sábado, enero 29, 2011

Túnez y Egipto: las redes sociales, ¿instrumento revolucionario?


No hace ni dos semanas que las protestas ciudadanas obligaron a Zine el Abidine Ben Ali, en el poder desde 1987, a dejar su cargo como presidente de Túnez y a huir del país. En estos días, las calles del cercano Egipto viven fuertes enfrentamientos entre la policía y los manifestantes que se oponen al régimen de Hosni Mubarak, que ya dura casi 30 años. Ambos movimientos ciudadanos, más allá de otras consideraciones sociológicas, tienen un factor común bastante novedoso: se han organizado a través las redes sociales.
Tanto es así que, como hiciera el tunecino en su día, el aún vigente gobierno egipcio ha bloqueado el acceso desde su territorio a determinadas redes sociales, como Twitter. Otras que han seguido funcionando, como Facebook, se han convertido en plataformas desde la que los grupos opositores han organizado sus concentraciones. La BBC cifra en 80.000 personas las que se han unido a una página de esta red desde la que se coordina a los descontentos, que se rebelan contra “la tortura, la pobreza, la corrupción y el desempleo”.
Otros gobiernos de la zona, donde empiezan a verle las orejas al lobo, están adoptando medidas similares. No sólo se reprimen las manifestaciones callejeras, sino que refuerzan la censura en la Red. Ocurre en naciones como Marruecos, Libia, Argelia o Mauritania, donde el acceso a determinados contenidos está muy restringido.
Sin embargo, pese a tanta traba, los hechos del norte de África están mostrando al mundo una nueva manera de hacer revoluciones. Internet es una fuente de información de tan grandes dimensiones que su control absoluto resulta imposible. Además, cada vez más personas están conectadas: sin ir más lejos, en el propio Túnez un 34% de la población puede conectarse, y más de un 15% tiene una cuenta en Facebook. Una convocatoria organizada en esta red tendrá una trascendencia social enorme y muy difícil de evitar para cualquier gobierno, por autoritario que sea. En Egipto o Argelia los porcentajes de penetración de la red son menores, pero como tienen mayor población, de forma que se puede generar un bloque de personas bien informadas de tamaño suficiente como para tener influencia en el resto de la sociedad.
Si estos efectos pueden conseguirse en países “en vías de desarrollo”, imaginemos la capacidad de canalizar voluntades ciudadanas que tienen las redes sociales en países plenamente industrializados, donde la conexión a la red es ya casi universal. Por mal que vaya la economía, es raro el país de Europa en el que esté conectada menos de la mitad de la población. Mediante este instrumento, la opinión pública ha tomado tal poder que sería casi imposible el restablecimiento de una dictadura en una nación occidental.
Las redes sociales, y por extensión toda Internet, son herramientas poderosísimas a la hora de poner en contacto personas con intereses y afinidades comunes, y por tanto de aunar voluntades para la consecución de un determinado fin. También reducen el riesgo de manipulación, ya que la creciente abundancia de voces favorece la aparición de opiniones críticas que siempre encontrarán alguien que las escuche. Los últimos ejemplos, y otros que a buen seguro estarán por venir, no hacen sino confirmar que la Red es una amenaza mortal para cualquier régimen totalitario. Túnez ha dado un ejemplo al mundo de cómo usarla con eficacia para derrocar una tiranía. Egipto ha sido el primer país en tomar nota, pero a buen seguro no será el último.

LuisT

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