jueves, julio 10, 2008

Nicolás Guillén y los cincuenta de La paloma de vuelo popular


NANCY MOREJÓN

Hace medio siglo Nicolás Guillén echó a volar uno de los poemarios esenciales a su voz y a la historia de la poesía en lengua castellana: La paloma de vuelo popular (1958), que sobre todo incluía poemas escritos entre 1953 y 1959 durante su fértil y a la vez desgarrador exilio europeo. Nacido un 10 de julio de 1902, nunca estuvo Guillén más cerca de sus temas entrañables que en aquella distancia donde se imponían, como señal de identidad, su amor a Cuba y su inquebrantable faena en favor de nuestra independencia y de las causas más nobles de una época. Para Ángel Augier, decano de los escritores cubanos vivos, este libro refleja su "angustia vitalicia por el destino de su tierra y el combate constante contra el imperialismo". Esa fue tal vez la razón por la cual existieron varias ediciones de La paloma... a las que se sumaron las célebres elegías de Guillén. Esta página no existe para valorar el esplendor de esta paloma sino para traer a este momento, su alto y hermoso vuelo de latitud en latitud mostrando inmortales claves a favor de la paz. La paz de esa paloma era el emblema incuestionable de un firme movimiento intelectual contra la guerra, contra el fascismo, contra la opresión, como una sublevación creciente contra el asesinato del poeta granadino Federico García Lorca, a mediados de los años treinta. La paloma de Guillén se posó sobre infinitos valores morales cada día más vigentes en el mundo actual. Con sumo gusto, degusté la famosa Epístola escrita en París para las hermanas Ángela y Flora Díaz Parrado, en el suculento valor nostálgico de su expresión cuya resonancia llamaba al ser espiritual de los cubanos. Como bien reclamaba su autor vislumbrando desde entonces la esencia misma de la nación cubana, que es en sí misma esa paloma de vuelo popular posada en su verde ramo y "en el aire sin dueño". A cincuenta años, aplaudimos su vuelo.

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