sábado, julio 03, 2010

Leon Panetta: final adelantado


Dios escribe derecho con letras jorobadas y el imperio trata de imitarlo. Cuarenta y ocho horas atrás, en el mejor estilo de Cantinflas, el Director de la CIA, León Panetta declaró: “Creemos que (Irán) tiene suficiente uranio para dos armas nucleares…aunque necesitará un año para enriquecer ese uranio… y le llevaría al menos otro año desarrollar el sistema de lanzamiento para hacerlo viable...”
Es imposible saber si tales afirmaciones son para alarmar o tranquilizar. Dos años es mucho tiempo, mucho más del que se necesita para ofrecer oportunidades a la diplomacia, ensayar formas menos letales de disuasión que el portaviones Truman y dar un chance a la paz.
Lo que ahora llamamos el “conflicto nuclear de occidente con Irán” tiene apenas siete años, 35 menos que el programa nuclear persa que comenzó a desplegarse en la década de los cincuenta del siglo pasado, cuando el país era gobernado por el Sha y Estados Unidos apoyaba su desarrollo atómico. En el fondo no se trata del uranio, sino del Sha. Traigan de regreso al Sha y Estados Unidos será feliz.
En beneficio de los lectores, en esta introducción me limitaré a exponer hechos probados.
En 1957 con asistencia del programa norteamericano “Átomos para la Paz”, iniciado durante la administración de Eisenhower, el gobierno del Sha de Irán comenzó a desarrollar un programa nuclear civil. En 1959 en Teherán se estableció un centro de investigación atómica al que Estados Unidos donó un reactor nuclear de cinco megavatios que, con uranio norteamericano, comenzó a funcionar en 1967. En 1968 Irán suscribió el Tratado de No Proliferación y el Sha anunció la intención de, en treinta años, construir más de 20 centrales atómicas para producir toda la electricidad del país.
Como parte de aquel programa, en 1975 el gobierno del Sha firmó un contrato por 6000 millones de dólares con la firma Kraftwert Unión AG de la entonces República Federal de Alemania para construir la central electronuclear de Bushehr, dotada con un reactor nuclear de potencia. La obra debería ser entregada en 1982. En 1979 con motivo del triunfo de la Revolución islámica, con el reactor a un 50 por ciento de ejecución, la parte alemana detuvo la obra que en 1984 debido a la guerra con Irak se paralizó completamente.
En 1995, diez años antes de que Mahmud Ahmadineyad llegara a la presidencia, con la anuencia del gobierno ruso, la firma Atomstroyexport aceptó un contrato para concluir la planta de Bushehr. La fecha de entrega se fijó para el 2007, cosa que todavía no ha ocurrido, aunque para Irán se hizo inminente la necesidad de combustible nuclear.
Debido al aislamiento internacional y a la obvia negativa de los países occidentales que suministran combustible nuclear y decidido a no depender de tales fuentes, Irán que posee minas de uranio, decidió producir su propio combustible nuclear, para lo cual se necesitan cuatro elementos: uranio, capacidad industrial para enriquecerlo, otros materiales no atómicos y naturalmente la tecnología. Todo ello legalmente adquirible bajo las salvaguardas del Tratado de no Proliferación. Comenzó el conflicto.
El fondo del conflicto no es el derecho de Irán a utilizar el uranio para producir electricidad y otros usos pacíficos sino la sospecha de Estados Unidos e Israel de que la intención de enriquecer uranio para uso civil, encubre el propósito de desarrollar capacidades para fabricar bombas atómicas; cosa que Irán niega enfáticamente. Recientemente los norteamericanos han logrado sumar a Rusia y China a tales reservas respecto al programa iraní.
La aspiración de Irán de dominar el ciclo completo del uranio: extracción, enriquecimiento y fabricación de combustible no es una novedad sino que ha sido realizada por una docena de países, antes y después del Tratado de No proliferación; el que más recientemente lo hizo fue Brasil, que incluso no admitió la inspección de la OIEA a sus instalaciones para no exponer sus secretos industriales.
El problema no es legal ni moral es subjetivo, imperial y discriminatorio: Brasil es creíble, Irán no. Así funcionan los estándares dobles.
La desconfianza de los Estados Unidos no ha implicado sólo a Irán sino también a la Organización Internacional de la Energía Atómica que en alrededor de 20 jornadas de inspección a los largo de siete años, en los que ha utilizado cientos de expertos, no ha encontrar evidencias que justifiquen las sospechas. Tampoco los servicios de espionaje e inteligencia de todo occidente han mostrado prueba alguna. Obviamente no la han mostrado porque no la tienen.
Ninguno de los países que antes o después del Tratado consiguieron fabricar la bomba han sido vigilados y presionados como Irán, que a pesar de todo ha conseguido hacer valer su derecho y probablemente este ya en condiciones de producir el combustible nuclear para alimentar reactores de potencia, no así, según Panetta, para construir bombas.
La declaración de Panetta acerca de que Irán tiene pero no tendrá hasta dentro de dos años uranio suficientemente enriquecido para fabricar dos bombas, serviría mejor para señalar un compas de espera, relajar las tensiones y ralentizar la escalada agresiva, que para el proceso puesto en marcha por Estados Unidos en el Golfo Pérsico y que puede desencadenar una guerra.
Ateniéndonos estrictamente a los hechos revelados por Irán, verificados por la OIEA y ahora ratificados por la CIA, el Estado persa que reivindica su soberanía, hace uso de las prerrogativas que le otorga el Tratado de no proliferación, se adentra con audacia en los difíciles caminos de la investigación nuclear, en lo que a pesar del cerco, la vigilancia y las exigencias avanza, ya puede hacer algunas cosas, excepto producir armas atómicas.
León Panetta, la CIA, Obama y las potencias nucleares que integran el Consejo de Seguridad saben que dos años es demasiado tiempo; como mínimo el suficiente para encontrar solución a un problema que, por otra parte, probablemente no exista.
Por increíble que parezca contra el más vigilado de todos los países de la tierra, una Nación milenaria que en cuestión de horas puede ser borrada de la faz de la tierra, no existe ninguna evidencia, excepto la convicción, nada menos que del Director de la CIA, que no puede crear bombas atómicas, como mínimo hasta dentro de dos años.
¿Por qué tanta prisa?

Jorge Gómez Barata

Foto: Estados Unidos, Servicios de inteligencia - Leon Panetta, Director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)

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