lunes, abril 14, 2008

Médicos cubanos: labor humanitaria y profesional


Con la salida de los primeros rayos de sol, Marely Pérez y su esposo Esteban Morales inician su recorrido que, de Chiapas, México, los lleva al hospital nacional de San Pedro Necta, municipio de Huehuetenango. Para llegar al puesto fronterizo de La Mesilla, Marely y Esteban invierten alrededor de 84 quetzales, equivalentes a 120 pesos mexicanos, a los que agregan los 30 del boleto que los lleva a San Pedro Necta, los 40 de hospedaje y un poco más por la alimentación. (Unos siete quetzales equivalen a un dólar).
Cualquier inversión parece mínima, ellos solo quieren ser los primeros pacientes atendidos en el nosocomio, principalmente por los médicos que integran la Brigada Cubana, cuya fama ha trascendido las fronteras patrias.
La atención que recibimos es buena y a pesar de nuestra condición humilde, me ayudan para decir qué hay que hacer y cómo puedo mejorar; allá en mi tierra es todo más caro y alejado, afirma Marely, quien es evaluada por un tumor abdominal. Siento más confianza con los médicos cubanos, añade.
Para el cirujano Wilfredo Viel, luego de un año de compartir y asistir a los guatemaltecos, el caso de Marely es un reto más en su carrera, pues las condiciones en el hospital no son las más adecuadas para tratar pacientes de casos especiales como este.
Si a ella se le determina un tumor maligno, se tendría que remitir a la capital, ya que acá solo contamos con un quirófano y no se tiene un banco de sangre. Nuestra labor está encaminada a la comunidad y por eso somos médicos rurales, dijo.
El pediatra José Silva comparte lo afirmado por Viel, con quien vivió momentos de tensión cuando atendían a un menor de seis años, víctima de una infección alérgica, producida por una bacteria que puede ser mortal. Elmer es el niño que logramos salvar, le aplicamos los medicamentos necesarios y ahora queda esperar su recuperación para verlo de nuevo como un niño activo y sano.

HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE

Acompañada de su esposo, Domingo Nolasco, doña Juana Ramírez caminó una hora y media hasta llegar al hospital de San Pedro Necta, donde quedó hospitalizada por una infección urinaria.
Atravesamos cerros, pero el esfuerzo de caminar con mi esposa en hombros es pequeño, comparado con la salud de quien es mi compañera desde hace 50 años, dijo don Domingo.
Doña Juana es atendida por la internista, Sol Ángel, para quien el trabajo diario hace menos difícil la espera para reunirse con sus seres queridos. Atender a doña Juana es la mejor terapia para Sol Ángel, el cariño que recibimos de los guatemaltecos nos ayuda y nos compromete a cumplir con nuestra profesión de forma responsable, nos identificamos con los pacientes haciéndolos parte de nuestra vocación, añade.

UN INTERCAMBIO NECESARIO

Las experiencias de la Brigada Médica Cubana son compartidas por cuatro estudiantes guatemaltecos que cumplen su tiempo de práctica, previo a graduarse en la universidad cubana.
Estudiar en Cuba es una experiencia que termina al compartir con los médicos especialistas el trabajo en áreas rurales, este es un sistema que debería implementarse en el país, ya que las necesidades son muchas y no existe una red hospitalaria que las cubra, manifestó Oliver Tumax Robles, estudiante del último año de medicina.
El grupo coincide que es difícil su inserción en la profesión por las diferencias con alumnos que estudian acá en Guatemala, no sé por qué piensan que les queremos quitar el trabajo, solo queremos ejercer nuestra profesión en las áreas más alejadas del país, indicó Jorge López, otro estudiante.

UN MOMENTO PARA OLVIDAR LAS TENSIONES

Si en el trabajo diario en el hospital se comparte una responsabilidad, justo es que también se haga lo mismo en la casa de la brigada, que se ubica a pocos metros del centro hospitalario. Edelma Ventura (laboratorista) es quien se encarga de cocinar los alimentos con toque caribeño, mientras otros preparan café al estilo cubano y el resto coloca la mesa, donde comparten los tres tiempos de comida en medio de bromas, sonrisas, comentarios y experiencias de la jornada médica de ocho horas.
Ese tiempo también es aprovechado para impartir, en forma personalizada, algunos conocimientos a los estudiantes.

Fuente: Granma

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