domingo, enero 18, 2009

José Martí y el pensamiento fundacional de la Revolución Cubana


Debemos encontrar las mejores experiencias que sirvan para elaborar una teoría nueva como la que necesita el mundo. Esto sobre el principio enunciado por Lenin de que no hay revolución sin teoría de la revolución y sobre la base de buscar el “Qué hacer” de nuestros tiempos.
Lenin, en su célebre trabajo con este título, habló del “Qué hacer” de su época. Hoy estamos en el deber de encontrar este qué hacer. Para ello, les presento ideas sobre José Martí y el pensamiento fundacional de la Revolución Cubana. Todo esto, desde luego, tiene que empezar por la vinculación de la cultura con la política y con la movilización social. Empecemos:
En la cultura cubana calidad y masividad forman una unidad dialéctica de manera que si no se desarrolla una tampoco lo hace la otra. Si se extiende masivamente la cultura sin fundamentos cualitativos sólo se logrará populismo y superficialidad. Si se promueve la calidad sin tener en cuenta la masividad se tiende a fomentar una visión elitista y no se insertará la cultura en los temas claves del desarrollo, acabará empobreciéndose. Para una ofensiva moral y específicamente política que desarrolle los dos aspectos hace falta, pues, nuestra historia espiritual, y debe hacerse tomando en cuenta las raíces del movimiento intelectual de Occidente y su larga evolución.
Las debilidades del sistema imperialista norteamericano se hallan, en buena medida, en la ignorancia, desinformación y el tratamiento anticultural de esas claves. La pregunta es la siguiente: ¿es posible dominar el mundo que llaman unipolar sin una sólida cultura de base filosófica? Es el desafío que tienen ante sí los hombres que vivirán bien entrado el siglo XXI y aquellos que trabajamos para una vida superior en la presente centuria, que a muchos de nosotros individualmente no nos será posible disfrutar, pero será el siglo de nuestros hijos y nietos.
Hay dos corrientes fundamentales del pensar occidental. Tal como las vamos a caracterizar, se relacionan con las que en el lenguaje de la filosofía de Marx y Engels se conoce como oposición entre idealismo y materialismo. Pero busquemos una fórmula más comprensible para abordar el problema en este tiempo que muchos llaman postmoderno. Esas corrientes son:
*La evolución del pensar científico que concluyó en su más alta escala con el pensamiento científico racional y dialéctico. A este respecto, después de Marx y Engels, no se ha alcanzado nada más elevado en filosofía, a no ser por aquellos que partieron de sus fundamentos y los enriquecieron.
*La tradición del pensamiento utópico que tiene raíces asentadas en las ingenuas ideas religiosas de las primeras etapas de la historia humana y que en la civilización occidental se nutrió inicialmente, y en su ulterior evolución, de lo que conocemos por cristianismo.
Ambas tendencias, necesarias para el desarrollo y estabilidad de las civilizaciones han venido siendo desvirtuadas y tergiversadas a lo largo de la historia por la acción de los hombres. Unas veces cayendo en el materialismo vulgar y otras en el intento de situarse fuera de la naturaleza ignorando sus potencialidades creativas.
Martí hablaba de la necesidad de relacionar la capacidad intelectual del hombre y sus facultades emocionales. Entre ellas está incluida una de las esencias de las aspiraciones del Apóstol.
Por esto hablamos del pensamiento filosófico de un lado, sobre el respeto a lo mejor y más depurado de las ideas científicas, y del otro, lo que se ha llamado pensamiento utópico. Es decir, las esperanzas y posibilidades de realización hacia el mañana.
Una filosofía que se corresponda con los intereses de los pueblos será aquella que articule uno y otro plano partiendo de la idea leninista de que la práctica es la prueba definitiva de la verdad. Y del principio martiano de procurar la fórmula del amor triunfante.
Un hecho importante de la historia de las ideas en Cuba está en que en ella desempeñaron un papel muy destacado las enseñanzas de maestros de escuela que se convirtieron en importantes forjadores de ideas filosóficas. Varela, Luz, Martí y Varona, educadores por excelencia, sentaron las bases del pensamiento filosófico cubano. Sus facultades pedagógicas les permitieron presentar con rigor un sólido pensamiento filosófico en forma asequible para la inmensa mayoría de las personas. Es que si en Europa la evolución de las ideas de Occidente llegó a las cumbres del pensamiento filosófico y alumbraron la naturaleza de los hechos económicos-sociales, en Cuba, en el siglo XIX, sembraron la semilla de la educación y de la política culta.
Ciencia y utopía articuladas pueden y deben conducirnos a la práctica revolucionaria, sin ambas no hay revolución. Para ello, los cubanos hemos dispuesto siempre de una tradición cultural que desde los tiempos fundadores no puso en antagonismo las sanas creencias religiosas con los principios científicos, así pudimos asumir plenamente la mejor herencia del pensamiento científico y, a su vez, la tradición ética de raíces cristianas de forma válida tanto para creyentes como para no creyentes.
Hay un hilo conductor en la tradición espiritual de la nación cubana del que forman parte las ideas esenciales de la política de nuestra Revolución triunfante el 1º de enero de 1959. Félix Varela —dijo Luz y Caballero— nos enseñó a pensar. Podríamos agregar: Luz y Caballero nos enseñó a conocer, José Martí a actuar y Fidel Castro a vencer.
La política cubana tiene, pues, fundamentos filosóficos, culturales y específicamente éticos de carácter nacional y universal. Estos fueron los que nos llevaron a comprender el ideal socialista.
La tradición cubana que se expresa con nitidez en José Martí, especialmente en una hora como la presente, nos permite entender mejor las concepciones de Marx y lo que significa la aspiración socialista, pasados más de 50 años desde que iniciamos esta lucha. Con el derrumbe de la URSS se quebró el llamado socialismo real. La destacada participación de los Gobiernos de la llamada socialdemocracia europea, en las acciones criminales de la OTAN, le dio un tiro de gracia al pensamiento socialista en el viejo continente de cerca de dos siglos de historia. Europa se ha rezagado, no sé por qué tiempo, en asumir las ideas socialistas nacidas en su suelo desde fines del siglo XVIII.
En cuanto a Cuba, mantenemos en alto las ideas socialistas de forma creadora y actualizada de manera que ayude a comprender la mejor tradición humanista de la llamada cultura occidental sobre el fundamento de la república con todos y para el bien de todos, el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre y la fórmula del amor triunfante que levantó como bandera el Apóstol.
Para conocer y promover el pensamiento martiano es necesario fortalecer las fibras éticas y estudiar dos siglos de historia de las ideas cubanas que se hallan en el corazón de lo que el Apóstol llamó América de los trabajadores.
Para los que hemos asumido el humanismo en sus más altos y nobles ideales, el tema ha adquirido en nuestros días capital importancia. Es tanta la confusión que ha engendrado el sistema dominante sobre el término “humanismo”, que su esclarecimiento constituye una necesidad cada vez más apremiante en el mundo de hoy y, en especial, hacia el mañana, abordarlo desde la óptica del pensamiento martiano y latinoamericano.

ARMANDO HART DÁVALOS

12 de enero de 2009

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