lunes, diciembre 08, 2008

España: el refugio de los canallas


Pasó hace casi veinte años, en Fuenlabrada: un trabajador en paro –mi hermano- se buscaba la vida vendiendo hortalizas en el mercadillo y la policía municipal le decomisó la mercancía arguyendo su falta de permiso. El afanoso desempleado fue a hablar con uno de los concejales y le espetó que, según la Constitución, tenía derecho a trabajar. “¿Cuántos años tienes?”, le preguntó el experimentado edil. “Treinta y uno”. “Y con esa edad ¿todavía te crees el cuento ese de la Constitución?
Ha transcurrido el tiempo y la observación clarividente de aquel concejal abreojos no ha hecho más que acrecentarse. Invocar en nuestros días el derecho constitucional al trabajo o a una vivienda digna mueve a la carcajada o, a lo sumo, constituye un juego floral sólo al alcance de políticos ociosos. Para los de abajo, todo aquello del estado social y democrático de derecho se confirmó como lo que era, pura fanfarria, coartada de palabras para encubrir la constitución real, la exclusiva soberanía del Capital.
“La patria es el refugio de todos los canallas”, afirmaba el capitán rebelde que interpretara Kira Douglas en Senderos de gloria. Otro tanto podría decirse, a estas alturas, de la Constitución española. La Constitución se ha convertido en la cueva de Ali-baba de los poderosos de nuestro país: los principales capataces de la política, los grandes empresarios, los jefes militares, los altos jueces, todos se reúnen el 6 de diciembre, bajo la tutela del Gran Bribón, para renovar el conjuro del régimen. La Constitución es la losa magna, el gran candado del poder, el mecanismo de cierre que garantiza “un orden inmutable, para siempre asegurado”.
Funcionó el gatopardismo, el instinto de supervivencia de las clases dominantes. Cambiaron los collares, pero continuaron los mismos perros. El señorito bajó del caballo para montarse en el todoterreno al tiempo que se adentraba en los secretos de la Bolsa a golpe de acciones de Iberdrola, Telefónica o Endesa.
Mientras en televisión los Imanol Arias y Ana Duato de turno nos repiten la cantinela de la modélica transición, entre visillos, en los bastidores de la Zarzuela, se zurcen los negocios de Repsol y Lukoil. Unos gobiernan nuestros recuerdos, sedando la inquieta memoria con la fábula de los 30 años de paz; los otros, incansables, continúan repartiéndose el botín, los osos cazados, las burbujas especulativas futuras.
Pero cuando se las prometían tan felices y, sobre todo, tan eternas, miles de jóvenes llenan las calles aguándoles el festejo de la Inmovilidad. Y donde sólo había silencio cómplice o timorato los nuevos rebeldes imponen el grito liberador, y donde decía Intocable Constitución escriben República de los Iguales.
También asaltará la primavera de los pueblos el búnker del 6 de diciembre.

Manuel Cañada | Para Kaos en la Red

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