martes, febrero 10, 2009

VENEZUELA HOY: UNA REALIDAD CON FINAL ABIERTO

En la actual época histórica, el transcurso exitoso de una revolución dependerá en sí es capaz de demostrar que el socialismo puede ser efectivamente socialista.
Por cierto que no es este un juego de palabras. Hasta ahora los abnegados y hasta sacrificados intentos de concretar este notable anhelo, no han sido positivos, no han
efectivizado los sueños y, con la sola honrosa excepción de Cuba, han terminado absorbidos por la sociedad que pretendieron superar.
Pero los malogrados emprendimientos, como esencialmente la presencia viva del suceso cubano, en su 50 aniversario, nos proveen una valiosa enseñanza y la
experiencia de que el ser humano está en condiciones de avanzar en la construcción de una nueva manera de convivir, más justa, más equitativa, más solidaria, más digna,
Es también un considerable aprendizaje tener presente que en los momentos de
significativo crecimiento de la conflictividad social, la actitud de las fuerzas en disputa, siguen en general un esquema bastante habitual. Muy sucintamente, se suele dar
el siguiente cuadro de situación, que quizás sirva como ayuda o guía en una interpretación de los hechos, pero nunca como un esquema absoluto y prefijado de antemano.
a) Los sectores más duros de la clase dominante, en alianza con los amos del mundo,
pretenden perpetuar a toda costa, sin detenerse ante nada, el sistema capitalista imperante, y se aferran al poder, en especial a su aparato represivo, como forma de evitar cualquier transformación de fondo.
b) Las fuerzas políticas sociales que defienden los intereses de los oprimidos y de
los explotados, comienzan, con mayor o menor claridad, a batallar por llegar a la cubierta del barco y cambiar el timón de mano. Si lo logran, uniéndose, y modificando
sustancialmente las relaciones de fuerza y lo hacen con ideas y objetivos claros, alterarán radicalmente el rumbo de la historia.
c) Sectores más inteligentes del bloque dominante, apoyándose comúnmente en las
vacilaciones y los miedos típicos de la clase media, que incluso fomentan, y las debilidades y divisiones del campo popular, tratan, en especial si hay riesgos de que la
situación se torne incontrolable, de frenar o suavizar en lo posible el nivel de conflictividad social, efectuando hábilmente algunas concesiones al reclamo de los pueblos.
Es decir, estamos ante el clásico “gatopardismo”: cambiar algo, para que todo siga igual. Tenemos un ejemplo en nuestra propia casa, con el kirschnerismo, disfrazado de
“progre”, o algunos vecinos como el Frente Amplio, Lula o la Bachelet. No es más que la vieja trampa de ir intercalando el palo y la zanahoria.
Entrando en tema, en la actualidad Venezuela sigue transitando uno de esos períodos, que ya lleva dos décadas, donde la indignación, la bronca acumulada por tantos años de injusticia, miseria y marginación social, han provocado toda una eclosión, el pueblo ha dicho basta.
La expresión política de un sistema de dependencia y explotación extrema, comenzó a
resquebrajarse durante el segundo gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, al que podríamos denominar como el Menem caribeño.
Siervo de las multinacionales y sus socios nativos, empezó a aplicar religiosamente las
conocidas políticas neoliberales, llevando al país a una hecatombe política, económica y social, alguno de cuyos devastadores efectos se siguen sintiendo hoy en día.
Asimismo, corresponde rememorar que estamos en el marco de una etapa que viene signada por ese formidable acontecimiento que fue la Revolución Cubana.
Además, a Hugo Chávez y su generación de militares jóvenes les influyó mucho, en especial por su nacionalismo antiimperialista, los procesos de Panamá y Perú,
encabezados por Omar Torrijos y Velazco Alvarado, respectivamente. A esto hay que agregarle la singularidad de la composición de las fuerzas armadas venezolanas,
integrada en buena medida por sectores humildes de la ciudad y el campo, que veían en ello una forma de ascenso social, por lo cual Chávez, hijo de un humilde y luchadora familia “llanera”, no es la excepción.
Todo lo expresado, más la influencia por contactos con organizaciones de izquierda,
hicieron que tempranamente nacieran en su seno movimientos muy radicalizados, como por ejemplo, el Movimiento Bolivariano Revolucionario, la Acción Revolucionaria de
Militares Activos (ARMA), o el Ejército Popular de Liberación de Venezuela, creado por el propio Chávez. La actitud de él, a diferencia de los otros, fue siempre la de procurar no encerrarse sólo en el ámbito militar, y vincularse con movimientos sociales y con algunos partidos de izquierda, conjuntamente con una devoción constante por Bolívar y su consejero político Simón Rodríguez, vistos como precursores del antiimperialismo
y el latinoamericanismo. Pero nada se puede entender de la Venezuela actual, sin esa verdadera insurrección popular que fue el llamado “Caracazo”, en el año 1989. Es este
un momento de ruptura histórica y de visión de futuro. “Caracazo”, revolución bolivariana y “socialismo de siglo XXI”, están estrechamente entrelazados. No se puede
entender lo uno sin lo otro.
Esta enorme rebelión social, que abarcó a buena parte del país, donde el pueblo ganó
las calles enfrentando valientemente a las fuerzas represivas cansadas de un “modelo” neoliberal capitalista, de entrega, saqueo, aumento de la pobreza y de la desocupación, que asoló a nuestro continente y a otras partes del mundo.
El levantamiento popular fue, aunque momentáneamente, duramente contenido, a través de una masacre que dejó el triste saldo de alrededor de 3.000 muertos. Esta crisis penetró también en el ejército, y llevó a muchos a preguntarse si su misión era matar a un pueblo indefenso, que peleaba por sus derechos a una vida
más digna.
En este espíritu y ante la continuidad de las luchas, se fue forjando el intento de golpe del año 1992, contra un gobierno corrupto y genocida. Por la falta de coordinación
general y en especial porque no se logró aún la plena participación de las masas, el golpe fracasó, pero como el asalto en Cuba al Cuartel Moncada, la derrota se fue
transformando en triunfo. El pueblo, que seguía de pie sin rendirse, fue viendo en estos militares, y en particular en Chávez, una conducta digna, de defensa de la patria y de
solidaridad con sus luchas, e irá llevando a este último, con un creciente prestigio, a la presidencia del país, en las elecciones realizadas en el año 1998, contando, como aún cuenta, con un decisivo apoyo popular y de la mayoría de las fuerzas armadas. Por eso él a menudo utiliza una frase: “Esta revolución será pacífica, pero no desarmada”. Sin duda, un fenómeno muy singular, que no se puede analizar desde un enfoque esquemático propio de un “pensamiento de manual”.
Llegado Chávez al gobierno, la reacción interna e internacional, impulsan de común
acuerdo dos estrategias principales para pretender liquidar el recién nacido “proceso bolivariano”.
La primera estrategia es la violenta. Esta es la razón de ser del golpe derechista del año 2002, promovido y organizado por la gran burguesía y la embajada yanqui, contando con el apoyo de un grupo de militares, de la cúpula de la iglesia y los grandes medios de difusión. Para mayor conocimiento del desarrollo del mismo, nada mejor que ver el documental “La revolución no será trasmitida”.
Dicho golpe fue vencido en sólo 36 horas por la acción de las masas que ganaron
nuevamente las calles a lo largo y lo ancho del país, en combinación con los oficiales y soldados bolivarianos.
También fracasó el intento de producir una convulsión social para aislar y tumbar al gobierno, por medio de la toma de la petrolera PDVSA (el petróleo ya había sido nacionalizado), con la complicidad de los antiguos gerentes que aún no habían sido reemplazados, y producir de esta manera un desabastecimiento de combustible.
La otra estrategia, sin desestimar nunca la anterior, “es la pacífica”. Consiste en la participación en las elecciones y el lanzamiento de toda una campaña de mentiras y difamaciones, a través de los medios de difusión privados, que son la mayoría, a cuya cabeza está “Globovisión” y algunos medios internacionales como CNN.
Por supuesto, que siguen procurando todo tipo de malestar social, ahora por el
mecanismo del desabastecimiento de algunos productos alimenticios o el aumento desmesurado del precio de los mismos. Por eso, el gobierno viene creando mercados
paralelos donde se venden mercaderías a precios más bajos, conocidos con el nombre de “MERCAL”. A la vez autorizó a los campesinos a montar sus propias ferias en barrios, ciudades y centros comunales instándolos a la vez a organizarse en cooperativas.
Simultáneamente a estas medidas coyunturales se están instalando empresas estatales
de producción de alimentos, al igual que en otros rubros, con el asesoramiento y la tecnología de otros países, tratando de superar así el atraso y la destrucción que
heredó del pasado. Pude conocer la excelente instalación de una empresa productora de harina de maíz con tecnología iraní y en cuya dirección participan los trabajadores.
Creo que estas son apreciables experiencias como un primer peldaño hacia la búsqueda de la edificación de una nueva sociedad, de acuerdo a las especificidades de cada nación.
Ahora bien en el campo de los que se unieron al “proceso bolivariano” también nos
encontramos con por lo menos dos tipos de actitudes:
Una, la de los sectores de la pequeña burguesía y los oportunistas que siempre se
suben al tren de los triunfadores. Como ya me he referido, se caracterizan por el temor o el desinterés por tomar medidas de fondo que vayan rompiendo radicalmente con el
sistema. Manifiestan constantemente que no conviene acelerar el paso, puesto que no es aconsejable malquistarse con los “empresarios nacionales” o con EEUU. Según
ellos, aún no es el momento para avanzar en medidas que apunten hacia la opción socialista.
Estas posiciones generan dudas y confusiones en el conjunto del pueblo y es la causa de ciertos problemas y reveses sufridos. Contradicciones que a veces también se producen a nivel de los Estados o Alcaldías (municipios) donde no todos son tan “rojos,
rojitos” como se proclaman.
Por el otro lado, los sectores o grupos que más concientemente batallan por profundizar los cambios en un sentido revolucionario, socialista, son aún minoría, y todavía no han logrado constituir una organización revolucionaria con fuerte referencia de masas. Los partidos de izquierda representan hasta la fecha, aproximadamente el 4% del electorado.
Es sí innegable el liderazgo de Chávez, que sigue siendo querido y respetado mucho por la mayoría del pueblo, lo cual no se puede explicar solo por su carisma personal, sino que centralmente tiene que ver con los beneficios alcanzados en los distintos aspectos de sus vidas: salud y educación pública gratuitas, mejoras en los ingresos de los trabajadores, planes de viviendas populares, rescate de las riquezas naturales, etc.
Ha despertado como nunca un fuerte sentimiento nacional antiimperialista e
indoamericano, con un respeto y reconocimiento constitucional a los derechos de los pueblos originarios, iniciando en algunos lugares la devolución de las tierras
que les fueron robadas, actitud que forma parte de la reconocida necesidad de una profunda reforma agraria, que sólo se ha esbozado en algunos estados, con enfrentamientos muy serios con los terratenientes, pero con el apoyo de los obreros rurales y los campesinos pobres
Es de destacar a la vez el afecto y gratitud hacia Cuba, que está colaborando
plenamente con este proceso. Basta decir que ya hay en Venezuela alrededor de 30.000 profesionales cubanos, de distintas especialidades médicas, que junto con una
cantidad de educadores trabajan, entre otras instituciones, en las “Misiones Barrios Adentro”, ubicadas en los lugares más humildes, algunas de las cuales pude visitar y
corroborar la importante labor humanitaria que están realizando. Por ejemplo y gracias a ello, Venezuela ha sido declarada “territorio libre de analfabetismo”.
Aquí corresponde señalar que este país, en una retribución entre pueblos hermanos y
solidarios, le entrega a Cuba petróleo a precios muy favorables, más bajos que los fijados por el mercado.
El manifiesto liderazgo de Chávez-o se está con Chávez, o se está contra Chávez-, hace que incluso casi la totalidad de las organizaciones de izquierda decidieron brindarle el apoyo a su reelección, como forma concreta de dar continuidad al proceso y frenar
el avance de la derecha proimperialista. Así me lo expresaron directamente en entrevistas que tuve con algunos de sus dirigentes, aunque no dejaron de plantear sus
diferencias.
De todos modos, no se necesita profundizar mucho para percibir que están atravesando una etapa clave de definiciones, donde los contendientes afilan sus armas y se preparan para el inevitable combate de clases.
Por tal motivo en este cuadro de situación, narrado en forma muy breve e incompleta, lo
positivo es la comprensión cada vez mayor de lo imprescindible de una labor concientizadora, de la difusión de la ideología revolucionaria, el marxismo leninismo, con creatividad y sin dogmas, en una fuerte batalla de ideas, conjuntamente con un desarrollo específico de una organización revolucionaria (el PSUV es lo que llamamos “una bolsa de gatos”), apareciendo como la única alternativa viable de avanzar con decisión en el rumbo socialista.
En este sentido, entienden que les es urgente y fundamental poner al mismo tiempo los
mayores esfuerzos en la aún inicial construcción de la Comunas Populares, alentadas cada vez con mayor fuerzas por el propio Chávez, como organismos de real participación democrática y de decisión de masas y como sólidos y aguerridos cimientos de un auténtico poder popular. De cómo se decidan estos básicos y primordiales desafíos históricos, dependerá el futuro del “proceso bolivariano”. Todo nuestro apoyo y solidaridad deben estar al lado del pueblo venezolano, cuyo triunfo será el triunfo de todos los pueblos que luchan por su definitiva
emancipación.


HORACIO ROVITO

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