sábado, octubre 13, 2007

LAS TESIS DE ABRIL.



Lenin escribió las tesis de abril durante el viaje en tren desde su exilio en Suiza a Rusia.
ANATOLI LUNACHARSKI Ministro de Ilustración, uno de los organizadores del sistema de enseñanza soviético, escritor, crítico literario y miembro de número de la Academia de Ciencias de la URSS.
El Smolni brillaba con sus luces encendidas. Excitadas muchedumbres recorren todos sus pasillos. La vida hierve en cada una de las habitaciones, pero la corriente humanas más grande, una verdadera tempestad se observa en el rincón del corredor más alto: allí en la última pieza sesionaba el Comité Revolucionario Militar.
Unas muchachas, aunque terriblemente cansadas, heroicamente resisten el increíble ataque de los que vienen en busca de explicaciones e instrucciones, así como también con diferentes pedidos y quejas.
Cuando caes en esta vorágine por todos lados ves acalorados rostros y manos que se extienden hacia determinada directiva o mandato.
Misiones y cargos de gran importancia se dan aquí mismo, aquí mismo se dictan a las máquinas que no cesan de golpetear y con un lápiz de que le hayan dado un encargo, vuela por la oscura noche en un endemoniado automóvil. Mientras tanto, desde la última habitación, unos cuantos camaradas envían, cual descargas eléctricas, sus órdenes a todos los rincones de las ciudades sublevadas de Rusia.
Vladimir Ilich se siente como pez en el agua: alegre, trabaja sin descanso. En un rincón ya ha escrito esos decretos del nuevo poder que se convertirán en importantísimas páginas de la historia de nuestro siglo.
Agrego a estas rápidas pinceladas mis recuerdos sobre la formación del primer Consejo de Comisarios del Pueblo. Esto tenía lugar en una pequeña habitación del Smolni, donde las sillas estaban tapadas de abrigos y gorras y donde todos se apretujaban en torno a la mal alumbrada mesa.
Elegíamos a los dirigentes de Rusia renovada. Me parecía que la elección a veces era demasiado casual; temía que hubiera una gran falta de correspondencia entra las gigantescas tareas de realizar y las personas que designábamos, a quienes yo conocía bien y me parecía que no estaban preparadas para el cargo en cuestión. Lenin irritado rechazaba mis argumentos y, al mismo tiempo, con una sonrisa decía:
Por el momento. Después veremos. Necesitamos a gente responsable en todos los puestos. Si no sirven, ya los remplazaremos.
¡Tenía razón! Algunos, por supuesto, fueron reemplazados y otros permanecieron en sus cargos.
¡Cuántos hubo que aceptaron con timidez el cargo y después estuvieron a la altura de las tareas encomendadas!
Claro que también había quienes, no solo entre los espectadores, sino también entre los participantes de la revolución, la cabeza les daba vueltas ante las grandiosas perspectivas y las dificultades que parecían irremontables.
Lenin con asombroso equilibrio espiritual, analizada las tareas y acometía su cumplimiento al igual que él, experimentado navegante toma el timón de un gigantesco transatlántico.
No puedo recordar sin asombro este aturdidor trabajo y considero que la actividad del Comité Revolucionario Militar en los días de la revolución de Octubre es una de las manifestaciones de la energía humana que demuestra que sus reservas son infinitas en el corazón revolucionario. ¡Qué no puede él cuando escucha la tronante voz de la Revolución!.
Como Lenin escribió el decreto sobre la tierra.
VLADIMIR BONCH BRUIEVICH Desde los primeros días de la Revolución hasta 1920, Vladimir Bonch Bruievich fue administrador del Consejo de los Comisarios del Pueblo. En los últimos años de su vida ocupó el cargo de director del Museo de Historia, Religión y Ateísmo adjunto a la Academia de Ciencias de la URSS.
Después de que el Palacio de Invierno fue tomado por las tropas revolucionarias y Vladimir Ilich, que estaba muy preocupado por la lentitud con que actuaban nuestros jefes militares, por fin respiró aliviado, de inmediato se quitó su simple maquillaje y se presentó acompañado de sus viejos amigos políticos, a la sesión del Soviet de Petrogrado, que esperaba en final de los acontecimientos.
Un torbellino de sentimientos recorrió la sala cuando Lenin subió a la cátedra. La sesión comenzó. Y de nuevo saludos, de nuevo vivas, de nuevo alegría. Agítadamente transcurría esta famosa sesión histórica.
Por fin todos los asuntos estaban terminados y entrada la noche nos encaminamos a dormir a mi apartamento.
Cenamos con lo que había.
Después de comer, traté de crear las condiciones necesarias para que Vladimir Ilich, quien aunque excitado, estaba seguramente agotadísimo pudiera descansar. Logré convencerlo de que ocupara mi cama en una pequeña habitación, donde a su disposición tenía un escritorio, papel, tinta y una biblioteca.
Me acosté en la habitación contigua, en el diván, y decidí dormirme solo después que hube comprobado que Lenin ya dormía. Para mayor seguridad, cerré las puertas de entrada con todas las cadenas, picaportes y candados y preparé los revólveres. Pensé que podían tratar de entrar, arrestarnos, matar a Vladimir Ilich.
Era nuestra primera noche. ¡Todo podía suceder! Por si acaso, copié en una hoja aparte todos los teléfonos de los camaradas que me sabía del Smolni, de los comités obreros distritales y de los sindicatos para que no se me fueran a olvidar si llegaba a necesitarlos de urgencia.
Lenin apagó la luz en su habitación. Aguzó el oído: ¿duerme?
No oigo nada. Comienzo a dormitar y cuan do estoy por dormirme definitivamente, noto que se enciende la luz en la pieza de Lenin. Oigo cómo se levanta sin hacer ruido silenciosamente entreabre la puerta y comprobando que “duermo”, por supuesto yo ya estaba muy despierto, en puntillas, para no despertar a nadie, se acerca al escritorio, abre el tintero y se enfrasca en su trabajo.
Amanecía, empezó a ponerse gris esa mañana otoñal de Petrogrado cuando Lenin apagó la luz, se acostó y se quedó dormido.
A la hora de levantarse, advertí a los míos que no hicieran ruido, pues Lenin había trabajado toda la noche y seguramente estaba sumamente cansado. De pronto nadie se lo esperaba, salió de la habitación, ya vestido, enérgico, fresco, animoso, alegre, chistoso.
¡Felicitaciones con motivo del primer día de la revolución socialista!, nos saludó.
En su rostro no había huellas de cansancio, como si hubiera dormido horas. En realidad, apenas había dormido dos o tres horas después de un terrible día en que había trabajado veinte.
Cuando nos reunimos a tomar el té y apareció Nadezhda Konstantínovna quien también había dormido en nuestro apartamento que quedaba cerca de Smolni, Vladimir Ilich sacó de un bolsillo unas hojas escritas ya en limpio y nos leyó el Decreto sobre la Tierra.
¡Había que alcanzar a anunciarlo, publicarlo y divulgarlo ampliamente!
¡Qué prueben entonces anularlo!
No qué va, no habría poder capaz de arrancar este decreto a los campesinos y devolver la tierra a los terratenientes. Esta es una de las más importantes conquistas de la revolución de Octubre.

NIKOLAI PODVOISKI Político Militar soviético, uno de los dirigentes de la sublevación armada de octubre en Petrogrado, presidente del Buró de las Organizaciones Militares de Rusia adjunto al Comité Central del Partido.
Las bandas de Kerenski estaban en los alrededores de Petrogrado. La situación de la recién formada república obrera campesina era crítica. Dimos armas y enviamos al frente a todo el que era capaz de defender la causa de la república, pero la desorganización de nuestras unidades, los errores del mando y la falta de unidad en la dirección de las operaciones reducían a la nada todos nuestros esfuerzos.
En estos duros momentos Lenin salió a escena.
El 26 de octubre de 1917 empezamos a enviar al frente a los regimientos de solados y de guardias rojos.
El Smolni fue literalmente transformado en un campamento donde rápidamente se formaban las unidades con los obreros que llegaban.
Aquí mismo se los equipaba y se los armaba. Bueno, sería más exacto decir que se les daba un capote, cacerinas, bolsos y cartuchos. Para muchos obreros era la primera vez que formaban y tomaban en sus manos un fusil.
Del frente recibíamos escasas noticias. Sabíamos que nuestro destacamento avanzado no había podido cumplir su misión. Como el comandante en jefe de la circunscripción militar de Petrogrado, fui personalmente al frente y volví deprimido por el desorden y la confusión reinante.
Reunimos a unos cuantos oficiales y soldados bolcheviques y empezamos a analizar nuestra crítica situación.
Lenin, que con extrema atención seguía la ofensiva de Kerenski y el alzamiento de los guardias blancos, vio claramente nuestra débil posición. Inesperadamente se presentó en el cuartel general de la circunscripción militar y exigió que le informamos detalladamente sobre la situación, que le informamos detalladamente sobre la situación, que le dijéramos con que fuerzas contábamos nosotros y nuestros enemigos y cuáles eran nuestros planes operacionales.
Cuando le pregunté que significaba su llegada, desconfianza en nosotros o alguna otra cosa, Lenin respondió sencilla pero firmemente:
No significa desconfianza, sino que el gobierno de los obreros y campesinos quiere saber cómo actúan sus autoridades militares.
El comandante en jefe empezó a exponer el plan general de operaciones, mostrando en el mapa la dislocación de nuestras fuerzas y la presumible distribución de las unidades enemigas. Lenin estudió atentamente el mapa. Con la agudeza propia de un atento y profundo estratega exigió que le explicaran por qué no se defendía este punto, por qué aquel otro tampoco, por qué se planea esta acción y no otra, por qué no se ha estudiado esta posición, por qué no se ha cerrado aquel paso.
Como a las doce del día siguiente Lenin de nuevo se presentó ante mi en el cuartel general y declaró que quería estar todo el tiempo informado de los acontecimientos.
Cada cinco o diez minutos Lenin me enviaba alguien a ayudarme: ya de abastecimiento, ya para movilizar a los obreros, ya un aviador, ya un propagandista. Paulatinamente iba entusiasmándose con el trabajo y, sin darse cuenta, salía de mi gabinete, daba órdenes directas ya a un camarada, ya a otro.
El trabajo bullía. Pero Lenin no estaba satisfecho: le parecía que todo iba lentamente, de una forma indecisa, con falta de energía. Entonces empezó a llamar a su gabinete a los representantes fabriles y a informarse del estado del armamento de los obreros, de los medios técnicos, de lo que podían recibir de ellos para la defensa y en qué la fábrica en cuestión podía ser útil. Así fueron naciendo órdenes; a los obreros de la fábrica en cuestión podía ser útil. Así fueron naciendo órdenes: a los obreros de la Fábrica Putílov, blindar las plataformas de las locomotoras, equiparlas con los cañones fabriles y llevar los blindajes a las posiciones; al distrito de Narva, requisar los caballos a los cocheros para enviar los 40 cañones que ya tenía listos la fábrica. A diferentes usinas se envió a comisarios con la misión de tomar todo lo que fuera necesario para la defensa.
En el curso de entre tres y cinco horas varias veces choqué con Lenin, protestando contra semejante método de trabajo, que me parecía incorrecto. Lenin hacía como que aceptaba mis protestas, pero a los pocos minutos las olvidaba y las ignoraba. En esencia, se crearon dos cuarteles generales: uno en el gabinete de Lenin y otro en el mío.
El de Lenin era equiparable a uno de campaña, pues él tenía un escritorio en mi gabinete. Pero mientras más a menudo él frecuentaba a su gabinete, adonde ininterrumpidamente llegaba por orden suya toda clase de funcionarios, más claramente sus disposiciones iban convirtiéndose en una cadena. Es verdad que estas disposiciones no se referían ni a las operaciones ni a las unidades militares, sino a la movilización de todos y todo para la defensa. Pero este paralelismo en el trabajo me ponía muy nervioso. Por último, brusca e injustamente exigí que Lenin me liberara del trabajo de comandante en jefe.
Lenin reventó como nunca:
¡Le ordeno que continúe su trabajo y no me moleste en el mío!
Solo al día siguiente pude apreciar la importancia de la labor paralela de Lenin.
Entendí su significado especialmente después de que analicé los resultados de la conferencia de representantes de las organizaciones obreras, soviets distritales, comités de fabriles, sindicatos y unidades militares, que el convocó.
Me ordenó que estuviera presente en dicha conferencia. Entonces comprendí en qué consistía la fuerza de Lenin: en los momentos críticos él llevaba la concentración de pensamiento, fuerzas y medios a su extremo.
En la primera semana después que triunfara la sublevación armada en Petrogrado, el poder de los soviets fue proclamado en 17 capitales provinciales y a fines de noviembre en 28 de las 49 que había en la Rusia europea.
En su diario siberiano Nikolai Rómanov es decir el zar Nicolás II, escribió en aquellos días: “Me da náuseas leer en los diarios la descripción de lo que sucedió dos semanas atrás en Petrogrado”.
A fines de marzo de 1918 el Poder soviético se había consolidado en todo el territorio de Rusia, a excepción de una parte del Cáucaso y de las regiones ocupadas por los alemanes. Aquel fue, en palabras de Lenin, “Un periodo de marcha victoriosa, triunfal de la dictadura del proletariado, en el que ella atrajo a su lado incondicional, decidida e irrevocablemente a las gigantescas masas de trabajadores y explotados de Rusia”.
El texto que del que hablaremos en esta oportunidad es de carácter político. Se trata de las Tesis que escribe Lenin en Abril de 1917, destinadas al pueblo, expresando su opinión sobre la situación de Rusia después de la revolución burguesa de febrero y las posibles soluciones que él plantea.
Se encontraba exiliado en Suiza, cuando estalló la revolución de Febrero 1917.
Lenin adaptará el marxismo a la nueva situación rusa, para hacer posible así una revolución coherente que se base en la unión de obreros industriales y campesinos.
Cuando estalla la revolución burguesa en Rusia, Lenin se encuentra en el exilio febrero de 1917.
Lenin se encontrará en contra de la Guerra, ya que pensaba que el objetivo de ésta era la mera ambición de los burgueses rusos por adquirir un cierto prestigio al vencer a los alemanes; pero estaba claro, que esta guerra no suponía ningún beneficio para el pueblo ruso, más bien todo lo contrario, ya que éste era el que se veía obligado a dejar su trabajo para defender el frente y, o bien, matar, o si no, ser matado.
Evidentemente, cuando llega Lenin a Rusia tras la revolución burguesa, el Zar ya ha sido derrotado y ha abdicado. El Gobierno ruso está liderado por los antiguos pertenecientes a la Duma, que había formado el Zar, cuyas ideas eran, obviamente liberales cabe destacar que el gobierno ruso en esta época está en manos de los de la Duma, que dirigen el poder, y los Soviets; ya que en un principio ambas posturas tenían los mismos intereses, derrotar al zarismo.
Este nuevo gobierno provisional liberal prometió hacer cambios en todos los campos, económicos, políticos, sociales, etc. y se compromete a hacer, incluso, una constitución elegida por la Asamblea.
Pero todo esto quedó en promesas; la única decisión estable que tomó este nuevo gobierno fue el continuar participando en la 1ª Guerra Mundial, a pesar de que Rusia en aquellos momentos sólo estuviera recibiendo derrotas y viendo, con esto, morir a un gran número de su población.
Cuando Lenin realiza las Tesis de Abril, tiene el objetivo de dejar claro que él está de acuerdo con una Revolución que haya hecho abdicar al Zar, pero no está conforme con que esta Revolución sea liberal; él querrá que esta Revolución sea socialista, pues sabe de sobra lo que ha ocurrido anteriormente con las Revoluciones que se han producido en el resto de Europa, que prometieron cambios sociales y no gobernaron a favor del pueblo.
Es decir, que en estas Tesis de Abrildeja claro los argumentos que plantea para que el pueblo deje de apoyar al Gobierno provisional progresista, y empiece a plantearse una revolución del proletariado y el campesinado.
En la primera tesis hace Lenin una crítica a la participación rusa en la 1º Guerra Mundial. Ésta tiene un carácter totalmente imperialista y capitalista, que tan solo va a beneficiar al pequeño sector liberal que lidera ahora en el gobierno.
Cualquier persona que defienda la revolución proletaria deberá estar en contra de esta participación de Rusia en esta Guerra europea.
Esta Guerra no traerá ningún tipo de ventaja para el proletariado; por lo que éste sólo debe apoyar a una Guerra que sirva para que su grupo social llegue al poder, apartándose de todo interés capitalista que pueda tener una guerra, centrándose en los posibles intereses de la gran mayoría, es decir, del pueblo ruso.
En la segunda tesis, Lenin justifica la situación del momento de Rusia. O sea, que comprende que la que haya dado el primer paso para una revolución en contra del Zar haya sido la burguesía.
Esto se debe a que ella, representada en la Duma, o sea el Parlamento que contaba con un poco de poder y además se encontraba con más conciencia y organización de lo que estaba el proletariado, viendo así más fácil su revolución.
Pero los obreros y campesinos no deben conformarse con esta revolución liberal, que beneficiará sólo a la burguesía, como ha ocurrido antes en Europa; debe ponerse manos a la obra para hacer posible su propia revolución.
La tercera tesis, lo único que hará será reafirmar el no apoyo que deben mostrar a este gobierno provisional. Sólo se debe estar de acuerdo con el gobierno de Soviets, que sí que se encargará de buscar sus intereses del pueblo.
En las dos siguientes tesis reconoce Lenin la falta de apoyo con la que cuentan sus soviets, por lo que hay que convencer al pueblo de que ésta es la mejor forma posible de conseguir un gobierno revolucionario. No se debe conformar el pueblo con una república parlamentaria, si no luchar por conseguir una república de los soviets, que eran los consejos donde participaban los obreros y campesinos formados en 1905.
Se plantea que hay que convencer a las gentes de que se ha de conseguir la existencia de estos soviets tanto en las fábricas como en el campo, que siempre tengan en cuenta la voluntad e intereses de sus trabajadores.
En las siguientes tesis, 6º y 7º hará una pequeña introducción a las grandes reformas que piensa hacer.
Los Soviets de diputados se concentrarán en atención a los jornaleros agrícolas consiguiendo quitarle las tierras a los terratenientes rusos, pues estos no las merecen al no trabajarlas y tenerlas arrendadas para beneficiarse de ellas. Así estas tierras se repartirán entre los diversos campesinos que no tienen propiedades.
También, desaparecerán los bancos privados, propiciando la unión de estos, formándose un único banco nacional que quedará vigilado por los Soviets.
En la última tesis declara no querer implantar desde un principio la dictadura del proletariado, sino tan solo desea poner las tierras y los beneficios del país en manos de los Soviets, para que estos consigan organizarlos de modo que se solucione el problema de hambre y trabajo que se está produciendo en el país. Una vez fuertes y preparados, se podrá hacer la tan deseada Revolución.
Estas Tesis que escribe Lenin servirán para el convencimiento del pueblo de la nueva situación de Rusia. En Mayo del 1917 ya los Bolcheviques y Mencheviques tal como se ha visto diferirán en sus ideologías llegando a separarse. Mostrándose los Bolcheviques de Lenin ya totalmente en contra del gobierno provisional progresista de la Duma y desligándose de ellos definitivamente.
Por considerarlas de suma importancia para el proceso de la Revolución Rusa, y de gran ayuda para la comprensión del propio proceso uruguayo las damos a conocer textualmente.
Las Tesis de abril decían lo siguiente:
“Como no llegué a Petrogrado hasta el 3 de abril por la noche, en la reunión del 4 de abril pude, naturalmente, intervenir con un informe acerca de las tareas del proletariado revolucionario sólo en mi nombre y haciendo constar mi preparación insuficiente.
Lo único que podía hacer, para facilitarme la labor a mí mismo y también a los oponentes de buena fe, era preparar las tesis por escrito. Las leí y entregué el texto al camarada Tsereteli. Las leí dos veces muy despacio: primero en una reunión de los bolcheviques y luego en una de los bolcheviques y mencheviques.
Publico estas tesis personales mías con sólo notas explicativas muy breves, que en mi informe desarrollé mucho más ampliamente.

Tesis

1. En nuestra actitud hacia la guerra, que por parte de Rusia, bajo el nuevo gobierno de Lvov y Cía., sigue siendo indudablemente una guerra imperialista de rapiña, debido al carácter capitalista de ese gobierno, no es posible tolerar concesión alguna, por pequeña que sea, al “defensismo revolucionario”.
El proletariado con conciencia de clase puede dar su asentimiento a una guerra revolucionaria que justifique realmente el defensismo revolucionario sólo bajo las siguientes condiciones:
que el poder pase a manos del proletariado y de los sectores más pobres de los campesinos, aliados al proletariado;
que se renuncie de hecho, y no sólo de palabra, a todas las anexiones;
(c) que se rompa realmente y de modo absoluto con todos los intereses de los capitalistas.
Dada la indudable buena fe de grandes sectores de la masa que creen en el defensismo revolucionario, que admiten la guerra únicamente como una necesidad y no como guerra de conquista, dado que han sido engañados por la burguesía, es preciso explicarles su error de un modo particularmente minucioso, paciente y perseverante, explicarles la ligazón indisoluble que existe entre el capital y la guerra imperialista, y demostrarles que sin abatir el capital es imposible poner fin a la guerra con una paz verdaderamente democrática, una paz no impuesta por la fuerza.
Debe organizarse la propaganda más amplia de estas ideas en el ejército combatiente.
Confraternización.
2. La peculiaridad del momento actual en Rusia es el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia de clase y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de los sectores pobres de los campesinos.
Este paso se caracteriza, por una parte, por un máximo de legalidad Rusia es actualmente de todos los países beligerantes el más libre del mundo; por otra parte, por la falta de violencia contra las masas, y finalmente, por la confianza irreflexiva de éstas con el gobierno de los capitalistas, los peores enemigos de la paz y del socialismo.
Esta situación peculiar exige de nosotros capacidad para adaptarnos a las condiciones especiales de la labor del Partido entre grandes masas del proletariado, nunca vistas hasta ahora, que acaban de despertar a la vida política.
3. Ni el menor apoyo al Gobierno provisional; demostrar la falsedad absoluta de todas sus promesas, especialmente las que se refieren a la renuncia a las anexiones. Desenmascarar a este gobierno, que es un gobierno de capitalistas, en vez de “exigir” que deje de ser imperialista, cosa inadmisible y que no hace más que despertar ilusiones.
4. Reconocer que en la mayor parte de los soviets de diputados obreros, nuestro partido está en minoría y, por el momento, una minoría pequeña, frente al bloque de todoslos elementos pequeñoburgueses oportunistas, sometidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al proletariado, elementos que abarcan desde los socialistas populares y los socialistas revolucionarios hasta el Comité de Organización Chjeídze, Tsereteli, etc., Steklov, etc., etc.
Explicar a las masas que los soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario, por cuya razón, mientras este gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra tarea es explicar de manera paciente, persistente y sistemática, los errores de su táctica, dar una explicación adaptada especialmente a las necesidades prácticas de las masas.
Mientras estemos en minoría, realizaremos la tarea de criticar y señalar los errores, propugnando, al mismo tiempo, la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los soviets de diputados obreros para que, sobre la base de la experiencia, las masas superen sus errores.
5. No una república parlamentaria volver a ella desde los soviets de diputados obreros sería dar un paso atrás, sino una república de los soviets de diputados obreros, peones rurales y campesinos, en todo el país, de abajo a arriba.
Supresión de la policía, del ejército y de la burocracia. (1)
Los salarios de los funcionarios, todos los cuales son elegibles y amovibles en cualquier momento, no deberán nunca exceder el salario medio de un obrero calificado.
6. En el programa agrario, trasladar toda la atención a los soviets de diputados peones rurales.
Confiscación de todas las tierras de los terratenientes.
Nacionalización de todas las tierras del país, de las que dispondrán los soviets locales de diputados peones rurales y campesinos. Creación de soviets especiales de diputados campesinos pobres. Establecimiento en todas las grandes fincas, con una extensión de 100 a 300 desiatinas, según el lugar y demás condiciones, y conforme determinen los organismos locales, de haciendas modelo bajo el control de los soviets de diputados peones rurales y por cuenta de la comunidad.
7. Fusión inmediata de todos los bancos del país en un banco nacional único, sometido al control de los soviets de diputados obreros.
8. Nuestra tarea inmediata no es la “introducción” del socialismo, sino sólo poner en seguida la producción social y la distribución de productos bajo el control de los soviets de diputados obreros.
9. Tareas del partido:
a) Celebración inmediata de un congreso del partido;
b) Modificación del programa del partido; principalmente:
sobre el imperialismo y la guerra imperialista;
sobre la actitud hacia el Estado y nuestra reivindicación de un Estado, comuna; (2)
modificación del programa mínimo, que ha envejecido.
c) Cambiar el nombre del partido. (3)
10. Renovar la Internacional.
Iniciativa para crear una Internacional revolucionaria, una Internacional contra los socialchovinistas y contra el "centro". (4)
Es decir, sustituir el ejército regular por el armamento del pueblo.
Es decir, un Estado cuyo prototipo fue la Comuna de París.
En lugar de “socialdemocracia”, cuyos dirigentes oficiales han traicionado al socialismo en el mundo entero y se han pasado a la burguesía los “defensistas” y los vacilantes “kautskistas’”, debemos llamarnos Partido Comunista.
Se llama “centro”, en la socialdemocracia internacional, a la tendencia que oscila entre los chovinistas “defensistas” y los internacionalistas, es decir Kautsky y Cía. en Alemania, Louguet y Cía. en Francia, Chjeídze y Cía. en Rusia, Turati y Cía. en Italia, MacDonald y Cía. en Inglaterra, etc.
Estas fueron las Tesis presentadas por Lenin a la Conferencia del Partido Bolchevique celebrada en abril de 1917.

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