sábado, agosto 14, 2010

¿Para quién trabajan los “asesores”?


Joaquín Villalobos, responsable de la muerte del poeta salvadoreño Roque Dalton.

Dos veces surgió la palabra “asesor” en la conversación que sostuviera Fidel con periodistas venezolanos, el domingo 8 de agosto. Los nombres de Joaquín Villalobos y Felipe González, ex Comandante de la guerrilla salvadoreña y ex Secretario General del Partido Socialista Obrero Español, respectivamente, fueron los que afloraron lateralmente durante el diálogo. Y no podía ser de otro modo, dado que el objetivo central de dicha entrevista era continuar movilizando a la opinión pública ante los peligros de que se desate una guerra nuclear.
Sobre el salvadoreño, afirmó el líder histórico de la Revolución Cubana: “Me acordaba mucho de Tarek William Saab, de allá de Anzoátegui, que venía, que estuvo en Paquistán, que visitó nuestra brigada, y había leído con indignación cómo se quejaba de que los yanquis le habían enviado a Villalobos, que estudió en la Universidad de Oxford, era el revolucionario. Todo eso se asocia con la muerte de un poeta, un gran poeta allá, que cuando lo acusaban de eso a uno le parecía calumnias, mentiras de las tantas que dicen”, para añadir más adelante: “no era poco mi asombro cuando vi que le estaban enviando a Venezuela, a la Revolución Venezolana, a un gobernador de uno de los estados más ricos de Venezuela, un asesor para que le dijera cómo había que gobernar”.
En su libro autobiográfico –recién publicado en Cuba- Con sueños se escribe la vida, el actual vicepresidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén (Comandante Leonel del FMLN) se refiere con dolor al asesinato del poeta Roque Dalton, el 10 de mayo de 1975. Cuenta Sánchez Cerén: “El gran poeta tenía la visión no militarista de construir un gran movimiento popular y fue de los que impulsó en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) la necesidad de levantar un frente de masas, de este modo chocaba con quienes defendían la necesidad de un enfoque militarista dentro del ERP.
En las FPL (Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí) se valoraba que fue el grupo dirigido por Joaquín Villalobos el que se enfrentó con el pensamiento de Roque y eso llevó a que dentro del ERP consideraran incorrecta y desviada la posición del poeta, y como todos aquellos que no compartían la visión militarista fue objeto de persecución y asesinato […] no podíamos comprender ni concebir que las diferencias de ideas se resolvieran por la vía de ajusticiar a aquellas personas que pensaban de otra manera”. Uno de los hijos de Roque Dalton, en recientes declaraciones a un periódico mexicano afirma que “Joaquín Villalobos no es solamente el asesino de mi padre, sino quien levantó la mano a la hora de decidir su asesinato y participó en la ejecución del mismo”.
Terminada la guerra en su país, lejos de laborar en la reconstrucción, Villalobos recibió una beca en Oxford –como menciona Fidel- y con ese aval es hoy “experto en la solución de conflictos internacionales” y ha asesorado a gobiernos de derecha en México, Colombia y El Salvador en “temas de seguridad”. De acuerdo con su trayectoria de asesino y cómplice de la represión a los movimientos populares, el ex guerrillero aparece habitualmente en el diario español El País, atacando los procesos revolucionarios en América Latina, especialmente a Cuba y Venezuela. Su opinión, publicada en ese periódico, sobre el golpe militar en Honduras es una joya: “El Gobierno de facto representa a una sociedad asustada, no es ni una dictadura real, ni una dictadura potencial.”
El centro de la intriga que Villalobos tejió contra el autor de Taberna y otros lugares, se basaba en acusarlo de ser agente de la CIA. Al cabo de treinta y cinco años, pocos han contribuido mejor a los objetivos de la agencia norteamericana en América Latina que el extremista de 1975. El fracasado intento de insertarlo en una posición relevante dentro de un país aliado estratégico de Cuba, como Venezuela, no hace sino transparentar ese curriculum.
Por otra parte, el asesorado de Felipe González era nada menos que Mijáil Gorbachov, presidente de la Unión Soviética. González fue mejor recibido en la URSS que Villalobos en la Venezuela bolivariana: “y decía Gorbachov en una de las cartas que lo había visitado Felipe González; bueno, me pintaba a Felipe como el non plus ultra de los socialistas. Yo lo siento mucho, pero yo no pienso así. Y decía:¨ Viene a asesorarnos sobre lo que debemos hacer.¨”, recuerda Fidel.
Uno de los aspectos más inquietantes de la película “El escritor”, de Roman Polanski, se deriva de la idea de que las decisiones del primer ministro de una importante nación occidental puedan estar determinadas por el hecho de haber sido reclutado por la CIA desde sus años de estudiante universitario. Como pasa siempre con el buen arte, el filme de Polanski deja en nosotros preguntas y reflexiones que perdurarán mucho después de haberlo visto. Esas son las que afloran al escuchar las declaraciones realizadas por Fidel a los periodistas venezolanos, acerca del papel de “asesor” del último presidente soviético Mijáil Gorbachov, desempeñado por el ex jefe del gobierno español, Felipe González.
En el libro La CIA en España, del investigador Alfredo Grimaldos, se documentan varios hechos de la trayectoria de quien fuera uno de los principales beneficiarios de la llamada “transición” española. Se relata su asistencia al congreso del PSOE de 1974 en Suresnes, Francia, con pasaporte confeccionado por el SECED (servicio de información franquista) y escoltado por oficiales de esa institución. Es en ese evento, donde -según se testimonia en la investigación- había más oficiales franquitas que participantes, en el que el entonces joven abogado sevillano es electo Secretario General. Cuenta en el libro un capitán del CESED que después de volver González de Francia un comisario de Sevilla que lo detuvo “se llevó una bronca tremenda y tuvo que soltarle enseguida”. Otro ex oficial franquista relata: “la dictadura propició el resurgir del PSOE para ahogar al PCE” (Partido Comunista de España). El Congreso de Suresnes se había celebrado sólo seis meses después de estallar la “Revolución de los Claveles” en Portugal, con un marcado protagonismo del Partido Comunista, hecho que había disparado las alarmas de los norteamericanos, que no estaban dispuestos a permitir una situación similar en España.
Afirma Grimaldos en su obra: “Los delegados que asisten al Congreso de Suresnes representan, oficialmente, a tres mil militantes del interior, pero, en realidad, esa cifra es menos de la mitad. Durante los últimos años del franquismo, el PSOE es poco más que una sigla. El mayor peso de la resistencia lo han llevado los comunistas. En definitiva, lo que ocurre en Suresnes es una refundación del partido creado por Pablo Iglesias, con el modelo portugués como telón de fondo. En el país vecino no existía ni un partido socialista histórico y hubo que inventar uno.”
González, ya en la dirección del PSOE, con el apoyo de los norteamericanos y la socialdemocracia alemana logra aislar a los comunistas en las negociaciones de la “transición”. En el XXVII congreso de 1979, impone que se elimine el término “marxismo” de los estatutos del partido. En 1983 -luego de ser electo en 1982 jefe del gobierno- apoya la estrategia de despliegue de misiles en Europa impulsada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y en 1986 promueve la adhesión española a la OTAN. Esto último constituía un cambio radical en las posiciones del PSOE, que, en su XVII Congreso de 1976, había proclamado “a la OTAN, de entrada no”.
En relación con la OTAN, Javier Solana, cercano colaborador de González, quien fue sucesivamente, Ministro de Cultura, portavoz del gobierno y Ministro de Asuntos Exteriores, acumula el vuelco más espectacular. Solana pasó del “a la OTAN de entrada, no”, a ser el secretario general de la Alianza Atlántica durante la agresión a Yugoslavia, por lo cual fue declarado unánimemente por el parlamento ruso, en 1997, “criminal de guerra”. En el año 2006, como alto representante para la política exterior y de seguridad de la Unión Europea, justificó los más de mil vuelos ilegales de la CIA en Europa como parte de la “guerra contra el terrorismo”–asociados a torturas y ejecuciones extrajudiciales- con estas palabras: “Con nuestros aliados norteamericanos compartimos la convicción de que se necesita una acción dura”. Fue Javier Solana el que coordinó en su origen una de las operaciones de propaganda anticubana a las que más recursos ha dedicado el gobierno norteamericano, la revista Encuentro de la cultura cubana; la presidenta de la fundación del mismo nombre, Anabelle Rodríguez, ha relatado en una entrevista cómo Solana la llamó desde su despacho para proponerle el “trabajo”. En resumen, de tal palo tal astilla, el antiguo ministro de Cultura ha estado a la altura de su jefe, al menos en cuanto a favorecer los intereses de Estados Unidos.
Con semejante hoja de servicios y amigos como Javier Solana, Felipe González ha sido nombrado “embajador para la celebración de los bicentenarios de la independencia de las repúblicas iberoamericanas”, esperemos que no intente asesorarnos…

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