viernes, marzo 05, 2010

Malcolm X, un antiimperialista revolucionario


21 de febrero de 1965, hace 45 años, en la sala Audobon Ballroom de Harlem, Nueva York, el líder negro Malcolm X comienza su discurso político sobre la Organización para la Unidad Afroamericana, de repente, se monta un tumulto entre varios de los asistentes de la octava fila, los guardaespaldas de Malcolm se acercan a ver qué ocurre, momento que es aprovechado por tres individuos que tirotean a Malcolm sin piedad, uno de ellos con una escopeta de cañones recortados, recibiendo nada menos que dieciséis balas, uno de sus asesinos pudo ser alcanzado por la multitud que lo golpeó hasta que apareció la policía, los otros dos asesinos pudieron huir.
Moría un hombre que se había convertido en una auténtica pesadilla para la América blanca y capitalista, pero en una esperanza para la América negra, pobre y explotada. Es más, una persona que se había convertido en un referente internacional de la lucha no por los derechos civiles, sino por los derechos humanos más elementales de los afroamericanos en la supuesta patria de la democracia y las libertades, los Estados Unidos. El elocuente discurso de Malcolm lo expresaría así: “Los Estados Unidos son peores que África del Sur, no sólo porque los Estados Unidos son racistas sino porque son falsos e hipócritas. África del Sur predica la segregación y practica la segregación. Ella, al menos, practica lo que predica. Los Estados Unidos predican la integración y practican la segregación”.

Una vida marcada por el racismo

Malcolm X, también conocido como El-Hajj Malik El-Shabazz, nacido como Malcolm Little, el 19 de mayo de 1925 en Omaha (Nebraska), hijo de Earl Little, laico bautista, seguidor de las teorías del líder negro Marcus Garvey y su organización la Asociación Universal para el Desarrollo del Hombre Negro (UNIA, Universal Negro Improvement Association), casado con una abogada originaria de la isla caribeña de Granada, con la que tuvo ocho hijos, el cuarto de ellos fue Malcolm. A los pocos años de nacer Malcolm, su padre moriría en extrañas circunstancias atropellado por un tranvía, Malcolm siempre cuestionó la versión oficial de la muerte de su padre, ya que eran continuas las amenazas del grupo supremacista blanco Black Legion hacia Earl y su familia debido a su actividad política y religiosa; este grupo racista fue responsable del incendio de la casa de los Little años antes de la confusa muerte de Earl. También el Ku Klux Klan (KKK) hostigaría a la familia Little, en concreto la madre de Malcolm, Louise, recibió reiteradas amenazas mientras estaba embarazada del propio Malcolm debido a las actividades de su marido.
A raíz de la muerte de su padre, la familia Little se vio arruinada, su madre Louise sufrió una fuerte crisis nerviosa, fue declarada insana, e ingresada en un psiquiátrico; los hijos de los Little fueron separados y enviados a diferentes casas de acogida.
A pesar de que Malcolm era un estudiante brillante, su profesor pronto le situaría de manera clara y evidente en su papel de negro en una sociedad blanca y racista: se encargó de quitarle de la cabeza al pequeño Malcolm esa absurda idea de querer ser abogado, tan impropia de un negro, diciéndole que no era un objetivo “realista”. El siguiente paso para Malcolm fue entregarse al mundo de la delincuencia y el exceso, siendo detenido y condenado de ocho a diez años de prisión en 1946. Como afirmaría años más tarde con toda razón: “Habitualmente el racista blanco ha creado al racista negro”.

De Malcolm Little a Malcom X, la Nación del Islam

En prisión, Malcolm entraría en contacto con el también preso John Elton Bembry (Bimbi) seguidor de la organización política y religiosa, Nación del Islam, esta organización, nacida en los Estados Unidos en 1930, y dirigida desde 1934 hasta 1975 con mano de hierro por el egocéntrico y oscuro Elijah Muhammad, mantenía serías diferencia con el Islam tradicional, entre otras, esta organización predicaba la superioridad de la raza negra, lo cual le llevaba a hacer unas interpretaciones cuando menos rocambolescas y alocadas tanto de la Biblia como del Corán, todas ellas destinadas a fundamentar la supuesta superioridad de la raza negra. En lo político, la Nación del Islam predicaba la separación de las comunidades negras, como paso previo a una vuelta a África. Las formulaciones políticas de la Nación del Islam estaban llenas de populismo y demagogia, unas veces podían coincidir con el Partido Comunista, que en los años 30 y 40 defendió el derecho de autodeterminación y la creación de una República Negra independiente en el Sur de los Estados Unidos, otras, sin embargo, coincidían con el Partido Nazi Americano, que apoyaba la propuesta de separación de las comunidades y el retorno a África, además, tanto la Nación del Islam como el Partido Nazi coincidían en el antisemitismo, ya que para la Nación del Islam los judíos eran responsables directos de la trata de esclavos africanos hacia América.
Quizá todo esto pueda parecer extraño, pero debemos contextualizar todos estos hechos, empezando por los 300 años de esclavitud de los afroamericanos, que han marcado de manera fundamental y decisiva la existencia de este pueblo, haciéndolo vulnerable hacia cualquier líder, frecuentemente religioso, que ofreciera la más mínima razón y esperanza para su existencia en un infierno blanco racista, capitalista e imperialista. La abolición de la esclavitud fue sólo una quimera, un engaño, enmarcada en el conflicto entre el Sur, agrario y librecambista, y el Norte industrial y proteccionista, la abolición no supuso ni igualdad ni libertad para las masas negras esclavizadas. Para el pueblo afroamericano daba igual que la economía fuera bien, mal o regular, ellos, en su mayoría iban a seguir siendo parias explotados y empobrecidos, incluso en las fábricas del Norte industrial se les negaría la entrada a los mismos sindicatos que a los blancos, como ocurrió en muchos sindicatos pertenecientes a la AFL (American Federation of Labor), teniendo que crear los trabajadores negros sus propios sindicatos, como el ANLC (American Negro Labor Congress), en este sentido, sólo el Partido Comunista de los Estados Unidos, muy minoritario, con escasa implantación y siempre objeto de una terrible persecución, sería la única organización realmente libre de vetos raciales, donde trabajadores negros, judíos, italianos, o irlandeses podían encontrarse en una relativa igualdad de condiciones, no olvidemos que el propio Lenin en sus intervenciones en la Internacional Comunista demostraría una creciente inquietud por la situación de los negros norteamericanos. Una de las figuras más prominentes del PC de los EEUU de aquellos momentos sería el intelectual negro William DuBois. Lamentablemente, años más tarde, entre los 50 y 60, el PC entraría de lleno en el discurso hueco y reformista del movimiento por los derechos civiles promovido por sectores de la burguesía liberal blanca del Norte y sectores pequeño-burgueses afroamericanos con el fin de integrar a los afroamericanos en la sociedad blanca capitalista, pero no liberarlos.
La cuestión fundamental es que la Nación del Islam proporcionó a Malcolm un sentido a su existencia como negro en unos Estados Unidos racistas, le hizo tomar conciencia política, y también religiosa. La Nación del Islam educó a Malcolm en el respeto a sí mismo como hombre negro, alejándole de los vicios que el “diablo blanco de ojos azules” había introducido en las comunidades negras: drogas, alcohol, prostitución, etc. Malcolm cambió su apellido de esclavo, Little, por una X, que simbolizaba el apellido africano que él nunca llegaría a conocer. Así pues, desde su salida de prisión en 1952, el nuevo Malcolm X se entregaría en cuerpo y alma a predicar las enseñanzas de la Nación del Islam, especialmente en Harlem, donde pronto se hizo de un público fiel, de un público con el que conectó a la perfección debido a su carisma y a una oratoria clara y arrebatadora, pero sobre todo, debido a su cercanía y amabilidad con todos los miembros de la comunidad. Malcolm X era para la mayoría de los negros un ejemplo a seguir de dignidad y de orgullo, capaz de hablarle al blanco sin agachar en ningún momento la cabeza, con seguridad, y sobre todo, sin la menor señal de inferioridad y sumisión. Malcolm se convirtió en un “black muslim” (musulmán negro) consecuente, de un puritanismo excesivo, que causaba una gran admiración en las comunidades afroamericanas. Igualmente, otro elemento que sedujo especialmente a los jóvenes de la comunidades negras oprimidas fueron sus continuos llamamientos a utilizar la violencia como forma de hacer frente, a su vez, a la violencia policial o de los grupos racistas blancos violentos. Frente a la no-violencia de Martin Luther King y el movimiento reformista por los derechos civiles, Malcolm defendió el uso de la violencia como autodefensa, e incluso, como advertencia al Gobierno racista del precio que tenía que pagar por mantener la opresión sobre las comunidades afroamericanas: “(…) Ya que el gobierno ha demostrado que su intervención se limitará a palabras, nuestro deber de hombres, de seres humanos, nuestro deber para con los nuestros es organizarnos y hacer saber al gobierno que si él no pone término a las actividades del Klan, nosotros mismos lo haremos. Veréis como entonces el gobierno busca remedio a la situación”, o en otras declaraciones: “Hermanos, en realidad, el precio es la muerte. El precio para hacer que otros respeten vuestros derechos humanos es la muerte. Tienen que estar dispuestos a morir o tienen que estar dispuestos a quitarles la vida a otros”. Como Malcolm siempre trataba de indicar: la violencia cuando es autodefensa es una muestra de inteligencia.

De la Nación del Islam a la Organización para la Unidad Afroamericana

La popularidad de Malcom X iba en aumento, frecuentaba los platós de televisión o las mismas Universidades donde a penas si se podía encontrar algún afroamericano escupiendo su orgullo negro a la propia cara de la América blanca y racista del momento. Su capacidad de liderazgo y su carisma empezó a despertar los recelos del líder la Nación, Elijah Muhammad, que veía con envidia como su pupilo Malcolm era capaz de atraer a las masas. Las primeras tensiones ya aparecieron en 1961 cuando Malcolm realizó unas duras declaraciones a consecuencia de un terrible atentado con bomba en una iglesia negra de Alabama que mató a cuatro niñas afroamericanas perpetrado por grupos raciastas blancos, Malcolm sería desautorizado por Muhammad tras sus declaraciones, pero las contradicciones aflorarían a raíz de las polémicas declaraciones de Malcolm sobre el asesinato del Presidente Kennedy en 1963, su conocida frase “the chickens come home to rost” (“los pollos vuelven al corral”) que fue interpretada como que Kennedy se había buscado él mismo su propio asesinato, mientras que oficialmente la Nación acababa de enviar sus condolencias públicas por el magnicidio, hizo que Muhammad prohibiera a Malcolm hacer cualquier tipo de declaración a los medios durante 90 días. Más tarde, Malcolm se enteraría, a través de un disidente de la Nación del Islam, de un presunto complot de Muhammad para asesinarle instalando un artefacto explosivo en su coche. Además, Malcolm descubriría también por esas fechas la vida disoluta y de excesos de Muhammad, intolerables para el puritanismo de Malcolm, como también sus presuntas relaciones con el crimen organizado.
El 8 de marzo de 1964 Malcolm X anunciaba públicamente su ruptura con la Nación del Islam, y la creación de una organización política nacionalista negra, laica y con una profunda preocupación social: la Organización para la Unidad Afroamericana. Los objetivos de esta nueva organización sería unir a los negros de las diferentes confesiones en pos del autogobierno de las comunidades negras norteamericanas. Con su discurso “El voto o la bala”, Malcolm abogaría incluso por la intervención electoral si fuera necesaria, incluyendo alianzas con la izquierda. Igualmente, Malcolm en el plano religioso abandonaría la alocada visión del Islam de la Nación abrazando el Islam sunní, lo que le llevó a peregrinar a La Meca, hecho fundamental en su vida, ya que este viaje, en el que convivió de igual a igual con musulmanes norteamericanos blancos, junto con otros viajes a países árabes progresistas como Egipto o Argelia, y su declarada admiración por la revolución cubana y sus líderes, especialmente Fidel Castro pero también Che Guevara, llevarían a Malcolm a abandonar definitivamente todas sus tesis racistas. En 1965, poco antes de su asesinato declararía: “Escuchar a líderes como Nasser, Ben Bella y Nkrumah han hecho darme cuenta de los peligros del racismo”, por otro lado en su discurso del 16 de febrero de 1965, cinco días antes de su asesinato, decía: “No juzgamos al hombre por el color de su piel. No te juzgamos por ser blanco; no te juzgamos por ser negro; no te juzgamos por ser moreno. Te juzgamos por lo que haces y por lo que practicas. Y mientras practiques la maldad estaremos en tu contra (…). Entonces no estamos contra alguien porque sea blanco. Sino estamos en contra de aquellos que practican el racismo”. En mayo de 1964 Malcolm declararía: “Es imposible que una persona blanca crea en el capitalismo y no crea en el racismo. No se puede tener capitalismo sin racismo. Y si encuentran a alguno y logran llevarlo a sostener una conversación y ese individuo expresa una filosofía que asegura no dar cabida al racismo en sus lineamientos, generalmente se trata de un socialista o de alguien cuya filosofía política es la del socialismo”. De aquí también su claro giro anticapitalista: “Muéstrenme un capitalista y verán un vampiro” diría en una ocasión. Malcolm en sus últimos viajes por los países árabes y del África subsahariana descolonizados observó con admiración como todas esas naciones intentaban salir del subdesarrollo y la dependencia a la que habían sido sometidas por el colonialismo occidental por vías de desarrollo sino estrictamente socialistas, sí al menos, orientadas al desarrollo social, económico y cultural basados en en una mejor y más justa distribución de los recursos entre la población.

El asesinato de Malcolm X

Ya en 1953, justo una año después de la salida de prisión de Malcolm, el FBI mostró cierta preocupación por el rápido ascenso y la popularidad entre la comunidad negra de Malcolm X, así como por una posible alianza de la Nación, especialmente del carismático Malcolm, con el Partido Comunista, ya que según documentación desclasificada del FBI, en uno de sus mítines Malcolm se había declarado comunista, aunque, por otro lado, bien podemos interpretar este asunto relacionándolo con el populismo del que la Nación solía hacer gala en esos mítines, en los que se hacían declaraciones incendiarias como podía ser declararse comunista públicamente en aquella época en los mismísimos Estados Unidos, o con la típica tendencia tan norteamericana, y más aún en plena “Guerra Fría” y con el Senador Joseph MacCarthy sumido en su paranoia anticomunista, de calificar como comunista todo tipo de disidencia. Sea como fuere, el caso es que Malcolm X pronto sería objeto de seguimiento e investigación por parte del FBI, como igualmente fueron objeto de seguimiento e investigación por parte de la CIA sus diferentes viajes por los países árabes y africanos, así como sus relaciones con los líderes de la revolución cubana.
Pero el momento en el que Malcolm X se convirtió en un peligro verdaderamente serio para los poderes establecidos en los Estados Unidos fue tras su abandonó de la Nación del Islam, su renuncia al racismo y su nueva visión del problema de los afroamericanos en los Estados Unidos, una nueva visión internacionalista, por llamarla de alguna manera, que relacionaba la situación de opresión del pueblo afroamericano con la verdadera esencia del imperialismo norteamericano y sus políticas de explotación y agresión. Malcolm X ya no sólo era un líder para los negros oprimidos, o incluso un líder para sectores de la izquierda revolucionaria interracial norteamericana, sino un líder internacional, recibido con honores en países árabes y africanos antiimperialistas, y amigo declarado de la revolución cubana. Un líder que no tenía ningún miedo de apelar a la violencia contra la opresión, a la violencia como autodefensa.
En cuanto al asesinato de Malcolm propiamente dicho, existen varias hipótesis al respecto. La que parece más evidente y más clara es que detrás del asesinato de Malcolm X estuvo la Nación del Islam y su líder Elijah Muhammad, todos los detenidos por el asesinato de Malcolm eran miembros de la Nación. La otra versión, apuntada por James Farmer, líder del Congreso para la Igualdad Racial, hacía responsable del asesinato de Malcolm a narcotraficantes locales molestos por los continuos mensajes de Malcolm en contra el consumo y tráfico de drogas. Por último, hay quienes apuntan a la responsabilidad especialmente del FBI, sin descartar a la CIA. En realidad, lo que no podemos ni debemos descartar es una combinación de estos tres elementos, ya que el FBI infiltró la Nación del Islam a través de su secretario, John Ali, incluso hay versiones que afirman que el propio Elijah Muhammad trabajaba para el FBI, por otro lado, Muhammad tenía acusaciones graves de conexiones con el crimen organizado; finalmente, es posible que el asesinato de Malcolm entrara dentro de las operaciones del COINTELPRO, el programa secreto con el que el Gobierno de los Estados Unidos tenía previsto hacer frente a la disidencia interna al precio que fuera (asesinatos, cárceles ilegales, tortura, etc.).

Malcolm X, nacionalismo negro, internacionalismo y antiimperialismo

Existe la tendencia a calificar a Malcolm como racista o separatista, incluso después de su salida de la sí declaradamente racista y separatista Nación del Islam. El motivo suele ser su propuesta de constituir organizaciones exclusivamente negras, como fue el caso de la Organización para la Unidad Afroamericana, y años más tarde, tras su asesinato y siguiendo sus enseñanzas, los Panteras Negras, así como la defensa del autogobierno de las comunidades afroamericanas oprimidas. Sin embargo, la argumentación de Malcolm para tales reivindicaciones nada tienen de racistas ni de separatistas, Malcolm partía de la base de que la inferioridad de condiciones económicas, políticas, sociales y culturales del pueblo afroamericano lo hacía objeto exclusivo de su liberación, es decir, la liberación de los afroamericanos debía ser realizada por los propios afroamericanos, recuperando la confianza y el orgullo en si mismos, aprendiendo por si mismos a luchar por sus derechos más elementales sin tutelas externas. Malcolm solía criticar, con razón, la frecuente tendencia paternalista y chovinista de muchos blancos a tutelar la propia lucha de liberación de los afroamericanos. Pero para Malcolm X, este proceso de liberación debía necesariamente desembocar en la eliminación de cualquier tipo de opresión, segregación o discriminación racial. El Malcolm X que se alejó de las tesis racistas de la Nación del Islam jamás se opuso a la colaboración interracial, pero eso sí, siempre respetando la autoorganización negra, y sin tolerar el paternalismo y el chovinismo blancos enmascarados de “buena voluntad” hacia los “pobrecitos negros”, siempre incapaces, mirados desde la mentalidad paternalista blanca, de organizarse. Malcolm siempre instó a los blancos preocupados por la opresión del pueblo afroamericano a trabajar por eliminar el racismo en las comunidades blancas.
Frente al separatismo de la Nación, pero también frente al reformismo burgués del movimiento por los derechos civiles, Malcolm X fue capaz de hacer ver que la opresión del pueblo negro norteamericano no era una cuestión puramente “doméstica” de los Estados Unidos, sino un problema de alcance internacional, un problema de derechos humanos: “Cualquier tipo de movimiento a favor de la libertad de los negros que se base únicamente en los confines de Estados Unidos está absolutamente condenado a fracasar. (…). Así que uno de los principales pasos que tomamos, los que estábamos en la Organización para la Unidad Afroamericana, fue elaborar un programa que convertiría nuestros reclamos en algo internacional y haría que el mundo viera que nuestro problema ya no es el problema de los negros o un problema norteamericano sino un problema humano. Un problema para la humanidad”. Este problema humano, tal como lo definía Malcolm X, a la vez, estaba relacionado con el imperialismo norteamericano y las subsiguientes políticas de expolio y agresión en África, Asia y América Latina: “Y si esos pueblos de esas diferentes regiones empiezan a ver que el problema es el mismo problema, y si los 22 millones de norteamericanos negros vemos que nuestro problema es igual que el problema de los pueblos que están siendo oprimidos en Vietnam del Sur y en el Congo y en América Latina -pues los oprimidos de la tierra constituyen una mayoría y no una minoría- entonces afrontamos nuestros problemas como una mayoría que puede exigir y no como una minoría que tiene que suplicar”.
Conocido por sus viajes a los países africanos y árabes progresistas, así como por sus entrevistas con líderes como Gamal Abdel Nasser o Kwame Nkrumah, Malcolm jamás escondió sus simpatías hacia la revolución china, pero sobre todo hacia la revolución cubana. En 1959, cuando la visita de Fidel Castro a Nueva York, Malcolm, aún miembro de la Nación del Islam, organizó un comité de bienvenida a Fidel en Harlem, quedando impresionado el líder revolucionario cubano por el caluroso recibimiento que le fue ofrecido, así como por el arrebatador discurso de Malcolm X. También, ya en 1964, cuando la visita a Nueva York de Ernesto Che Guevara, Malcolm intentó preparar un recibimiento semejante al que agasajó a Fidel años atrás, pero Guevara no pudo asistir al mismo, mandando un nota de disculpa, Malcolm tras leerla dirigió las siguientes palabras al público asistente que estalló en aplausos al saber que la nota era del Che Guevara: “Me siento feliz de oír los aplausos calurosos con que responden, porque le hacen saber a ese otro hombre, al blanco, que él no se encuentra actualmente en posición de decirnos a quién debemos aplaudir y a quién no debemos aplaudir. Y aquí no se ve ningún cubano anticastrista: nos lo comeríamos vivo”. En mayo de 1990, con motivo del 25 aniversario de su asesinato tuvo lugar en La Habana un Congreso Mundial dedicado a su figura. Cuando el Movimiento de la Nueva Joya, liderado por Maurice Bishop, de tendencia socialista y antiimperialista, se hizo con el poder en la pequeña isla caribeña de Granada, antes de ser invadida salvajamente por los marines de los Estados Unidos en 1984, Malcolm X fue declarado Héroe Nacional, recordemos que su madre era oriunda de esta isla.

Malcom X en los Estados Unidos de Obama

Habrá quién se pregunte qué sentido puede tener el legado de Malcolm X actualmente en unos Estados Unidos cuyo Presidente es negro. Si tenemos claro que Barack Obama es producto del movimiento reformista y burgués de los derechos civiles, un movimiento que como se ha señalado anteriormente, lo que perseguía era la integración de sectores negros en la América blanca, capitalista e imperialista, es decir, un movimiento que se propuso repartir ciertas migajas políticas, económicas, sociales y culturales con sectores negros, pues efectivamente, el mensaje de Malcolm a favor no de derechos civiles sino de derechos humanos, de liberar al pueblo afroamericano de todas sus cadenas políticas, económicas y culturales, siendo sujeto de su propia liberación, y relacionando la opresión del pueblo afroamericano con el imperialismo norteamericano, está más vivo que nunca.
Malcolm X sería actualmente un azote contra el Gobierno de un Obama que sigue manteniendo al pueblo negro americano oprimido y marginado en sus ghettos de paro, pobreza y desesperanza, en los que llegar a los 14 años vivo es un milagro. Malcolm X repudiaría el imperialismo yanqui de la peor especie de Obama con sus guerras en Afganistán e Iraq, y sus amenazas a Irán y Corea, y como no, Malcolm despreciaría con toda su alma a un Obama que no hace más que conspirar de todas las maneras posibles contra la revolución cubana, y contra los gobiernos antiimperialistas de Venezuela y Bolivia.

Malcolm X, aquí y ahora

No estamos en los Estados Unidos de los años 50 y 60 del siglo XX, no somos negros, una minoría racial oprimida por siglos, pero eso no es inconveniente para hacer una reivindicación de Malcolm X, de un antiimperialista revolucionario consecuente, aquí, en Andalucía, y ahora, en el siglo XXI. Los andaluces, como los negros en los Estados Unidos, hemos sido objeto de burla y escarnio, se nos ha asignado el papel de bufones, de personas dedicadas al divertimento ajeno, a bailar, cantar y hacer reír a los demás. Las señas de identidad tanto andaluzas como afroamericanas han sido robadas y manipuladas con el fin de ser presentadas como lo genuinamente español o como lo genuinamente americano, mientras se conseguía alienar, aculturizar, dominar y explotar a los pueblos que depositaban esas señas identitarias, por eso Malcolm X es reivindicable aquí y ahora, por eso Malcolm X es de obligada lectura para todos aquellos revolucionarios en Andalucía que siempre se muestran impresionados por lo que viene de fuera, pero son incapaces de valorar lo que existe en sus pueblos y ciudades, su cultura y sus señas de identidad, y por tanto, son incapaces de actuar consecuentemente por la transformación social revolucionaria allí donde viven y trabajan, al no poder enraizarse; o para aquellos revolucionarios en Andalucía que son incapaces de relacionar la opresión que vive el pueblo andaluz y su clase obrera, con la que existe en otros pueblos oprimidos. También Malcolm X es de obligada lectura para todos aquellos revolucionarios en el Estado español, que en su chovinismo españolista, suelen acusar a los revolucionarios en Andalucía de desorganizados y de ser incapaces de organizarse por si mismos, sin comprender nuestro hecho nacional en su globalidad y complejidad, tratando siempre de dar lecciones que de nada sirven y de nada valen.
En definitiva, el legado de Malcom X es que los oprimidos del mundo tenemos un arma que sabiamente utilizada resulta invencible: el sentido de la dignidad.

Antonio Torres

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