jueves, octubre 14, 2010

El derrumbe del muro no pudo aplastar nuestra América: urge revertir su contra-ofensiva


El derrumbe del muro no pudo aplastar a Marx: resurgió de sus escombros.

El proclamado fin de la historia y de las revoluciones no ha podido aplacar la rebeldía redentora del Che.
La recolonización neoliberal, lejos de corroer la espada de combate de Bolívar, la torno más recia y afilada, al tiempo que ha actualizado el imprescindible carácter continental y mundial del proceso liberador.
El contra-ataque, la contra-ofensiva imperialista a la nueva ofensiva de pueblos de nuestra América confirma y enriquece las tesis de Lénin, formidable exponente del marxismo del siglo XX, sobre la militarización y la agresividad del gran capital monopolista y sobre la necesidad de construir vanguardias revolucionarias o fuerzas conductoras de nuevo tipo (incluso nuevas respecto a la que el concibi{o para llevar a cabo la revolución bolchevique), que puedan actuar como es necesario en medio de las nuevas situaciones revolucionarias y respecto a los nuevos sujetos sociales de las revoluciones del siglo XXI.
Las ideas de estos grandes referentes del pensamiento y el accionar revolucionario mundial viven y se entrelazan, tornándose imprescindibles en los nuevos tiempos. Imprescindibles pero no suficientes en la medida el dominio del gran capital sufre transformaciones significativas e impacta de nueva manera los escenarios nacionales, regionales y mundial, y en la medida las oleadas tecno- científicas y el propio pensamiento socio-político revolucionario está impelido a renovarse constantemente en función de todo eso y de las experiencias acumuladas.
Es claro sí, que por encima de contradicciones y desencuentros menores y más allá de desaciertos ocasionales y situaciones imprevisibles en sus respectivos tiempos de vida, el acervo de esos pensadores y conductores revolucionarios ha reafirmado su extraordinario valor actual para nutrir en nuestra América los nuevos combates y los proyectos emancipadores de la mano de Tupac Maru, Martí y Mariátegui.
Un hilo conductor común entre patria grande liberada, igualdad de derechos de los seres humanos y países, rebeldía social y emancipación nacional, democracia como poder del pueblo, antiimperialismo, redención del yugo del gran capital y revolución democrática-socialista de liberación nacional y fuerzas conductoras combativas, los amalgama en el presente y en el futuro previsible de nuestra América y potencia mas que nunca su visionaria creación teórica.
Esto así porque el capital sigue siendo una relación social sin fronteras y sin límites en sus pretensiones de explotación del trabajo ajeno, concentración de riquezas y poder, aplastamiento de identidades nacionales y sojuzgamiento de pueblos.
Porque nuestra América ha sido una de sus grandes víctimas desde su cruel periodo de` acumulación originaria hasta nuestros días: conquista, colonización, neocolonización, recolonización neoliberal y capitalismo dependiente en sus diversas modalidades. Pero también una de sus grandes fuentes de resistencia, incluso en este presente estelar, a contracorriente del mundo conservador, emulando los tiempos en que se libraron los heroicos combates por su primera independencia.

Ahora frente a un capital re-colonizador avasallante.

Ahora frente a un centro de dominación mundial estremecido por una crisis sistémica multidimensional que lo torna mas agresivo y militarizado que en sus primeras fases de expansión y coloniaje.
Y eso explica que por aquí vuelva Marx sobre sus pasos contra el capital como relación social opresiva, sobre sus crisis, recomposición y evolución contra la humanidad; vuelva con su propuesta de emancipación de la clase explotada a través de la revolución y la socialización del poder y de los medios de producción y distribución.
Lenin reaparece con las bases teóricas que nos permiten explicar la evolución para peor del monstruo imperial que nos saquea y oprime.
Bolívar dice presente con sus vaticinios del destino de EEUU contra nuestros pueblos, insistiendo en la necesidad de derrotarlo, ayer como imperio naciente y hoy como imperio senil.
El Che reconvoca sus muchos Vietnam y su revolución socialista de verdad, sin resistirse –mas bien auspiciando- a las nuevas modalidades subversivas y liberadoras, a las innovaciones, a las transiciones originales y los diversos socialismos; todo esto en armonía con su espíritu creador.
El capitalismo y el imperialismo cambiaron para peor, reafirmando la necesidad de la lucha contra la opresión y la búsqueda de alternativas.
El gran capital, operando desde los países centrales del sistema, afectado por la crisis estructural del final del siglo XX, echó manos al neoliberalismo, a la microelectrónica y a la especulación en grande, y se reestructuró integralmente (en lo ideológico, organizacional, gerencial, tecnológico y militar) para exprimir las sociedades de la periferia capitalista y las fuerzas del trabajo en su propias sedes y a escala mundial.
De ese proceso resultó un capital más concentrado, militarizado, excluyente, globalizado y financierizado… y una humanidad mas empobrecida en todos los órdenes. Poderosas corporaciones supra-nacionales privadas fuera del control incluso de los grandes Estado-naciones de origen, Estados-naciones otrora muy fuerte y ahora debilitados relativamente frente a los grupos corporativos globales, y Estados débiles, desnacionalizados y subordinados; todo en la lógica leninista del concepto imperialismo, pero ahora extraordinariamente potenciado, sobre-dimensionado y mutado para peor.
El gran capital aumentó su productividad, concentración y ganancias a tono con las geniales previsiones de Marx y Lénin, y potenció en nuestra América su enemistad con la independencia, la democracia y la justicia social, esto es, con el sueño bolivariano; al tiempo de entrelazar en mayor grado la emancipación nacional con la liberación social, la autodeterminación de los pueblos con el antiimperialismo y el anticapitalismo, y ambos con las transformaciones socialistas, tal como fue planteado por José Carlos Mariategui y Ernesto Guevara en dos periodos diferentes de nuestra historia, en los dos casos desde un marxismo inmerso en la realidad indo-latinoamericana y latino-caribeña.
Tales niveles de explotación-especulación, exclusión social, desnacionalización, desigualdades y empobrecimiento impuestos por la dinámica capital-trabajo -siempre a favor del gran capital y contra el derecho a la vida y a la libertad de nuestros pueblos- determinó un incremento de la resistencia popular-nacional como forma de expresión de la lucha de clase, que lejos de desaparecer como pregonaron los ideólogos de la post-modernidad capitalista; que asumió, en fin, nuevos formas, mayor amplitud, diversidad y entrelazamientos con otras expresiones de opresión sobre la diversidad de actores y sujetos dominados.
Nueva vez “resucitó” el marxismo que dieron por enterrado, no por el mérito de descubrirla la lucha de clases, que no fue suyo, sino por el de reconocerla como vía para abolir el capitalismo y crear una sociedad sin clases.
Nueva vez tomaron actualidad el debate y las luchas por las democracias, las independencias y los socialismos en relación con las experiencias acumuladas en el siglo pasado y con la evolución cada vez más perversa del dominio del capital.

La nueva ola revolucionaria no se hizo esperar.

De la resistencia al neoliberalismo y a los desafueros de las partidocracias tradicionales, los pueblos pasaron a la ofensiva con sucesivas victorias políticas desde las rebeldías sociales politizadas y a través de procesos electorales, plasmando su voluntad de cambios en opciones políticas alternativas y gobiernos diferenciados del esquema tradicional con distintos grados de voluntad reformadora, transformadoras o revolucionarias
El sistema de dominación estadounidense y oligárquica entró en crisis en el continente dentro de la dinámica reforma-contrarreforma y revolución-contrarrevolución, reformismo y/o progresismo- reaccionarismo, derechas duras e izquierdas o centro-izquierda de diferentes tonos.
En primera fase los cambios fueron ascendentes y sostenidos, aunque con diversas intensidades y profundidades por países. La canalización de la oleada desde abajo no siempre encontró interlocutores electorales y/o gubernamentales consecuentes y seguros. La gama de nuevos gobiernos de izquierda, centro-izquierda o simplemente “progresistas” resultó bien variada y en no pocos casos los déficit en la conformación de fuerzas o sujetos políticos conductores-transformadores generó evidentes y lamentables desproporciones entre los resultados alcanzados en las gestiones gubernamentales y de los anhelos populares.
De todas maneras el mapa político de nuestra América cambió en una buena extensión, aunque con bastantes desniveles; y cambio en detrimento de la estrategia de dominación oligárquico-imperialista, incluyendo procesos de reformas avanzadas y expresiones políticas gubernamentales con intensos matices a favor de nuevas revoluciones.
La intentona de golpe a Chávez en el 2002 fracasó estrepitosamente y la oleada siguió en ascenso, lo que entonces frustró la contraofensiva imperialista y obligó a aplazarla para más tarde rediseñarla.
La cadena de victorias, más o menos avanzadas, más o menos limitadas, puso en aprieto hasta el nivel de crisis el sistema dominación y el control de EEUUU sobre la región. Al trascendente viraje de Venezuela le sucedieron los avances, giros y cambios transformadores, reformadores o simplemente reformistas en Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina Nicaragua, Uruguay, Honduras, Paraguay y El Salvador, incluso Chile en menor medida. Mientras Cuba revolucionaria, después de resistir estoica y heroicamente, empalmó con la ola y pudo respirar mejor.
Antes de esa gran oleada el cuadro continental era casi totalmente adverso a los pueblos y a los sujetos de cambio. Las esperanzas estaban arropadas por el predominio abrumador de las derechas y el control imperialista, sobretodo estadounidense pero también europeo
Con la nueva ola todo se reanimó en dirección positiva, al punto de que la revolución, el antiimperialismo y el debate sobre los socialismos recobraron actualidad.

El contra-ataque oligárquico-imperialista era de esperarse.

Luego de un periodo a la defensiva, auque siempre resistiendo y procurando contener los cambios, EEUU, el gran capital y sus fuerzas aliadas en el continente y más allá se prepararon para revertir el proceso que le era adverso, aprovechando las debilidades y fallas de los nuevos gobiernos.
Poco después pusieron en marcha una nueva contraofensiva, un contra-ataque mejor planeado, en la lógica de potenciar por múltiples vías y numerosos medios la contra-reforma y la contrarrevolución.
En el inicio del re-despliegue del mismo el comandante Chávez alertó sobre sus componentes más agresivos:
“Estamos -subrayó- ante una manifestación del contraataque imperial sobre América Latina y El Caribe. Una triangulación fatal se gesta entre Colombia, Honduras y la ocupada Haití.
Tres versiones de la nueva estrategia de intervención yanqui en suelo nuestro americano” (¡Contraataque Bolivariano! Las líneas de Chávez – 24-01-2010)
Ciertamente este contraataque comenzó con el golpe de Estado en Honduras, continuó con el acuerdo para la instalación de siete nuevas bases militares estadounidenses en Colombia y con el relanzamiento del régimen narco-para-terrorista colombiano como factor de agresión regional, logró la implantación por “elecciones” de los regímenes derechistas en México y Panamá, retomó nuevos aires políticos con el triunfo electoral de las extremas derecha chilena y costarricense, salió temporalmente airoso al asegurar la continuidad golpista hondureña con el fraude electoral en favor de Porfirio Lobo.
A esto hay que agregarle la aceleración de los trajines golpistas en Paraguay con la consiguiente repliegue conservador del gobierno de Fernando Lugo, el afianzamiento de las posiciones moderadas del gobierno de Lula en el contexto de sus entendimientos significativos y sus importantes competencias con EEUU, el giro a posiciones parecidas de los presidentes Mauricio Funes de El Salvador y José Mujica de Uruguay, la funesta ampliación de la ocupación militar de Haití con el aval de Brasil, Uruguay y Argentina, y los avances previos de la derecha conservadora argentina.
El uso de la horripilante tragedia haitiana para re-desplegar e incrementar en grande la soldadesca gringa en ese país, se traduce objetivamente en un reforzamiento de su retaguardia militar estratégica en el Caribe con fuerte implantación en Puerto Rico Aruba y Curacao, precisamente en la proximidad de Cuba, tocando prácticamente el territorio dominicano y ampliando su cadena de bases y tropas imperiales en esta zona, definida como “frontera imperial”.
Hay que sumarle a todo esto también el agresivo plan de penetración del para-militarismo y de los comandos asesinos colombianos en Venezuela, con vista a crear una especie de “contra” armada con base logística en Colombia. Igual lo que sucede, aunque en menor medida, en Ecuador.
Y anotar otras vertientes negativas: la victoria de la ultraderecha en Puerto Rico, el uso de la sinuosidad del presidente dominicano Leonel Fernández en favor de la continuidad golpista en Honduras, del apoyo al funesto régimen colombiano y del control estadounidense de Haití.
Por último, el recién frustrado intento de golpe policial-militar contra el gobierno del Presidente Correa, previo trabajo de infiltración de la CÍA, confirma que el componente violento del contra-ataque desplegado en primera instancia en Honduras (con éxito relativo hasta el momento), ha tenido continuidad y apunta con fuerza especial contra el eje más avanzado de los procesos suramericanos: Venezuela, Ecuador, Bolivia… y naturalmente contra todo el bloque del Alba, que incluye a Cuba y Nicaragua
La continuidad del régimen golpista y los esfuerzos de Washington para reconocer como “legal” el gobierno de Lobo, con la ayuda diplomática del presidente dominicano, sin dudas estimularon la cadena golpista-sediciosa, dado que está claro que la sedición policial ecuatoriana era -y es- solo la punta de lanza de un plan mas vasto manejado soterradamente desde el Pentágono-CÍA y la cúpula oligárquica de ese país.
En Ecuador, gracias a la audaz y valiente reacción del Presidente Correa y a la movilización de su pueblo, no se le dieron a las derechas los nuevos planes desestabilizadores como esperaban los agentes supranacionales de la contra-revolución que procuraban debilitar aun más la ola de cambios.
El aborto del golpe ha creado, por el contrario, una situación más favorable para la depuración y profundización del proceso ecuatoriano, impugnado por los halcones estadounidenses, la oligarquía voraz y las mafias empresariales, militares y políticas; extensivo ese beneficio a todo el continente.
El desafío ahora es convertir esa victoria táctica en victoria estratégica, desenterrando y golpeando fuertemente a los tutores de esa conspiración derrotada.
Es precias tener presente que el cuadro desfavorable –independientemente del significado positivo que tiene haber conjurado esa intentona en Ecuador- no está totalmente superado a escala continental.
Y ciertamente -como afirma el comandante Chávez- Colombia, Honduras y Haití representan “un triángulo fatal” que procura, con la fuerte tutela estadounidense, favorecer aun más el re-despliegue militar y la contraofensiva política de ese “imperialismo decadente y pentagonizado”, preso de su propia dinámica guerrerista pero aplicando a la vez una contraofensiva integral (política, ideológica, mediática y cultural), con mejores resultados que al inicio de la oleada y apuntando con fuerza en lo militar contra Cuba, la insurgencia colombiana, Venezuela y su petróleo, Ecuador, Bolivia y las grandes riquezas naturales de la Amazonía.
Esto así porque nuestra América, especialmente por la inmensa presión de los sujetos populares, entre avances y retrocesos, victorias y reveses, podría írsele de las manos a sus verdugos, lo que motiva el actual empeño estadounidense en contraatacar con todos los medios a su alcance; sin descuidar, más bien potenciando, su gran poderío militar y mediático, vertientes éstas donde su enorme superioridad no está en discusión
Los ideólogos del gran capital saben bien lo que significa cuando los/as de abajo se deciden a no querer seguir malviviendo como hasta ahora lo han hecho y el riego que para su dominación implica cuando los de arriba (sus aliados: oligarquías y derechas) dan señales de no poder gobernar como hasta ahora lo han hecho. Las valoraciones de Lenin sobre las situaciones revolucionarias los asustan.

Militarización y vientos de guerra

Esto es lo que determina que EEUU le siga dando –a pesar de su crisis interna y de la re-conquista de algunos espacios políticos en disputa- mucho relieve a la cuestión militar, hasta alcanzar las características de posicionamiento, moviliza­ción y ensayo para una variante de “guerra de gran inten­sidad”. Mientras su complejo militar-industrial hace de la guerra un negocio altamente rentable y medio para la recuperación de las elites sociales y de su economía.
En esa tónica el Comando Sur de las Fuerzas Militares de EEUU ha pre­valecido sobre el Comando Atlántico, asumiendo la conducción para toda América Latinoamérica y el Caribe, lo que procura superar las grietas en las operaciones “antidroga” y “antiterroristas” en los adiestramientos y en los nuevos procesos de tutelaje so­bre los militares de la región.
Llaman la atención las “posiciones de proyección avanzada” de las fuerzas estadounidenses, presentes en su cadena de bases militares y en la ubicación de tropas especiales en la región, con tendencia a la proliferación de pequeñas bases en cuanto a dotación humana, pero altamente especializadas (bases FOLS o Ubicación de Operaciones de Vanguardia). Las FOLS am­plían el espacio geográfico de la presencia militar directa estadounidense.
En Suramérica instalaron la Base de Estigarribia en Para­guay (justo en la proximidad de las tres fronteras y del Acuífero Guaraní (uno de los mas grandes del mundo), extendiéndose más allá de las bases de Iquitos y Nanay en Perú.
En Uruguay se pro­ponen incrementar su presencia directa, decidiéndose por instalar, con la lamentable anuencia del gobierno del Frente Amplio, una escuela militar para “misiones de paz”.
Innumerables medidas preventivas y de acción directa han sido tomadas en la Cuenca del Caribe, incluidos el Caribe Isleño, el Gran Caribe y parte de Centro­américa. Porque esta cuenca es una especie de bisagra acuática entre conti­nentes y hemisferios, paso de América a Europa, conexión entre el Atlántico y el Pacífico, y entre Occidente y Oriente.
Encrucijada, por tanto, del gran comercio y centro de comunicaciones civiles y militares. Archipiélago de islas, enmarcadas por costas y bahías, aptas para establecer cadenas de bases militares y hacer desplazamientos navales y aéreos intimidatorios y ofensivos contra áreas continentales;
Escenario ideal, en fin, para el despliegue de una retaguardia estratégica-mili­tar, ubicada en el centro de este continente americano, co­nectada con sus fuerzas emplazadas mas al Norte y cara a un continente que tiende a írsele de las manos; aunque últimamente hayan revertido una parte de los avances alcanzados por las fuerzas empeñadas en crear lo nuevo.
En Puerto Rico las bases de Sabina y Allen se han convertido en sede el sub-comando de las Fuerzas de Operaciones Especiales. De Vieques tuvieron que salir forzados por las continuas protestas. El Ejército Sur reestructurado, pasó al Fuerte Buchanan y tiene la tutela sobre 16 mil efectivos del ejér­cito boricua, todos bilingües, listos para operar en Améri­ca Latina. En el Campamento Santiago se entrenan fuerzas estadounidenses y de otros países aliados al imperialismo
Mantienen la Base Guantánamo en Cuba y la de Palmerola en Honduras e instalaron nuevas bases en Aruba, Curazao y El Salvador (Comalapa).
La de Honduras jugó un papel clave en el golpe militar contra Zelaya, hecho que junto con la derechización de los gobiernos de Panamá y Costa Rica y las inconsecuencias del presidente Funes de El Salvador, ha cambiado en Centroamérica la correlación de fuerza a favor de EEUU y de su contra-ataque continental; zona, que además de tener tremenda importancia geo-estratégicas, constituye una importante reserva de biodiversidad y otros riquezas naturales.
Con Panamá hay acuerdo para nuevas instalaciones de EEUU y Costa Rica se ha prestado a acoger unos 8,000 marines, portaviones y buques de guerra bajo el mando del Comando Sur del Pentágono
Haití está intervenido por las tropas conjunta de EUU, Fran­cia, Canadá, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay y otros paí­ses, bajo el disfraz de las Naciones Unidas, situación potenciada después del terremoto de enero del 2010.
La frontera de República Dominicana con Haití está prácti­camente bajo el mando del Comando Sur del Pentágono.
EU sigue aspirando a instalar pequeñas bases altamente cali­ficadas en la isla Hispaniola (República Dominicana y Hai­tí). Ya lo están haciendo en Haití, mientras las islas Saona y Alto Velo, próximas a las costas dominicanas, han estado siempre dentro de sus planes militares. Algo similar a lo que hicieron en Aruba y Curazao, y a los que están haciendo en Paraguay.
Todo esto se articula al Plan Puebla-Panamá y los diversos componentes, incluidos los militares, del Plan Colombia-Iniciativa Andina, a las grandes maniobras navales en el Caribe y el Pacífico suramericano y al rediseño de sus agresiones militares
En Colombia la vertiente militar del Plan Colombia-Ini­ciativa Andina (y específicamente el anexado Plan Patriota), tiene todas las características de una guerra de baja intensidad.
Allí se ha reforzado la inteligencia militar del Pentágono, la CIA, las empresas mercenarias y otras agencias estadounidenses. La DEA ha servido también de canal de penetración militar.
Allí se ha creado una plataforma de bases militares con funciones contra-insurgentes en lo interno y claros propósitos agresivos contra Venezuela, Ecuador y Brasil de cara a la conquista de las riquezas amazónicas.
Se ha renovado el sistema técnico de vigilancia, introducien­do radares de altura (vía satélite) que cubren todo el país y diseñado corredores inter-bases militares (siete bases en total), que a su vez se comunican con el exterior.
Al mismo tiempo EEUU ha reactivado su IV Flota, imprimiéndole una actitud amenazante a sus maniobras en los mares de la región.

Trasfondo popular, avances y retrocesos

EL contraataque, que ciertamente pone en riego la oleada transformadora que se inició a final del siglo XX y principio del XXI, ha hecho recular más aun a los timoratos que actúan a nombre de las izquierdas, lo que generalmente termina fortaleciendo a las derechas.
Pero por suerte en la base de esta oleada de cambios revolucionarios y reformadores están los pueblos y la diversidad de sus sujetos sociales cada vez mas radicalizados, aunque con serios déficit de organización, acumulación militar y fuerzas conductoras. De nuevo el tema del retraso en la conformación de las nuevas vanguardias transformadoras aparece como una de las más dramáticos déficit de esta nueva oportunidad revolucionaria.
Pueblos, pobrecías y sujetos oprimidos, que no quieren seguir viviendo como se lo impone el dominio de una clase dominante-gobernante corrompida, corruptora y deshumanizada al extremo y de un imperialismo implacable, cuya crisis sistémica y sus grandes carencias de recursos naturales vitales incrementa como nunca su voracidad respecto a nuestras fuentes de agua, petróleo, oro, biodiversidad y minerales estratégicos
Y esto explica el porqué mientras se ejecuta el contra-ataque imperialista se registran también resistencias ejemplares capaces de crear sujetos sociales politizados que conforman contrapoder y preludian alternativas, como es el caso del Frente de la Resistencia Hondureña, cuidadosamente ocultado por la dictadura mediática internacional; y tienen lugar otros avances políticos a contracorriente de los opresores.
En Colombia no vale anunciar la “muerte” o el “debilitamiento extremo” de las FARC, la insurgencia armada y la resistencia civil. Ellas se reorganizan y vuelven a fortalecerse, desatando de nuevo la ira de los sucesores del uribismo, inmersos en una letrina de sangre putrefacta, drogas purulentas y guerra sucia patrocinada por EEUU.
Ciertamente –independientemente de esa capacidad para reponerse de los golpes de ese tipo- las recaídas de la insurgencia aumentan en frecuencia y el capítulo del asesinato selectivo de los comandantes de mayor prestancia (mediante modalidades de la guerra aérea y del empleo de los más avanzados recursos tecnológicos-militares suministrados por EEUU e Israel), se ha tornado difícil –no imposible- de abordar y contrarrestar con eficacia; tal y como lo evidenció el reciente ataque al campamento del formidable guerrero fariano, Jorge Briceño (Mono Jojoy), poco tiempo después de la masacre de Sucumbíos en la que perdió la vida el comandante Raúl Reyes, un grupo de experimentados guerrilleros de las FARC y los jóvenes estudiantes mexicanos.
Hay que apostar de todas maneras a la reflexión y a la creatividad política de la insurgencia colombiana y de todo el movimiento revolucionario continental para dar respuestas adecuadas a los nuevos desafíos de la guerra imperialista postmoderna y la manera de recuperar la ofensiva popular en forma sostenida.
En otro orden hay que confiar en el prudentemente administrado poderío del FMLN para impedir retrocesos mayores y apuntar hacia previsibles avances futuros; porque pese a las debilidades político-ideológicas del “gobierno de transición” que preside Funes, es una realidad que la derecha “arenera-escuadronera” de El Salvador está a la defensiva, retrocediendo y en franca declinación política; mientras los/as revolucionarios avanzan en el control de territorios y en influencia de masas.
Y sobre todo hay que actuar para abrirle nuevas vías a los potentes anhelos populares destinados a impedir que el camino de las reformas avanzadas y de los procesos con vocación revolucionaria no desemboque en contrarrevolución y neofascismo, porque ahora está muy claro que o hacemos revoluciones verdaderas o se impondrá una nueva barbarie política.
El mapa político de las derechas continentales se ha ampliado con la prolongación endurecimiento de la política estadounidense en plena “era de Obama”, quien ha adoptado el camino de los farsantes inteligentes, combinando el “poder suave” con el “poder fuerte” y ha facilitado el contraataque y los consensos del imperio con las derechas y el centro político.
Pero el mapa de la izquierda, del Alba y más allá, sigue siendo fuerte. Y más fuerte potencialmente son y podrían ser los movimientos de base que lo sustentan y podrán contribuir a su ampliación.
Por un nuevo impulso a la oleada y el rescate del internacionalismo revolucionario
Habrá que ver –además de lo sugerido respecto a procesos en disputas- las contrapartidas que podrán gestarse en Chile, Honduras, México, Perú, Panamá….en medio de la polarización cruda entre la extrema derecha y los pueblos empobrecidos que anhelan otro mundo posible, justo y solidario.
El contraataque imperialista precisa ser enfrentado con un nuevo impulso a la oleada redentora, con mayores aportes a la pujante alborada continental del siglo XXI, ahora en retroceso circunstancial con riegos de profundizarse.

Se impone una reflexión autocrítica.

Al propósito de relanzamiento de la ofensiva desde los pueblos le convendría mucho la profundización de las transformaciones en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y El Salvador.
La superación del estancamiento del modelo estatista en Cuba y su avance hacia un socialismo participativo e integral acompañado de una mayor beligerancia revolucionaria a escala internacional, sería muy beneficiosa.
La radicalización de los Estados del Alba en su relación solidaria con los movimientos sociales y las fuerzas revolucionarias y progresistas que actúan fuera de los gobiernos establecidos, ayudaría enormemente a ese objetivo imperioso.
Convendría mucho volcar solidaridad unificada y convergente en los “puntos calientes”, en los “eslabones en crisis”, contra esos “engendros oligárquicos-imperialistas” y la referida “triangulación fatal”.
Es hora de definir una línea de acción que en lugar de favorecer (como lo desea Washington y sus alfiles tipo Leonel Fernández) las “buenas relaciones” con los regímenes perversos de Colombia y de Honduras, se proceda a contribuir a su aislamiento, derrota y desmantelamiento.
Igual, en lugar de contemporizar con la intervención de EEUU-ONU en Haití, se debería reclamar con vigor su retirada a favor de la recuperación (con un fuerte apoyo de los pueblos del continente) y de la auto-determinación de ese pueblo hermano; como también declarar vergonzosa e inaceptable la presencia de tropas de países latino-caribeños allí.
También se requiere emprender una gran movilización para que Haití sea apoyado fundamentalmente con médicos, constructoras, inversiones productivas, asesores, recursos, alimentos, medicinas y esfuerzos

Narciso Isa Conde
http://www.isaconde.com

No hay comentarios.: