien estuvo a punto de editar Hacer con la colaboración del que escribe, tal cosa no llegó a tener lugar.
Por diversos motivos, Emma Goldman fue seguramente la mujer más famosa de su tiempo. También fue una de las admiradas, sentimiento que comparte el crítico e historiador de cine Richard Porton que la sitúa justamente en el punto más álgido del Partenón anarquista, al mismo nivel que Proudhon, Bakunin y Kropotkin, aunque también es cierto que, ocasionalmente, se permite efectuar un par de objeciones. En una evoca su relación con Johann Most, uno de los “ejemplos más ardientes de la propaganda mediante la acción”, con el que Emma rompió por su “autoritarismo”, y cita la conclusión de Richard Drinon según la cual Emma y Alexander Berkman “trataron de forma insensata de aplicar las tácticas revolucionarias rusas (populistas) directamente a los problemas estadounidenses” (p. 30). En otra anota que Emma “atacó al cine como `el opio de las masas´, y su desprecio hacia él refleja su oscilación distintiva entre un individualismo nietzscheniano, cuasi elitista, y una defensa más tradicionalmente anarquista de la democracia radical” (p. 261).
Existe una anécdota célebre que ilustra esta fama, fue cuando un fiscal de Washington cuando se enteró de la noticia de que seis días an­tes de la Navidad de 1919 salía hacia la Rusia soviética en el “Buford", un desvencijado navío militar, pudo comentar con ironía: “Con la prohibición que se avecina y Emma Goldman que se va, este país será muy monótono". De lo que se sabe mucho menos es de las diversas aproximaciones efectuadas desde el cine sobre su trayectoria, y que no son pocas comenzando por un lejano documental de 1934, Emma Goldman Newsreel, sobre el que no he logrado ninguna noticia. Si existen sobre otro Emma Goldman: The Anarchist West (USA, 2001), de Coleman Romalis, pero se trata de críticas muy duras por parte de las plumas que admiran la lucha por la libertad de esta ruso-norteamericana que fue ciudadana del mundo.
En sus memorias, Emma da cuenta de la existencia de diversos guiones escritos por su compañero de muchos años, Alexander Berkman, ninguno de ellos filmados. Escribió uno dedicado a los años de formación de Macknó, que Berkman persistió hasta el final de su vida en colocarlos en Hollywood, de manera que envió una y otra vez sinopsis de las película que soñaba a jerifaltes más o menos liberales de la industria, tales como Jesse Lasky (habitual colaborador del reaccionario DeMille), al gran actor Lionel Barrymore, y al productor Carl Laemmle, el creador de la Universal, y productor de Sin novedad en el frente. No le prestaron ninguna atención. Seguramente lo último que deseaban tales profesionales es verse ligado con un hombre que había pasado buena parte de su vida en las presiones, y que se mantenía fiel a sí mismo.
Muy poca cosa, pero lo que no deja de ser un tanto curioso que el cine sería bastante más generoso con una serie de personaje que tuvieron una relevancia en la intensa trayectoria de Emma. Personajes que podían ser definidos como “liberales de avanzada” en el sentido norteamericano del concepto, y bastante fronterizos con el anarquismo. Así, como feminista, Emma tuvo una estrecha relación con Margaret H. Sanger (1879-1966), enfermera y activista sobre el control de la natalidad, se hizo anarquista por influencia directa de Emma quien fue durante un primer tiempo su principal fuente de ideas sobre la “limitación de la familia”, y el derecho de la mujer a dispone de su propio cuerpo. El subtítulo de su periódico The Women Rebel era “Sin dioses, sin amos”, y publicó artículos de Emma y de Voltairine de Cleyre. Margaret fue una activista en la famosa huelga de Paterson, y luego evolucionó hacia posiciones más socialdemócratas. Poco de toda esta dimensión política quedará en los retratos que sobre ella nos han llegado a la pequeña pantalla.
Así es en Margaret Sanger. A Women Rebel (USA, 1976) que cuenta como esta mujer trabajadora hija de emigrantes irlandeses comienza a trabajar de enfermera y descubre la dantesca situación de miles de miles de trabajadoras que tratan de abortar en condiciones abominables. La cámara está al servicio de una mera ilustración de unas entrevistas que ella concedió antes de morir, cuando los la lucha por la socialización de los métodos anticonceptivos ya había ganado batallas decisivas. El papel de Margaret Sanger fue interpretado con plena convicción por Piper Laurie...Años después, se rodará otro “biopic” más ambicioso, Difícil elección. La historia de Margaret Sanger (USA, 1995), que se puede encontrar en versión castellana en la Red. En este caso, la trama biográfica se detiene en la descripción de las condiciones de vida de las mujeres trabajadoras en el Nueva York de 1914, ofrece datos espeluznantes sobre los problemas derivados de los embarazos indeseados, y sobre la actitud de los hombres, sin excluir ciertas críticas a los socialistas por no querer ir hasta el fondo de la cuestión. Pero el hilo argumental se centra sobre todo en la lucha de Margaret y de sus compañeras –entre las que se reconoce una vehemente Emma Goldman- contra el todopoderoso cartel de las ligas de la decencia que emplean a la policía como meros lacayos a su servicio para castigar todas las actividades a favor de llevar los métodos anticonceptivos y de planificación familiar más evolucionados a las trabajadoras...
Dirigida por el modesto Paul Shapiro, un cineasta con ciertas inclinaciones feministas, está interpretada por Diana Delany como Margaret, Henry Czerny es su primer marido, un militante socialista que se implica pero que tiene sus dudas, en tanto que el veterano Rod Steiger encarna con dureza y convicción al prepotente jerarca puritano, un señor que manda en periódicos y policías, y que se muestra dispuesto a todo con tal que la mujer (trabajadora, porque las burguesas pueden practicar la doble moral) permanezca bajo la férula del Estado y la Iglesia, de lo que él llama furiosamente “decencia”, un arquetipo tanto masculino como femenino muy presente en el mejor cine norteamericano. Un legado que comparten tanto Margaret Sanger como Emma Goldman, y que llegará hasta mujeres revolucionarias como Hildegarde Rodríguez que motivó una película parcialmente interesante, pero sobre todo a movimientos amplios como el de las Mujeres Libres de la guerra española, magnificado como es sabido en la película Libertarias.
En la misma onda, se encuentra indudablemente Isadora Duncan, intima amiga de Emma en el París de los años veinte, fue bailarina legendaria, considerada como la madre de la danza moderna, de fuerte educación artística y feminista, combinó el ejercicio de su profesión artística con el compromiso político revolucionario para escándalo de los bienpensantes. De ahí su éxito en la mismísima Unión Soviética donde trato de crear una escuela de danza para la hija de los trabajadores. Su vida fue llevada al cine en Isadora (1968), de Karel Reisz con el que ya había trabajado en Morgan, un caso clínico, una punzante reflexión sobre el destino de la revolución en Gran Bretaña. Esta película fue bárbaramente mutilada por la productora, de tal manera que resulta difícil avanzar una opinión, aunque nadie discutió la soberbia interpretación de Vanessa Redgrave, una actriz igualmente reconocida por su fuerte compromiso militante y cuya película más popular en este aspecto es Julia (1977), de Fred Zinnemann, y que otorga un protagonismo central a una mujer liberada y liberadora. La Duncan fue una artista de ruptura que llega a Inglaterra sin un céntimo, pero pronto deslumbra a la alta sociedad londinense, dando recitales en fiestas privadas y causando sensación con su desprecio por los convencionalismos sociales. En Berlín fascina al público con su nuevo estilo de danza inspirada en modelos griegos, bailando descalza y con túnicas que permitían gran libertad de movimientos. Isadora se enamora de Gordon Craig (James Fox), un escenógrafo poético y visionario con el que tiene una hija, pero con el que se niega a casarse para no perder su independencia. Tras una gira por toda Europa, Isadora y Craig se separan en Holanda. Isadora regresa a la danza, creado una escuela en la cual los alumnos aprendían sus ideas revolucionarias sobre el baile, la verdad y la belleza. La película se anima con la presencia del fabricante Singer (Jason Robards, el inolvidable Dashiell Hammet en Julia), y consigue un tono épico en el curso de sus actuaciones en la Rusia soviética donde vivirá una historia de “amour fou” con el célebre de origen campesino. Serguei Esenin, que no tardará en suicidarse, según algunos historiadores por discrepancias con el curso que estaba tomando la revolución. Al llegar a Moscú en 1922 bailó el himno de la Internacional desafiando a los señores de Europa y de Norteamérica y trató de crear una escuela de danza para las hijas de los trabajadores...
Por este camino podríamos sacar nuevos hilos al ovillo, pero de momento ya estaría bien leer o releer esta biografía escrita desde el entusiasmo por un escritor como Peirats, de un talla militante y moral de mucha altura, y sobre cuyos esfuerzos como periodista e historiador se podría decir que son, liza y llanamente, imprescindibles para conocer la historia del movimiento libertario español.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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